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Hermanas calientes
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Me dirijo a la habitación de mi hermana Alejandra a preguntarle si debía salir a comprar algo, pero me detengo en la puerta porque se escuchan ruidos raros y suspiros provenientes de la habitación de Ale.

La puerta está lo suficientemente abierta para ver el interior de la habitación y lo que veo me sorprende y me excita a la vez: mi hermana mayor esta acostada en su cama completamente desnuda, abierta de piernas, metiéndose un consolador con forma de pija en la concha y gimiendo como una verdadera puta.

Me quito el jean quedando solo con mi tanga y mi remera sin mangas y decido entrar a la habitación de Alejandra -¿Qué haces aquí? Estaba pasando un momento rico hasta que tú llegaste.

-Por eso mismo es por lo que he entrado, verte masturbándote me ha excitado muchísimo y quiero darme el mismo placer.

-Quiero ver lo excitada que estas- me responde ella.

Me quito la blusa dejando mis pechos al descubierto, ella saca el consolador de su concha para tomarme la cabeza y posarla justo enfrente de su vagina, yo abro la boca para empezar a chupar ese maravilloso coño.

-Ay, sí, chúpame la concha, puta-. Me dice Alejandra entre gemidos Alejandra agarra más fuerte mi cabeza y yo aumento la velocidad y la presión, meto mi lengua en su delicioso clítoris a la vez que hago movimientos circulares para abarcar toda la zona de su concha y no dejar ningún lugar sin chupar ni saborear.

Alejandra agarra más fuerte mi cabeza y yo aumento la velocidad y la presión, meto mi lengua en su delicioso clítoris a la vez que hago movimientos circulares para abarcar toda la zona de su concha y no dejar ningún lugar sin chupar ni saborear.

Nunca había mamado una buena concha, pero ahora que se lo estoy haciendo a mi propia hermana comprendo lo maravilloso y rico que es comer una vagina.

Ella empieza a hacer movimientos con sus caderas de arriba a abajo y mi boca queda toda manchada con los fluidos de su concha.

La concha de Alejandra es tan rica que no quiero dejar de chupársela, le paso mi lengua por unos minutos más y luego me animo a mordérsela un poquito con la punta de mis dientes y eso a ella parece gustarle porque se arquea de placer y empieza a gemir mucho más fuerte.

Me inunda la boca con sus fluidos vaginales y se la sigo chupando un poco más hasta beber todo lo que sale de ese maravilloso coño.

Me quito mi tanga quedando totalmente desnuda.

-Ponete en cuatro- dice Alejandra mientras agarra el consolador que todavía está mojado por su eyaculación.

Obedezco y ella me mete el consolador húmedo por el culo haciéndome gemir.

Con una mano sostiene el consolador mientras me embiste con él y con su otra mano me toca las tetas y las aprieta prestando una atención especial a los pezones que es esa zona donde más me manosea.

Es tan rico ser penetrada por mi hermana que les aseguro que estoy sintiendo el doble de placer que cuando yo le chupe la concha a ella, sus embestidas me encantan y lo disfruto mucho aunque sean descontroladas y violentas.

Saco el consolador de mi culo y me di cuenta de que estaba el doble de húmedo que cuando me penetro.

Lo colocamos en el centro de la cama y lo chupamos las dos a la vez como dos buenas putas chuparían la pija de un hombre, le pasamos toda la lengua a lo largo y luego cada una lo chupamos entero.

Después Alejandra se subió encima de mí y nuestras vaginas quedaron unidas, ella se empezó a mover con movimientos circulares y hasta daba pequeños saltos haciendo que su concha rebote contra la mía.

Yo le abracé su cintura con mis piernas y ella se acostó encima de mí para empezar a besarme en los labios, pero no dejo de mover su pelvis.

Y así terminamos mi deliciosa hermana Alejandra y yo, hicimos el amor de una manera inolvidable.

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