“…pero ante la presión de la situación me logré acomodar y en aquel momento siento que su punta ya está buscando mi entrada que se encuentra demasiado húmeda. No puedo evitar dar un leve grito al sentir que ha entrado en mí por un lado de mi braga. Qué delicia su vaivén; que sensación tan única, siento que todo dentro de mí se acomoda para dar paso a su enorme pene”.
Tal vez es la parte más apasionante y dichosa que he tenido en mi vida. Yo, con 45 años, casada, con una familia aparentemente feliz, nunca pensé que iba a ser parte de algo que marcaría mi vida para siempre, que le daría por fin un aire tan distinto que me haría sentir viva de nuevo, que no me importaba el resto del mundo, casi que mucho menos mi familia.
Hoy quiero contar mi historia, porque pienso que puedo servir de inspiración para otras personas que se sienten ahogadas y abrumadas con sus rutinarias vidas, que sí puede existir una escapatoria de al menos unos minutos y que esos minutos pueden valer más que muchos años "haciendo lo que nos gusta" solo para complacer a una manada de gente que ni conocemos.
Me llamo Angélica de Jesús (con una marca tan religiosa en mi nombre seguramente todos pensarían que iba a tener un pase directo al cielo). Soy de Mendoza, Argentina y como ya les dije tengo 45 años, de los cuales 15 son de un, entre comillas, fuerte y sólido matrimonio, de tener sexo una vez por semana y conseguir un orgasmo digamos… que uno por mes, así mi marido piense que es un animal en la cama. Soy bibliotecaria de una escuela religiosa de la localidad, así mismo asisto a la iglesia y me considero una esposa abnegada, dedicada a complacer a su marido y a procurar que mis hijos tengan un buen futuro. Ya se podrán dar cuenta de la vida tan perfecta y maravillosamente aburrida que tengo, o mejor, que tenía, porque ahora sí voy a entrar en detalle de lo que me sucedió, que hizo quitarme la venda de los prejuiciosos y disfrutar de las pequeñeces de la vida.
Desde pequeña y pienso que como a muchas mujeres, me gustaba explorarme. Me gustaba saber qué se sentía eso que en la televisión salía que era para mayores de edad. Ya con la difusión de internet, me empezaron a llegar emails con cadenas y una vez un compañero de la preparatoria envío una serie de fotos que en principio me parecieron escandalosas, pero mi inmadurez sexual y mi inexplorada adolescencia hormonal hicieron que esa foto me absorbiera por completo. Fui creciendo y fui explorando silenciosamente muchas cosas que mi subconsciente denominaría pecaminosas. Vi modelos masturbándose, hombres y mujeres por igual, vi posiciones sexuales que, en este tiempo o inclusive un poco más joven, no sería capaz de hacerlas, vi como una mujer estaba con 5 tipos al mismo tiempo, vi un montonón de cosas que yo pensaba seguramente iban a quedar solo en recuerdos, como el Jack Dawson de Rose en Titanic.
Hace unas semanas, de entre todas las cosas que a mis 45 años miraba a escondidas, después de haber atendido a mi familia y aprovechando un permiso que tenía en mi trabajo, encontré un artículo en una revista que mi hermoso maridito le gustaba coleccionar; hablaba sobre los cinemas XXX que existen en mi ciudad y me llamo la atención uno muy particularmente, porque los días miércoles a las 8 de la noche proyectaban una recopilación de videos de cámaras de seguridad, cámaras ocultas y videos hechos por voyeristas locales. La verdad no lo pensé dos veces y decidí prepararme para ir a la siguiente función.
Me llenaba de emoción y la verdad me alcanzaba a mojar solo pensando en qué excusa iba a inventar en mi casa para escaparme, me imaginaba las escenas que iba a ver allí. En fin, solo les dije que los miércoles me iba a tomar la noche sólo para mí, que les dejaría algo para cenar y que no me fueran a esperar despiertos porque iba a demorarme un poco con las tertulias que íbamos a realizar con mis amigas de la preparatoria. No me lo van a creer, pero el día anterior decidí comprar ropa interior más sexy de lo que estaba acostumbrada, un sostén que dejaba ver un poco de mi aureola, que en cualquier momento mi pezón se asomaría por completo, unas bragas tan pequeñas que se perdían entre mi trasero. Medias veladas de liguero, todo de un mismo color blanco. El resto de mi outfit… bueno, el resto es lo de menos, pero me sentía adolescente de nuevo con el jean y la blusa ajustada tenía lista para mí.
Se llegó el día y muy puntual a las 8 de la noche ya me encontraba preparada con todo lo destinado para aquella anhelada ocasión, pero no sin antes haber envuelto mi cabeza en un pañolón que no dejaban ver mucho mi cara y… ¡Oh! Por Dios, con gafas oscuras para el sol nocturno. Jajaja, No sé qué pensaba al no querer llamar la atención y creo que estaba logrando todo lo contrario. Para mi sorpresa, la entrada a aquel cine estaba sola, así que sin pensarlo llegué a la caseta de las taquillas y compré mi entrada. En mi cabeza imagina a aquel chico riéndose de mi actitud, burlándose de mis gafas y de mi forma de vestir bastante exótica para el momento, pero creo que ni se dio cuenta de esos detalles, simplemente procedió a recibirme el dinero y a entregarme el boleto de ingreso. Vi que alguien más se aproximaba a la taquilla y preferí acelerar el paso antes de tener que cruzarme con alguien.
Ingresé, busqué mi silla y me acomodé. No se imaginan cómo celebré en mi mente esa pequeña victoria. Estaba emocionada, estaba excitada, sentía que la poca tela de mi panty no aguantaba una gota más. Alrededor, pero muy distantes entre sí, había como 5 personas más creería yo, con un rápido paneo que hice del sitio con mi mirada disimulada. Todo iba perfecto hasta que alguien se hizo en la ubicación atrás de mí. Supuse que era la persona que iba detrás mío cuando compraba mi boleto. Escuché que se sentó y se inclinó para decirme algo.
– No te preocupes, ponte cómoda, tal vez en esta sala tan oscura puedas ver mejor sin gafas….
¡Ay! Por favor, solo eso me faltaba para no llamar la atención… No se imaginan la vergüenza que pasé en ese momento. Ingresé al cinema y en mi afán no me las había retirado.
– Tranquila, no te preocupes, simplemente ponte cómoda y disfruta de la película.
Este chico me puso muy nerviosa. Supuse por su voz que tendría unos 28 años.
– Podríamos verla juntos? Prometo que no soy un loco abusador o algo por el estilo. Simplemente me gustan este tipo de películas. Es mi fetiche.
No sé qué me pasó. La Angélica de Jesús que conozco hubiera tomado todas las precauciones del caso y se hubiera alejado inmediatamente… Solo hice una seña con mi cabeza para que se sentara a mi lado. Así lo entendió y lo hizo.
– Hola, me llamo Miguel Ángel…
“Pero ¿cuál era esa bendita perseguidera religiosa?” Pensé en ese momento. Bueno, no había vuelta atrás y debía responderle…
– Mi nombre es Antonella.
¿Antonella? Fue lo que se ocurrió en ese momento, ponerme el mismo nombre de mi prima, la que conocíamos como la perra de la familia porque su exmarido la había encontrado cachoneandolo con su otro exmarido y no contento con eso, nos habíamos dado cuenta que también lo había corneado con ¡su mujer!… Campeona la piba disparando a todos lados.
Se apagaron las luces de la sala. La proyección inició inmediatamente, sin presentación, sin crédito alguno, simplemente llegaron las escenas; finalmente a eso habíamos venido. Ese primer corte nos mostró el interior de un ascensor; la escena se encuentra congelada alrededor de 8 segundos y es cuando hace el ingreso una pareja. Se notaba que es un edificio bastante alto por la cantidad de botones que allí se ven. El chico oprime alguno de ellos y se cierran las puertas. Inmediatamente y casi sin haberse cerrado por completo, ambos se lanzan el uno contra el otro, sueltan las bolsas y maletas que llevaban y se pierden en uno de los más apasionados y pornográficos besos que yo nunca había visto; las manos de ambos se recorrían por todos lados, especialmente las de aquel hombre, que ya se encontraba explorando por debajo de su vestido. La chica se acomoda mirando contra una de las paredes del ascensor y empiezan a tener sexo desenfrenado. Se notaba el desespero en sus miradas, en la forma como él le agarraba los senos, pareciera que se los fuera a arrancar, pero ella se notaba lo fascinada y perdida que estaba en ese momento. En total habrían pasado como 45 segundos cuando se abrieron las puertas. Rápidamente se acomodaron, se vistieron a medias y así salieron del ascensor. Pensé que allí se acabaría esa escena, pero solamente fue un cambio de cámara porque ya pudimos observar cuando caminaban a su departamento y al llegar frente a su puerta volvieron a soltar todo y nuevamente aquel chico la embiste por detrás; así serían las ganas que tendrían que nos les dio tiempo de solamente cruzar su puerta, aunque debió ser muy placentero sentir la adrenalina de poder ser visto por alguno de sus vecinos. Continuaron como por dos minutos más hasta que se funden en sus orgasmos. Yo no podía dejar de mirar, me perdí totalmente en aquella escena. Aquella proyección se fue oscureciendo indicando que había finalizado.
Inmediatamente inicia el segundo corto. Miguel Ángel aprovecha y opina sobre la escena anterior. Yo también lo hice, le recalqué precisamente lo delicioso que debió haberse sentido con el peligro de ser observados. Para resumirles toda esta parte, puedo contarles que vi una pareja en un carro captados con la cámara de seguridad de un estacionamiento, un cuarto de una habitación donde había solo 3 chicas, otro cuarto de algún motel barato con dos hombres musculosos, bastante lindos, por cierto; pasamos después a una sala de música y una pareja disfrutándose con artículos sadomasoquistas, algún fetiche especial debieron haber tenido. Sexo del que ustedes se pueden imaginar, sexo tradicional, parejas hetero y homosexuales, tríos, hasta comida embarrada en los cuerpos sexys; seguramente todo eran momentos muy normales para muchos, pero para mí fue de las mejores experiencias y más pudiendo haberlas compartido con Miguel Ángel, que finalmente me pareció un chico muy especial, compartimos comentarios de cada una de las escenas, aunque de reojo pude ver como se encontraba incómodo en su silla, se notaba que estaba demasiado prendido, su verga podía verse a metros, no la podía ocultar; ahora claro, no pude evitar pensar en lazarme encima de aquel chico, de que me hiciera suya, de sentirme penetrada y tocada por aquel desconocido. De esta parte de mi vida, les puedo decir que la pasé muy bien, que me había quedado con ganas de haber estado más tiempo con él, seguramente habrían pasado muchas más cosas que de pronto yo me hubiera arrepentido después. Quedamos en vernos el siguiente miércoles, ya era una cita, muy probablemente, mi cita real semanal. Con toda esta experiencia, por ahora me había hecho sentir viva… pero definitivamente yo quería más.
Se llegó de nuevo el inesperado miércoles. Mi rutina diaria estuvo alterada toda esa semana y mucho más ese mismo día. Estaba demasiado ansiosa. En la mañana me preparé mucho más de lo normal, me depilé con mucho más cuidado para no afectar mi piel, me apliqué unas cremas para el rejuvenecimiento que tenía por ahí olvidadas y tenía una sonrisa que era difícil de ocultar. Atendí a mi familia y salí a mi trabajo. Lo malo fue que las horas parecían meses, el reloj no avanzaba, imaginaba nuevamente viendo aquellas escenas con este chico que me tenía loca, imaginaba tocándome cómo lo hice en varias oportunidades durante la semana. Ah, y también tuve sexo con mi esposo en más oportunidades, inclusive, un día tuve demasiadas ganas de meterme en la ducha con él y allí lo hicimos de nuevo; esto me puso a pensar que muy en el fondo son mis prejuicios los que hace que la rutina la imponga yo. Es más, creo que nunca había disfrutado haberle hecho sexo oral, tanto que se su semen en mi boca me supo a algo tan rico que jamás había probado.
En la tarde regresé pronto a mi casa. Nuevamente me puse mi ropa interior que había comprado para estás ocasiones, una nueva camisa escotada, una falda negra que hacía ver muy bien mis piernas, me sentía demasiado sexy, me sentía de nuevo prendida, sentía mis pezones a reventar, solo atinaba a morderme mis labios para calmar la ansiedad. Salí un poco más temprano de lo que había pensado. Cuando ingresé pude darme cuenta que yo era la primera cliente de esa función. Miguel Ángel llegó 5 minutos después. Cuando lo vi, quería lanzarme a sus brazos, pero ganó mi autocontrol y solo le hice una seña para avisarle dónde me encontraba. Miguel Ángel se sentó a mi lado y me saludo con un dulce beso en mi mejilla. Hablamos sobre algunas de nuestras actividades en la semana antes de que iniciara la proyección de ese día. Confieso que quería escuchar de su boca que fui la protagonista de algún sueño erótico que habría tenido o que al menos estuve en su mente 2 minutos. Solo me habló de sus cosas. Me contó que estaba ansioso por que se llegara la hora de la función, no sé si sería por ver las escenas y satisfacer su necesidad o si yo estaba en sus planes.
Inicia la función. El primer corto inició con la cámara de seguridad de una fábrica y según decía el reloj en la imagen, eran las 9 de la noche. Se ve una pareja llegando al sitio, besándose muy desesperadamente y prácticamente despojándose la ropa de tal forma que la estaban rompiendo. Vi que el protagonista tenía su verga muy grande; vi el impresionante gesto de placer y dolor de aquella chica al momento que esa verga entra en ella. La escena me impactó mucho al pensar que algo así entraba en mí, aunque ese fetiche rondó en mi cabeza, el sentir ese dolor delicioso. Así duraron como 5 minutos en distintas poses. Mientras tanto yo ya sentía que mi panty era un charco, demasiado mojada para mí gusto. De reojo quise ver a mi chico, le busque su verga con mi mirada y creo que ya la tenía grande, o eso era lo que mi imaginación me hacía creer. Inicia el segundo corto, era un baño público, parecía ser de solo mujeres por las tres chicas que ingresaron y estaban en los tocadores; la sorpresa para mí fue cuando una de ella se le abalanza a otra, se besan apasionadamente, se tocan; la tercera chica solo las observa; de repente también entra en el juego y entre las tres se despojan rápidamente de sus bragas (todas estaban en faldas cortas). Quedan en una pose que me ha dejado boquiabierta: una se acuesta en el piso; la otra se entrelaza en las piernas en forma de tijera, quedando sus vulvas una en frente a la otra para estimularse mutuamente, la otra chica se sienta en la cara de la que está acostada y empieza a recibir sexo oral, mientras que al tiempo se le acerca a la primera chica a besarla, a tocar sus grandes senos. Qué escena tan épica, nunca la habría podido imaginar.
Sin darme cuenta yo tenía mi mano izquierda en mi entrepierna. Cuando fui consciente de eso la retiré y volteé a mirar a mi chico muy disimuladamente; observó que también él tiene su mano encima de su miembro. También gira su mirada a mí. Quedo totalmente congelada. No puedo quitar mis ojos de los suyos. Solo deseaba una cosa… Deseo cumplido. Miguel Ángel se lanza a mis labios a robarme un beso profundo. Siento su lengua entrar prácticamente hasta mi garganta. Me sentía demasiado caliente y solo quería que nos despojáramos de nuestra ropa. Mmmm… Que delicia cuando siento que una de sus manos aterriza en uno de mis senos. Qué sensación única, sensación mezclada de peligro, de que nos vieran y nos sacarán, de que mi esposo se podría dar cuenta de todo y de que lo que más quería era sentir su verga dentro de mí. Su boca al bajar a mi cuello me hace gemir de placer, solo alcanzo a taparme con mis manos mi boca, porque no lo podía dejar de hacer. Quería urgentemente quitarme mi pantimedia, me sentía inundada y yo sabía cuál era el remedio que necesitaba y así lo hice. Creo que Miguel Ángel entendió el mensaje e hizo lo mismo, aunque solo bajó un poco su pantalón, pero puede ver su verga totalmente erecta y… ¡Ay! Dios mío, como el chico de la primera escena, era demasiado grande. El morbo se apoderó de mí y sin pensarlo dos veces me subí sobre él en su asiento quedando ambos frente a frente, un poco incómodo, por cierto, pero ante la presión de la situación me logré acomodar y en aquel momento siento que su punta ya está buscando mi entrada que se encuentra demasiado húmeda. No puedo evitar dar un leve grito al sentir que ha entrado en mí por un lado de mi braga. Qué delicia su vaivén; que sensación tan única, siento que todo dentro de mí se acomoda para dar paso a su enorme pene. Yo solo lo abrazo, lo tengo en frente y solo lo beso como puedo mientras me embiste. En un instante hace que me quite de encima suyo y me gira; así nos quedamos un tiempo, lo besé, lo sentí dentro de mí, no quería separarme de él. Abre mi blusa y como puede me muerde mis pezones. Ough, es de lo más delicioso y peligroso que he sentido. Miguel Ángel hace que me retire y ahora me siento en él. Nuevamente siento su punta buscando mi entrada y lo ayudo. Qué rico tener en mis manos su verga venosa, alcancé a sentir como su sangre por dentro le recorría. Otra vez las manos a mi boca, no puedo dejar de gemir. Así duramos como dos minutos más. En un momento se acerca a mi oído y escucho decirme:
– así estoy a punto de sentir.
Abro mis ojos para ver la pantalla y veo un plano cerrado, creo que están en una cama, una verga saliendo de una vagina y derramando semen por todo lado. Qué escena más morbosa y deliciosa. Siento que me embiste cada vez más duro, mis pezones están a reventar. Siento todas mis tripas en mi garganta, siento que mi útero se rompe, una sensación tan deliciosa que pronto empiezo a convulsionar de placer, tengo un orgasmo como nunca lo había tenido, no puedo dejar de gritar; siento cómo él también se viene dentro de mí, siento cómo me llena de su leche, siento caliente por dentro, quiero moverme cada vez más fuerte, quiero que me desgarre….
Caímos ambos de placer sobre esa silla, yo me recuesto así sentada sobre él, Miguel Ángel también cierra sus ojos y se tumba hacia atrás. Creo que finalmente nos miramos y eso fue lo que rápidamente nos hace separarnos, caímos en cuenta en el sitio donde estábamos. Me hago a un lado rápidamente y observó a mi alrededor; extrañamente no hay nadie, solo estamos los dos. Nos vestimos y continuamos viendo durante una hora más proyecciones. La función se acaba y nos despedimos con un largo y profundo beso, prometiéndonos vernos a los 8 días, en el mismo lugar, a la misma hora.
Se llega el siguiente miércoles y estoy muy puntual comprando mi entrada al cinema. Decido ingresar y esperarlo dentro de la sala. Es muy extraño porque yo esperaba encontrarlo muy puntual como lo fue en nuestro encuentro pasado. Sin embargo, me acomodo en mi puesto y muy pronto apagan las pocas luces de la sala. Qué lástima que Miguel Ángel no hubiera estado aquí para ver la proyección completa, pensé. La función inicia y me doy cuenta que la primera escena soy yo en esa misma sala la semana anterior, pero ya estoy teniendo sexo con Miguel Ángel. Al principio me siento un poco incomoda, me siento sorprendida, asustada, molesta, mil sensaciones de no entender lo que estaba viendo. Simplemente me calmé y miré a mi alrededor, no había mucha gente. En medio de mi molestia pensé: “pero a quien me puedo quejar en cuanto a esto?” Sentí que habían jugado conmigo. Solo me quedó seguir mirando la proyección ya más calmada y entendí que esa era la prueba de la mujer que siempre estuvo prisionera por la sociedad y los prejuicios, que lo único que podía hacer era disfrutar ser la protagonista de una película porno, que finamente mi cara no se veía demasiado y que tal vez podría disfrutar imaginar que sería la inspiración de las pajas y sexo de muchas personas a lo largo de la historia humana.
Regresé a mi casa, un poco engañada pero satisfecha y viva por todo lo que había pasado y había sentido. Seguramente escriba una segunda historia donde les cuente cómo mi vida sexual en mi casa ha cambiado para bien y pensando que a veces nos falta sacudones fuertes para vivir la vida con más emoción.