Amigos, los que leyeron mi relato anterior titulado "Poniéndole los cuernos al novio de mi tía Rosario", al final les preguntaba si conocían al amor de su vida, yo les puedo decir que sí. Mi esposa se llama Yesica, y desde la primera vez que la vi me enamoré de ella, nos conocemos desde hace muchos años y desde siempre ha sido el amor de mi vida. Para conquistarla me costó mucho trabajo que valió la pena, por todo lo que me hizo pasar. Pasaron casi dos años para que aceptara ser mi novia, varias veces me dijo que no, pero luego otra vez me ilusionaba y cuando me le declaraba, otra vez que no. Varias veces me dejó plantado cuando la invitaba a salir, yo de coraje me decía que no volvería a rogarle, pero al verla al otro día cualquier coraje se me olvidaba. Le escribí cartas con poemas, le regalaba flores y muñecos de peluche y tantas cosas y detalles que tuve con ella. Así le sufrí por dos años hasta el día que me dijo que si.
Cuando me dio el sí, yo estaba feliz. Pero ella me dijo que me había dicho que si, porque había pasado sus primeras pruebas, y que ahora como novios vendrían más pruebas y ver si yo haría cualquier cosa por ella, como enamorado obvio dije que si. Empezamos con detalles y besos tiernos, tomarnos de la mano, salir a pasear, comer un helado, y cosas que hacemos los enamorados. Todo iba bien, hasta que ella me empezó a decir que iba a ir por ella a la escuela uno de sus amigos, y se iba con él. En otra ocasión, otro de sus amigos igual, y se iba con él. Así varias veces a la semana. Y nuestros amigos de la escuela riéndose de mi, porque yo me quedaba ahí, sin decirle nada. Obvio sentía mucho coraje, pero la amaba y la amo tanto, que dejaba mis celos de lado. Y así por varios meses, hasta que salimos de la prepa, casi otro año más aguantando sus pruebas.
Entramos a la universidad juntos, y ahí ella cambió empezó a ser más tierna, más considerada, más detallista, se estaba enamorando de mi. Fue entonces que nuestra relación se hizo más íntima, nos besábamos con pasión, acariciábamos nuestros cuerpos. Cuando íbamos al cine no veíamos la película, nos la pasábamos cachondeando, yo sacaba sus tetas de la blusa y se las masajeaba y chupaba, y ella acariciaba mi verga. En un parque en dónde nos quedábamos hasta tarde a cachondear, ella se ponía muy caliente, se sacaba las tetas y me las ponía en la boca para chuparlas, yo metía mi mano en su pantalón para acariciar su panocha húmeda a más no poder. Estábamos muy calientes y nos gustaba estar en ese parque, porque lo que nosotros hacíamos, lo hacían otras parejas que ahí iban a coger o a cachondear como nosotros. Muchas veces me llevaba yo su brasier a mi casa, me masturbaba con él y al otro día se lo regresaba, lavado y seco, porque mi esperma quedaba en él.
Hasta que llegó el día en que lo hicimos por primera vez. Llegamos a la universidad temprano y ella me dijo que nos fuéramos a nadar, yo a nada le decía que no, así que nos fuimos a un balneario cercano, ella ya llevaba su traje de baño, yo me compré solo un shorts. Se metió al vestidor de mujeres mientras yo sostenía sus cosas, salió y como no había nadie dentro me tomo de la mano y me metió al mismo vestidor que ella, me sacó la ropa rápido, me puso el shorts, me besó cachondamente, me acarició la verga y me dijo que la esperara afuera. Yo salí tratando de ocultar mi erección. Guardamos nuestras cosas en un casillero y nos metimos a nadar. Se veía hermosa en su traje de baño color rojo de un pieza. La describo aunque créanme que no tengo modo de describir su belleza. Ella es chaparrita de 1.55 de estatura, es morenita clara, tiene bonitas y marcadas piernas, hermosas nalgas, pechos grandes, es flaquita, muy hermosa mi esposa. Siempre le ha gustado mucho su cuerpo, por eso desde siempre se cuida. Y como dato adicional es la mujer más caliente que he conocido, la adoro.
Estando dentro de la alberca nos la pasamos abrazados frotando mi verga en su vientre o en sus nalgas, no se bajaba mi erección. Ella también me abrazaba por la espalda y sentía sus ricos pechos estábamos muy excitados. Nos besábamos a cada rato y seguíamos frotando nuestros cuerpos. El balneario seguía sin mucha gente, entonces como ya era un poco tarde me pidió que fuera a comprar algo de comer y al oído me dijo "compra condones", no podía creerlo, me salí de la alberca, fui al casillero y saque dinero para comprar la comida, pedí permiso para salir a la taquilla a rentar un vestidor familiar y unas toallas, y de paso comprar un paquete de condones. Al regresar fuimos por nuestras cosas y una persona nos abrió el vestidor que rentamos, obvio se imaginó para qué lo queríamos pues nada más éramos ella y yo. Apenas nos entregó la llave y cerramos nos empezamos a besar, ella me arañaba la espalda, me jalaba del cabello yo la apretaba lo más que podía, nos queríamos comer, ella me pedía que le dijera cuánto la amaba, que le dijera que yo era suyo, que si haría yo cualquier cosa por ella. Si la amaba, la amo, hago lo que ella pida y mi corazón es solo suyo. Ella se ponía más intensa con mis respuestas a sus preguntas, me llevo hasta una banca de concreto y me sentó ahí, se montó en mi verga y me tomó del cabello, se movía sobre mi verga violentamente de adelante hacia atrás, con una mano me jalaba del pelo y con la otra metía sus dedos en mi boca, yo sé los chupaba encantado, gemía y gemía montándome hasta que llegó su orgasmo, entrecerrando sus ojos, empapada de sudor y casi llorando me dijo te amo.
Mi verga estaba rosada por el tiempo en que ella me estuvo montando, me ardía pero seguía muy duro. Se levantó y me dijo que tendiera las toallas sobre el piso, forme una especie de colchoneta con cuatro toallas. Me ordenó que me acostara boca arriba, me preguntó qué pensaba yo de ella si era virgen o ya no, a lo cual conteste que eso no me importaba, que yo la amaba. Me sonrió y se hincó sobre mi cara, su panocha estaba más que húmeda, se mezclaba su sudor y su orgasmo y me ordenó que se la chupara, fué y es el sabor más delicioso de una vagina que he probado, ese aroma y sabor se quedó grabado en mi memoria, me tomaba su sudor y su fluido, intentaba meter mi lengua y ella gemía como si le doliera, saboree los minutos que estuvo sobre mi cara. Entonces me pidió que se la metiera, no puedo describir lo feliz que me sentía de saber que iba a estar dentro de la mujer de mi vida, estaba ansioso y nervioso. Ella se recostó y apoyó su cuerpo sobre sus codos, abrió sus piernas y me pidió que lo hiciera despacio, yo me iba a poner el condón pero ella me pidió que no lo usara, no esa vez. Me puse frente a ella y dirigí mi verga a su panocha, intenté entrar una, dos, tres veces y no podía, se resbalaba mi verga y no entraba, nos mirábamos a los ojos y yo solo la dejaba de ver para volver a intentar metérsela, pero no entró en esa posición. Entonces ella me pidió que me acostara y ella se subiría. Tomó mi verga con su mano y la colocó en la entrada de su vagina, solo sosteniéndola así y ella haciendo presión entró la cabeza, en esa posición que estaba pude ver cómo empezó a escurrir unos hilitos de sangre por el tronco de mi pene, la miré a los ojos y en ellos había unas lágrimas, incorpore mi cuerpo para abrazarla y besarla, ella hizo lo mismo, y nuestro beso se mezcló con sus lágrimas, mientras poco a poco se deslizaba mi verga dentro de ella. No nos movimos por unos minutos, ya estaba todo mi pene dentro de ella y me sentía feliz por ser el primero dentro de ella, porque me dio su virginidad. Me volvió a pedir que dijera cuánto la amaba y qué haría por ella, te amo y haría cualquier cosa por ti, solo soy tuyo.
Sin sacársela la recosté sobre las toallas y empecé a moverme despacio hacia fuera y hacia adentro, muy despacio, ella se acariciaba sus pechos y yo entraba y salía cada vez más rápido, ella extendía su mano y me ponía el dedo índice y medio para que se los chupara, luego esos dedos los llevaba a su vagina que estaba recibiendo mi verga. Se tocaba y empapaba con sus fluidos y la sangre de su virginidad y de nuevo me los ofrecía para chuparlos, lo cual yo hacía encantado, y eso me excitaba más y más, por lo que la embestía más rápido y más fuerte. Así estuvimos un buen rato el sabor de su virginidad me hacía volar y yo no deseaba parar de hacerle el amor, ella volvió a poner sus dedos en su vagina y se masturbaba mientras yo la penetraba, la sensación de sus uñas rozando mi tronco en cada metida me excitaron más y cuánto ella empezó a gemir con su orgasmo yo apuré mis metidas para venirnos juntos. Lo cual paso y toda mi esperma entró en ella, me sentía yo en la gloria, me dolía la cabeza y hasta mareado estaba.
"Soy tuya y tú eres mío, y vas a hacer lo que yo te pida", me dijo, y le juré que así sería siempre. Nos incorporamos, nos limpiamos y nos pusimos los trajes de baño para salir a comer y a nadar otro rato más. Mi pene me dolía y ella estaba igual de adolorida. Estuvimos abrazados el resto de la tarde. Nos decíamos a cada rato te amo, nos besábamos, estábamos muy felices. Cuando la lleve a su casa iba adolorida y caminaba con un poco de dificultad, compramos unas pastillas del día siguiente para evitar un embarazo.
Cuando llegamos a su casa solo estaba su mamá. Ellas vivían solo su mamá, Melinda, su hermana Luisa y mi esposa Yesica, su papá trabajaba de camionero, por lo que pasaban semanas sin verlo. Mi cuñada Luisa era más o menos del mismo cuerpo que mi esposa, aunque ella era de piel más clara. Mi suegra actualmente tiene un muy buen cuerpo, pero en aquellos años su cuerpo era espectacular, de piel blanca, unas nalgas y piernas firmes, un buen abdomen, tetas más grandes que las de mi esposa, muy guapa. Aunque no se arreglaba mucho, pues a su marido no le gustaba que otros la chulearan. Esa tarde como no nos esperaba su mamá, la encontramos con una blusa que dejaba ver la mayor parte de sus pechos y un shorts cortito, mi esposa abrió la puerta y ella está recostada en un sillón viendo su novela, la agarramos por sorpresa, intentó cubrir sus pechos cuando me vio, pero no tenía nada a la mano con qué cubrirse, así que solo se cruzó de brazos, lo cual hacia que se le vieran más grandes. Yo me voltee para no hacerla sentir incómoda, le dijo a Yesica que por qué no avisó que íbamos y se metió a su cuarto. Yo me quise disculpar con mi esposa pero me dijo, verdad que mi mamá tiene un cuerpazo. Le contesté que si, y me dijo que otro día me mostraría unas fotos de cuando iban a la playa, para que le ayudara a darle confianza a su mamá para ponerse un traje de baño. Pues cuando salían a nadar siempre usaba shorts y camiseta, le contesté que si. En eso salió mi suegra a la sala y nerviosa nos ofreció un café. Yesica y yo fuimos a comprar pan y cuando regresamos nos tomamos los 3 nuestro café. Ella era y es una señora muy amable, antes era muy tímida, pero mi esposa tenía una idea en su cabecita para hacerla sonreír más.
Les cuento de mi suegra en el siguiente relato ok. Saludos