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La sumisión de la viuda
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Ana se quedó viuda muy joven, su marido falleció en un accidente de tráfico y ella y su hijo Luis se mudaron a la costa, tenían un chalet en una urbanización que utilizaban como segunda residencia y allí iniciaron una nueva vida.

Ana hizo amistad con su vecina una chica llamada Nadia, era de ascendencia alemana muy joven de unos 28 años y su hijo se relacionaba con un amigo suyo: Carlos de unos 23 años y estudiante de informática y que iba mucho por su casa. Luis su hijo de 21 años empezó a ir a la universidad y se desplazó a la ciudad y se instaló en el piso que tenían allí y Ana se quedó en el chalet sola, ya habían pasado 9 meses del accidente de su marido y Ana empezó a descubrir las infidelidades de su marido y un día acudió a casa de su vecina y le conto que estaba muy sorprendida por las infidelidades y se tomaron una botella de vino.

– Has de empezar una nueva vida – le animo Nadia – eres una mujer joven y atractiva

– A lo mejor tienes razón, pero todavía no estoy preparada – se excusó Ana llorando

Nadia se levantó y abrazo a Ana y sus manos le masajearon la espalda, Ana sintió que un extraño escalofrío recorrió su cuerpo

– Lo primero que has de hacer es echar un buen polvo – le dijo Nadia – y que te quedes bien satisfecha… ¿cuánto hace que no follas?

La pregunta arranco una sonrisa de Ana que hizo un gesto con la mano

– Anda tonta dime… desde cuando no follas – le reprocho Nadia

– Hace mucho tiempo, mi marido me tenía muy abandonada – contesto Ana avergonzada

– Lo ves, así que podamos nos vamos de fiesta las dos y a ver si pillas un buen semental que te empotre – le dijo Nadia riendo mientras sus manos se deslizaron por la cintura de Ana y la mano de Nadia le araño con las uñas el brazo de Ana y le dio un pico en los labios, Ana quedo paralizada nunca había estado con una mujer y aquello le despertó mucha curiosidad y excitación.

Aquella noche Ana se fue a dormir pensando en las palabras de Nadia y como sus caricias la habían excitado, Ana era una mujer joven, tenía 40 años y aunque estaba un poco regordeta, tenía unas buenas tetas y un buen culo, media melena pelirroja y se conservaba y cuidaba mucho, aquella noche Ana estaba bastante excitada y acabo masturbándose.

El fin de semana Carlos el amigo de su hijo llego a su casa a esperarlo, Ana y Nadia estaban en el jardín hablando y Luis su hijo la llamo al móvil y le dijo que le había surgido un imprevisto y que no iría.

– Mi hijo que no puede venir – se lamentó Ana

– Pues vámonos de fiesta esta noche – dijo Nadia alegremente – os invito a cenar una pizza

Ana tuvo que conformarse y Nadia fue a cambiarse y cuando volvió Carlos las estaba esperando y Ana estaba en su habitación cambiándose de ropa, Nadia accedió a la casa y encontró a Ana en su habitación poniéndose un pantalón con una camisa.

– ah no – le dijo Nadia – así tu no sales… ponte un vestido atrevido

Ana la miro sorprendida y saco del armario una falda y Nadia le regalo un gesto afirmativo y Ana se quitó el pantalón y se puso la falda.

– Espera que te voy a buscar una camisa que te vaya bien – dijo Nadia mientras buscaba en el armario y saco una camisa y se la dio a Ana

– Ponte esta camisa, pero quítate el sujetador – le dijo Nadia

Ana se quedó mirando a Nadia riendo y se quitó el sujetador delante de ella y Nadia se le acerco y la acaricio

– Mira que tetas más bonitas que tienes – le dijo Nadia mientras sus dedos le acariciaron el pezón y Ana tuvo otra vez aquel extraño escalofrío y sus pezones se pusieron duros y se apartó de Nadia instintivamente mientras Nadia la observaba morbosamente.

– Anda vamos – le exclamo Nadia mientras le pasaba unas sandalias de tacón que Ana se puso apresuradamente

– Oye y el amigo de mi hijo – pregunto Ana

– Que se venga – contesto Nadia

Ana cogió su vehículo y fueron a cenar a una pizzería y después fueron a un pub y bailaron animadamente y tomaron unos gin tonics y unos chupitos, Nadia se abrazó varias veces a Ana en la pista.

– Que buen culo que tienes – le dijo Nadia mientras sus manos le masajeaban las nalgas – Ana quedo paralizada y no supo que responder y Nadia le dio un pico en los labios – vámonos a casa ordeno Nadia.

Ana fue al lavabo mientras Nadia y Carlos la esperaron en el vehículo, cuando salió los busco con la mirada y los encontró esperándola apoyados en el vehículo y mientras Ana se dirigía hacia ellos, Nadia y Carlos se fundieron en un abrazo y se besaron.

– Pero esto que es – preguntó Ana sorprendida

Nadia se giró y la miro morbosamente, mientras Carlos se puso detrás de ella y la agarro por la cintura, Ana se quedó paralizada otra vez y Nadia se abalanzo sobre ella y sus manos le sacaron la camisa de la falda.

– Ahora lo importante eres tú – le dijo Nadia mientras sus manos se metieron hábilmente por debajo de la camisa y masajearon sus tetas, sus dedos le acariciaron los pezones y los pellizco, lo que provocó que se endurecieran mientras Ana sufrió un espasmo y lanzo un gemido placentero.

La boca de Nadia busco la boca de Ana y empezó a darle unos pequeños picos en los labios, Ana intentó apartarse de ellos, pero Carlos la sujeto fuertemente por la cintura y las manos de Nadia le desabrocharon la camisa y saco una teta y empezó a lamerle y morderle el pezón.

– Por favor… no quiero dejadme – pidió Ana entre sollozos

– Mira como tienes las tetas guarra – le susurro Nadia al oído – estas deseando que te follen

Nadia le agarro las tetas con las manos mientras Carlos la sujetaba por detrás y empezó a morderle y pasarle la lengua por los pezones, Ana echaba la cabeza hacia atrás y gemía suave y placenteramente.

– Vas a disfrutar mucho esta noche – le decía Carlos suavemente al oído – desde que te vi por primera vez quise follarte.

-Por favor os lo suplico dejadme – imploro Ana – nos pueden ver

– vamos a meterla dentro – sugirió Nadia – y Carlos hizo entrar a Ana dentro del vehículo y la sentó delante mientras él se sentaba en la parte de atrás y la sujeto por las tetas mientras Nadia se sentó en el lado del copiloto y agarro la barbilla de Ana con la mano y empezó a besarla en los labios, mientras Carlos le masajeaba los pezones.

– Por favor os lo suplico… no quiero – sollozaba Ana mientras sus manos se agarraban con fuerza al volante.

Nadia la seguía besando y empezó a darle la lengua y su mano bajo por la falda y le subió la pierna por encima del cambio de marchas y le quito la sandalia y el pie de Ana quedo apretando la guantera y su mano acaricio por encima de las bragas el coño de Ana, que la miro suplicándole que no lo hiciera y intento apartarla con las manos, pero Carlos la sujetó con fuerza por los brazos y por el cuello y Nadia la volvió a besar en los labios y le dio la lengua, Ana empezó a flojear y demostrar signos de excitación y saco su lengua y se dejó morrear por Nadia.

– Así me gusta que dejes de ser una mujer rebelde – le dijo Nadia – estas poniéndote cachondita

– Mira como tiene los pezones – dijo Carlos desde atrás – a ver si la mama decente va a ser una buena putilla.

Ana intentó zafarse otra vez, pero la tenían muy bien sujetada y empezó a desistir, Nadia se dio cuenta enseguida que Ana empezaba a ser un juguete para ellos y empezó a apartar con los dedos las bragas de Ana que la miro morbosamente.

– A ver como tienes el coñito – le susurro al oído mientras sus dedos recorrían la raja del coño de Ana que echo la cabeza hacia atrás y soltó un suspiro – tienes el coñito mojadito… eres una mama muy marrana.

Carlos soltó a Ana que dejo caer los brazos en señal de entrega y se llevo una mano a la cara

– Porqué me haces esto… balbuceaba Ana mientras los dedos de Nadia recorrían toda la raja de su húmedo coño.

– Ábrete de piernas guarra – ordeno Nadia – Ana incomprensiblemente obedeció y Nadia le metió un dedo dentro del coño y Ana tuvo una convulsión y lanzo un grito de sorpresa

– Tiene el coñito bien húmedo la muy guarra – le dijo Nadia a Carlos – y bien apretadito

Nadia le abrió el coño con los dedos mientras Carlos la sujetaba por la barbilla y Nadia le metió dos dedos y empezó a moverlos de adentro hacia afuera, Ana soltó un grito mientras sus manos se agarraban al volante y su pie golpeaba la guantera.

– Desde aquí notó como le huele el coño… es una mama muy marrana – decía Nadia

Ana no había tenido una vida sexual muy monótona con su marido y siempre le fue fiel, pero la forma en que la trataban la estaba excitando en exceso.

– Cada vez tienes el coñito más húmedo guarra – le susurraba Nadia – ¿te gusta lo que te hago?

Ana miro a Nadia y le hizo un gesto de negación con la cabeza, Nadia aumento los movimientos, Ana soltó otro grito y Nadia sonrió.

– que putita que eres… te vas a correr con mis dedos – le dijo Nadia – no vas a poder soportarlo, eres muy marrana.

– Dejadme por favor… me estas violando… le suplico Ana

– Pero a ti te gusta que te viole guarra – le contesto Nadia que empezó a estimularle el clítoris y Ana se retorció en el asiento y empezó a gemir fuertemente.

– Ahora sí que estas cachonda y tienes el coñito que se te derrite – le insinuó Nadia – te vas a correr guarra.

Ana empezó a retorcerse en el asiento y su cuerpo tembló y tuvo una sacudida y quedo temblequeando… se acababa de correr placenteramente, miro hacia los lados y al ver que no había nadie se dejó caer encima del volante y ahí se quedó en silencio durante varios minutos mientras Nadia y Carlos se besaron y sonrieron satisfechos.

– ¿nos vamos? – pregunto Ana mientras llevaba su pie a los pedales y se ponía la sandalia

– Vamos a tu casa – ordeno tajantemente Carlos

Ana arranco el vehículo y empezó a conducir camino de su casa. En un semáforo se pararon y Nadia le giro la cara y la beso en los labios.

– Te voy a comer el coñito de putita que tienes – le susurró al oído y la volvió a besar en los labios – y luego te follare el coñito tan apretado que tienes.

Ana la miro avergonzada y siguió conduciendo, estaba muy excitada y aunque no lo expresaba ni lo decía estaba deseando volver a correrse. En otro semáforo fue ella la que busco la boca de Nadia y la beso en los labios y empezaron a morrease.

– Eres una putita – le dijo Nadia sonriendo – voy a hacer que te corras como nadie lo ha conseguido.

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