Esta aventura comenzó sin planearlo, sin pensarlo y dejando que las cosas se dieran por sí solas. Compañeras de otra área en donde trabajo me invitaron a celebrar el cumpleaños de una de ellas, para el viernes de esa semana. Sin preguntar más detalles, les dije que sí; nos iríamos el viernes saliendo del trabajo, por la tarde-noche. Me dijeron que la intensión era divertirnos y pasarla bien entre amigas, así que no quise dejar pasar la oportunidad de divertirme un rato con ellas.
Ese día, le dije a mi marido que llegaría un poco tarde, que iría a celebrar el cumpleaños de una compañera, que no se preocupara si no llegaba temprano. Me preguntó como a qué hora regresaría y le dije como a las doce de la noche. Me Respondió que sí, que aprovechara para pasarla bien, me dijo que él saldría con sus cuates a tomar unos tragos. Le contesté que estaba bien, que se cuidara.
Al día siguiente, al terminar la jornada (a las 6 de la tarde), fuimos a un lugar por la Roma. Al llegar noté que era ameno y bullicioso el ambiente. Fuimos 12 personas: 5 mujeres y siete hombres, lo cual me extrañó porque pensé que iríamos puras mujeres, pero en fin, conocía algunos de ellos y a otros no. Celebrábamos alegremente y empezamos a bailar. A mí me gusta mucho y de inmediato accedí gustosa cuando me invitaron a la pista, la canción de Willy Colón “Estrella de televisión” era como para no dejarla pasar. El compañero que me sacó sabía bailar bien, disfrutaba el baile alegre. Continué bailando con otros compañeros disfrutando de la cadencia de sus movimientos. Hasta ese momento todo iba normal, aunque me di cuenta que algunos de ellos estaban muy "atentos conmigo". Ese día me vestí un poco coqueta, de falda un poco corta, zapatos altos, medias de liguero y una blusa semitransparente; vestía sexy, llamaba la atención sin mayor exageración. A las 9 de la noche, compañeras y compañeros, se veían muy alegres, ya llevaban varios tragos y a decir verdad yo también.
Al sentarme, algunos de los compañeros se acercaban a platicar y desinhibidos sentía como pegaban sus piernas a las mías. Cuando esto sucedía, intentaba separarme, pero insistían, no se quitaban. Platicaba con quien se me acercara, seguíamos tomando y bailando. Yo creo que con las vueltas al bailar se me veían las medias de liguero que llevaba y me parece que eso hizo que se calentaran. A las 11 de la noche todos estaban alegres. La plática con algunos de ellos subía de tono. Yo trataba de salir de esa situación bailando; sin embargo, ya tomados empezaron a ser más sugerentes y pegaban su cuerpo al mío, de manera discreta pero intencionada. Se insinuaban y yo me hacía la tonta, pero era obvio que querían más. El tiempo pasó volando sin darme cuenta de la hora, me sentía bien, algo tomada, a pesar de las insinuaciones de mis compañeros.
Eran cerca de la una de la madrugada y para esa hora, algunas de las compañeras ya se habían ido. Yo me quise ir con ellas en ese momento, pero no me dejaron los demás. Acepté y les dije que me quedaría un rato más. Me sentía mareada y decidí quedarme sentada para recuperarme, pero mi amiga me ofreció otro trago y brindó conmigo para celebrar su cumpleaños. Ella ya estaba un poco tomada y se veía que traía ganas de pasarla bien. Cerca de las 2 de la mañana, éramos mi amiga, cuatro compañeros y yo. Dos de ellos de sentaron junto a mí, uno de cada lado y como ya estaban tomados, sin inhibición me platicaban y decían cosas para seducirme: que estaba muy guapa, que me veía muy bien, que bailaba muy alegre, entre otras cosas.
El baile seguía y no perdían la oportunidad de sacarme. En cierto momento, uno de ellos me saco a bailar una calmada y sutilmente, pero de inmediato, me pegó a él y pude sentir su bulto. Intenté separarme, pero se volvía a pegar. Yo volteaba a ver que no nos vieran, pero estaba un poco oscuro y había otras parejas bailando, por lo que era difícil que nos vieran. Entre resistencias y no, por el alcohol que había ingerido, complaciente lo dejé hacer. Me cachondeó toda la canción. Con sus brazos en mi cintura y mis brazos tomando sus hombros, durante cuatro minutos y en medio de una plática insulsa, de manera suave y sutil me estuvo frotando su bulto y rozando mis senos. Me encendió mucho esa situación, me excitó demasiado.
Terminó la pieza y nos sentamos. Los dos compañeros se volvieron a sentar junto a mí. Mientras hablaba con uno de ellos, el otro me tocó la pierna con su mano por debajo de la mesa, sorprendida volteo a verlo y me dice, perdón. Por mí estado de ánimo y los tragos encima, sólo le sonreí y no le di mayor importancia.
El juego estaba encendiendo mis instintos sexuales, no busqué esta situación, pero mi presencia a esa hora y las condiciones en las que estaba provocaban, incitaban a que sucediera. Los dos eran hombres casados, con familia, formales, pero para ese momento actuaban con liviandad, sus actos rebasaran los límites de lo prohibido. Yo me erotizaba, su juego de seducción alimentaba mi ego, me sentía deseada y eso me excitaba. Competían por mi atención, provocaban escenarios cachondos, querían saciar su sed de sexo furtivo. Con la incertidumbre de lo que fuera a suceder, permití que las cosas tomaran su curso.
Seguí platicando con el otro y momentos después volví a sentir la mano en mi pierna. No volteé ni dije nada, no había mucha luz y con el que platicaba no veía nada. Sin moverla, dejó su mano en mi pierna unos minutos, poco después la empezó a acariciar. Lo dejé hacer, empezó a subir la mano hasta llegar al borde de mi falda e intentó subirla más, pero discretamente se la retiré. Momentos después, la volvió a poner y lo deje hacer, llegó hasta el borde de mis medias intentando explorar más, pero yo tenía las piernas cerradas. ¡Qué situación más erótica! Por un lado, uno trataba de seducirme con su plática y por el otro, me acariciaban mis piernas.
Con el que platicaba, me hablaba de su forma de pensar respecto a las relaciones, del sexo, entre otros temas candentes. Yo le decía que era casada, con dos hijos y le sorprendió eso. “Le encantó” mi actitud liberada, porque a pesar de ser casada y con hijos, andaba divirtiéndome a esas horas sin ningún problema. Era evidente que ambos querían más y yo estaba excitada; deseaba algo más, pero no estaba segura. Me sirvieron otra copa, brindamos y con el que platicaba, me volvió a sacar a bailar otra calmada y de nuevo hizo lo mismo. Esta vez lo dejé actuar más, se estaba fajando rico conmigo. Con ciertas dudas pensaba entre mi hasta donde llegaría, un poco me detenía el no saber cómo iban a reaccionar después si pasaba algo, que fueran a contar lo sucedido, no sé, con incertidumbre, pero excitada estaba por tomar mi decisión. Mientras tanto, este cuate casi toda la canción se estuvo pegando y por momentos se restregaba, la tenía parada y muy dura.
Caliente, regresé a mi lugar. En cuanto me senté, el otro bajo su mano y me empezó a acariciar la pierna, lo dejé hacer y subió su mano. Abrí las piernas y llegó al borde de mis pantaletas. Lo dejé que hurgara en mi entrepierna. Con sus dedos me acariciaba mi vagina, la cual estaba caliente y húmeda. Con el que bailé, ya sin tapujos, me preguntó si me había gustado lo que sentí al bailar. Me hice la tonta y le respondí que de qué hablaba. Me volvió a preguntar si me había gustado y reí, queriendo escapar me pegué más a la mesa para que no se notara que me estaban metiendo mano. Intenté retirársela, pero volvió a insistir y lo dejé que hiciera. Me estaba acariciando, rosando mi tanga entreabierta; mi vagina estaba mojada, toda húmeda.
Con el que platicaba, me preguntó que si quería sentir algo rico. Le respondí, de qué hablaba. Me dijo, permíteme tu mano, la tomó y la puso en su bulto. Sorprendida, volteé a ver si no me veía alguien, pero con las luces tenues no se veía lo que hacía y me hacían. Dejé mi mano ahí y me preguntó que qué tal la sentía; sonreí y me dijo acaríciala. Empecé a apretar sobre el pantalón y se puso más dura. Excitada, se la apretaba con fuerza, él estaba muy caliente ya que sentí húmedo su pantalón. Yo estaba tomada y muy caliente en medio de dos cabrones. El que me manoseaba quizo meter sus dedos y el otro se bajó el cierre de su pantalón. Tomé el resto de mi bebida, que era medio vaso de un sólo trago. Uno de ellos me metió un dedo en mi vagina y al otro le metí mi mano a su pantalón para sentir su verga parada. Estaba muy caliente y sentía que iba a explotar, por lo que les dije que iba a ir al baño. Al dirigirme al sanitario se me acercó un desconocido y me dijo que estaba muy rica, no le hice caso y me seguí al baño. Un rato después, al salir el tipo estaba ahí y me dijo que si podía bailar con él. Para bajar mi calentura y calmar a los otros le dije que sí, pero yo creo que se dio cuenta de cómo me habían bailado y quiso hacer los mismo. Se me pegó de repente por atrás, unos segundos y sentí su bulto duro. Me separé y seguimos bailando. Al final, de frente se volvió a pegar sintiendo su cosa dura y me agradeció con un beso cerca de mi boca el que le haya dado chance y eso me calentó más.
Cuando regresé a mi lugar mi amiga ya se había marchado. Sólo estaban los dos cuates con los que compartía. Querían que me volviera a sentar entre ellos, pero mejor les dije que bailáramos. Uno de ellos se paró presuroso me tomo de la mano y me sacó. Luego se me pegó y sentí su bulto duro, lo separé, pero insistió y como andaba caliente lo permití. Había varias parejitas y estaba semioscuro, por lo que lo dejé hacer. Se pegó y se empezó a frotar con ansiedad, bajo sus manos a mis nalgas las sobó unos momentos y me pegó a su bulto que lo tenía parado y duro. Le quite sus manos, pero siguió pegado. Me empecé a frotar yo. Disfrute por delante y por detrás de su palo.
En algún momento me tomó mi mano y la puso en su bulto, se lo empecé a acariciar con mucho deseo. Por un rato estuvimos así hasta qué acabó la canción. Sentí muy húmedo su pantalón, no sé si se vino, pero me dijo que iba al baño. Regresé a la mesa y me senté junto al otro compañero, brindamos y al acabarme el trago metió su mano entre mis piernas y empezó a acariciar mi vagina, me tomó la cara y me beso. Se separó y me dijo que quería estar a solas contigo. Sonreí y le dije dudosa, no sé. Si quería ir, pero dudaba, estaba caliente y mareada. Me sirvió otro trago y me tome un buen sorbo. Llegó el otro compañero y anunciaron que iban a cerrar el lugar. Eran las tres de la mañana. Pensé que la campana me había salvado. Platicaron entre ellos, supongo para pagar la cuenta y les dije que iba al baño. Me arreglaba y pensaba que iba a pasar después. Me querían coger, pero no sabía con quién.
Dispuesta a dejarme llevar por el deseo, salí del baño y me encontré al desconocido de frente, supuse que me estaba esperando. Se me acercó, me abrazo por la cintura y me apretó con él; sentí su palo muy duro, me besó y me agarró mis nalgas. De lo mareada que estaba no pude reaccionar. Se separó y me puso un papel en mis senos. Se dio media vuelta y se fue. Me dejo atontada y más caliente. Saqué el papel y pude ver que era el número de su cel. Lo guardé y me dirigí a la salida. Haciéndome la tonta les dije que me pidieran un taxi. Uno de ellos llevaba coche y me dijo cómo crees, te damos aventón. Acepté y me subí en la parte de atrás. Ellos iban adelante. Entre el alcohol y nuestra excitación, la plática era sugerente y de doble sentido, llena de cachondeces.
Totalmente desinhibida me prestaba a su juego: reía a sus bromas, respondía sugerente al doble sentido en sus palabras, trataban de calentarme más de lo que ya iba, entre comentarios picantes y risas de complacencia. Recorríamos las calles en medio de nuestro alboroto, en cierto momento detuvieron el auto para que uno de ellos se pasara atrás y continuamos con el recorrido. De repente el que iba junto a mi cruzó su brazo por detrás de mi espalda y me acercó a él. Me tomó la cara y me empezó a besar con mucha pasión, con lascivia metía su lengua en mi boca y sin el menor recato metió su mano entre mis piernas. Caliente lo deje hacer, me agasajaba todas las partes de mi cuerpo.
Tocaba obscenamente mis senos, piernas, nalgas, mi vagina, todo cuanto podía. Durante un rato, el que manejaba, nos paseó por calles transitadas mientras me fajaban impúdicamente, de reojo veía coches y personas cerca de nosotros, luciendo como me disfrutaban, exhibiendo el trofeo que llevaban. En un intento de cordura, reaccioné y me fijé si no éramos observados desde afuera, pero en ese momento no, transitábamos por calles que estaban solitarias. Inmersa en esa vorágine de caricias obscenas y con lo tomada que iba, me dejé llevar disfrutando el momento. Cuando reaccioné, estábamos entrando a un hotel. Sorprendida les dije que a donde me llevaban. Burlones me dijeron que al cielo.
Fue a un motel donde me llevaron en la Roma. Antes de entrar pude observar que había sexoservidoras a su alrededor. Metieron el coche y el que manejaba se pasó a la parte de atrás. Entre los dos me estuvieron metiendo mano por todos lados, desesperados me besaban y acariciaban mis senos, mis piernas, mis nalgas, todo obscenamente. Como estaba tomada y caliente los dejé hacer, dejé que me metieran los dedos en mi panocha, me chupaban los senos con desesperación dejándome marcas en ellos. Me empezaron a decir palabras fuertes, como: “que rica estás putita, venías preparada para esto, te gusta la verga verdad puta, te vamos a tratar bien puta, se ve que eres una caliente…” Mientras escuchaba esas expresiones, les sobaba el palo por encima del pantalón. Aunque luego se las sacaron y se las estuve jalando. En algún momento uno me pidió que se la chupara, me incline y se lo empecé hacer. Como le di la espalda al otro, me empezó a acariciar y a besar mis nalgas. Estábamos muy excitados los tres. Yo me dejaba hacer. En el coche el espacio era reducido, pero ahí me tenían los dos agasajándose conmigo. El de atrás me empezó a nalguear y el de adelante me tomaba de la cabeza para meterme toda su verga en mi boca.
Estaba muy excitada, los dos me agasajaban sin contemplaciones. Yo gemía con los dedos entrando y saliendo por un lado y por el otro de mi boca entraba y salía el palo del otro. “Qué sabrosa te vez con tus medias de liguero, tus bragas abiertas, tan seria que te ves en la oficina, eres una cachonda, ya venías preparada para esto verdad putita, venias a qué te cogieran…” me decían. Les dije que sí, que me encantaba la verga, que me gusta que me cojan sin más, que estaba ahí para complacerlos, como toda una puta, como las que estaban afuera, como ellas quería que me trataran. Para ese momento estaba desaliñada, mi falda hasta la cintura, mi blusa desabrochada y mi brasier debajo de mis senos. Reaccioné por un momento y les dije que subiéramos a la habitación. Gustosos me llevaron cargando, por lo excitada, pero sobre todo por lo mareada que iba. Me recostaron en la cama, hablaron un poco y uno se dirigió al baño y el otro tomo el teléfono y pidió unas bebidas. Me incorporé y aproveché para colocar una pequeña cámara para grabar el momento.
Pregunté la hora: eran cerca de las cuatro. Decidí hablar a mi marido, me contestó y noto que está tomado, me preguntó qué en donde andaba. Le dije que con unas “amigas”, que no se preocupara que me iban a llevar. En eso se me acercó uno de ellos por atrás y me abrazo, me intenté separar, pero no me dejó. Me dijo al oído que siguiera hablando con él. Uufff, a los hombres les encanta esta situación perversa, sentirse los cabrones que le ponen los cuernos a mí marido, a todos les ha gustado. Mientras lo hacía, se empezó a restregar en mis nalgas y a masajear mis senos. Yo le hacía preguntas tontas a mi esposo mientras el otro me disfrutaba. Excitado por la situación, este cuate se saca la verga, me levanta la falda y la coloca en medio de mis nalgas. La intenta meter y gimo levemente. Me empina más y la acomoda en la entrada de mi vagina, la tenía grande, empuja un poco y me hace gemir. Sigo platicando con mi marido y siento como la va a meter toda. Me muerdo los labios para no gritar y en eso tocan la puerta. Eran las bebidas.
Me volteo para no ser escuchada, en eso me acercan una bebida. Choco el vaso y lo escuchó en el ¬ mi esposo y me pregunta que si sigo tomando y le digo que sí. El cuate se vuelve a poner detrás de mí, me sube la falda y me empina, acomoda su verga para metérmela, la frota en mi vagina. La siento dura y caliente. Sigo hablando con mi marido. Pone su cabeza en la entrada de mi panocha, me empinó un poco más levantando mis nalgas, la mete un tanto y luego me la deja ir toda de un golpe. Me mordí los labios para no gritar. Me empezó a bombear con fuerza y yo jadeaba un poco. Mi marido me preguntó que por qué respiraba así, le dije que subía escaleras, que por eso jadeaba. Me agarro las nalgas y me la metió con fuerza que me hizo gemir fuerte y le dije a mi marido que ya me había cansado de subirlas. Me bombeaba con fuerza, sus huevos chocaban con mis nalgas, trataba de contener el aliento para no gritar de placer. Me dio un par de fuertes nalgadas que las escuchó mi esposo y me preguntó ¿qué fue eso? le dije que alguien había aplaudido. Mi voz era entrecortada y con exhalaciones. Cada vez con más fuerza me dejaba ir su verga este cuate y yo gemía levemente y mi voz se oía extraña, por lo que le tuve que decir a mi esposo que le iba a “colgar”, porque iba a entrar al baño. Puse mis manos sobre la pared, para apoyarme, mientras me la metía por atrás con mucho deseo, mucha lujuria.
Empecé a gemir con intensidad, me comenzó a nalguearme y a decir cosas obscenas: ¿te gusta cómo te la meto puta?; te gusta ponerle los cuernos a tu marido cabrona; te gusta la verga putita; tienes unas nalgas muy sabrosas; eres una puta muy rica… y demás obscenidades, mientras me nalgueaba. Yo le decía excitada que sí, que me gustaba andar de puta buscando verga de cabrones, que me gustaba la verga, que me gustaba que me trataran como una puta, que me gustaba que me la metiera como me lo hacía… gemía gritando mientras me la metía y nalgueaba con lujuria. Oí como el cuate que estaba en el baño vomitaba, estaba alcoholizado. Jalándome de los cabellos hacia atrás me pregunto que: en dónde quería que me echara sus mocos, donde los quieres putita, quieres que te los eche dentro de tu panocha putona, quieres mi leche en tu panocha cabrona, quieres sentir mis mocos calientes llenando tu panocha puta… Le dije que si, que me echara sus moscos en mi panocha, que me la llenara de leche, si cabrón lléname de tus mocos, lléname de mocos como una puta…
Con gritos de placer y diciéndome obscenidades, aceleró sus movimientos y entre gemidos terminó dentro de mi. Se vació completo, me dejó mucho semen que se empezó a escurrir entre las piernas. Jadeando los dos recuperamos nuestra respiración. Se quedó unos momentos más dentro de mi sobándome las nalgas. Me preguntó qué si me había gustado y le dije que mucho. Se separó y yo me recosté en la cama recuperándome, se fue al baño a limpiarse y supongo que a checar a su amigo. Tome unos pañuelos desechables para limpiarme el semen que escurría. Los escuché platicar y reír. Minutos después, salió el cuate que se puso mal, me ofreció disculpas, le dije que no se preocupara. Me levanto, me abrazo y me dijo que íbamos a recuperar el tiempo perdido. Me empezó a besar y a acariciar mi cuerpo. Me empezó a agarrar las nalgas, pegándose a mi cuerpo. Ahora me toca a mi mamacita, me toca meterte mi verga. Me metió su mano debajo de mi falda, hurgando entre mis piernas. Se las abrí un poco y me metió dos dedos. Luego se sacó su miembro, me recostó boca arriba, me levanto las piernas y me metió su verga con fuerza de un solo empujón, con mucho deseo y desesperación. Me hizo gritar, sentí su palo grueso, duro y muy caliente.
Empezó a bombear haciéndome gemir, me dijo que si me gustaba su verga y le dije que si, le pedí que se moviera más rápido y hasta el fondo. Así lo hizo y yo gritaba de lo que sentía, te gusta la verga mamacita, me pregunto y le dije que mucho. Te gusta que te la metan varios puta, te gusta probar varias vergas cabrona, eres toda una zorra mamacita… Siii… me gusta que me cojan así, que metan la verga como va, soy una caliente, cógeme como quieras cabrón, para eso estoy aquí… Al oírme decir esto, su excitación aumentó y también sus movimientos. Siguió metiéndomela con ímpetu hasta que se vino, volviéndome a llenar de mocos mi panocha, eran tal que parecía que se estaba meando con todo su palo duro hasta el fondo, haciéndome grita de placer, se vació todo. Era tal mi excitación que también me vine entre gritos de placer. Terminó de vaciarse, se la sacó y me puso su verga en la boca, quería que se la limpiara. Se la mamé limpiando el semen que tenía embarrado en su palo. Se la mamé de la cabeza hasta sus huevos, dejándosela limpia. Se separó y se fue a tomar su trago. Me trajo a mi otro y brindo conmigo, sentándose junto a mí. El otro se acercó y brindo también sentándose del otro lado. Nos terminamos las bebidas y me sirvieron otra, les dije que ya no, que estaba muy tomada y ya no quería, pero insistieron y volví a brindar. Me sentía muy borracha, me daba vuelta todo, pero a la vez muy caliente.
Me empezaron a acariciar lascivamente otra vez los dos. Me besaban, me chupaban mis senos dejándome chupetones, me metían sus dedos en mi vagina, tenía las piernas abiertas. Eran pasadas las cinco de la mañana. Me empezaron a decir otra vez vulgaridades: Que rica estás putita, te gusta que te cojan verdad puta, no te dicen nada en tu casa verdad zorra, te vistes para andar de puta, tan seria que te vez, te gustan las vergas… y así cosas por el estilo. Yo les decía que si, que era tan puta como las que estaban afuera, que por eso me habían llevado ahí. Sentí como sus palos iban creciendo poco a poco mientras me fajaban. Entre mi mareo y mi calentura, me sentía muy excitada y me dejaba hacer. Me dieron más de beber, ya no quería, pero insistieron, estaba muy tomada. Me preguntaron que si a mi marido no le preocupaba que anduviera de puta y les dije que no sabía. Me pidieron que le hablara, pero me negué, siguieron insistiendo y les dije que si pero que no me comprometieran.
Me prometieron que si. Le marqué a mi marido mientras se agasajaban. Me contestó y como dije se oía tomado, me preguntó ¿qué tal te la estás pasando mi vida? le dije que bien, que me la estaba pasando super, pero que le hablaba para decirle que ya iba para la casa. Mientras le decía eso, uno de ellos me dio su miembro para que se lo chupara, en tanto que el otro me metía sus dedos en mi vagina y me hacía más chupetones. Con la verga succionándola y lamiéndola con mi boca y mi lengua, me atragantaba por momentos cuando la quería meterla toda, le hablaba a mi esposo sin pronunciar bien las palabras (y lo tomada que estaba), no me entendía él. Me dijo que me oía hablar raro, a lo cual le respondí que estaba chupando una paleta, en eso la empecé a succionar fuerte la cabeza de la verga y a lamerla haciendo chasquidos para mostrarle como chupaba mi paleta. Los dos cuates se rieron por lo que hacía y decía. Por unos diez minutos estuvimos así, con ruidos al chupar esa verga y gemir cuando me metían los dedos en mi panocha. A ellos, les causó morbo esta actitud y sus palos recobraron vigor.
Gemí y mi marido me pregunto que qué fue eso y le dije que iba cansada de bailar. “Decidí colgar” y me dijeron que era una cabrona, que era bien puta. Les dije que sí, que me gustaba que me la metieran, así como ellos, que gustaba que me hicieran sentir ser una puta. Pues así te vamos hacer sentir puta. se separaron de mí y me pusieron en cuatro sobre la cama. Uno de ellos me puso su verga enfrente de mi cara y el otro se puso atrás en mis nalgas Comencé a chupársela y a mover mis nalgas para disfrutar de esa cogida compartida, era excitante ser penetrada por los dos al mismo tiempo. Gemía de placer en medio de embestidas, de nalgadas, de palabras obscenas, de bajos instintos… Veinte minutos estuvimos en esa posición, siendo penetrada por dos frentes. Comencé a gritar de placer al venirme y eso los contagió, también se vinieron echándome sus mocos en mi cara y en mi panocha, chorros de semen me escurrían, mi cuerpo olía a sexo.
Me separé de ellos y, tambaleando por lo excitada y tomada que estaba, fui al baño, me miré al espejo y me vi totalmente desaliñada con semen en mi cara y mi pelo, con bastantes chupetones en mis tetas, alcancé a contar como quince, todas moreteadas. Comencé a asearme y me limpié lo más que pude. Acomodé mis ropas más o menos, me peiné y maquillé la cara de nuevo, disfracé el olor a semen con mi perfume. Aún así, tenía rastros de semen en mi cabello, en mis ropas y en mi cuerpo. Salí lo más arreglada que mi estado me permitía y al verme ellos querían más: hay putita, que linda te vez; de verdad eres una puta muy fina… Me reí y les dije que ya era tarde, cerca de las seis de la mañana. No queriendo se vistieron y salimos del hotel. En el camino me hacían comentarios que era una mujer muy cachonda, muy abierta y agradecieron el tratamiento. Les pedí que fueran discretos en el trabajo, que no comentaran nada, que eso fue en ese momento y hasta ahí. Me dijeron que no me preocupara, que eran adultos y que no hablarían nada. Me llevaron a mi casa y nos despedimos.
En el pasillo del edificio caminaba tambaleante por lo tomada y caliente que iba, pensaba que iba a decirle a mi marido si me veía en esas condiciones: borracha, oliendo a sexo y un poco desaliñada, no se me ocurría nada. Tratando de no hacer ruido abrí la puerta, al entrar vi a mi esposo recostado en el sofá, roncaba; había estado tomando ya que en la mesa de centro había una botella y su vaso, además de que salió con sus amigos a echar la copa. Me salvé, por su estado no se dio cuenta de cuando ni como llegué.