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La hospitalidad del coño de mi cuñada (Parte 2)

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No podía dejar de observar a Laura, desnuda en la parte superior de su cuerpo, pasando la lengua por la comisura de su boca que aún goteaba mi semen sobre sus pechos. La cremallera de sus jeans va descendiendo de a poco cómo una invitación a continuar, a ir más lejos aún con nuestra transgresión. Ya habíamos cruzado la barrera y no había vuelta atrás, me había corrido en la boca de la hermana pequeña de mi esposa y ahora estaba de pie frente a ella, desnudo con mi miembro aún hinchado pero ya no tan firme colgando, derramando su saliva sobre el suelo del apartamento.

─Vamos, no me hagas esperar hasta que te recuperes. ─me dice apoderada por la lujuria.

Sin dudarlo por un segundo me acerco a ella, comienzo a quitarle sus pantalones junto a sus bragas. Ella se acomoda en la barra de la cocina donde habíamos estado cenando y me ayuda a remover por completo su ropa. Admiro su cuerpo esbelto y juvenil, su piel tostada de vivir cerca de la costa, su cabello oscuro y ondulado que deja caer sobre sus hombros, sus labios carnosos, el piercing de su nariz, sus bonitos ojos café y de forma almendrada que se clavan en los míos mientras desciendo entre sus piernas, con mis manos que acarician su vientre pasando por ese tatuaje tribal que probablemente no haya considerado mucho en hacerse, luego hacia sus suaves muslos, cálidos, suculentos que acompaña ese delicioso culo que abrió la puerta al deseo en el camino desde el aeropuerto.

Separo sus piernas para acercar mi rostro a su vulva, que me embriaga con su aroma a sexo, ella cuelga una de ellas sobre mi hombro mostrándome la humedad derivada de su excitación, me toma de la cabeza impaciente por que me embarque en mi misión y yo lo hago sin mediar palabra, uniendo mis labios a los suyos, saboreando por completo su néctar y respirando toda su seducción. Muevo mi lengua en círculos por todo el borde de su coño, adentrándome cada vez más, estimulando cada parte, tomando con profundas respiraciones el poco aire que me deja entrar al sujetar con fuerza mi cabeza contra su sexo y lentamente llegando a su clítoris, el cual primero presiono entre mis labios, lo degusto con mi lengua y lo atrapo entre mis dientes con pequeños mordiscos sutiles.

Ella se retuerce, exhala con fuerza de placer, cada tanto su respiración se convierte en un gemido, manosea sus tetas esparciendo aún más mi leche sobre su cuerpo, aprieta mi cabello entre los dedos de la otra mano cuando doy en el punto justo. Siento en mi boca la humedad subiendo al ritmo de su excitación, sus jadeos que se hacen palabras.

─Joder… quien iba a decir que… mmmm... eras bueno haciendo esto… aaah…

Su excitación me pone aún más, aumento el ritmo buscando hacerla explotar. Entonces se siente en la barra una repentina vibración, por un instante creemos que es parte del encuentro pero allí el sonido de sus gemidos y de los líquidos moviéndose en mi boca son interrumpidos por el estruendoso tono de mi móvil que estaba junto a ella. La pantalla se enciende y la fotografía de otra hermosa mujer aparece en la pantalla, acompañada de un nombre… María.

─Oh no… hmmm… tu esposa nos ha pillado.

El móvil continúa vibrando, me doy cuenta que no la he llamado en todo el día, sólo hablamos brevemente cuando aterricé para decirle que todo había salido bien y luego ni noticias, sólo me distraje metiendo la polla en la boca de su hermana. Trato de detenerme, pero Laura me contiene, no me deja escapar, me atrapa con su pierna y su mano.

─Tú sigue que aún no termino.

No me resisto mucho, quiero seguir comiéndole el coño hasta que me inunde la boca. La vibración del móvil se intensifica. No importa, terminaré mi tarea y la llamaré en unos minutos diciendo que no escuche la llamada. Mi cuñada me presiona con fuerza para que continúe, noto en su rostro una mirada maliciosa, algo está planeando. Mis ojos se transforman, espero que no planee hacer lo que creo que hará, pero… demasiado tarde. Sin darme tiempo a reaccionar coge la llamada.

─Hola.

El mundo se me viene abajo ¿Acaso está demente? Trato de zafar, pero me tiene inmovilizado.

─Si, si. Ya está cómodo aquí.

Sólo escucho la mitad de la conversación, ella me hace un gesto para que continúe.

─Ha bajado... y se dejó el móvil.

Inicia un juego perverso que no puedo resistir, me pone a mil el peligro, mi miembro se endurece al instante y está listo para follarla de inmediato. Obedezco y continúo.

─Uf, no seas pesada. Lo he mandado a por algo, terminará pronto y ya te llama.

El doble mensaje me enloquece, sabe que no sólo le da largas a mi esposa sino que con un mórbido doble sentido se dirige a mi también.

─Bueno ¿Y qué quieres que te diga? ¿Que no puede hablar porque me está comiendo el coño?

Me calienta tanto que le guste jugar al borde, me hace sudar pero a la vez me pone a mil.

─Joder, ni una broma te aguantas. Quizás deberías dejarlo que te coma el coño a ti a ver si te sorprende con lo que sabe hacer.

Le aprieto el culo con las manos para hundirme más profundo, muerde sus labios para que no se le escape ningún sonido que nos comprometa.

─Anda. Ya le digo cuando vuelva. Besitos.

Corta la llamada, arroja el móvil por ahí y suelta un alarido contenido que hace eco en toda la sala. Mis fauces se llenan de sus jugos en una extasiante sensación de placer, sus músculos se contraen es espasmos involuntarios mientras se corre por completo en mi.

Me incorporo aún caliente, rozando mi pene por su cuerpo a medida que me paro, tratando de aguantar para no continuar y alcanzar el móvil para llamar a María. Sin embargo ella me detiene, pone su otra mano en mi pecho, me empuja haciéndome recular hasta que choco con el sofá y caigo sentado en él.

─No. Todavía no termino contigo. Quiero que me metas esa verga dura bien adentro.

Me dice cómo una perra en celo antes de acaballarse sobre mí cómo una amazona, cogerse con ambas manos del respaldo, insertar mi miembro en la humedad de su vagina y comenzar a saltar arriba mío de forma bestial. Me deslizo dentro de ella hasta golpearla en el fondo, lubricada por completo entre sus fluidos y mi saliva.

─¡AH AH SI AH!

Sus gritos retumban por toda la casa, me uno a ella con jadeos que brotan del placer que siento. Nuestra respiración se acelera, nuestros corazones parecen que saltan de nuestros pechos, el aire suena a través de nuestras tráqueas cuando nuestros pulmones ruegan por más oxígeno y las maderas del sofá crujen al borde del quiebre.

Me lleva al límite ver sus tetas danzando al son de sus caderas moviéndose, su cabello cayendo sobre su espalda cuando arroja su cabeza hacia atrás y cierra sus ojos para experimentar al máximo la penetración. Mi polla palpita entrando y saliendo, su perineo golpea mis huevos en cada embestida, pellizco sus pezones para provocarla aún más y ella responde ahogando sus gritos. La tensión aumenta al precipitarnos hacia el final anunciado, mi miembro más duro, su vagina más apretada, las embestidas más a fondo y entonces siento que en los conductos de mi falo se avecina la marea.

─¡Dios! Detente que me haces correr. ─le grito tratando de evitar acabar en su interior.

─¡Si, si! Yo también.

Siento que pierdo el control, ella me tiene atrapado y no me deja ir.

─Laura... apártate que no aguanto más ¡Me tienes al límite!

─Si si… Tú también... Hazlo... hazlo ya... lléname de tu leche... aaah… la quiero toda adentro.

No hay forma de quitarla, tampoco quiero hacerla, estoy completamente a su merced. Ella me pide mi semen adentro y yo quiero dárselo, quiero llenar por completo su vientre, quiero sentir el placer hasta el final. Ya no me importa si es seguro o no, ya será un problema de mañana, me rindo ante su ruego, la tomo de las caderas y la traigo contra mi para dejar salir toda mi leche en su interior. Ella acaba también cuando siente las olas de calor que la invaden, su coño se contrae con gran potencia estrangulándome el miembro, exprimiendo hasta la última gota que tengo para darle hasta que se derrama por los lados manchando el sofá. En el orgasmo se inclina apoyando sus tetas en mi rostro, siento el sabor del sudor y mi primera corrida al pasar por ellos mi lengua. De a poco la tensión del clímax se desvanece, ella se me deja caer encima y ambos nos relajamos tratando de recuperar el aliento. Nos quedamos abrazados unos minutos, exhaustos en silencio, los tórax expandiéndose y contrayéndose significativamente y las palpitaciones volviendo a su ritmo normal. Ella libera mi polla, dejando salir detrás el producto de nuestro acto entre mis piernas.

Sin decir más Laura se pone de pie, se dirige al baño y cierra la puerta. Me quedo en el sofá, me estiro para tomar el móvil, lo desbloqueo y le devuelvo la llamada a mi esposa María. Hablo con naturalidad cómo si nada hubiese pasado, escucho lo que ella dice estando sin prenda alguna, cubierto de semen y flujo, sentado en el sofá en el que acabo de tener sexo salvaje con su hermana pequeña. Ella me cuenta su día, me pregunta cómo ha ido el viaje, me dice que ya me extraña. Al mismo tiempo en la sala Laura se contornea completamente desnuda desde el baño a la habitación, no me mira pero me deja verla, le gusta provocarme con el morbo de la situación. Miento rotundamente sobre que estoy cansado por el viaje, trato de concluir la llamada para no torturarme más con la culpa, pero al colgar la culpa sigue, sin embargo no siento una pizca de arrepentimiento, sólo siento el embriagante placer de lo que acaba de ocurrir, sólo siento que quiero más y más. Quiero follarme nuevamente a mi cuñada y no parar, hacerla mía otra vez cómo hace un minuto atrás. Pero el momento ya ha pasado, ella se ha sacado la calentura y no me queda otra que conformarme con el obsequio que me ha dado, una experiencia inolvidable.

Al día siguiente me esperaban muchas responsabilidades, no viajé hasta aquí para follarme a la hermana de mi esposa, no. Trato de acomodar el sofá, limpiar un poco para no acostarme sobre todos los jugos. Intento dejar las cosas más o menos listas para poder dormir y no despertarme cubierto de las guarradas que hemos dejado. Quiero despejar la mente y poder dormir, pero las imágenes de Laura me atormentan, mis deseos por ella no se calman, todo lo contrario se hacen más intensos. Es allí donde ella vuelve a aparecer en la puerta de su habitación, aún sin haberse vestido se reclina contra el marco de la puerta, me mira directamente a los ojos y me dice las palabras que se disparan por toda mi espina.

─Hemos hecho un desastre en el sofá, va a ser mejor que vengas a dormir a la cama.

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