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José

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José tiene 20 años, pronto cumplirá 21. Un cuerpo marcado por el trabajo físico, piel cobriza, manos y pies callosos, labios delgados, cabello ensortijado, ojos avellana. Unas piernas de futbolista y unas nalgotas duras y marcadas, igual que su pecho y brazos. Se rasura totalmente, del cuello para abajo.

Desde que comencé a coger con él, hace un año, hemos agarrado confianza. Se queda en mi casa durmiendo, me culea como quiere, de pie, en 4, en el baño, en el patio, le chupo la verga en el auto, en la calle, de día, de noche. Una vez me culeó 5 veces en una noche, dejándome el culo súper abierto y chorreando leche con sangrita. Yo tengo el doble que su edad y soy pálido, blanco y velludo.

Pero ya han cambiado las cosas. Ahora depende del empleo que le doy así que es más obediente y sumiso que antes. Recuerden que estamos hablando de un chico de campo sin educación y que ve la oportunidad de un empleo seguro bajo las mejores condiciones. Duerme en una habitación que es del tamaño de la mitad de toda su casa. Le pido que camine en cuero en la casa y lo hace, Le pido que se ponga en 4 para lamerle el culo y se deja. Lo acaricio, lo beso, lo aprieto y él parece un gatito obediente. Solo que no había querido darme el culo, hasta ahora.

Fumamos marihuana y tomamos ron con coca cola. El comenzó con tres cervecitas y luego paso al ron. Ya estaba mareado y entre el reggaetón y mi sobadera, se fue quedando tranquilito y adormilado, Creo que la hierba que traje es mucho más fuerte que la que consigo siempre para él. Cuando nos vamos a la cama comienzo a lamerle los labios y él se queja por lo bajo. Instintivamente le agarré las nalgas, duras, grandotas, firmes, lampiñas. Se las voy abriendo y se me ocurre pasarle un dedo suavecito por el ojo del culo. Una vainita pequeñita, casi no se sentía, parecía una heridita. Lo lubrique con saliva y seguí metiéndole el dedo poco a poco mientras le hablaba al oído diciéndole lo rico que se sentía, que como me gustaba sobarle el culo y que esa tarde lo iba a trabar. Solo se reía, pero se dejaba, cosa que no hacía antes.

Encendí la cámara de la PC y le di vuelta a él. Esa nalgas gloriosas, redondas, grandes, duras, cobrizas, lampiñas. Se le notaban paradas y ahí metí mi cara, primero sobándolas y luego lamiéndolas y mordisqueándolas. José solo se quedó tranquilo, no hizo el menor ademan de moverse. Me fui montando en su espalda musculosa y lamí, apreté y finalmente llegué a su botoncito. Una cosita chiquitita, apenas visible, arrugadita.

Me pegué a lamerla y babearla hasta que sentí como se relajaba. Le metí un dedo y dio un respingo. Seguí lamiendo las nalgas y conseguí algo de lubricante, otro dedo y el hijueputa me apretaba durísimo.

Cuando ya los dos dedos entraban y salían de su culo y lo sentí relajado fui metiéndole suavemente la cabeza de mi verga. El contraste de su piel con lamia era fabuloso. No chilló, no lloro, no se quejó. Nada. El huevo le fue entrando poco a poco hasta que mis pelotas rozaron con sus nalgotas. Tuve que hacer un esfuerzo para abrírselas porque como es tan musculoso me apretaba que sentía que me iba a reventar la verga.

Le di pinga suavecito por un buen rato, sacaba la verga y veía como su ano adentro, rosadito, estaba lleno de sangre.

Lo lavé con agua y jabón y el acostado bocabajo, con una almohada subiéndole las nalgas, volví a meterle dos dedos para lubricarlo y regrese con la pinga. Otra vez le di hasta que me corrí dentro de su culo, bien adentro, las pulsaciones de mi corrida eran casi dolorosas,

He visto el video de esa cogida y la cara de dolor y placer que José puso vale oro.

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