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Las continuas aventuras de Araceli: El espejo

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Estoy de nuevo aquí, rememorando esas sensaciones al recordar nuestro segundo encuentro sexual.

Por supuesto mucho mejor que el primero en muchos aspectos (el primero será imposible de olvidar por lo especial que es) ese día sabía a lo que iba, preparada con ropa interior más sexy, con más tiempo para estar en la cama con ese maravilloso hombre (Rafael).

Desde una noche anterior comencé a preparar todo debía levantarme muy temprano para llegar a tiempo a nuestra cita estaba indecisa en que usar, como vestirme. Me decidí por algo discreto pero sexy en color nude, unos pantalones donde luciera mi buen trasero y anchas caderas un blusón que hiciera ver marcada mi figura sé que no tengo un cuerpo escultural, pero a mis 40 y algo aún me defiendo.

Llegué antes que él estaba muy nerviosa a tal grado que me caí en las escaleras del metro terminando con la rodilla súper morada aguantando el dolor y la vergüenza eso no evito que más tarde me pusieran en 4.

Espere 10-15 minutos lo vi acercarse retirando los audífonos y guardándolos en la bolsa interna de su chamarra alzó la mirada con una sonrisa me saludo a lo lejos estando ya cerca lo tomé del cuello él se abrazó de mis caderas y nos besamos, iniciamos el camino hacia ese lugar donde unas semanas antes habíamos unido nuestros cuerpos por primera vez entre platicas y bromas cosa que es muy común en él para relajar mis nervios llegamos a nuestro lugar del "amor" entramos a la recepción yo me moría de nervios aún para mí era difícil entrar al hotel nos dieron la habitación en el primer piso entramos retire mi bolsa y mi chamarra era mediados de febrero una semana después del día de los enamorados aún hacía frío en esos días.

Lo sentí detrás de mí pegando su verga en mis nalgas y besando mi cuello nuestro deseo era tanto que quitó mi ropa me inmediato me recorrió con su lengua todo mi cuerpo mi excitación era tal que moría por mamar esa verga deliciosa, hicimos el amor y cogimos un par de veces me hizo tener 2 orgasmos continuos maravillosos como hace mucho no experimentaba más delicioso aun cuando sentí sus espasmos dentro de mi llenando el interior con su leche caliente yo aceleraba mi cabalgata me mata estar sobre él, siempre había utilizado condón al tener relaciones sexuales con mi marido por precaución y prever un embarazo no planeado; con Rafael no lo hacíamos un año atrás se practicó la vasectomía de la cual pedí resultados para estar segura de no quedar preñada.

Así que lo dejaba eyacular en mi vagina cuantas veces lo deseara. Estuvimos 4 horas cogiendo por ratos platicando tomando aire de vez en cuando, era tiempo de dejar nuestro rincón del amor nos fuimos a la regadera yo llevaba un poco de shampoo en un frasquito pues la vez anterior mi hija nota un olor diferente en mi ese acto causó gracia en Rafael, nos besamos bajo la regadera esto volvió a prendernos me puso de espaldas y me ensartó su pito duró y erecto me dio una cogida fabulosa.

Por lo común el termina de ducharse antes que Yo sale del baño se viste y acomoda mis cosas para que yo no tenga que buscar por toda la habitación eso se me hace un lindo detalle de su parte; me vestí al estar poniendo mi calzado de reojo vi que se acercó bajo el cierre de su pantalón y saco su verga totalmente erecta me sorprendió mucho no tenía más de 10 minutos de la cogida en la regadera ya la tenía durísima una vez más, con un giño me indico que la mamara a lo cual accedí de inmediato no podía resistir esa invitación le chupe el tronco duro y exquisito para terminar comiéndola toda (días anteriores había investigado como hacerlo sin ahogarme en ello creo noto la diferencia) lo presioné con mis dientes en ese momento sentí la explosión de semen en mi boca el chisgueteo en mi garganta. Una sensación extraña y diferente para mí nunca había tragado ni probado una lechita tan sabrosa. Eso provocó un par de risas corrí al lavamanos pensé que iba vomitar ¡Y NO LO HICE! ¡Lo trague toditito! regresando a limpiar con mi lengua esa verga recién exprimida con mi boca.

Terminamos de vestirnos y nos retiramos planeando nuestro siguiente encuentro, me siento como adolescente con las hormonas alborotadas y con la entrepierna húmeda al escribir este relato, ansiosa de volver a comer la verga de Rafael, mi Rafael no el de las 500 mujeres.

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