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Los cinco sentidos (quinto capítulo)

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Salió de su casa y como vio que era temprano, decidió ir caminando y así daría un paseo. Estaba contenta pues había quedado con Laura y Estela, sus dos mejores amigas a las que no había visto desde el día de su boda y hacía ya tres meses. Ella a pesar de la oposición tenia tiempo para quedar pero ellas por sus trabajos y por sus ocupaciones familiares les era mas complicado encontrar el momento de reunirse. Durante el trayecto se cruzó con varios hombres que no dudaron en mirarla al acercarse a ella e incluso alguno había sido bastante descarado mirando sus piernas sin disimular lo mas mínimo. Que la miraran así era algo que siempre le había resultado bastante violento por su timidez e inseguridad y en cambio ahora le gustaba sentir que la miraban. Pensó en Braulio y era gracias a él que ahora era distinta, se sentía mas segura de si misma y había comprobado que podía resultar muy atractiva para el sexo opuesto.

Cuando llegó al centro comercial donde habían quedado aún era pronto y decidió esperar a sus amigas tomando un café. Había poca gente en aquella terraza, apenas una pareja que no dejaban de besarse y un señor que leía el periódico entretenido. Mandó un mensaje a su marido avisándole que ya había llegado, le encantaba como se preocupaba por ella, y les escribió a ellas para decirles que cuando llegaran la avisaran que estaba en una cafetería haciendo tiempo.

Una sensación extraña le recorrió el cuerpo cuando al apoyar el teléfono en la mesa sintió que el señor del periódico le estaba mirando las piernas, lo hacía disimuladamente y cuando temía ser descubierto su mirada volvía a las hojas desplegadas sobre la mesa. Tania se puso sus gafas de sol, así podría ocultar hacia donde miraba. De nuevo ese señor tenía su mirada en sus piernas y la sensación le gustaba. En otra época de su vida se hubiera levantado y sin ni siquiera haber tomado el café se hubiera levantado y marchado, pero ahora era distinto y le gustaba sentir que ese señor mostraba interés en lo que veía bajo la mesa. Ella lo miraba de reojo y ese admirador sintiéndose libre de la mirada de nadie ya no disimulaba su interés por sus piernas. De nuevo se acordó de su vecino, ese admirador también estaría excitado como Braulio cuando la miraba? No creo, pensó, solo está mirando mis piernas. Deseó ofrecerle a aquel hombre una imagen algo mas atrevida de sus piernas y pensó en Rodrigo pero al instante recordaba las palabras de su vecino, es tu sexualidad Tania, son tus sensaciones.

Cruzó las piernas y su vestido se subió bastante dejando sus muslos desnudos. Podía sentir los nervios de aquel caballero cuando la vio cruzar las piernas y sus hermosos muslos aparecieron ante él. Se dio cuenta que definitivamente le gustaba sentirse observada, admirada. Descruzó las piernas y no hizo nada por bajar su vestido. Se sentía excitada, sentía morbo. El sentido de la vista, pensó. Desde su posición ese señor estaría viendo sus bragas? Pensó nerviosa. Tenia los pies juntos y sus rodillas comenzaron a separarse una de la otra. Ahora si estaba segura que aquel admirador anónimo podía verle sus bonitas y ahora mojadas bragas azules. De reojo miró como aquellos ojos estaban posados entre sus piernas y sintió lo mismo como cuando su vecino la miró por primera vez sentados en el banco. Se sintió muy mojada al darse cuenta que estaba permitiendo que un desconocido le viera así. Se levantó de la silla y fue al baño. Se avergonzó al comprobar que su ropa interior estaba totalmente mojada y se masturbó. Necesitaba calmar aquella excitación como fuera. No tardó en correrse pues aquel desconocido la había puesto cachonda con su manera de mirar sus bragas.

Cuando salió a la terraza aquel hombre ya no estaba. Lo vio aparecer al cabo de un rato, habría ido él también a masturbarse al baño? Lo vio que llamaba al camarero y mientras le decía algo la miraban. Al terminar de hablar lo vio alejarse y el camarero se acercó a ella.

-Disculpe señorita. Aquel caballero la ha invitado al café y me ha dicho que le entregue esto. -le dio un papel bien doblado.

-Ah gracias pero yo no le conozco de nada. Usted sabe quien es? -Tania cogió el papel sorprendida.

-No se quien es, solo que es cliente de aquí y se llama Carlos.

-Vale, gracias.

-A usted señorita. Buenas tardes.

Se levantó de la silla y se alejó de aquella cafetería. No pudo aguantar mucho más sin desdoblar aquel papel y ver de que se trataba.

“ Disculpa el atrevimiento pero gracias por los instantes que me has hecho vivir esta mañana. Mañana a la misma hora para revivirlos de nuevo? Sus bragas azules son muy sexys, tendrás unas blancas? Saludos Carlos “

Las mejillas de Tania se pusieron rojas al instante al leer aquello. Quien era aquel hombre que era capaz de dejarle una nota así? Rompió el papel en muchos trozos pequeños deseando eliminar cualquier rastro.

Vio a Estela y Laura desde lejos y se puso muy contenta, se abrazaron cuando llegó a junto de ellas.

-Que guapa estás!!

-Vosotras que me veis con buenos ojos -se daban besos, estaban realmente felices de estar de nuevo juntas.

-Nooo, tonta. Pensábamos que el matrimonio te iba se sentar mal pero estás preciosa. -Estela, la mas bromista de las tres no cambiaba -Seguro que Rodrigo te da mucha caña en la cama, eso se nota. Mírame a mi, que mi Andrés me tiene a dos velas. – se reían ante las ocurrencias de ella.

-Pues no se yo eh!! Porque estáis las dos muy guapas también. -cuando Estela hizo ese comentario Tania no pudo evitar pensar en Braulio, quizás él fuera el culpable de que estuviera guapa.

-Dicen que tres orgasmos diarios es lo ideal para estar muy guapas siempre. Yo como no sea masturbándome estoy perdida.

-Tres orgasmos al día? -era el mediodía y Tania ya había perdido la cuenta de cuantos llevaba -Solo?

-Serás bicha!! Claro como tu estás recién casada así cualquiera. Espera unos años y ya verás como cambia la cosa.

Se fueron a comer y estuvieron poniéndose al día de sus vidas, de sus trabajos y sobre los estudios de Tania. Entre bromas, anécdotas y confesiones, supieron que Estela no estaba pasando un buen momento con su matrimonio. Se sinceró con ellas comentándoles que la monotonía se había adueñado de sus noches y apenas hacía el amor con Andrés, su marido, y eso le hacía sentirse frustrada y afectaba a su relación.

-La verdad es que Andrés siempre quiere pero yo no disfruto. Me siento una muñeca hinchable que solo me busca para satisfacerse él y me niego a eso. Hasta he pensado en ir a una terapeuta sexual, o como se llamen.

-Igual eso os ayudará Estela -de nuevo el pensamiento de Braulio acudió a su cabeza.

-Bueno da igual, háblanos de ti. Que tal en la casa nueva? Como son tus vecinos? Muy cotillas?

-Genial, me costó un poco adaptarme pero ahora muy bien. Los vecinos bien, bueno solo conozco a uno que es el que vive pegado a nosotros.

-Está bueno? Cuenta, cuenta…

-Estela!! No está bueno, si tiene unos setenta años -le costaba hablar de Braulio con ellas y que pudieran notar algo de lo que vivía con él -Lo guay es que fue catedrático de psicología en Santiago, es una casualidad.

-Pues si, que guay. Y os lleváis bien con él?

-Si, claro. Bueno Rodrigo no habla mucho con él porque coinciden pocas veces pero yo al estar siempre en casa si que coincidimos mucho y nos llevamos bien. Por las mañanas siempre vamos a caminar juntos.

A media tarde se despidieron con la promesa de verse mas a menudo. Tania volvió en autobús y durante el trayecto pensó en Estela y lo que les había confesado, pensó en el señor de la cafetería y lo que había hecho. Necesitaba llegar a casa y poder contarle todo aquello a Braulio.

Cuando bajó del autobús vio la hora en su teléfono, eran las seis de la tarde, Rodrigo le había dicho que llegaría tarde pero no le había concretado ninguna hora. Al pasar por delante de la casa de su vecino estuvo a punto de llamar a la puerta pero primero tenía que pasar por casa. Entró y vio que su marido aún no estaba y cogiendo unos apuntes cualquiera de la oposición volvió a salir. Braulio no estaba en el jardín y enseguida le abrió la puerta cuando llamó al timbre.

-Hola joven -estaba sorprendido de verla a esas horas -Todo bien? -se fijó en las hojas que llevaba en la mano.

-Si, todo bien Braulio. Es que necesitaba hablar con usted. Puedo pasar?

-No está tu marido en casa?

-No, el no vendrá hasta la noche -le señaló los apuntes – Y traje esto por si acaso llega, le diré que vine a consultarle algunas dudas.

-Pasa, por favor.

A los dos le resultaba extraño estar juntos a esas horas de la tarde pero ambos estaban contentos de que así fuera. Él la invitó a sentarse en el sofá y ella como un torbellino comenzó a contarle lo que le pasaba a su amiga Estela. Braulio la escuchaba con atención sin interrumpirla.

-… cuando me dijo que hasta había pensado en ir a un terapeuta sexual pensé en usted -ella seguía hablando con entusiasmo.

-Y por qué pensaste en mi? Yo no soy ningún terapeuta sexual.

-Ya lo se, pero da igual, a mi me está ayudando mucho y estoy descubriendo cosas con usted que han cambiado mi sexualidad.

-Tu le hablaste de mi a tu amiga?

-No. Bueno solo le dije que me llevaba bien con usted, que caminamos todos los días juntos y le dije que había sido catedrático de psicología en Santiago.

-Tania yo admiro tu interés por querer ayudar a tu amiga…

-Es que la quiero mucho y hoy la vi triste, y eso que siempre está bromeando pero la conozco bien y sé que está mal.

-Pero es muy peligroso que tu amiga pueda llegar a desconfiar de lo que vives conmigo.

-Ella nunca lo sabrá -Tania con su mirada le rogaba que ayudara a su amiga.

-Aunque sea tu mejor amiga, si descubre algo, tu matrimonio correría peligro. Eres consciente de ello?

-Si, se que seria peligroso.

-Y ni tu ni yo queremos que eso pase.

-Claro que no. Yo amo a mi marido sobre todo lo demás. Con usted y lo que vivimos es mi sexualidad y mi matrimonio está por encima de mi sexualidad.

-Tampoco se trata de eso Tania, tu sexualidad es muy importante para que tu matrimonio funcione. Es algo complementario. El sexo alimenta el vínculo matrimonial, une a las dos personas que se aman.

-Por eso le pido por favor que ayude a mi amiga.

-Y ella estaría dispuesta a dejarse ayudar?

-Claro, la conozco desde que éramos niñas y sé que haría lo que fuera por salvar su relación con su esposo.

-Tania si la ayudo me tienes que prometer que nunca me preguntarás nada sobre la terapia. Lo que ocurra en las sesiones debe quedarse entre tu amiga y yo. Eso lo comprendes? Podrás soportar tu curiosidad?

-Creo que si. Lo intentaré.

-Lo intentarás? Tienes que estar segura. Si acepto lo que me pides es por ti y por nada del mundo quiero que eso afecte a la relación tan especial que tenemos tu y yo. Confías en mi?

-Si, por supuesto que confío en usted.

-Entonces?

-Nunca le preguntaré nada sobre las sesiones, se lo prometo.

-Está bien, si es así acepto lo que me pides.

-Gracias!! -en un gesto instintivo ella se abalanzó sobre su vecino y lo abrazó, era la primera vez que se abrazaba a él. -Perdón -se separó de él avergonzada, no quería hacer nada que pudiera hacerlo sentir mal.

-No me pidas perdón, en esta casa recuerda que eres libre.

-Pero eso forma parte del tacto.

-Anda, ven aquí.

Tania se estremeció cuando ese hombre le ofreció sus brazos abiertos para que lo abrazara y ella se volvió a abalanzar sobre él. Aquel hombre tenía la capacidad de hacerla vibrar con cada pequeño gesto, con cada frase. Se quedó abrazada a Braulio en silencio percibiendo como aquellos brazos varoniles la estrechaban contra él. Podía sentir como su vagina se humedecía y sus pezones se ponían duros al tener su cara pegada al cuello de su vecino. Le gustaba el olor de ese señor.

-Quería contarte una cosa que me pasó hoy -al sentirse excitada recordó lo sucedido en la terraza de aquella cafetería y necesitaba contárselo -Hoy dejé que un señor me viera las bragas.

-Cuéntame Tania, te escucho.

Le contó con detalle todo lo que había pasado, le hablaba sin dejar de abrazarlo, casi en susurros al oído. Le dijo que se había puesto cachonda y había tenido que ir al baño a masturbarse. Le contó lo de esa nota que ese señor le había mandado a través del camarero y que le decía de volver al día siguiente.

-Y vas a volver?

-Es que me da vergüenza. Que pensará de mi si vuelvo?

-Es tu sexualidad Tania, ese hombre que piense lo que quiera. Tu deseas ir?

-Creo que si, es que fue tan morbosa la situación… -el hecho de estar hablándole al cuello, de sentir su abrazo y recordar a aquel desconocido la hacía estar muy excitada. Llevó una de sus manos bajo su vestido y se quitó las bragas. Estaban empapadas.

-Si vuelves tienes que estar segura, nunca hagas nada de lo que no estés convencida.

-Quiero volver -reconocerle eso la puso aún mas cachonda -Quiero que vea mis bragas blancas.

-Te vas a poner unas bragas blancas como a ese señor le gustan?

-Si -Tania llevó su mano entre las piernas y comenzó a masturbarse – Llevaré unas braguitas blancas y dejaré que ese desconocido me las mire. -Braulio mire mi coño por favor.

-Muéstramelo cariño.

-Me excita mucho que mire mi vagina mojada -abrió totalmente sus piernas -que me la oliera esta mañana me volvió loca. – dirigió su mano mojada por los flujos a la nariz de él y éste la olió excitado – le gusta mi olor?

-Me encanta su olor.

Tania se puso de pie y se subió al sofá. Sus piernas abiertas le ofrecían una visión inmejorable de su coño y él lo miraba absorto, ella lo acercaba a su cara y su aroma íntimo embriagaba de placer a aquel hombre. Aquella hermosa vagina casi rozaba su cara, estaban viviendo un momento especialmente intimo que les excitaba mucho. Ella se movía hacia adelante y atrás mirando como ese señor admiraba su coño, sintiendo como olía sus mas íntimos efluvios vaginales. Aquella excitación no le permitía controlar bien la distancia y cuando empujó hacia delante sus caderas sintió el roce de los labios de él sobre su coño. Gimió, gimió mucho al sentir aquel roce y echó sus caderas avergonzada hacia atrás.

-Perdón, fue sin querer.

-Eres libre cariño, recuérdalo.

Y Tania volvió a adelantar sus caderas y volvió a sentir el roce de los labios de Braulio en su coño y se apartaba y volvía a acercarlo. Ambos deseaban que sucediera y cuando ella acercó por enésima vez su coño a la cara de él para sentir el roce de sus labios se estremeció al sentir que esta vez no fueron sus labios los que la rozaban sino que era la lengua. Gimió al notar como esa lengua cálida y húmeda esperaba ansiosa por aquel contacto y volvió a adelantar sus caderas, pero esta vez no solo no se apartó sino que se quedó quieta. Y se volvió loca de estar sintiendo como su vecino le estaba lamiendo el coño. Braulio, su vecino al que tanto admiraba le estaba saboreando la vagina y ella lo miraba. Lo veía saborear como si fuera la mas dulce de las tartas, una tarta de fresa, rosada como su coño. El sentido del gusto. Aquella lengua le daba un placer inexplicable, un placer que la hacía gemir, gemir muy alto. Un placer que le hacía acariciar la cabeza de ese hombre y empujarlo contra ella. En ese momento deseó tener aquella boca entre sus piernas durante el resto de su vida. Tenia un orgasmo tras otro, encadenados, y la vergüenza de sentir como su vagina expulsaba pequeños chorros se disipaba al ver como ese hombre los recibía con gusto pues gemía cada vez que salían. Braulio se estaba masturbando mientras le comía el coño. Porque aquello ya no era lamer, era lamer, besar, morder, chupar. Y Tania jamás había sentido eso y un estallido de placer que le nubló la vista se apoderó de su cuerpo y Braulio la tuvo que sostener para que no se cayera. La tuvo que coger en brazos y llevarla a la cama. Y la tuvo que volver a comer el coño de nuevo, y él era feliz de hacerlo, ante las súplicas de aquella joven de que se lo volviera a hacer.

Esta vez si se abrazaron cuando Tania sintió un nuevo orgasmo. Cuando estuvo recuperada y dejó de temblar decidieron que sería mejor que se fuera a casa, ya era tarde.

-Mañana no quiero ir a caminar.

-No quieres? -A Braulio le sorprendió eso que le había dicho -Estás bien?

-Claro tonto, estoy muy bien.

-Entonces?

-Quiero venir directamente a su casa. Puedo?

-Me habías asustado pero si no quisieras quedar lo entendería. -se quedó aliviado de saber que Tania quería volver a su casa.

-Si que quiero, me ha gustado descubrir el sentido del gusto con usted – se ruborizó al decirlo -y mañana podíamos seguir. Quiere?

-Tu eres la que decides. Para mi será un placer.

-Mañana… -la vergüenza le hizo acercarse al oído de él para decirlo -Mañana si quiere desayunará coño.

-Me encantará desayunar ese manjar tan dulce.

Cuando llegó a casa vio que Rodrigo ya había llegado, al entrar en casa él se fijó que llevaba los apuntes en la mano.

-Hola cielo -le mostró los apuntes -He ido a casa de nuestro vecino. Había una cosa que no entendía y me acordé lo que me dijiste de pedirle ayuda y fui a preguntarle.

-Y que tal? -se acercó a ella para besarla como siempre hacia al llegar a casa -Te sirvió de ayuda?

-Si amor. Ha sido muy amable y me ayudó mucho. Y tu que tal el día?

-Hoy ha sido agotador. Te iba a decir si no te importa que me acueste ya.

-Claro que no cielo. Yo me daré una ducha y veré la tele un rato.

La verdad que esa noche agradecía que su marido estuviese cansado. Aun tenía la sensación de la boca de su vecino en su coño y deseaba mantenerla el máximo tiempo posible.

Estuvo viendo la televisión un rato aunque apenas podía concentrarse en lo que había en la pantalla pues su cabeza estaba en lo sucedido detrás de esa pared donde estaba la televisión. En su casa era una vida perfecta, amor como nunca se había imaginado, sexo con su marido que los dos disfrutaban mucho, era muy feliz. Detrás de esa pared, la casa en la que se sentía libre para vivir su sexualidad, quizás en ese momento su vecino también estaba viendo la televisión. Miró su sofá, allí era su lugar donde tranquilos se abrazaban Rodrigo y ella y veían películas juntos. Detrás de esa pared, el sofá de Braulio, allí donde se había masturbado, donde sentada le había mostrado su vagina desnuda a ese señor, en ese sofá lo había abrazado por primera vez. Se sonrojó al recordar que hacia escasamente una hora, en aquel sofá, su vecino le había comido el coño y lo había disfrutado muchísimo.

Se acostó aún con la sensación de la lengua de Braulio lamiendo cada pliegue de su vagina. Se durmió excitada deseando que fuera ya la mañana siguiente.

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