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Los cinco sentidos (séptimo capítulo)

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Estaba amaneciendo cuando Tania se despertó, no sabía que hora era pero escuchó a Rodrigo en la cocina. Se levantó y después de lavarse la cara se dirigió hacia donde su marido.

-Buenos días amor -se acercó adonde estaba sentado y lo abrazó por detrás y se besaron.

-Buenos días cariño -la miró con cariño, estaba hermosa así recién levantada. Inevitablemente se acordó de la extraordinaria sesión de sexo que habían pasado juntos hacía escasas horas. Desde que se habían casado sentía que aquella época era la mas intensa sexualmente y los dos disfrutaban de sus encuentros íntimos mas que nunca. -Has descansado?

-Si cariño, me dejaste muy relajada -le sonrió recordando que esa noche de nuevo había tenido bastantes orgasmos en los brazos de su esposo -Te amo cielo.

-Yo también te amo mi vida.

Cuando Rodrigo se fue, se dispuso a ducharse. Definitivamente creo que estoy convirtiéndome en una adicta al sexo, pensó mientras se ponía su ropa de deporte. Aún era temprano y pensó en Braulio.

Le fue fácil superar el muro para encontrarse en el jardín de su vecino y acto seguido ir al lateral de la casa. Levantó la maceta que Braulio le había dicho y bajo el paño de cocina alli estaba la llave. Entró en la casa con cuidado de no hacer ruido y de puntillas fue hasta el salón. Se desnudo totalmente. Escuchó la respiración de Braulio, señal de que dormía profundamente y eso le gustó. Se sintió inmediatamente excitada cuando al meterse en la cama y abrazarlo comprobó que también estaba totalmente desnudo. El cuerpo de ese hombre estaba caliente. Braulio se movió al sentir su abrazo y ella sintió un irrefrenable deseo de tocar su cuerpo. Sentido del tacto. Siéntete libre en esta casa.

Llevó su pequeña mano al pecho de ese hombre y lo acarició. Le gustó la sensación de acariciar aquellos suaves vellos. Acarició los pezones varoniles y escuchó como su vecino suspiraba. Le acarició el cabello, estaba despierto, en silencio, dejándola hacer. El cuerpo de Braulio se estremeció cuando su mano bajó por su estómago. Ella apoyó la mano sobre su pene y éste se endureció al momento. Se lo acarició, acarició su glande muy suavemente, pasó los dedos por toda la longitud de aquel miembro. Cuando abarcó con su mano los testículos de su vecino estos rebosaban por los lados. Mano pequeña, testículos grandes, era imposible acogerlos por completo. Estaba excitada descubriendo con su mano el cuerpo de aquel señor. Esta vez fue ella la que se estremeció al sentir la mano de su vecino acariciar su espalda, él también deseaba descubrir su cuerpo y ella se movió para facilitarle el trabajo. Suspiros, esta vez femeninos cuando aquella mano abarcó su pecho. Mano grande, pecho mediano. Sintió su teta totalmente dentro de la mano de ese señor. Ella presionaba los testículos, él su teta. Oscuridad total, solo disfrutar del tacto, sin verse. Tania flexionó una de sus piernas, si aquel hombre deseaba descubrir su cuerpo ella se lo iba a facilitar, acarició con su dedo el pene. Sintió la mano bajando y esta vez fue el dedo de él el que acarició su coño. Estaba empapado. Le gustaba aquel juego, era excitante, placentero. Tania agarró su polla y sintió aquella mano sobre su vagina. Si ella acariciaba el gordo glande, él le acariciaba el clítoris. Si lo masturbaba, él movía su mano sobre su coño masturbándola a ella. Gemidos cada vez mas intensos. Sexos mojados, calientes. Tania se retorcía de placer, él temblaba de gusto. Necesitaba correrse en la mano de aquel hombre. Sabía lo que tenía que hacer para conseguirlo. Agarró con deseo su polla y la comenzó a mover rápido, le estaba haciendo una paja y ella quería lo mismo. Y ese hombre metió sus dedos en ella volviéndola loca de placer. Se corrieron juntos mojándose las manos, mojando el colchón.

Se fueron a caminar como cada mañana, le comentó que esa tarde volvería a tener una nueva sesión con Estela. Sería a la misma hora.

-Le gusta el culo de mi amiga? Ayer se lo miraba mucho, me di cuenta eh!!

-Tiene un culo bonito, las dos tenéis culos hermosos.

-Pero el de Estela es, como dice ella, llamativo, siempre le dio vergüenza eso. -se moría de ganas por preguntarle que habían hablado la tarde anterior pero sabía que no podía, se lo había prometido.

-Le da vergüenza su culo? -recordó como aquella joven se estremecía cuando le masajeó las nalgas.

-Si, desde muy jóvenes lo decía. -Tania siempre había pensado que le gustaría tenerlo como ella.

-Y a ti te avergüenza el tuyo?

-No es tan llamativo.

-Te gustaría que te lo tocara yo? -había sentido que Tania envidiaba esa parte de la anatomía de su amiga.

-Si me gustaría mucho.

-Cuando caminas delante de mí mueves tus caderas exageradamente, creo que inconscientemente me estás diciendo que te lo acaricie.

-Si lo hago no es a propósito. No sabia que lo movía así -sintió reparo de saber que caminaba así -Que vergüenza!!

-Vergüenza ninguna joven. El cuerpo emite señales que ni siquiera nosotros mismos somos conscientes de ello.

-Ya, pero no sé.

-Tienes un culo precioso.

-Gracias!!

Cuando llegaron a casa se despidieron con un beso, Tania le dijo que le diera un beso de su parte a su amiga. Esa tarde tenia que hacer unos recados y no sabía si coincidiría con ella.

Estela llegó a casa de Braulio cinco minutos antes de la hora a la que habían quedado. Estaba haciendo café cuando sonó el timbre de la puerta. Le abrió enseguida.

-Pasa Estela. Estaba haciendo café, quieres uno? -se hizo a un lado para dejarla pasar.

-Si por favor, con un poco de leche. Puede ser?-se quedó de pie delante frente a él y se dio cuenta que la miraba detenidamente. -Todo bien?

-Si, todo bien. Te queda muy bien ese vestido -llevaba un vestido veraniego blanco que hacía destacar su piel morena, era discreto, por debajo de las rodillas y sin nada de escote.

-No sabia si ponérmelo, soy muy indecisa con la ropa que ponerme.

-Siéntate, hablemos sobre eso -cuando volvió de la cocina la vio sentada donde el día anterior -Ten tu café

-Gracias.

-Quieres hablarme sobre porque te sientes indecisa con tu vestuario? -Braulio se sentó en el otro lado del sofá.

-Es que nunca se que ponerme. Si me pongo vaqueros o legins mi pompis destaca mucho, creo que demasiado y me da rabia.

-Por que te da rabia?

-Porque ya sabe, los hombres parece que solo les interesa eso. No soy un trozo de carne. Y mi marido muchas veces me hace sentir así. Ayer cuando me dio el masaje sentía que hacía mucho tiempo que nadie me acariciaba por el hecho de hacerme sentir bien a mi.

-Te avergüenza tu pompis como le llamas tú?

-No se si es vergüenza, quizás si -nunca se había atrevido a decirle a nadie que sus nalgas eran su punto débil y que le encantaba darse palmadas en ellas -Es una parte de mi cuerpo especial para mi y si me lo miran, como esos chicos hacen cuando llevo ropa ajustada, me fastidia.

-Ayer sabes que cuando estabas tomando el sol pude mirar tu culo, era una situación que podría pasar en una playa. En la playa cuando te lo miran, te da rabia?

-Si, mucha. Y no sabe la cantidad de groserías que me dicen.

-Y cuando yo te lo miraba sentías rabia?

-No porque era distinto, usted lo miraba de una manera diferente.

-Antes dijiste que era una parte de tu cuerpo especial para ti. Por que lo dijiste?

-No se explicarlo…

-Adoras tu culo Estela y creo que lo que te da rabia es que esos chicos lo vean como algo más, sin darle la debida importancia.

-Cree que es eso?

-Estoy convencido de ello. Tu marido te acaricia el culo?

-Nunca lo hace, es un tonto.

-Creo que inconscientemente te molesta mucho eso y por eso se lo reprochas.

-Es que me gustaría que mi Andrés me lo acariciara, que lo agarrara, no sé.

-Ayer cuando yo miraba tu culo. Que sentías?

-Sentía su mirada y me gustaba mucho.

-Quieres continuar la conversación tumbada boca abajo?

Estela se quedó pensativa recordando el día anterior y lo que había sentido. Se giró despacio, acercándole un cojín, se lo ofreció para que apoyara su cabeza en él. Ella así lo hizo.

-Muchas veces pecamos de dar por hecho que nuestras parejas tienen que saber nuestros deseos. – Braulio le hablaba con calma y eso la relajaba -Alguna vez le has pedido que te acariciara el culo?

-No, nunca lo hice por vergüenza. Él ni siquiera sabe que es la zona de mi cuerpo mas especial para mi.

-Debes aprender a pedirle lo que desees. La comunicación es fundamental en el sexo de una pareja. Si no expresamos nuestros deseos surge la frustración. -sus manos la descalzaron despacio y comenzó a masajear sus pies. -Por que te avergüenza pedírselo?

-No lo sé. -al sentir el contacto de aquellas manos se sintió excitada y su voz era entrecortada.

-Si lo sabes pero bloqueas tu mente.

-Es que me da vergüenza que mi marido se entere que mis nalgas son demasiado sensibles, que son mi punto débil. -era una liberación estar diciendo aquello -Yo soy una mujer normal y no quiero que mi Andrés piense que soy una bicha rara.

-Claro que eres una mujer normal y tu marido no tiene que pensar mal de ti por lo que sientes o deseas. Nadie pensará mal de ti porque desees cosas diferentes.

-Usted no piensa mal de mi porque me pase esto?

-Jamás pensaría mal de ti y conmigo quiero que te sientas tranquila de decir lo que sientas, debes expresarte con libertad para quitarte de encima esa carga que te oprime durante años. Creo que tu culo es un tabú para ti.

-Nunca había hablado de mis pompis con nadie así.

-Pompis no, di la palabra con naturalidad.

-Bueno, de mi culo.

-Eso es, con naturalidad. Háblame de tu culo.

-No se que decir de él.

-Todo, dime todo sobre tu culo.

-Mi culo es demasiado sensible, cuando de joven mis novietes me lo tocaban yo sentía que me gustaba muchísimo y tenia que masturbarme al llegar a casa. Me sentaba en el suelo del baño y sentir las baldosas frías en mis nalgas me hacía estremecer y me tocaba allí, en el suelo. -por primera vez confesaba aquellas cosas -mis novios me tocaban la vagina, las tetas, a mi eso me encantaba pero también deseaba que me agarraran las nalgas pero no lo hacían casi nunca.

-Ayer cuando te las masajeé que sentías?

-No se explicarlo. Liberación de que sentir que me las masajeaba, podía sentir que las miraba de una manera distinta.

-Era admiración Estela.

-Admiración?

-Si – escuchar que aquel señor admiraba sus nalgas la hizo estremecer. -Tienes un culo digno de admirar.

-Tanto le gusta?

-Si, solo verlo uno puede percibir cuan sensible es.

-Puedo? -Estela llevó sus manos hacia el borde del vestido.

-Si, puedes.

-Gracias -subió el vestido hasta la cintura dejando su imponente culo desnudo.

-Espera -Braulio se levantó y volvió con dos almohadones que colocó bajo el cuerpo de aquella joven, quedando su culo levantado. Se sentó de nuevo y comprobó que en esa postura ni siquiera podía ver la cara de ella, solo su culo. -Estás cómoda?

-Si -se sentía muy excitada con esa posición. Sentía que sus nalgas eran las únicas protagonistas en aquel momento. Lentamente deslizó su braguita hasta la mitad de sus muslos.

-Así podré admirar tu culo como se merece.

-Gracias!!

Siguieron hablando durante un tiempo. El mirando aquellas nalgas, ella expectante por si ese hombre pondría sus manos sobre ellas, pero ese momento no llegaba y ella era lo que mas deseaba en esos instantes.

-Quiere tocarlas? -desesperada por su sensación de ser tocada se decidió a preguntárselo.

-Me gustaría mucho

-Hágalo por favor.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió aquel dedo rozar sus glúteos, ese señor estaba pasando la yema de su dedo por ellos, despacio, muy despacio ,como dibujándolos. Desde donde termina la espalda hasta el comienzo de su pierna, primero un glúteo y después el otro. Acariciaba por fuera, por la zona interior casi rozando su ano.

Braulio sentía una sensación indescriptible, aquella piel era suave. No podía apartar la vista de aquel culo. Después de varios minutos pasando su dedo suavemente por ambas nalgas, decidió dar un paso más y apoyó ambas manos en ellas. Las agarró con fuerza, una fuerza precisa que hizo que esa joven gimiera. Pudo comprobar que lo que le había confesado era cierto, aquel culo era muy sensible. Al contrario que la tarde anterior, en ese momento no era un masaje, eran caricias.

Estela estaba muy excitada, aquel señor le acariciaba las nalgas de una manera que nadie había hecho. Sentía como aquellas manos grandes las agarraban, sentía aquellos dedos hundirse en sus carnes como si de un alfarero moldeando barro se tratara. Sintió como ese hombre separaba sus nalgas y sintió vergüenza de sentirlas abiertas y saber que podía ver su ano pues nadie se lo viera nunca.

-Braulio eso no por favor.

-Te desagrada que separe tus nalgas y que mire entre ellas?

-Me da muchísimo reparo.

-No te preguntado si te daba reparo. Te desagrada?

-No, pero nadie me lo había mirado antes.

-Solo lo he visto yo? -ella afirmó con la cabeza, la excitación le impedía hablar mucho. -Tienes un ano hermoso. Todo el conjunto es digno de admirar.

Gimió de nuevo cuando sintió la yema del dedo rozar en ese punto tan íntimo. Se sintió inmensamente feliz al sentir como alguien podía tratar con tanta ternura a su tan ignorado ano. Ignorado por todos hasta ese día. Aquel señor se lo acarició despacio, con cariño. Su agujerito se abría y cerraba como agradecido por aquella muestra de ternura. Ella gemía excitada, estaba segura que aquellos almohadones donde tenia apoyada su vagina estarían mojados por los flujos que esta derramaba. Necesitaba frotarse contra ellos y comenzó a moverse. Primero despacio para, poco a poco, ir aumentando los movimientos de sus caderas. Su excitación la hizo moverse muy deprisa, fuerte. Aquel dedo masajeando su ano y aquellos almohadones eran la fuente de un placer intenso y se corrió. Se corrió entre espasmos de placer. Braulio la acarició para tranquilizarla, aquella joven estaba muy falta de cariño.

Tania terminó de hacer los recados, eran las seis de la tarde. Había aprovechado para hacer unas compras. Caminaba distraída cuando escuchó que alguien la saludaba. Casi se muere de la vergüenza cuando vio que el hombre que la saludaba era Carlos, el señor de la cafetería.

-Hola! Que sorpresa verte por aquí. Pensé que no te vería mas después de lo de la ultima vez.

-Hola señor Carlos -se puso nerviosa al tenerlo frente a ella. -Estaba haciendo unos recados.

-Vas muy cargada -llevaba varias bolsas en sus manos -permíteme que te ayude por favor.

-Fui a comprar algunas cosas y algunos regalos -sin darse ni cuenta aquel hombre le cogió las bolsas para ayudarla.

-Puedo saber que has comprado?

-Un libro para mi marido, un reloj para mi madre y ropa. Quería pedirle perdón por lo del otro día, como le dije estoy casada y me asusté.

-No te preocupes, lo entendí. – aquel hombre aceptó sus disculpas -Ropa para ti?

-Si, la ropa es para mi.

-Y que te has comprado? Puedo saberlo?

-Unos pantalones, camisetas y un biquini.

-Me encantaría ver como te queda ese biquini. Quieres venir a casa y vemos como te queda?

-Es que me da miedo, no le conozco y además estoy casada.

-Aunque estés casada a ti te gusta que te mire, a mi me gusta mirarte. Que mejor ocasión que esta para que volvamos a disfrutar de eso?

-Pero no sucederá mas que eso?

-Te doy mi palabra que no te pondré una mano encima. Vamos! -Carlos comenzó a caminar y ella lo siguió sin decir nada.

El piso de ese señor quedaba cerca, subieron en silencio. Tania se sentía nerviosa recordando como aquel hombre la había mirado aquellas veces en la terraza de la cafetería. Una vez en su casa Carlos apoyó las bolsas sobre una silla. Ella se quedó de pie frente a él sin saber que hacer.

-Coge el biquini. Puedes ponértelo en el baño, es esa puerta.

-Estoy muy nerviosa. -se acercó a las bolsas y sacó el biquini.

Cuando salió del baño vio a Carlos sentado. La miraba de arriba abajo, ella se acercó y él le ofreció una taza de café con leche.

--Siéntate como si estuviéramos en esa terraza.

-Tania se sentó frente a él y dio un sorbo a su café. La mirada de aquel hombre era descarada hacia sus piernas, hacia sus muslos. Sintió como la miraba entre las piernas y comenzó a sentirse excitada. Pies juntos y fue separando sus rodillas. Él la miraba entre las piernas y ella miró entre las piernas de él. En esta ocasión no iba de traje sino con un pantalón corto y vio como el bulto que se había formado entre las piernas de ese hombre era evidente. Imitando su gesto ese señor también separó sus rodillas.

-El otro día tus bragas blancas me permitían ver tu coño.

-Lo sé, transparentaban.

-El biquini te queda muy bien, pero me gustaba ver lo de debajo. -la mano de ese hombre estaba sobre su bulto, se lo acariciaba.

Estaba muy excitada y recordó la sensación de estar en aquella terraza mostrando su coño a aquel desconocido. Giró su cara hacia el otro lado de la sala y acercando su mano al biquini lo apartó. Estaba mostrando su coño a su admirador y lo escuchó suspirar.

-No deseas mirarme?

-Me da vergüenza.

-Mírame

Despacio volvió a mirar hacia ese hombre y lo que vio la dejó impactada. Se había bajado el pantalón y se estaba masturbando. Aquel pene estaba totalmente duro, era grueso, mas grueso de lo que ella había conocido en su marido y Braulio. Aquella imagen hizo que se vagina se empapara. Cuando vio como ese hombre agarraba su polla y comenzaba a pajearse gimió. Estaba excitadísimo viendo su coño y eso la excitaba a ella. Estaba cachonda. Aquel señor gimió cuando vio como la mano de ella se apoyaba en su coño y comenzaba a masturbarse. Ella lo hizo mirando aquella polla totalmente dura, él lo hizo mirando aquel coño joven totalmente mojado. Gimieron juntos, cada vez mas fuerte. Ambas manos se movían cada vez mas rápido. Se corrieron juntos, ambos eyacularon sobre la alfombra.

Tania se vistió deprisa, a pesar de la vergüenza le había encantado aquello. Cogió sus bolsas y se fue, sin decir nada. Sobraban las palabras.

De camino a casa decidió que tenia que contarle aquello a Braulio pues se sentía confusa, lo que había hecho en casa de aquel desconocido le había gustado mucho, había sido muy excitante, pero quizás había no era lo correcto. Necesitaba la comprensión de su vecino y volverle a escuchar que era su sexualidad y que debía vivirla plenamente.

Cuando llegó a la urbanización eran las nueve de la noche y seguramente Rodrigo aún no había llegado de trabajar. Entró al jardín de su vecino aprovechando que la puerta estaba aún abierta y llamó al timbre. Braulio tardó un poco en abrir.

-Hola joven, que sorpresa!

-Necesito hablar con usted -Tania iba a pasar sin esperar que su vecino la invitara a hacerlo pero el la frenó con cariño agarrando su brazo.

-Ahora no es buen momento, Tania.

-Braulio yo tengo que irme…. -Estela apareció desde el salón y se sorprendió de ver a su amiga en la puerta -Hola cariño, yo ya me iba a marchar.

-Hola Estela -Tania se sorprendió que su amiga aún estuviera alli, habían pasado cinco horas desde que había llegado -Venia un momento a preguntarle a Braulio una cosa de la oposición pero ya vengo mañana.

-Espera Tania -Braulio intentó retenerla pero ya se había dado la vuelta y se iba caminando para su casa.

Llegó a casa y se fue a su habitación. Su amiga había estado toda la tarde con su vecino. Que habían hablado tanto tiempo? Acaso su amiga estaba robándole su protagonismo en la casa de su vecino? Por primera vez sintió celos, celos de su amiga.

Esa noche con su marido hicieron el amor, follaron. Mientras lo hacían Tania no podía dejar de pensar en Braulio, en Carlos, en su esposo. Hombres diferentes, cuerpos diferentes, incluso pollas diferentes pero que cada uno y de maneras diversas la excitaban mucho.

-Cariño mañana no tengo que ir a la oficina, así no madrugaré y podremos estar toda la mañana juntos -Rodrigo la abrazaba después de un último orgasmo.

-Y eso? -tenía pensado ir a caminar con su vecino y así hablar con él, sería en otra ocasión.

-Vienen a cambiar el mobiliario y así será mas rápido si no estamos por el medio.

-Así puedes descansar. Y por la tarde tienes que ir?

-Si cielo, por la tarde si.

Se durmieron abrazados. Tania pensando que podría hablar por la tarde con su vecino aunque enseguida recordó que estaría Estela allí. En otra ocasión será, pensó fastidiada.

Eran las ocho de la mañana y Braulio salió de casa. El día anterior, cuando Tania había ido a su casa, ésta se había marchado de manera precipitada. Pensando si se había molestado al ver a su amiga allí, pues su rostro al verla asomar desde el salón había cambiado, durmió inquieto. Esperó impaciente hasta las ocho y media, supo que su joven acompañante de caminatas no iba a salir esa mañana pues ella nunca se retrasaba tanto.

Emprendió el camino él sólo. Sus pensamientos eran para su vecina y en todo lo que estaba viviendo con esa joven. Si para ella todo aquel mundo de los sentidos estaba siendo un descubrimiento increíble, para él, a pesar de sus años de experiencia también lo estaba siendo.

Y pensó en Estela. Aquella muchacha era un ser lleno de misterio, inseguridades. Era una hermosa mujer que podía sentir que estaba falta de cariño, que lo único que necesitaba era alguien que la supiera valorar. Por sus conversaciones pudo comprender que ella estaba realmente molesta porque su marido no sabía darle ese afecto que tanto necesitaba y no sabía apreciar su hermoso cuerpo, cosa que si hacían el resto de los hombres. Pensó en el culo de esa chica y se sintió algo avergonzado de sentir que al recordarlo estaba teniendo una erección.

Cuando regresó de caminar vio a Tania con su marido sentados en la mesa del jardín, estaban felices, sonriendo y dándose abrazos. Cuando la vio, creyó adivinar en su rostro que se puso seria al verlo. Había echado mucho de menos su compañía esa mañana y desconocía si a ella le pasaba lo mismo. Por que había ido la tarde anterior a su casa? Necesitaría sexo y no había podido atenderla? Esa tarde tenía que hablar con Estela y decirle que las sesiones de terapia no podían prolongarse tanto tiempo.

Decidió comer en el jardín como sus vecinos. Mientras lo hacía era inevitable mirarla disimuladamente. Varias veces se miraron y no le gustó nada el gesto triste en el rostro de ella. En un par de ocasiones la miró caminando cuando entraba en la casa a buscar algo y quizás fuese imaginación suya pero le pareció ver que movía sus caderas de manera provocativa.

La vio salir en biquini, con una toalla de playa en la mano que extendió sobre el césped. Rodrigo con el móvil en la mano no era consciente de aquella situación. Tania se tumbó con la cabeza hacia él y el culo hacia su vecino. Braulio miraba aquellas nalgas con miedo de ser descubierto y ella sentía su mirada en ellas. Se sintió excitada de recordar que a su vecino le gustaba su culo.

-Hola cariño -era Estela que la saludaba desde la calle -Que tal estás?

-Hola Estela -no pudo evitar saludarla con cierta frialdad. Que le estaba pasando? Era su mejor amiga -Bien, son ya las cuatro?

-Si, bueno son menos diez. Vas a estar después en casa?

-No lo sé, voy a ir hasta el centro. Estarás hoy también hasta tarde?

-No lo sé. Cuando salga paso por aquí para ver si estás. Vale?

-Vale.

Vio a su amiga entrar en el jardín de su vecino y como se saludaban. Los vio entrar en la casa, en su sitio donde sentirse libre y una punzada de celos se adueñó de ella.

-Cariño yo me voy a marchar -era Rodrigo que salía de dentro de casa.

-Me esperas un momento y me acercas hasta el centro?

-Claro cielo. Vas de compras?

-Si.

Le hubiera gustado darse una ducha antes de salir pero su marido la estaba esperando. La dejó en el centro y él se fue, avisándola que esa noche llegaría bastante tarde pues quería recuperar la mañana perdida en el trabajo.

Tania estaba insegura de hacer aquello que tenia en mente. Su malestar con Braulio y su amiga fueron determinantes para decidirse. Le había parecido que su vecino, miraba el culo de su amiga, cuando entró detrás de ella en casa?. Primero decidió ir a tomar un café y lo hizo en la cafetería adonde iba siempre. La mesa donde ella acostumbraba a sentarse estaba libre y pidió su consumición desde ella. Frente a ella, la mesa donde siempre se sentaba su admirador, también estaba libre. No era la hora habitual a la que se habían encontrado las dos ocasiones anteriores, quizás por las tardes ese señor no iba nunca allí. Echó de menos aquella sensación de sentirse observada por él.

Estaba con el dinero en la mano para pagar cuando lo vio aparecer. Iba vestido de manera informal con unas bermudas azules y un polo blanco, a pesar de su indumentaria veraniega estaba elegante. Sintió sus mejillas acalorarse al recordar lo sucedido la tarde anterior. En su retina se volvió a aparecer aquel hombre masturbándose delante de ella, recordó su polla totalmente dura al ver su vagina desnuda.

Al ver que se iba a levantar se acercó a ella. Caminaba con esa seguridad que solo dan los años y la experiencia.

-Hola señorita, que tal estás? Que agradable sorpresa encontrarte aquí.

-Hola señor Carlos. Bien y usted? -todo lo contrario que él, en Tania se percibía su vergüenza e inseguridad fruto de su juventud.

-Bien, contento de verte por aquí -se fijó en la ropa que llevaba puesta y en lo bien que le quedaba ese corto vestido. Miró hacia la mesa, hacia su mesa, y estaba vacía. -Ya te ibas a ir? Quieres que me siente en la mesa de enfrente?

-Ya iba a marchar – la idea de volver a verlo sentado frente a ella y mostrarse a ese señor era una idea muy tentadora.

-Adonde tienes que ir?

-No lo sé. Tengo la tarde libre. Si quiere tomar algo me quedo un rato.

-Me gustaría tomar algo y que te quedaras. Te puedo invitar a mi casa después de irnos de aquí?

-No se si es buena idea. Por ahora me quedaré aquí, vale? Iré un momento al baño, ahora vuelvo.

Entró en el baño y se bajó las bragas, metiendo su mano entre las piernas comprobó que tenia su vagina totalmente mojada. Decidió quedarse sin bragas pues deseaba sentir la mirada de ese señor directamente sobre su coño.

Cuando volvió a la terraza Carlos estaba sentado esperándola, ella se fue hacia su mesa. Esta vez no hubo periódico ni gafas de sol. Se miraron directamente. Se tuvo que morder los labios cuando separó las piernas y vio el bulto que se formó bajo las bermudas de ese hombre al ver que no llevaba bragas. Le excitaba mostrar su coño.

Cuando Carlos se levantó la miró, era una mirada de deseo, de súplica porque lo acompañara, era una invitación a vivir unos momentos de morbo de nuevo en su casa y ella se levantó aceptando aquella invitación . Caminó detrás de él hasta llegar al portal.

Ya en casa de ese señor ella le pidió si podía darse una ducha que había salido de casa apresurada.

-Siéntete como en tu casa por favor.

-Gracias

-Ven te enseñaré donde están las toallas

En el baño le explicó como funcionaba aquella moderna ducha. Una vez terminadas las explicaciones, puso unas toallas a su disposición. Se quedaron mirando unos segundos en silencio después de los cuales ella comenzó a desnudarse. Se desabrochó la blusa despacio, se la quitó y se deshizo del sujetador enseguida. Tenía los pezones durísimos, oscurecidos por lo que estaba sintiendo. Se bajó el vestido quedando totalmente desnuda delante de él. La miraba fascinado.

-Eres muy hermosa -le acarició la cara con dulzura y eso a Tania le gustó mucho.

-Gracias, es muy dulce conmigo.

Tania se giró y entró a la ducha. Se comenzó a enjabonar y le llamaba la atención el enorme bulto que tenía bajo las bermudas ese señor. Le gustaba mucho lo que sentía que provocaba su desnudez en los hombres.

-Me permites ayudarte?

-Vale.

Carlos desabrochó sus bermudas y éstas cayeron a sus pies, se quitó el polo que llevaba. Por primera vez lo vio desnudo. Era un hombre fuerte, su pecho poblado de numerosos vellos blancos delataban su edad. Al entrar en la ducha quedaron sus cuerpos muy próximos. Tania se estremeció de placer cuando sintió aquellas manos enjabonar sus pechos, lo hacía delicadamente. Era un tacto totalmente diferente a todo lo conocido hasta ese momento, aquellas manos eran de un hombre muy mayor, pudo sentir cada arruga de esas manos acariciando sus tetas. Enjabonó sus nalgas, sus piernas, tuvo que agarrarse a sus brazos cuando sintió que enjabonaba su coño. Buscó el bote de gel. Deseaba enjabonar el cuerpo de ese señor y lo hizo despacio. Gimieron ambos cuando comenzó a enjabonar los testículos y acto seguido la polla. Con la excusa de enjabonarse se estaban masturbando uno al otro.

Estaba totalmente mojada entre las piernas y no era por el agua precisamente. Carlos la abrazó con deseo, un deseo que ella percibió en toda su plenitud cuando el grueso pene rozó su coño. Primero fue un roce que enseguida se convirtió en frotamiento. No pudo evitar abrir sus piernas y se abrazó fuerte a ese hombre cuando comenzó a sentir que aquel gordo y caliente glande, con una ligera presión estaba abriendo su íntima flor sexual. Apoyó su cara en el pecho velludo y gimió contra él cuando se sintió penetrada por completo. Carlos se movía de una manera que inundaba de placer su cuerpo. Tania no quería pensar en nada ni en nadie, solo quería que aquel hombre no detuviera sus movimientos dentro de su vagina, pero inevitablemente pensaba en Braulio. Hubiera deseado que fuera su vecino quien la estuviera haciendo gozar de esa forma, que fuera Braulio el hombre que la llevara a cometer ese pecado de dejarse follar por otro hombre que no fuera Rodrigo. Los movimientos eran cada vez mas intensos, profundos, rápidos. Ahora gemían juntos y supo que estaban alcanzando el clímax. Sus uñas se clavaron en la espalda varonil, se estaba corriendo y sintió como ese señor comenzó a eyacular dentro de ella. Se estaba vaciando en su coño y aquella sensación provocó que su orgasmo se prolongara.

-Ha sido increíble Tania -la besó en la boca y ella aceptó ese beso como agradecimiento por el placer que le había hecho sentir.

-Nunca había sido infiel a mi marido – lo miraba avergonzada -Mi vagina nunca había sido penetrada por otro que no fuera mi esposo.

-Y te ha gustado?

-Si pero esto no puede volver a pasar. Espero que lo comprenda.

En ese mismo instante que Tania salía de casa de Carlos, Estela estaba en el baño de Braulio mirándose en el espejo. Giró sus piernas para poder ver sus nalgas.

Como los días anteriores, cuando entró en casa de Braulio, éste le ofreció algún refresco, café o infusión. Ella aceptó y le pidió una infusión. Se sentaron en el mismo sofá, uno en cada extremo y se miraron recordando lo ocurrido la tarde anterior.

-Que tal estás Estela? -como siempre, era él el que manejaba la situación.

-Bien, gracias. -se sentía avergonzada por lo sucedido y sus mejillas la delataban.

-Cuéntame, que has hecho hoy?

Estela le contó que había limpiado en casa, ido a hacer la compra y que poca cosa más.

-Andrés no te acompañó a hacer la compra?

-Mi marido tenia que trabajar. A partir de mañana, se ha cogido una semana de vacaciones que le pertenecen y los pidió en la empresa. Aunque casi prefiero ir sola.

-Y por que prefieres ir sola?

-Es que siempre está pendiente de si otros hombres me miran y si viene conmigo me siento en tensión. Un día casi llega a las manos con un chico.

-Vaya! Esa actitud demuestra su inseguridad.

-Cuando vas con tu marido usas la misma ropa que yendo sola?

-No, la misma no. Prefiero evitar problemas. Yo aunque vaya sola no voy con ropa provocativa pero me gusta ir guapa.

-Que consideras ropa provocativa?

-Ya sabe -hizo un gesto con la mano señalando sus pechos -Mis pechos son algo grandes e intento no llevar escotes. Y pantalones que no se ajusten mucho a mi pompis -recordó que ese hombre le había dicho que lo llamara sin pudor por su nombre -Perdón… a mi culo.

-Te gustaría poder usar pantalones ajustados?

-Siiii… Solo los pongo muy pocas veces. Me da rabia que me pase esto.

-Te gustaría que tu culo fuera diferente?

-Es que es difícil de entender esto. A mi me gusta mucho mi culo y que sea tan sensible, pero me da rabia no poder sentirme capaz de usar la ropa que me encanta por culpa de tenerlo así.

-Creo que sientes una relación de amor odio por tu culo. Me equivoco?

-Creo que tiene razón. No se como decir esto. -sus mejillas volvieron a ruborizarse.

-Quieres ponerte cómoda y continuar?

-Vale -Estela se levantó y descalzándose se tumbó boca abajo con los pies sobre los muslos de él. Él pudo observar que el pantalón que llevaba era flojo.

-Continua.

-Pues eso, creo que tiene razón. Cuando era adolescente recuerdo un día que por la rabia que sentía me pegué en las nalgas. Lo odiaba en ese momento. Me había comprado una minifalda para salir la noche anterior pero no pude por la vergüenza y lo hice. Me pegué y lo extraño es que sentí que me gustaba. Nunca he contado esto a nadie.

-Te avergüenza recordar que sentiste que te gustaba pegarte y por eso no lo has contado nunca?

-Claro, quien iba a comprender que me pase eso?

-Te sigue pasando?

-Si. A veces aún lo hago.

-Te sigues pegando? Te excita sexualmente?

-Si, lo hago a veces y siento que me duele y excita mucho.

-Te masturbas cuando lo haces?

-Si.

-Que piensas cuando lo haces?

-Que es mi Andrés quien me pega.

-Te gustaría que tu marido te diera esos azotes?

-Si.

-Disculpa un momento – el teléfono de Braulio estaba sonando desde la habitación – Ahora regreso.

Se levantó del sofá y se dirigió a contestar la llamada. Ella se quedó tumbada pensando en todo lo que estaba siendo capaz de confesar a ese hombre. Vio, sobre el sillón individual que había a su lado, los almohadones del día anterior. Tenían fundas diferentes y recordó como se había corrido sobre ellos, había dejado las anteriores fundas empapadas. La voz de Braulio llegaba desde el interior de la habitación.

Cuando terminó de hablar salió del cuarto y lo que vio le provocó una erección inmediata. La joven se había quitado el pantalón y su ropa interior. Estaba tumbada en el sofá con el culo totalmente levantado, pues había colocado los almohadones bajo su cuerpo. Se sentó de nuevo y no podía apartar la mirada de aquellas nalgas.

-No debes odiar tu culo -llevó su mano hacia él y se lo acarició recorriendo cada milímetro de aquellos redondos glúteos -Debes amarlo como se merece. Por qué lo has desnudado ahora?

-Deseaba poder enseñarlo y sentirlo desnudo después de hablar esas cosas. Sentía como si mi culo me pidiera que lo hiciera.

-Y al sentir mi mano sobre él, que te pide en estos momentos?

-Me pide que le deje hacer con él lo que usted desee. -la voz de aquella joven sonaba agitada, le costaba hablar.

-Tu culo te pide ser azotado?

-Si. No puedo evitarlo. – sintió una suave palmada en su nalga que la hizo estremecer -Azótelo por favor.

-Jamás te lo azotaré desde el odio o desde la rabia -la otra nalga sintió la mano caer sobre ella – Debes entender que si lo hago será desde el cariño que tu culo se merece y únicamente será para el placer que siente.

-Si, hágalo desde el cariño. -la voz era de placer que esas palmadas le estaban provocando.

-Y cuando tu te pegues será por placer, nunca desde la rabia.

-Eso es, siempre desde el cariño -los gemidos eran cada vez mas nítidos, Braulio pensó que aquella joven se estaba masturbando pero vio que sus manos estaban sobre su cara intentando ocultar su vergüenza por lo que sentía -Tu culo siente placer con mis palmadas?

-Muchísimo, no entiendo por que me pasa esto.

-No busques explicaciones, simplemente disfruta.

Las palmadas eran cada vez mas seguidas, mas intensas de fuerza. Los gemidos cada vez mas altos. Braulio a pesar del tono oscuro de aquella piel pudo ver cierto tono rojizo sobre ellas y pensó en parar aquello. Disminuyó la fuerza y el tiempo entre cada azote.

-No por favor. Siga dándole mucho cariño a mi culo, cariño con fuerza.

-Estás segura?

-Se lo está pidiendo mi culo.

Una palmada mas fuerte que todas las anteriores la hizo estremecer. La siguieron otras, fuertes, seguidas. Braulio estaba fascinado de sentir como aquella joven gemía con aquellos golpes. Se retorcía de placer. Con una mano abrió las nalgas, quería ver entre ellas la reacción de sus palmadas. Se sintió maravillado al observar que cada vez que su mano caía sobre las nalgas, el ano de aquella muchacha se contraía muy fuerte. Se puso cachondo contemplando como aquel ano parecía un corazón latiendo cuando los azotes fueron muy seguidos. Un grito de placer inundó la casa y Estela comenzó a temblar.

Tardó en recuperarse varios minutos. Había sido una sensación muy extraña alcanzar un orgasmo tan intenso sin tocarse, ni frotarse contra los almohadones, solo con aquella mano golpeando sus nalgas. Después de correrse sintió las manos de ese hombre acariciarlas con infinito cariño. Se ruborizó al sentir el almohadón empapado debajo de ella.

-Recuerda tu promesa, nunca mas debes sentir rabia hacia tu culo.

-No, nunca mas. Solo cariño.

-Si, mucho cariño. Ahora date una ducha -vio el reloj y eran las siete de la tarde, ya había hablado con Estela que las sesiones no debían prolongarse mucho mas de aquella hora.

-Es verdad, ya es tarde -al levantarse los dos se quedaron mirando el almohadón totalmente mojado -Que vergüenza me da Braulio.

-Vergüenza ninguna. Es solo la evidencia de que te ha gustado mucho.

-Muchísimo, gracias!! -ante la sorpresa de él, aquella muchacha le dio un beso en los labios y se fue hacia el baño.

Estela abrió el grifo de la ducha y se miró en el espejo. Tenía las nalgas coloradas y las marcas de los dedos de ese señor se mantenían sobre su piel. Se sintió feliz y después de muchos años por primera vez no sintió rabia hacia su culo. Cariño y adoración por esa parte de su cuerpo fue lo que sentía.

Al llegar a casa, Tania intentó estudiar pero le era imposible concentrarse. No podía quitarse de la cabeza lo que había hecho. Se sentía mal, culpable. Desde que su sexualidad había cambiado gracias a su vecino, algunas veces había pensado que si algún día era infiel a Rodrigo, sería con él, que solo se dejaría follar por Braulio y al final lo había hecho con otro.

Decidió dejar de estudiar y salió al jardín a tomar el sol. No podía quitarse de la cabeza lo que había sentido con Carlos, como se habían masturbado uno al otro. Se sintió excitada al rememorar como la polla de aquel señor la había penetrado, como se movía dentro de ella hasta hacerla correrse. Necesitaba ver a su vecino pero no quería sentirse como la tarde anterior si aún estaba su amiga alli. Tenía que esperar.

-Chochito mío, que tal estás? -era Estela que salía de casa -Poniendo el culete moreno?

-Hola Estela -se sentía mal por no poder evitar estar seria con su amiga -Bien y tu que tal estás?

-Estoy feliz cariño. Espera que voy para ahí. -cuando entró al jardín se acercó a ella y se tumbó a su lado para abrazarla. -Gracias por ser tan buena conmigo.

-Para, tonta -su amiga la daba abrazos y muchos besos -Que te pasa?

-Nada, que estoy contenta y hacía mucho tiempo que no me sentía así. Y todo te lo debo a ti.

-Yo también estoy contenta de verte bien -la verdad que le gustaba mucho ver a su amiga feliz pero no podía evitar sentir esos celos al pensar en lo que su amiga y su vecino harían dentro de la casa. -Hoy saliste antes.

-Si, me dijo Braulio que las sesiones serian mas cortas. Creo que ayer le dio rabia no poder ayudarte con lo de la oposición.

-Bueno, ya le preguntaré en otro momento -se sintió feliz de saber que Braulio le había dicho eso del horario mas corto a Estela, en ese momento deseó abrazarlo. -Quieres tomar el sol conmigo?

-Vale pero tienes que dejarme tu biquini.

Entraron en casa cogidas de la mano, cuando estaban juntas eran felices.

-Entonces te está ayudando mi vecino con la terapia?

-Si. Tenías razón y es un hombre que sabe escuchar y comprender -en ese momento se estaba quitando las bragas y al moverse para poner el biquini Tania le vio las nalgas.

-Estela!! Que te ha pasado? Tienes el culete todo marcado!! Te ha pegado tu marido?

-No -había olvidado que tenía marcadas las nalgas y se puso de mil colores al sentirse descubierta -Tranquila que Andrés no ha sido.

-Entonces? -una sensación de celos muy fuertes se apoderaron de ella -Fue Braulio?

-Si. Joder tía, que vergüenza!!!

-Te ha pegado?

-Ya te lo contaré en otro momento.

-No tía -intentaba que su amiga no se diera cuenta lo que estaba sintiendo -Cuéntame por favor.

-Es que me da muchísimo corte. Haber te lo cuento pero no pienses que estoy loca, vale?

Se tumbaron en la cama y Estela le contó un poco lo que desde hacía años le pasaba con su culo. Tania la escuchaba atenta, con curiosidad, no sabía que eso le podía pasar a alguien.

-Y te masturbabas dándote palmadas en el culete?

-Si, bueno, yo me las daba por rabia pero sentía que al final me excitaba y tenía que tocarme.

-Y no te dolió mucho que Braulio te pegara? -Tania no podía dejar de mirar aquellas marcas -Tienes los dedos marcados -no pudo evitar el recorrer con la yema de su dedo esas marcas.

-Para, tía!! -sentía sus nalgas demasiado sensibles.

-Te duelen? -era una sensación extraña ver aquellas marcas y tocarlas.

-Un poco, es que están muy sensibles.

Tania se levantó y volvió con un bote de pomada para los golpes. Cuando apretó el tubo y salió la crema fría su amiga dio un respingo.

-Que haces loca?

-Déjame echarte pomada porfa.

-Es que están muy sensibles y no se si es buena idea. Por qué quieres echarme pomada?

-No lo sé. Al verlas así me dieron ganas de cuidarlas.

-Eres muy buena conmigo pero me da vergüenza por lo que te conté de mi secreto.

-Me dejas? -la mano de Tania comenzó a deslizarse por una de las nalgas.

-Si, claro que te dejo.

La vergüenza se adueñó de ellas. Eran amigas desde niñas, jamás habían tenido pensamientos con otras mujeres, pues como siempre decían, eran muy heteros y les encantaban los hombres, pero en ese momento, una sentía vergüenza de sentir que le gustaba acariciarle las nalgas a su amiga y la otra sentía que le encantaba sentir aquella mano suave y pequeña extendiendo la pomada por su piel sensible.

-Tus nalgas son súper suaves.

-Y tu mano también

-Te gusta sentir mi mano?

-Si. Y a ti te gusta sentir mis nalgas?

-Mucho.

-Estamos locas tía. Eres mi amiga de toda la vida. -su voz sonaba tierna, sensual.

-Si fueras otra no sería capaz de hacer esto. Estás excitada?

-Claro y tu?

-También. Puedo quitarte la braga?

-Si, pero si te la quitas tu también.-Tania le quitó la prenda íntima a su amiga y Estela levantó la cara para mirar como hacía lo mismo con la suya -Quítate el sujetador también. Quieres?

-Vale -se quitó el sujetador y se quedó desnuda frente a su amiga, ésta miraba sus tetas y su coño -te gusta mirarme así?

-Si. – Estela se sentó sobre la cama y se quitó el sujetador. -Y a ti te gusta verme desnuda?

-Si -Tania miraba las tetas de su amiga -Tus tetas son mas grandes que las mías. – extendiendo el brazo le acarició uno de los pechos.

-Somos totalmente diferentes. Tu coño es rosadito y mas pequeño. -Estela extendiendo su brazo le rozó con el dedo entre las piernas

-Si – se sentaron una frente a la otra. Tania miraba el coño de Estela -El tuyo es mas grande -su mano buscó entre los muslos de su compañera y lo acarició. -Me gusta tocártelo, está muy mojado.

-El tuyo también está muy mojado.

Se miraban a la cara, las dos con las mejillas coloradas por la excitación y la vergüenza. Se masturbaron una a la otra y gemían excitadas. Ninguna sabría decir quien de ellas fue la que buscó la boca de la otra, quizás lo hicieron a la vez. Se besaron con deseo, con ansia. Se abrazaron con fuerza aplastando sus pechos. Sin dejar de besarse con las bocas muy abiertas, entrelazaron sus piernas. Las dos deseaban sentir el coño ajeno sobre el suyo. Cada una puso sus manos sobre las nalgas de la otra y se las acariciaban, hacían fuerza para que sus coños se juntaran. Dos coños totalmente diferentes pero igual de mojados, igual de deseosos por explotar de placer. Gemían sin pudor, la excitación era mas fuerte que la vergüenza. Sus coños resbalaban perfectamente uno sobre el otro.

-Estela me voy a correr.

-Y yo, Tania

Se movieron muy rápido, pegando sus cuerpos, sus coños, sus tetas, sus bocas. Sus coños eyacularon juntos, uno sobre el otro. Temblando juntas, Estela sintiendo aquellos chorritos de su amiga que golpeaban su clítoris y Tania sintiendo los de Estela sobre el suyo. No dejaron de besarse mientras el orgasmo alcanzó sus cuerpos. Se miraron sorprendidas, felices, exhaustas. Con cierta vergüenza después de lo que habían sentido miraron sus piernas mojadas, sus estómagos.

-Joder mira como hemos mojado todo.

-Ya. Me has hecho correrme mucho tía. -Estela miraba su coño totalmente mojado.

-Anda que tu a mi -Tania besó de nuevo a su amiga -Vamos a la ducha.

Se ducharon juntas y a ambas les fascinó enjabonar el cuerpo de la otra. Se secaron una a la otra y se tocaban como niñas que descubren un juguete nuevo. Se miraban con complicidad. Se sentían excitadas por lo que estaban descubriendo juntas.

-Tu coñito es súper bonito -se lo acarició con delicadeza con la yema del dedo.

-Pues a mi me parece muy bonito el tuyo así morenito -Tania hacía lo mismo con el de su amiga. Aquella caricia en su vagina la estaba poniendo cachonda -Para por favor, estará a punto de llegar Rodrigo y me está gustando mucho tu caricia.

-Perdón, no había visto la hora.-cogió su vestido y le dio un beso en los labios a su amiga -Vamos a vestirnos.

-Si y voy a echar a lavar esto -la ropa de la cama estaba en el suelo -Eres una meona.

-Tania!! Eso no es pis -estaba sonrojada de nuevo -Y además tu también echaste mucho, me dejaste perdida.

-Se que no es pis tonta -la abrazó por la espalda -Y si eché mucho fue por tu culpa.

Tania se fue con la ropa y Estela se quedó pensando en la locura que acababan de hacer juntas. Pensó en lo mucho que había mojado la cama, su amiga había ayudado a dejar esa ropa empapada, y recordó el almohadón de Braulio. Sonrió pensando que era algo nuevo para ella, pues con Andrés mojaba algo pero no tanto, que era algo que le estaba gustando demasiado.

-Mañana quieres venir a comer? -su amiga la había abrazado de nuevo por detrás.

-Quieres que venga?

-Claro, sino no te lo diría tonta. No vengas muy tarde porfa

-Vale -se giró y se abrazaron ahora de frente agarrándose por las cinturas -Y por qué quieres que venga pronto? -se miraban con picardía.

-No se, así podemos estar juntas mas tiempo -las pequeñas manos de Tania le acariciaban las nalgas a su amiga -Si quieres claro.

-Claro que quiero -ella hizo lo mismo y acariciaba las nalgas de Tania -Estamos locas, que nos está pasando?

-Creo que estamos salidas -se fundieron en un morreo intenso, se comían las bocas con deseo.

-Yo también lo creo. Mi Andrés me tiene a dos velas y pasa lo que pasa.

-El se lo pierde.

Escucharon la puerta de la calle abrirse y se separaron de golpe. Se rieron por la reacción.

-Cariño, estás? -Rodrigo la llamaba.

-Estamos aquí amor -salieron de la habitación de la mano, era algo normal entre ellas – le estaba enseñando a Estela mi nuevo biquini.

-Hola Estela, que tal estás?

-Bien y tu que tal estás Rodrigo?

-Bien, estos días están siendo un poco duros de trabajo pero no hay queja.

-Me alegra que estés bien. Bueno, yo ya me iba que es tarde.

-Acuérdate, mañana comemos juntas.

-Si, tranquila que no me olvido. Chao Rodrigo. -Estela salió de la casa y estaba muy contenta, había sido una tarde llena de acontecimientos imprevisibles que le habían encantado.

-Mañana la invité a comer cielo. Tu estarás? -ella sabía perfectamente que su marido comería fuera.

-No, ya te dije que esta semana comeré fuera. Lo recuerdas?

-Si, es verdad -Tania lo abrazó y aún sentía en su cuerpo los efectos que los besos y las caricias en las nalgas de su amiga, le habían provocado -Estás muy cansado?

-Depende de para que -sentir a su mujer tan deseosa le gustaba mucho, últimamente la sentía mas excitada de lo habitual y eso a él le ponía cachondo -Por qué lo preguntas?

-Me apetece follar cariño -cogió la mano de su esposo y la puso sobre su braga, estaba empapada-Ves como estoy?

-A mi también me apetece follar mi vida.

Estuvieron un par de horas en las que disfrutaron intensamente. Cuando Rodrigo se quedó dormido, ella se quedó abrazada a él pensando. Recordó lo sucedido durante el día y se inquietó por los derroteros que estaba viviendo y la incertidumbre de su futuras vivencias sexuales.

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