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Las apuestas se pagan

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Tal vez para muchos esto no sea lo correcto pero: me encanta el sexo y trato de disfrutarlo con mi pareja, disfruto de ver una buena película o mejor si es sexo en vivo, me resulta muy morboso ver como follan enfrente de mí, y, más si las personas son alguien que conozco.

Claro que el sexo siempre debe ser excitante y morboso...

Claro que para quien gusta de ver, es muy morboso ver que alguien más está haciéndolo...

Claro que es más excitante verlo, en vivo...

Claro que el morbo sube, cuando vas a participar en la orgía...

Claro que el ambiente se calienta cuando sabes que puedes tener a otra mujer y no tendrás problemas con tu esposa es más ella vera y participará...

Claro que te calientas con la idea de verla gozar con alguien que no eres tú...

Claro que disfrutas sus orgasmos mientras te toma la mano o te chupa el falo...

Claro que es muy morboso verla y oírla mientras tú le das placer a otra mujer…

Todo el día estuve esperando la hora de terminar pronto mis pendientes para poderme ir a casa temprano, pero tenía un par de cosas que no podía dejar para después, por eso mi frustración cuando una de las personas con quien me reuniría llegó tarde a la cita, lo atendí como atiendo a todos mis clientes, con una sonrisa, y haciéndole ver porque necesita de nuestros productos, una vez cerrado el trato, me despedí de Sandra, mi secretaria y el dije que era hora de que me retirara, ya el lunes nos veríamos temprano para comenzar una nueva semana.

Me di prisa por llegar a casa cuando llegue a ella ya estaban ahí mi cuñada Raquel y Jack su pareja. Ya casi estaban listos para salir.

Mónica estaba espectacular, tenía puesta una chaqueta con una blusa oscura a juego con un pantalón de vestir muy ceñido a su figura, en la parte de arriba y un poco más flojo de las rodilla para abajo, era de una tela que se amoldaba a su cuerpo perfectamente, el pantalón tenía una abertura en cada pierna hasta su rodilla, la hacía resaltar sus caderas y la forma como le quedaba en su sexo ufff se veía muy bien, unos zapatos de tacón le hacían levantar aún más su rico trasero. Raquel llevaba una falda arriba de las rodillas que tapaban sus bien torneadas piernas, con una blusa y unos huaraches, Jack iba en un saco informal con una camisa y pantalón de vestir. Me di prisa en desvestirme para darme un baño rápido me enjabone y enjuague lo más rápido que pude para estar a tiempo para la reunión, saliendo del baño elegí mi ropa en esa ocasión opté por mis típicos jeans de mezclilla azul claro con una playera oscura y un saco también informal.

Ellos eran especiales en nuestra relación pues junto con Miranda era con los que habíamos tenido nuestras primeras experiencias en un tipo de orgias.

El día de la reunión había llegado…

Ya era viernes, y desde hacía unos días la esperamos con ansias, –creo en que todos así era, pero yo tenía un motivo en particular, toda la semana previa había estado en castidad para ese día, eso no implica que no había estado fajando con Mónica, llegando incluso a penetrarla hasta el punto de casi eyacular, claro que ella si tuvo un par de noches donde se pudo desahogar, así que ese viernes independientemente de lo que pasará en la reunión, yo acabaría por fin vaciando mis ganas en Moni–, siempre reunirse con los amigos es una buena forma de salir de la rutina y levantar los ánimos, además en esta ocasión estaríamos la mayoría, siempre la pasábamos muy bien con todos ellos. La mayoría estábamos entre los treinta y cinco y los cuarenta y cinco años, los más jóvenes eran Raquel de veinticinco y Jack de treinta. El grupo está formado por Raquel y jack que como ya dije son los más jóvenes.

Rubí y Andrés,

Julia y Francisco

Athenea y Miguel

Miranda y Jonathan

Paulina y Román

Mónica y Fede

Este es nuestro círculo de amigos más íntimo.

En nuestras reuniones cada que nos juntamos la pasamos muy bien, bailamos, hay apuestas entre nosotros, nos tomamos algunos tragos, charlamos de todo –hasta de política y religión, temas que casi no tocamos por qué nunca sale uno de acuerdo y no falta quien se sienta–, precisamente hace alguna reuniones alguien habló del intercambio de parejas, pues acababa de salir una serie que ponía el tema –en el cual Mayte, mi novia platónica era una de las protagonistas– en la mesa, Mónica y yo ya hemos tenido algunas experiencias en ese ámbito aunque casi sin querer y no han sido muchas, pero en una fiesta hace tiempo entre Raquel, Miranda, Moni, Jack y yo pues digamos que nos divertimos mucho así que el tema no nos asustó demasiado, hoy era un día especial pues tal vez alguien se animaría a intercambiar a su pareja en esa reunión.

Nos subimos en la Q8 de Raquel para ir al lugar de la reunión, Raquel manejando y Moni aún lado de ella, como copiloto, Jack y yo nos fuimos en la parte trasera, manejo por las calles de la ciudad por unos veinte minutos, al llegar al lugar nos quedamos impresionados por lo imponente que se veía, entramos en el estacionamiento queriendo captar cada detalle.

El lugar de la reunión era un restaurante famoso por tener fiestas temáticas para adultos, ya nos morimos de ganas de ir y disfrutar de alguna de las fiestas que ahí se organizaban, nosotros habíamos apartado un salón privado donde íbamos a disfrutar y cenar, y posiblemente si el ambiente era el propicio algo más…

Llegamos al Cesar un poco después de las 8:30 de la noche, la reserva estaba para las 8:45 era en lugar enorme que en tiempos antiguos había sido una hacienda en un barrio importante de la ciudad, ahora había quedado atrapada en medio de la modernidad lo cual sólo hacía resaltar su grandeza y antigua gloria, todo el lugar estaba pintado para hacer resaltar las canteras antiguas que tenía, la parte del primer piso era un restaurante para quien gustara ir y disfrutar de una excelente cena, mesas de maderas finas y sillas con tapizados perfectos hacían ese un lugar único y mágico, cuando llegamos nos hicieron pasar a un pequeño salón a un lado del restaurante, ya estaban ahí Julia y Francisco, Julia venía con un vestido negro a media pierna y Francisco con camisa y pantalón de vestir, Athenea y Miguel, Athenea traía puesto un lindo jumper de una tela fina que se amoldaba a su exquisita figura y Miguel traía un traje sastre, Paulina y Román venían combinados en su vestimenta ella traía un escote que nos dejaba ver el comienzo de unos sugerentes senos, Rubí y Andrés, bueno Rubí venía con un short corto y unas botas arriba de la rodilla que le dejaban al descubierto unos escasos centímetros de piel, en cambio Andrés venía en mezclilla como yo, que junto con Raquel y Jack y nosotros sólo faltaba Miranda y Jonathan para que el grupo estuviera completo tardaron unos cinco minutos más en llegar, ella venía con una sugerente falda corta y una blusa que dejaba al descubierto sus hombros, sus chinos caían sobre ellos de una manera que daba envidia no poder besar su cuello al igual que el pelo, sus labios, esos benditos labios rojos que siempre incitan, esos benditos labios rojos que siempre que llega ese momento sonríen, esa noche simplemente estaban para morder, Jonathan en cambio venía soberbio en un traje de diseñador, cabe decir que todas se veían hermosas envueltas en ropas que las hacían lucir, cuando el grupo estuvo completo, una hostess morena muy guapa, como todas las personas que trabajan ahí, nos acompañó a nuestro salón, cruzamos por una puerta en dirección contraria a donde estaban los comensales, nos dirijo por un pasillo adornado con velas en candelabros antiguos y una que otra obra de arte moderno, cruzamos un enorme jardín con un césped muy cuidado, el jardín tiene unos árboles de naranja, que en ese momento estaban en flor, el aroma de ellos de inmediato nos inundó el olfato, todos íbamos asombrados con el lugar esperando que nos depararía la noche, al final de ese jardín, una escalera subía en dos direcciones, subimos por la derecha siguiendo a la señorita pasamos un par de salones cerrados, donde dentro se escuchaba música y pláticas de las personas que ahí estaban.

Al fondo, al lado de una puerta se miraba un joven mesero muy musculoso, sin camisa solo su pantalón y un pequeño moño en su cuello –en este punto los meseros estaban desnudos de la cintura para arriba–, nos recibió junto a una puerta doble, indicándonos que ese era el lugar, y abriendo la puerta nos invitó a entrar, Moni y Miranda no aguantaron las ganas de poner sus manos en los cuadros de su abdomen al pasar a su lado, cruzamos la puerta mientras nuestra anfitriona se despedía para volver a la entrada del lugar, y llegamos a un pequeño vestíbulo donde pusimos los sacos y bolsas, Roberto se presentó como nuestro jefe de meseros, ya dentro junto a él estaban otra chica y otro mesero, ellos nos llevaron hasta la mesa, cruzamos el lugar era una habitación grande con solo una ventana, tenía una pequeña pista de baile, una mesa de billar, varios sillones anchos, cómodos como para albergar a más de dos personas a la vez, estaba una pequeña mesa de centro con un frutero, pero en vez de frutas tenía preservativos, de muchos colores y sabores, texturizados, fluorescentes había un gran surtido, aceites fríos, Calientes, de sabor, había también una gran cama, y, un tipo de columpio en el lado más alejado a la puerta, con una hermosa vista a los naranjos… una linda tabla de parota era nuestro comedor, una gran banca pegada a la pared para unas siete personas y siete sillas del otro lado nos esperaban, unas velas repartidas por la mesa daban un toque romántico, mientras unas flores de jazmín estaban estratégicamente distribuidas por la mesa, soltando su aroma, las mujeres se sentaron en la banca, recargadas contra la pared –que casualidad, así quisiera tenerlas, contra la pared con sus traseros hacia mí, pero sin ropa–, mientras que cada uno de los hombres se sentó frente a su mujer, enfrente de cada silla ocupada por un hombre pusieron una pastilla, que según decía en el envoltorio nos daría una noche de una gran dureza, todos las tomamos entre risas de morbo y curiosidad, por su parte a la mujeres les sirvieron una bebida para despertar más su livido, la música era tranquila, estaba a un volumen en el cual podías mantener una conversación con cualquiera de los ahí reunidos sin ningún problema. Roberto nos sirvió una bebida de cortesía en lo que decidimos que era lo que cenaríamos –yo, ya sabía exactamente lo que quería –, estaba sentada frente a mí y el postre sentado a un lado de ella…

La cena llegó un poco después de ordenar nos decidimos por una pasta con camarones y tocino bañada con crema de espinacas, estaba deliciosa, para tomar Roberto nos recomendó un vino blanco seco, varios le hicieron caso, algunos pidieron vino tinto, alguien pidió cerveza, o un whisky, yo mejor prefiero el tequila, así que eso fue lo que estaba tomando, la cena terminó entre risas y tragos, pasamos a la sala envueltos en un ambiente de total cachonderia, jugamos un poco un jenga erótico que tenían por ahí en la mesa de centro, el clima fue subiendo en intensidad al igual que los retos, un beso por aquí, un agarró más allá, un pequeño baile erótico por algunas de las participantes, pero la que más se lució fue Rubí que era una experta en eso, unas nalgadas de castigo para Andrés, así estábamos hasta que Miranda me miró directo a los ojos, tomando un trago como para darse valor y me lanzó una apuesta –pareciera que el ambiente iba a cambiar, y se pondría más intenso–, ella quería jugar una mesa de billar contra mí.

—Fede!!! te tengo una apuesta, va estar interesante –dijo ella con una sonrisa pícara en su rostro–

—Dime Miranda que tipo de apuesta –conteste intrigado–.

Si ella ganaba Jonathan su pareja follaria a Mónica ahí en presencia de todos, pero eso no era todo… saco un enorme y grueso dildo de plástico de su bolso, de esos de dos cabezas como los que usan dos mujeres para satisfacerse entre ellas, y añadió que ella me follaria a mismo, con ese gran dildo –la verdad no quería eso dentro mío–, si yo ganaba las cosas serían al contrario –todos estábamos asombrados y un morbo enorme se apoderó del ambiente, ya todas las pequeñas conversaciones que se mantenían se hicieron una, el silencio se apoderó del lugar en la que esperaban mi respuesta–. Yo pensé que era una broma, sería fácil vencer a Miranda en el billar jajaja, así que voltee con Mónica para ver si estaba de acuerdo, ella con un movimiento de cabeza me dijo que estaba de acuerdo, tal vez Jonathan te tenía ganas a Mónica y por eso esa apuesta, tal vez supo que Miranda y nosotros teníamos un pasado en común, y, quiso unirse al grupo, el chiste es que ahí estábamos a una mesa de billar de saber si eso ocurriría.

—Esta bien Miranda aceptó, pero, hay una condición.

—Cuál es?

—Si yo gano, antes de follarte, todos los que gusten de los aquí presentes te pueden meter mano o hacer lo que se les antoje. Y tú serás la que follaras a Jonathan –ahora yo sonreía, mientras ella ponía cara de susto.

—Aceptó –dijo– pero, debes darme ventaja yo no sé muy bien jugar al billar, déjame empezar la partida.

—ok, tu abres.

Todos se pusieron con expectativa alrededor de la mesa para ver el juego, nos dieron espacio para no estorbar.

Acordamos jugar un ocho, y enseguida acomodamos las bolas en la mesa. Miranda tomó una tiza torpemente para dejar su taco listo, acomodó la bola blanca, preguntando con la mirada si ese era el lugar correcto para abrir el juego, y se dispuso a tirar…

Abrió con un golpe seco, fuerte, como si supiera jugar, todos soltaron un grito de sorpresa menos Jonathan que sonreía por lo bajo, nos observaba pacientemente, yo me sorprendí un poco, pensé que no sabía jugar, Moni también noto como ella sabía lo que hacía, con el primer tiro cayeron un par de bolas rayadas y una más de las rayadas quedó en un tiro fácil que le señalé de inmediato, ella tomó mi consejo y con una facilidad sorprendente la metió en la buchaca –para ese entonces ya algunos decían que me ganaría entre risas cómplices –, augurando que me tragaría el dildo.

—voy por las rayadas

Con ese tiro le quedó de nuevo otra rayada a modo, se la señalé de nuevo y ella la vio, con maestría tomó el taco y metió una nueva bola.

–Sabes Fede yo también se jugar el billar, me encanta embaucar a la gente diciendo que no se, para ganar mis apuestas jajaja

—jajaja –todos reían de cómo me había engañado–

Vas a perder, escuché como la mayoría lo decía.

Miranda era una experta jugadora de billar y solo le faltaban tres bolas si contábamos la ocho. Le volví a señalar el tiro más fácil y ella lo tomó de nuevo –adentro, ya solo le quedaba una, Mónica estaba ya preocupada de que iba a perder, al igual de todas formas íbamos a disfrutar pero se disfruta más cuando sientes que ganaste–, solo quedaba una bola, volvió por la tiza, se apuntó, me puse tras de ella para ver el tiro que tenía, era el tiro más difícil de toda la mesa, me acerque a ella lo más que pude justo cuando iba a tirar, y le susurre, ya casi soy tuyo, después de eso, tiro…

Lo falló la dejó cerca de la buchaca junto a la bola ocho.

En este punto sonreí, sabía que tanto mi perfume –siempre mi aroma la ha puesto nerviosa– como mi cercanía la turbarían, pero lo que en realidad la distrajo fue el saber que ya estaba en la bolsa el premio.

—ya perdiste Miranda

—Pero Fede a mi solo me queda una bola

—Si, pero ya perdiste para ganar hay que meter la ocho, sabes te fui señalando el camino de las bolas que deberías meter y tú caíste en la trampa, primero debiste destapar la bola más difícil, pero apuntaste a las que yo te iba diciendo ahora vas a perder el juego.

Ella dejó de sonreír –al parecer en verdad quería follarme con esa cosa y Jonathan quería a Moni para él–, ya solo miro como empezaba a meter las bolas en las buchacas, fui tiro a tiro metiendo cada una en su lugar, al final un tiro de tres barandas para meter la bola ocho que entró lentamente en la buchaca, ya solo quedaba cobrar la apuesta. Todos en nuestro interior, en nuestras más íntimas fantasías, estábamos emocionados por meter mano a Miranda, por verla desnuda, tiene un cuerpo hermoso y todos queríamos verlo al natural sin nada de ropa, todos queríamos ver cómo disfrutaba, y hoy sería ese día… Me acerque a ella y pegué mi pecho en su espalda, sentí el aroma de su pelo en mi rostro, después de aspirarlo los aparte con mi mano para poder besar su lóbulo, siempre me gusta hacer eso, lamer su oreja y susurrar lo bien que se ve y lo mucho que disfruto al follarla, tiene un efecto mmmm, mi mano bajo directo a su parte más privada, así sin tapujos de ninguna índole, la metí por debajo de su falda mientras ella sumía un poco su abdomen para darme un acceso más fácil, estaba disfrutando sentir como se tensaba, sentir como se ponía en modo sumiso para darme permiso de hacer lo que me viniera en gana, su pertenencia en ese momento era hacia mí, mientras su pareja nos miraba, saber que todos en la sala querían estar en mí lugar, era un plus que me prendía cabron, en realidad todos los presentes lo disfrutábamos, sentir su vello púbico enredarse en mis dedos, su humedad era evidente, cuando metí mi mano por debajo de su tanga, mis dedos la sintieron apenas tocar la suave y fina tela que cubría su sexo, hice a un lado la tanga y suavemente empecé a mover mi dedo de forma circular sobre su clítoris… En su oído le decía lo mucho que la disfrutaba, lo mucho que anhelaba ganar la apuesta para poder follarla a mi antojo, para poder poner mis manos y quemarle a base caricias su piel, a la vista de todos, en especial quería que Jonathan lo viera, que él supiera lo grato que resultaba tenerla así como estaba, entregada a mí, le dije en el oído lo mucho que iba a disfrutar ella también –ella solo podía gemir un poco ante mis caricias, pero con las palabras le brillaban los ojos de una manera peculiar, loa quería, parecía que le excita a sobremanera sentirse expuesta, saberse el centro de atención, saber que cada uno de los ahí reunidos querían follarla–, mis dedos siguieron masajeando, presionando un poco y luego otra vez los movimientos circulares, mientras mi boca hablaba, con esa combinación sus piernas rápido empezaron a doblarse un poco, a moverse sin control aparente, sus caderas se pegaron en mi falo y comenzaron a frotarse en el, estaba tan caliente que en un par de minutos se corrió por primera vez, con un grito ahogado, quiso moverse, quitarse de ahí, buscar mi boca con la suya, pero con mi mano libre la detuve en su sitio, no la deje moverse, con mi mano libre la apreté fuerte contra mi para evitar sus movimientos, solo deje de presionar cuando ella entendió que no se podía mover, que ella era mi premio, que ese era mi juego, un juego en el que ambos éramos ganadores, en el que todos los presentes ganaríamos…

Continúe los movimientos circulares de mis dedos sobre su ya sensible clítoris, de reojo vi que algunas de las demás parejas ya estaban también empezando con sus caricias subidas de tono mientras nos miraban… cuando alcanzó un segundo orgasmo, tal vez era el momento de tomarla, de hacerla mía y de cobrar mi apuesta, pero yo me detuve, saqué mis dedos mojados de ella y le día probar su sabor, metí uno en mi boca y después le arranqué la blusa, sus tetas quedaron a la vista de todos, un par de tetas bien formadas estaban ahí moviéndose por el movimiento brusco que le di, el color oscuro de sus pezones quedó a la vista de todos, siempre me ha gustado su color, tomé uno con mi boca y mordí sobre ella, su pezón recibió mis dientes, Miranda gimió un poco, sentí como Jack se arrimaba a nosotros y comenzaba a tocar el pecho libre, luego llegó Miguel, y así uno a uno fue tocando a Miranda, hubo un momento que los siete pasamos las manos y lenguas por su piel, alguna de las chicas no aguanto las ganas y también le acarició su humedad provocando nuevas convulsiones en sus piernas, pero nadie la follo, ese gusto sería mío, por lo menos en primera instancia… enrosque su falda hasta su cintura, la empuje sobre la mesa y su trasero quedó expuesto para todos, vulnerable, listo para ser tomado, que linda visión nos ofreció, mi mano se estampó en su trasero, su figura quedó pintada en el, y mis dedos hormigueaban por el del golpe, recibió un par de nalgadas también por parte de Román y enseguida tome un aceite y un preservativo del tazón, puse un poco de lubricante en sus labios –no porque lo ocupara, más bien quería que ella sintiera el contraste de su humedad con el calor del aceite– y me puse el preservativo, me dirigí a ella decidido, le acaricie las nalgas antes de darles un beso, arrime mi falo a su sexo, me clavé de un solo golpe, lo más profundo que pude, ella soltó un gritito de placer. Vi como Mónica fue por otro preservativo y camino hacia Jonathan que estaba sentado en el sillón en primera fila, viendo como su mujer gozaba de lo lindo mientras yo la follaba, cuando llego a él Mónica sacó su miembro erecto del pantalón, le puso lentamente el preservativo, y luego ella se quitó sus pantalones y la tanga y se sentó sobre de él dándole la espalda, mostrando su excelente trasero a él dejando que el se deleitará con ella, y así ella podría seguir viendo como yo follaba a Miranda…

Moni me miraba con morbo, su cara me indicaba que le gustaba lo que veía, lo que sentía, su cara se fue transformando mientras sus movimientos de subir y bajar se intensificaban, pronto tenía esa cara de placer que también conozco, esa que indica que el clímax viene, ella estaba gozando de lo lindo con la polla de él dentro, mientras yo hacía lo mismo con Miranda, fueron unos momentos Calientes, ardientes, llenos de un morbo único, el ambiente estaba impregnado de erotismo, donde todos estábamos disfrutando, entregados al placer… lleve hasta el máximo placer a Miranda, pude sentir sus contracciones en mi falo, su sonrisa me lo confirmó, sus bellos labios rojos se transformaron en una carcajada, tiene esa extraña manía, cuando le llega el orgasmos, ríe, su boca siempre se ríe, es algo que la vuelve inolvidable… Enseguida le hice una señal a Mónica, que ella rápido entendió, se bajó de Jonathan, y comenzó a desnudarlo le quito la camisa, el pantalón y los bóxer, sería imposible decir con detalle lo que cada uno de los integrantes hizo esa noche, pero en ese momento aunque algunos ya se desnudaban, todos estaban atentos a las dos parejas, ellos también ya estaban metiéndose mano cada quien con quien quería, pero siempre atentos a las dos parejas una en la mesa de billar, y la otra en un sillón al lado. Salí de Miranda y Tomé el dildo con que Miranda me pretendía follar –en realidad que era muy realista, tenía hasta las venas de un miembro verdadero–, y, lo metí en su boca, lo metí lo más profundo que ella aguanto, la deje dentro de su garganta un poco tiempo antes de ponerla sobre su vagina, la fui dando vueltas en sus labios a fin que se acostumbrara al grosor, era gruesa la cosa esa –ya me imagino lo que sería sentirla en el culo–, la fui metiendo de a poco y la folle con él, la llevaba desde arriba acariciando su clítoris para al final clavarla en su sexo, cuando sus piernas empezaban a tensarse le hice otra seña a Moni, ella puso en cuatro Jonathan, y enseguida comenzó a lamer su ano, con su mano seguía masturbando su polla, cuando Miranda termino de nueva cuenta le dije que era hora de follar a su marido, su pícara sonrisa volvió, se levantó de la mesa y con el dildo clavado en ella, camino hasta su marido, Moni no se apartó, siguió lamiendo sus bolas y su pene, él abrió los ojos cuando sintió que Miranda se ponía en su trasero y empezaba a empujar en su culo, ella tomó la cabeza del dildo con sus manos para darle más fuerza al dildo y lo empezó a empujar en su ano, cuando la cabeza entró la manos de Jonathan manos se tensaron, sus dedos buscaron a que aferrarse y un quejido salió de su boca, mientras sus ojos se abrían más, esto pareció excitar aún más a Miranda –de verdad que ella estaba disfrutando eso–, espero un poco a que él se acostumbrara a tenerlo dentro y luego comenzó a bombear, Moni siempre estuvo ahí abajo chupando y lamiendo para que él estuviera más relajado, Jonathan por su parte ya acostumbrado a sentir como le rompían el culo, empezó a lamer el húmedo sexo de Moni, ahí estaban los tres entregados al placer Moni lamiendo su falo, mientras él lamia el sexo de mi mujer, Miranda gozando dentro suyo mientras ella misma follaba a su marido era un lindo triángulo amoroso, con varios testigos jarioso…

Camine hasta Paulina y Román, ella estaba sentada sobre él subiendo y bajando en un ritmo muy acelerado, mientras llegaba a ellos observe como ya todos estaban entretenidos unos con otros una sinfonía de gemidos se escuchaban en el cuarto haciendo el concierto del placer, llegué al lado de Paulina y bese su hombro, Paulina se detuvo un poco volvió su cara para besarme, tras un beso apasionado, con su marido dentro de ella tomó mi falo sintiendo su dureza subió y bajó su mano por él, enseguida sus manos fueron a sus nalga y las abrieron para mí, entendí lo que quería , Román lo aprobó con la mirada… Me coloque en su trasero puse mi dedo gordo en el con un poco de saliva lo recorrí, poco a poco lo fui metiendo en ella mientras, Román se movía solo un poco, cuando dos de mis dedos entraban y salían con facilidad los saqué de forma definitiva, puse mi polla en su ano, Román detuvo sus movimientos, entre en ella, sentí como su apretado culo me recibía, como lo iba abriendo de a poco, hasta llegar a tener toda mi polla dentro de su culo, los tres cuerpos se acoplaron, Paulina estaba extasiada, con dos pollas dentro de ella… no salí de ella hasta no haberle llenado el culo de leche, cuando salí de ella estaba sudoroso y agitado, pero aún quedaba mucho por vivir, Moni estaba con Jack, mientras Raquel los observaba bajo los brazos de Francisco…

No sé si fueron las pastillas que nos tomamos, no sé si fueron las bebidas que ellas tomaron, no sé si la luna estaba ese día en su mejor punto, solo sé que me puse duro más rápido de lo habitual Julia me miraba con esa mirada traviesa, cachonda, estoy seguro que ya se había divertido con alguien, aun así la tomé de la mano y la lleve a la cama, en ella estaban Athenea y Miguel, y Rubí Con Andrés ambas recostadas con las piernas bien abiertas mientras Andrés y Miguel las tenían fuertemente sujetas de los tobillos, pude notar el depilado sexo de Rubí y una de mis manos le dio un apretón a su pezon izquierdo, hice lo mismo con Athenea, recosté a Julia junto en medio de ellas, julia se besó con Athenea y luego volteo con Rubí las dos se besaron, tomé la misma posición en que Andrés y Miguel tenían a Rubí y Athenea, y, comenzó una carrera hacia el orgasmo, me di mi tiempo, quería disfrutar de Julia comencé lento, pasando el largo de mi falo por toda su vulva, dándole un suave masaje con él en sus labios, de repente me metía en ella, su calor húmedo me cobijaba.

—ohhh Julia estas estupenda

Yo escuchaba a Rubí, que no dejaba de gemir, ellas en medio de los movimientos seguían con sus besos apasionados, a veces con Rubí otras con Athenea, más ruidos se escuchaban en todo el cuarto, eso era de lo más excitante pues aunque no los vieras, podías sentir el placer de cada una de las personas involucradas, Julia resultó insaciable estaba entregada a mí, entregada al momento, y no dejaba de pedirme que no me detuviera…

Aferre mis muñecas aún más en sus tobillos, doble un poco sus piernas hacia su pecho, deje caer todo mi peso en ella, sus pies le quedaron junto a su rostro y mi boca alcanzó su cuello, estábamos locos de lujuria, en cada arremetida sentía como me abría paso dentro de ella, fue un momento único cuando ella tocó el cielo, su aliento en mi oído, su acelerado corazón latiendo muy cerca del mío, sus piernas temblorosas, un cansancio extremo nos acompañó, fue una noche larga, una noche de ensueño que se quedaría en la memoria de cada uno de los que ahí estuvimos, la primera de muchas que vendrían por delante…

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