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La invitada (iniciación)

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Necesitaba una explicación, no entendía porque me habían castigado, encerrada en esa jaula sentía el vacío que provocaba la ausencia de mi amo, permanecí quieta y sentí cómo poco a poco la excitación iba bajando en su grado, aún sentía el ardor en mis pechos y el dolor en mi ano, mi amo me había cogido por el culo como un desgraciado, aunque reconozco que haberle servido me llenaba de gozo, ahora mi cuerpo sentía las consecuencias de sus frenéticas arremetidas y más aún, al sentir como de mi interior se derramaba el semen con el que me marcó como su mercancía.

De pronto la puerta de la pieza volvió a ser abierta, vi cómo con lentitud la silueta de una mujer atravesaba por ella, tenía un caminar errante, tenía sus ojos vendados, mi amo la acompaño hasta dejarla sentada sobre la mesa que se encontraba al centro de la habitación, esa mismas donde me había cogido minutos atrás; observe como mi amo se acercó a la jaula y se agacho mirándome fijo, me hizo el gesto de silencio a lo que asentí con rapidez; él volvió donde ella y empezó a tocarla con la autoridad que lo caracterizaba, me producía una gran excitación ver como mi amo disfrutaba de otra hembra, aunque reconozco que un poco de celos también se hacían presente en mi conciencia, vi como la sentó sobre la mesa y abrió sus piernas, lentamente bajo hasta quedar justo a la altura de su entrepierna, empezó a chuparla como un desquiciado, saboreaba todo lo que tenía al frente, pero con especial atención en su ano; mientras tanto en la distancia yo me deleitaba observando, sentía como el calor empezaba a recorrer mi piel, deseabas sentir la lengua de mi amo recorriendo mi cuerpo tal cual lo hacía con esa mujer, al poco rato de darse un festín con su nueva fémina, mi amo la tomo con fuerza y la bajo de la mesa, la arrodillo a sus pies y procedió a castigar su rostro con golpes de su firme y hermosa verga, ella sacaba la lengua para sentir su sabor, sin importarle la fuerza con la que su cara era sometida por cada una de las cachetadas que su masculinidad le ofreció, al cabo de unos segundos empezó a clavarle la garganta con dureza, las arcadas se seguían unas tras otra, pero mi amo no era de los que te daba tregua; mientras observaba todo este escenario mis manos ya estaban sobre mi vagina moviéndose con destreza, la humedad que derramaba era intensa, las ganas de sentir algo dentro de mi vagina se hacía casi insoportable, sabía que solo me quedaba mirar, al menos esa era su voluntad...

Luego de saciarse de la boca de la perra esa, la recostó de espalda sobre la mesa, quedando su culo a la vista listo para ser servido, en ese momento se acercó a mi jaula y saco el pestillo, se acercó a mi oído y me dijo:

-Quiero que siempre este húmedo, tanto su culo como mi verga, ¿está claro? -

-Si señor- respondí de inmediato.

Me llevo con él y me arrodilló a su lado, tomo mi pelo con fuerza y me metió la cabeza entre sus nalgas, lo único que hice fue sacar mi lengua y comencé a dar lamidas en su cálido ano, al poco rato lo tenía totalmente lubricado, los gemidos de la zorra hacían notar que había disfrutado de mi trabajo, en ese momento mi amo me toma del pelo y me clavo su verga en la boca, fueron solo un par de arremetidas, pero por dios que se sentían, cuando la saco se notaba mis babas como recubrían por completo su miembro, me hizo a un lado y comenzó a clavarle el culo sin ningún tipo de arrepentimiento, ella gritaba pero resistía con valentía, a ratos él sacaba la verga y me obligaba a chupársela y en otros me hacía lamer el culo del cual se servía, tenía que cumplir con lo que me había pedido, siempre ambos debían estar bien húmedos para disfrutar de su cometido.

Luego de un largo rato de ver como mi amo se cogía por el culo a su nueva zorra, y de cómo mis intervenciones húmedas los favorecían, escuché como empezó a quejarse con mayor frecuencia, conocía ese sonido, estaba por correrse, vi como agarro con fuerza sus caderas y empezó a clavarlo con mayor rapidez y fuerza, al cabo de unos segundos un gemido un poco más fuerte lo obligaba a detenerse, podía imaginar cómo se sentían los latidos de su verga mientras se vaciaba en el culo de ella, así como lo había sentido en el mío poco antes de que la trajera, al cabo de unos segundos él se salió, agarro mi cabeza con firmeza y me obligo a lamer el culo de aquella perra mientras de apoco brotaba su leche hirviendo desde el interior, pude sentir la mezcla de sabores, la leche que tantas veces había probado, hoy sabía distinta, y me hacía feliz saber que mi amo no se olvidaba de mí, aun cuando no fuera a mí a quien se cogía... luego de terminar por completo con la limpieza, levanto a su nueva sirvienta y le saco el antifaz, la mire fijo, ella era hermosa, me devolvió una mirada nerviosa, estaba claro que no esperaba encontrarse conmigo en esas circunstancias, fui amable y le regale un beso sutil en sus labios, ella me correspondió con un leve mordisco y lamio un poco de semen que quedaba sobre mi rostro, en ese momento mi amo nos llevó hacía la jaula y nos encerró, la jaula no era tan grande por lo que debimos acomodarnos, antes de irse mi amo señaló:

- Espero que aprovechen de conocerse, ya que seguiremos jugando a mi regreso- sonrió

En ese momento nos miramos, ambas estábamos demasiado calientes y no habíamos tenido orgasmos, sí que la mirada se hizo cómplice y fue así como comenzamos a besarnos.

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