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La bailarina exótica… la hija del pastor

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En cierta ocasión un amigo de la compañía para la que trabajábamos me extiende la invitación para la fiesta de retiro de uno de los trabajadores. Regularmente no me invitan, pues siendo el jefe de ellos como que se sienten amedrantados cuando divisan mi presencia. Regularmente hay licor envuelto y para esta ocasión habían contratado a dos bailarinas exóticas para despedir a Sam, quien había postergado su retiro pues ya rondaba sus 70 años.

No sé que pasaría, pero los pasillos de la recepción pueden ser intimidantes y para alguien quien no conoce las instalaciones, un verdadero reto incluso con la cantidad de rótulos que tenemos como guía. Es de esta manera que me encuentro a la simpática y bella Louise caminando por uno de los pasillos de la oficina y me pregunta: -¡Disculpe! ¿Podría dirigirme como llegar al salón de conferencias? -Le dije que para ahí me dirigía yo, que si me daba un par de minutos le podría acompañar hasta la puerta.

La dulce chica me sonrió, iban muy bien maquilladas con un vestido de falda por sobre la rodilla de un color rojo. Tenía una sonrisa deliciosa y su cuerpo naturalmente era uno de medidas perfectas y se notaban unos bustos medianos y redondos que parcialmente se apreciaban de un sugerente escote. Entre y salí de mi oficina y la encuentro esperándome y un poco preocupada, pues según ella estaba a minutos de llegar tarde. Intuí que era la bailarina exótica y llevaba halando una de esas maleta con rodos.

Sentí que había química en el ambiente en esos cinco minutos que nos tomó llegar al salón. Me dio las gracias y buscó a mi amigo quien era quien la había contratado para esta faena. Yo siempre me mantengo alejado de estas fiestas y me retiro siempre en los primeros minutos y de esa manera todos los demás se sienten libres de actuar como se les venga en gana. Me acerqué a despedirme de Sam y desearle un feliz retiro y obviamente siendo el centro de atracción, estas dos chicas estaban a la par de él. La que había acompañado hasta el salón me dijo de una manera coqueta: -¡No se vaya! Yo que pensaba darle un trato especial por lo cortes que ha sido conmigo. – Obviamente estas chicas son una tentación y no sé cómo se me ocurrió decirle al oído: -¿Recuerdas dónde queda mi oficina? Ahí te espero cuando termines. -le dije.

Sabía que regularmente solo duraban una hora en aquel baile, pues después se irían todos a un bar cerca de esas instalaciones a seguir disfrutando pues también se trataba de una noche de viernes. Del salón queda inmediata la puerta principal y verdaderamente nunca imaginé que esta chica llegaría a tocarme la puerta. Escuché la algarabía de la gente caminando cuando todos se alejaban cuando escuché el toquido. Era ella, pero en esta ocasión iba con unos pantalones de licra bien ceñidos a su esbelto y sensual cuerpo. Los pantalones eran negros y llevaba una blusa blanca. Vestía zapatos de tacón que le hacían ver mas alargadas las piernas. Ella que se recordaba aun de mi nombre me dice de esta manera: Aquí me tiene Sr. Zena, ¿para que soy buena?

Realmente me sentí un tanto ansioso, pero también acorralado con su pregunta pues esta chica que luego supe solo tenía 20 años estaba ahí dispuesta a todo, tomando muchos riesgos y haciéndome sentir un tanto inseguro de mi mismo. Retomando el control le pregunté:

-¿Y qué es lo que está disponible… a que estás dispuesta?

-¡Usted que sí es directo! Pues le diría que estoy dispuesta a casi todo si es que vale la pena.

-Pues tu dime…

-Bueno… si usted quiere una baile privado de media hora son $100.00. Un baile de piel a piel… usted se puede desnudar si usted gusta… pero si usted desea que pase algo más… pues son $300.00 por una hora.

-¿Y que implican los $300.00 por una hora? -le pregunté.

-Todo… creo que basta decir que no le diré “No” a algo que usted desee.

La hice pasar a mi oficina, pues estábamos en la antesala y vio que mi oficina era todo un apartamento de soltero que incluso tengo una cama en una pequeña habitación con baño adyacente con las dimensiones de una habitación de hotel. Le dije que pasara, le puse en sus manos $350.00 con $50.00 de propina adelantada, los tomo dándome una serena mirada, los puso en su cartera, me dio las gracias y le dije que pasáramos a darnos una ducha, pues había sido un día largo para mí.

Ella me asistió a desnudarme, me removió el traje, la corbata, las camisas y luego me desabrochó el pantalón y luego me bajó mis bóxer. Me tocó el sexo dándome el primer cumplido: ¡Tienes una verga muy hermosa! No sé cómo me cabera, pero sé que la voy a disfrutar. – me dijo con un tono de admiración. Ella se quitó su blusa blanca con su sostén y esta mujer que no había podido ver en su rutina de baile minutos antes, verdaderamente tiene unos pechos perfectos que parecen que se los ha mandado a hacer. Una areola rojiza, pezones con un tamaño acorde a las medidas de su pecho que hubiese querido lanzarme a mamarlos. Tenía unas caderas perfectas, unos glúteos redondos y solidos y sus piernas lucían divinas con un par de tatuajes al nivel de su rodilla y otro llegando a su glúteos. Su conchita era perfecta, con un clítoris que se le podía ver cuando se excitaba, un abdomen perfecto, plano y obviamente su rayita sin ningún vello y al igual cuando exploraba su culo, no se le podían ver vellos en sus partes íntimas. Nos bañamos por unos diez minutos, donde esta chica que decía llamarse Louise me enjabonaba mis huevos y masajeaba mi falo.

Nos secamos y pasamos a la cama, la cual no es matrimonial, pero sí de buen tamaño y ella me tomaba del falo con la intensión de hacerme una felación, pero de repente ella me dijo de esta manera:

-Sr. Zena… ¿le podría hacer una pregunta? Espero no se moleste.

-Dime… ¿Cuál es tu pregunta?

-¿Está usted casado?

-No… soy un hombre soltero. ¿Por qué lo de tu pregunta?

-Es que en verdad usted es un hombre atractivo… nunca imaginé que un hombre como usted tuviera que pagar por tener sexo.

-¿Quieres hacerme sentir culpable?

-No… no es eso. Solo que es difícil creer que sea soltero. No solo que me parezca atractivo, sino que parece que usted es un hombre de muchas influencias.

-¿De veras te parezco atractivo? Louise, soy un hombre que quizá te doblo más que tu edad… lo dices por hacerme sentir bien.

-No… para nada. Créame que creo que usted es el hombre mas guapo con quien he estado… y si, con el hombre más mayor, pero no creo que pase de los 40.

-Tengo 45. -le dije.

Se llevó mi glande a su boca y me comenzó a dar una felación delicada que poco a poco se convertía en una más agresiva. Intentaba meterse todo el falo, pero por su grosor y tamaño vio que era misión imposible, pero si que era divina para mamar. La invité a que hiciéramos un 69 en el cual por experiencia me coloqué por encima de ella y pude descubrir que su conchita estaba más que lubricada. Comencé con su clítoris y fui bajando lentamente hasta invadir toda esa rica rajadura. Comenzó a mover su pelvis de una manera única, pues parecía que la hacía chocar violentamente contra mi boca… pude sentir como sus jugos fluían con ese sabor saladito de se vagina y Louise me lo anunció cuando se corría: -¡Por Dios, me estás haciendo acabar! -Se mantuvo gimiendo hasta que su respiración se normalizaba y fue ella la que tomó una toalla y me limpió el rostro y el de ella. Me dijo que me quería montar y se subió por encima de mi a la inversa. Se acomodó, le apunté mi glande a su concha y vi como mis 23 centímetros se hundieron en esa conchita de ensueño de esta linda mujer. Solo me dijo cuando sintió que mi pelvis llegó a sus nalgas: ¡Que rica se siente esa enorme verga!

Mi pene obviamente no es el más grande, pero su grosor creo que impresiona a muchas chicas que incluso mi amiga de travesuras sexuales de nombre Diana, le ha puesto su apodo y me le llama “Tamal”. – Tamaléame el culito. -Me dice de vez en cuando. La verdad que la mayoría de las chicas con las que he estado me le han dado cumplidos a mi verga y es como lo decían algunas, se me marcan las venas cuando está erecta y para muchas mujeres eso es como una aditivo visual que las lleva a elevar la excitación cuando me la maman y obviamente cuando las estoy taladrando con mi verga. Louise monta rico, definitivamente sabe coger esta chica… tiene unos movimientos pélvicos que fascinan al verlos desde esta posición donde ella me montaba a la inversa. Ver ese culo rosadito como lo contrae cuando me estoy cogiendo su concha es un paisaje aparte que a cualquiera manda a ver el cielo. Louise además tiene una habilidad que creo todas las mujeres la tienen y que algunas usan más que otras: La manera de cómo aprieta con su vulva, pero es un apretar desde el interior, lo cual descubriría que también lo hace con el culo. Y es de esta manera que me provoca la primera eyaculación. Ella había parado de hacer esos movimientos pélvicos y se dedicó a contraer su vagina y me apretaba tan rico y esa sensación me hizo explotar y fruncir los testículos. Como tenía una semana de no coger, su conchita quedó llena de mi esperma la cual escuché como se escurría golpeando violentamente cuando Louise la expulsaba contra el agua del inodoro. Luego se me vino a la mente y le dije:

-No sé si te percataste… pero no usé condón.

-No te preocupes… yo me cuido: uso la píldora. Además, quería disfrutar de tu hermosa verga así de natural.

-¿Tu culito está disponible?

-Te dije que no le diría No a nada que desearas hacer… claro que está disponible… para ti todo esta disponible. ¿Cómo me quieres?

-En cuatro. -le dije.

-De perrito… me encanta que me culeen de perrito. – me dijo.

-¿Y cuantos han disfrutado de este rico culo Louise?

-La verdad, que tú eres el tercero.

-¿Tienes novio?

-Si… y mira que a él nunca se lo he dado. ¡Nunca me lo ha pedido! -me dijo.

Ya había entrado en confianza y antes de asumir esa posición de perrito me volvió a dar una rica felación y en esta ocasión se había concentrado en estimular mis huevos. Tiene buen tacto, pues nunca me quejé de cómo me los apretaba con sus labios. Se puso de perrito sobre la cama y le devolví el favor en esa posición e incluso le lamí el culo por unos 5 minutos. Fue cuando ella me lo dijo: -Sabes, en eso si eres el primero… nunca nadie me había hecho eso… que rico placer me causaste. Tu sí eres un hombre de experiencia. -terminó diciendo. -Me eché saliva en el glande, le dejé ir una escupida al ojete de Louise y comenzamos la faena de perforar el rico culo de esta bella mujer.

Como siempre, lo quise llevar con tacto y aunque me lo rechazaba por el grosor, poco a poco se la fui metiendo hasta que su anillo del ano me atrapó completamente el glande. Sí qué lo tiene apretado esta chica que hasta yo sentí la diferencia entre cientos de experiencias. Solo escuchaba sus gemidos sin poder ver su rostro y le pregunté:

-¿Te duele mucho… quieres que te la saque?

-No… creo que te voy a dar una respuesta un tanto confusa; me duele, pero me gusta. ¡Que rica siento tu verga en mi trasero!

-¿Quieres que te la pompee?

-No… dejame disfrutarla así. Puedo sentir como pulsa adentro de mi culo y es una delicia que no recuerdo haber sentido antes…. Déjala ahí… así suavecito. – me dijo.

Que delicia es ver ese rico culo de cómo se había tragado cada centímetro de mi verga y así sin mucho movimiento ella comenzó apretarme la verga y su ojete parecían labios apretando deliciosamente. Ella solo decía: no te muevas… solo contrae tu verga así, así como lo has hecho que se siente delicioso. Aquello fue suficiente para que con los minutos le provocara a Louise un potente orgasmo que parecía que lloraba y fue entonces que le di una embestida que me llevó otra vez a la gloria. Mi verga solo salió cuando se puso pasiva de nuevo y un chorro de semen recorrió el culo de esta linda mujer. Se lo había sangrado y para este tiempo estábamos 10 minutos por sobre la hora acordada.

Me había gustado tanto la follada que le estaba dando que le ofrecí $300.00 por otra hora, pero ella me dijo que debía estar en casa. Que regularmente aquello no era parte de la rutina y que lo había hecho porque simplemente yo le había gustado. Se dio otra bañada a las ligeras y se maquilló y de su maleta sacó un vestido más conservador y casual pero siempre se miraba exquisita sensualmente. Ella me dijo de una manera de broma: -Le voy a dejar mis pantis de recuerdo, solo que tenga cuidado de que no se las encuentre su mujer. La fui a despedir donde estaba su coche, pues ya era noche y el estacionamiento estaba semi vacío. Me dio un beso de lengua apasionado y me dijo: Estuvo rica la cogida, pero me temo que esto no volverá a pasar… Adiós Tony. – y se fue.

Louise es de los rostros más bellos y cuerpos perfectos que he visto. Es muy difícil de olvidarlos y yo que me encuentro con mucha gente a diario, es fácil para mi olvidarlos y después de ocho meses ni me recordaba de la hermosa y sensual chica de 20 años. Pero una tarde de verano en el restaurante de mi hermana veo que ella anda mostrándole las instalaciones a unos potenciales clientes. Es un grupo de unos seis, pero luego a mi hermana la llaman los de la gerencia y me involucra a mí con este grupo. Vaya a ser la coincidencia que se trata de Louise y su prometido con unos familiares considerando las instalaciones de mi hermana para su recepción de bodas. Ese día me doy cuenta de que su verdadero nombre es Patricia, cuyo padre es un pastor de una iglesia local y que su madre es una ex clienta de mi hermana. Todo se llevó con toda la naturalidad, aunque sé que esta chica estaba sorprendida y nerviosa. Finalmente llegamos a un acuerdo en el precio de las instalaciones, pues mi hermana les daba un buen precio, pues además la madre de Patricia o Louise había comprado un condominio a mi hermana para los novios. Quedamos que llegarían con un cheque más tarde. Fue Patricia quien llegó a solas y le dio el cheque a mi hermana y luego me buscó en el restaurante y me dijo.

-¡Verdaderamente es pequeño el mundo Sr. Zena! Nunca me imaginé conocer a su bella esposa. -lo decía en forma irónica.

-Si que lo es… nunca imaginé que vuestro padre fuera el pastor de la iglesia más grande del lugar y nuestro cliente. Aunque te equivocas con lo de mi esposa… ella es mi hermana.

-Imagino que usted estará aquí para mi recepción.

-Podría… a menos que tú me pidas a que no venga a mi restaurante.

-¿Podría ser eso posible?

-Si… si tú me lo pides. Aunque hay una condición.

-¿Qué condición?

-Me gustaría darte una despedida de soltera en el tiempo que a ti te parezca más prudente.

-Me suena a chantaje, pero créeme que a mí también se me antoja. ¿Qué te parece el lunes en el hotel No Tell después de las 10 de la mañana?

-¡Me parece perfecto!

-Ahí lo espero, aunque me temo que no será la única despedida de soltera que me dará.

Se fue con una sonrisa difusa, la vi salir del restaurante y sí, precisamente ahí estaba ni un segundo más o un minuto menos, en el estacionamiento del hotel. Cogimos como locos y tenía razón, no fue solo una despedida… en los meses que le quedaban de soltera, me he comido ese culo a morir y escuchar ese jadeo de placer de las corridas que le saqué a esta bella mujer de renta e hija de un pastor, pero que nunca me volvió a cobrar, porque explotaba su secreto y no solo cogimos en los días de su soltería, sino que me la llevé a la cama varias veces después de su luna de miel.

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