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Hannah, la rubia de mis sueños

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Hannah es una hermosa joven de 18 años, siempre resaltando su presencia en donde se para. Rubia, ojos verdes y unas piernas largas que de unos años para acá se acompañas de unas buenas, redondas y apetecibles nalgas. La puedes mirar de cualquier ángulo y te hipnotiza. Cosa que le pasó a Dante, quien fue su compañero de escuela durante años y con quien se cruzó la semana pasada. Él quiso saludarla, estaba enamorado de ella desde siempre. Pero ella no lo reconoció, más bien no sabia quien era el. Eso le dolió hasta el alma y el rencor le llenó el alma.

Así qué pasó sus días que no eran muy ocupados pues ayudaba a sus padres en la verdulería siguiéndola, anotaba y tenía en cuenta cada movimiento de esa joven rubia hermosa que a pesar de toparse de frente con él un par de veces, nunca lo miro. Era como si no existiera. Luego vino el plan un poco engañando a sus amigos Marco y Julián que hacía tiempo tenían como deporte entrar a las casas de los ricos a robar.

—¡es seguro te digo!—les decía mientras contaba su plan.

—ahí no, ahí tienen alarma.

—No, es que te digo que ahí es seguro, ya los tengo estudiados a los viejos. Se queda sola la casa de viernes a lunes.

Y era verdad, los padres de Hannah salían por trabajo cada fin de semana, dejándole la recomendación de siempre, no fiestas, no amigos. Así une llego el día, Dante vio partir la camioneta gris de casa de Hannah y les mando mensaje a sus amigos. “Ya está, los espero a las 11”.

Minutos antes de las once, Hannah en pijamada recorría los pasillos apagando las luces para meterse en su cama, para ver un par de capítulos de la serie de los roba bancos españoles. Escucho un pequeño ruido pero no le presto atención. Por la barda del estacionamiento estaban brincando los tres con pasamontañas. Dos con el afán de ganarse unos pesos, obtener algún artículo de esos qué hay en casa de ricos y otro con un solo propósito en mente.

Debajo de la cama Hannah sacó a su amigo azul, un pequeño vibrador que solo cuando sus padres no estaban ocupaba el cálido espacio entre sus piernas, giró el pequeño interruptor y la suave vibración lleno de sensaciones su interior, pronto su mirada fue olvidando la pantalla, los diálogos de la serie eran intrascendentes, con los ojos cerrados y las manos apretadas se llenaba de calor su cuerpo. Tanto que no sintió la presencia de Dante quien fue sigilosamente a su habitación.

Al entrar la miro con el short de pijama movido a un lado, apenas se percibía el objeto vibrante entre sus piernas, mientras ella cerraba y apretaba las piernas dando pequeños gemidos, a él le iba creciendo la ereccion en el pantalón. De su bolsa trasera sacó un par de cintas. Lo primero fue atreverse, estaba inmóvil mirándola, hasta que ella levantándose la camiseta para tocar sus tetas abrió un poco los ojos y vio una sombra, ahogó el grito mientras abría los ojos tratando de gritar, bajar su camiseta, sacar el vibrador, todo al mismo tiempo. Solo se revolvió en la cama mientras el tipo con el pasamontañas le caía encima y tapaba su boca con el paliacate con el que limpiaba su sudor. Lo paso por detrás de su cabeza y apretó lo suficiente para que ella no pudiera gritar.

—¡cállate! ¡Cállate ya y deja de moverte! -le decía el mientras Hannah pataleaba

—mmmm mmmm mmm

Amarró ambas manos con dificultad, pues ella quería zafarse, luego la giro para amarrar sus pies, no sin antes recibir un par de patadas.

—Ahora si putita te voy a coger—el zumbido del vibrador seguía entre sus piernas, pero Dante estaba ocupado oliéndola, pasaba su nariz por todo su cuerpo mientras ella inútilmente se agitaba sobre la cama con él encima. Levantó su camiseta para ver esas pequeñas tetas de pezones rozados y amarlos lentamente ir tras ella le pedia con la cabeza que no, que parara.

En el borde de las escaleras sus amigos se miraban espantados. ¿Eran gritos lo que escucharon? Se preguntaban sin pronunciar una palabra, hasta que subieron lentamente. Siguiendo el rechinido que venía de la habitación del fondo.

—¡hijo de tu puta madre! –grito uno de sus amigos

—con razón querías venir—dijo el otro mientras se acercaba a la cama. Los ojos de Hannah se llenaron de horror, si es que podía ser peor.

—Ustedes llévense lo que quieran, ella es mía.

—estas bien pendejo, crees que no le voy a meter mi verga a esta güera, diario la veo y se me para el pito.

—yo igual dijo el otro que ya se bajaba los pantalones.

Mientras Dante apretaba la mandíbula viendo como los otros dos le metían mano por todos lados a Hannah, ellos soltaban sus pies, solo para separarlos y amarrarlos a la cama.

—Pinche panocho ya bien rosita de la güerita

—¿tú le metiste esa mamada?

—No, ya lo tenía—le sacaron el vibrador y lo aventaron al piso.

—Ahora vas a sentir una vergüenza de a de veras—dijo uno que escupiendo sobre su verga l hundió en su panochita.

—mmm hammm–ella solo gemía, Damián seguía sentado sobre ella.

—Tápale la boca pero con tu verga no mames que con tu pinche trapo mugroso, mira mija, te voy a quitar este trapo, si gritas te corto el cuello–dijo acercándole un cuchillo a la mejilla—vas a mamar verga hasta que salga el sol, ¿entendiste?– Hannah asintió ya con lágrimas rodando por sus mejillas y sintió como se aflojaba el trapo.

—metele tu verga o quítate–le dijo ya con desesperación a Damián que enseguida acercó a su boca su trozo duro de carne.

—abre la puta boca pendeja–le ordenó Damián mientras restregaba su verga sobre sus labios temblorosos.

—Mmm haag—fue un gemido a causa de las penetraciones lo que le cedió el paso a esa verga ansiosa de entrar en su boca, Damián empujaba con fuerza casi asfixiandola mientras veía sus ojos verdes desorbitados, Hannah trataba de jalar aire pero solo escupía saliva por los costados de sus labios, mientras Dante le cogia por la boca rápido y sin parar. En su paño gota ya habían cambiado lugar, ahora era otro el que metía su verga con fuerza.

—la vas a hogar cabron–le decían a Dante que seguía metiendo su verga hasta el fondo mientras la cara de Hannah se ponía cada vez más roja.

—bájate que esta pequeña perra merece que le demos verga por todos sus agujeros.

En cuanto Damián dejó de ocupar su boca, ella se volcó en súplicas.

—por favor llévense lo que quieran, en el cuarto de papá hay dinero pero déjenme…

—Claro que si güerita, pero primero té vamos a coger por todos lados.

Le desataron las manos solo para atarlas de nuevo detrás de su espalda y soltarle los pies.

—Ven aquí tu pendejo y recuéstate–Dante se tumbó en la cama boca arriba y le lanzaron a Hannah—abre la piernas cabrona, órale–el aliento y unas cuantas lagrimas llegaron a su nariz, Dante la tenía ahí a milímetros.

—se los ruego no por favor.

—¡órale culera trepese ahí!–ella obedeció a medias, fue Dante el que la jalo hasta que su cara chocó con la de el y metió su verga en ella.

—haaa –exclamó al sentir como resbalaba sobre aquella verga, luego sintió como otra chocaba en su ano, aunque ella apretó con todas sus fuerzas, poco a poco la verga se abrió paso entre sus nalgas y entró provocándole un enorme dolor.

—haaa ayay no ay–sus lágrimas caían sobre la cara de Damián que no dejaba de besas su cuello.

—eso putita, verás un rico con dos vergas

—con tres dijo el otro que jalaba su cabellera rubia a un lado y pegaba su miembro a su rostro.

Aunque quería evitar abrir la boca, el dolor la hacía gritar, y es verga entró a la fuerza.

—chupa perra de mierda, chupa

—que ricas nalguitas tiene esta puta–decía el otro que no paran de nalguearla, mirando como se enrojecían a cada golpe.

—si vieras su cara con mi verga hasta dentro maldita puta eres hermosa

—pues cambiamos–dijo el otro y sacó de golpe su verga.

En cuanto la metió en su boca el sabor a culo le llenó la boca, mezclado con el del trapo era asqueroso. Si que tren de escupir cada que podía, formando una espumas que caí por su barbilla, mojando el pecho de Damián.

—mmmm –le dolió aún más cuando esta verga entró en su culo. Fue ma brusco.

—pero qué tal con el de plástico ni rezongabas pendeja

—mmm duelahhhg haaag

—¡callese puta!

—haaaaagh —apenas podía Jalar un poco de aire, sentía como las bolas le rebotaban en la barbilla y como ambas vergas entraban con fuerza, aunque ella no lo notaba sus ojos se ponían en blanco. Era demasiado par ella, ademas le dolía muchísimo.

—Órale, tu nos invitaste. Dale por el culo a tu novia.

Damián se levando y la empinó par ver como su verga se deslizaba dentro de su culo rosita une ya estaba dilatado, sus nalgas estaban completamente enrojecidas y sus amigos compartían su boca jugando a ver quien metía más su verga en ella.

—haaagh

—eso perra– le metían la verga de lado para verla sobresalir en sus mejillas y luego la abofeteaban. Su cara esta igual o más roja que sus nalgas.

El corazón que formaban sus nalgas era hermoso, Damián lo sabia y estaba a puto de terminar, no podía más. Así je la jalo del cabello con fuerza y dándole unas fuertes tirones sintió como su semen llenaba ese culito. Sus amigos lo miraron riendo.

—Nos va a tocar mover el atole, yo también quiero acabar en su cola.

En cuanto Damián se quitó, otro tomó su lugar y sujetándola de su cuello metió su verga.

—pinche culito apretado de esta perra mmm mmm

—mmmm –ella también gemia de dolor y placer sintiendo como el semen cliente llenaba más su culo.

—ya es mucha leche ahí, yo voy por acá y si la embrazo pues me la llevo al pueblo—dijo mientras le separaba las nalgas y metía su verga.

—nomas que no se parezca a ti cabron

—espera espera espera que ya voy ya voy aaah

—mmmm no, dentro no por favor nooo haaa —el semen están dentro y ella esperaba un fuera todo, que se fueran. Pero uno de ellos tomó su cinturón y lo pasó por su cuello.

—ahora si perrita, vamos de tour–le desató las manos y l jalo usted he quedo en el piso—nos vas diciendo donde está el dinero

Ella quiso levantarse pero de una patada la pusieron en el suelo.

—las perras van en cuatro patas.

Por el pasillo mientras el semen le escurría por las nalgas y piernas ella en cuatro iba señalando los cajones donde su padre guardaba todo lo de valor, cuando se resistía jalaban el cinturón como cadena de castigo.

—buena perrita obediente

—¿aquí duermen tus papas? –ella asintió

—tráete su juguete—le dijeron a Damián ir salió disparado por el. Cuando regreso ya la tenían sobre la cama, sujeta con las piernas abiertas.

—metérselo en el culo—le ordenaron mientras pellizcaban sus tetas.

—vamos a mojar la cama de popa–dijo uno y comenzó a sobar su clitoris

—No ya por favor ya no no…

—¡como no pendeja si eres nuestra perra, tienes que obedecer!

El vibrador zumbaba en su culo que seguía escurriendo semen y la mano casi de manera frenética sobaba su panocha. Hasta que su cara se puso roja de nuevo.

—eso putita eso

—mmm ya mmm

—vamos perra vamos te tienes que venir

—mmm aaah no aaah

Sus ojos de nuevo en blanco y el calor en su interior eran señal de que el órgano está cerca, ella se resistía y la mano aceleraba, hasta que sintió como su cuerpo se aflojaba y una especie de choques eléctricos se apoderaban de ella, mientras chorros salían de su vagina.

—haaa ya ya mmm ya aaah

—eso perra–festejaban los tres, que guardaban el dinero en bolsas negras de plástico mientras ella seguía en trance.

—Lo prometido es deuda, y casi amanece—la llevaron a su habitación y la amarraron de la monos a la pata de la cama, con el diodo en el culo.

—hasta que se acaben las pilas mi amor—le dijo uno a forma de despedida.

Damián salió feliz de por fin haber metido su verga en esa rubia y ademas se ganó algo de dinero. Hannah logró zafarse levantando la cama y después de un par de órganos provocados por el vibrador. Se baño y le marco a sus padres. Un robo, no dijo nada de lo que le hicieron. Se encerró en su cuarto hasta que no escuchó ruidos. Su madre notó que el edredón era otro, luego vio el otro sucio en el cuarto de lavado; pero guardó silencio, levantaron la denuncia pero nada. Tuvieron que dar por perdido buen parte de su patrimonio.

Unas semanas después los tres fueron a comer al pueblo, aprovecharon para comprar un poco de fruta.

—¿si dígame que le doy?— Hannah reconoció ese tono cantado y el paleacate apestoso. Cuando Damián la vio agachó la mirada.

—Manzanas, peras. ¿A ti que se te antoja hija?–pregunto su padre.

—Tres plátanos para la cena–dijo mirándolo fijamente.

—Te van a caer pesados–dijo su madre.

—Igual se me antojan, dame unos grandes amigo por favor, ¿como te llamas?

—¿estos están bien?

—si, ¿cual es tu nombre? –insistió

—déjalo ya Hannah

—Damián, me llamo Damián íbamos juntos en la primaria.

—¡enserio! –exclamó su madre!

—mmm me acuerdo de ti un poquito, dame plátanos Damián por favor.

El atendió y ella lo siguió mirando a los ojos hasta use sus padres le hablaron desde fuera.

¡¿NOS VAMOS HIJA?!

—si, solo quería despedirme de mi amigo. Adiós Damián, un día ven a la casa tu solo. ¿Si sabes donde vino no?

—…

Damián guardó silencio y agachó la mirada.

@MmamaceandoO

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