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Tiempo de lectura: 4 minutos

María se había despedido de su marido y su hijo antes de marcharse. Ya llegaba tarde a la cena de antiguos alumnos de la carrera que cada 5 años se celebraba en Sevilla. Excepto con Pilar y Elisa, había perdido el contacto con todos sus compañeros. Desde el último reencuentro, María no había vuelto a salir de marcha sin su marido.

Junto a Jaime formaba una pareja tradicional. Ambos funcionarios, su vida era "demasiado" estable y previsible. El nacimiento del hijo siete años antes había sido la culminación de una relación rutinaria. María había sido una mujer muy sociable y activa sexualmente, pero desde que conoció a su marido había pasado a ser una mujer más parada. Sus relaciones se producían cada 15 días, siempre los sábados por la noche, siempre en la cama, siempre el misionero, siempre…

Eran una pareja feliz y muy bien avenida. Por eso, Jaime tenía total confianza en María. Y una salida a Sevilla para ver a antiguos compañeros de facultad no le suponía la menor duda de ella.

Tras el postre, el grupo comenzó a dividirse. Algunos se retiraron dadas sus obligaciones matrimoniales. Otros decidieron ir a un lugar más tranquilo pero María y otras compañeras decidieron acercarse a la sala Dada. Según Olivia, era el local de moda.

A María le pareció un buen sitio. La música era buena, la decoración original y la clientela muy chic. Sí, definitivamente aquel sitio le gustó mucho a la mujer. Junto a Elisa, la compañera con la que se había desplazado desde su ciudad hasta Sevilla pidió una copa y se lanzó a bailar.

De inmediato atrajeron las miradas de muchos de los hombres del local. Ella, María, era una auténtica MILF. Su melena negra marcaba una cara morbosa de grandes ojos color miel y labios carnosos. Su sensualidad al moverse era como un imán. Su vestido floreado permitía un escote generoso para lucir sus maravillosas tetas. Sus torneadas piernas lucían preciosas con el vuelo de aquella prenda.

Tuvo que quitarse de encima a algún moscardón, pero le llamó la atención que a pesar de sus 48 años, algunos de los tíos que le entraron eran chavales de 25 o 30 años, no más.

Decidió parar un momento y acercarse a la barra a pedir otra copa. En el momento de pagar, el barman le dijo que estaba invitada. Al mirar en la dirección que le señalaba el chico se sorprendió:

-Pero, ¿qué haces tú aquí? -Y se acercó a darle dos besos.

El hombre era el profesor de infantil de su hijo.

Pedro, que así se llamaba le explicó que él era sevillano y que había salido con un amigo a tomar una copa. Ella, por su parte, le contó lo de su reencuentro con antiguos completos. Estuvieron hablando y bebiendo de manera entretenida. Él le presentó a su amigo José.

María se sentía muy a gusto entre aquellos dos hombres. El profesor de su hijo llevaba un estilo muy moderno con la cabeza afeitada y barba hipster. Era un tipo atractivo de cuerpo trabajado en el gimnasio. Su amigo era un adonis de metro noventa, rasgos marcados y ojos verdes. Según le dijo Pedro, José se había pagado sus estudios de arquitectura posando como modelo. María alabó la belleza y el cuerpo del tipo.

Habían pasado dos horas allí dentro y Pedro pidió otra ronda. María había perdido a sus amigas y estaba al límite de su resistencia. Una copa más y su responsabilidad quedaría diluida de manera irresponsable. Aquel Seegram tónica hizo que en su cabeza todo sucediera demasiado rápido.

Un baile sensual entre aquellos hombres casi 10 años más jóvenes. Un pico al modelo y un morreo en condiciones al profesor de su hijo. Roces. Mareos. Bailes. Descuidos:

-¿Alguna vez habéis hecho un trio?

La pregunta de María pilló desprevenidos a los dos hombres.

-Pues hoy es vuestra oportunidad.

María les cogió de las manos y tiró de ellos hacia los servicios. En un pasillo oscuro donde unos hacían colas y otros se morreaban. Lograron meterse en un cubículo los tres entre las protestas de algunos usuarios.

María se agarró al cuello del modelo y le metió la lengua hasta la garganta mientras el profesor le metía mano por debajo del vestido. Entre gemidos y suspiros María se sentó en el váter y los dos tipos sacaron sus pollas. María engulló cada una de ellas con hambre. Mucho más gruesa la del profesor que estaba circundado. Más larga la del modelo, los tipos le magreaban las tetas mientras María se empleaba a fondo con la doble mamada.

-Vamos a mi piso.

El modelo propuso la opción más lógica. Para entonces María estaba desatada. Estaba muy caliente. Hacía demasiado tiempo que no sentía la adrenalina correr por sus venas de esa manera. Una sesión de sexo prohibido y pervertido como en su época de universitaria. Mucho antes de conocer a su aburrido y rutinario marido.

Sin darse cuenta y en un evidente estado de embriaguez, María se vio en el dormitorio de un piso de soltero. Ante ella, el profesor de su hijo y un amigo de este se mostraban desnudos esperando que ella hiciese lo mismo. La mujer se quedó mirando al modelo. Era realmente impresionante. Un cuerpo escultural, cincelado en mármol.

Por fin se deshizo del vestido quedando desnuda ante aquellos dos hombres más jóvenes. Fue Pedro el primero en besarla. El profesor de su hijo besaba muy bien. Le acarició el cuerpo entero. La tumbó en el colchón y descendió para comerle el coño. Totalmente rasurado. José, el modelo le ofreció su polla. María no dudó en comérsela mientras sentía como le daba placer oral Pedro.

La mujer paró a los hombres:

-Siempre he tenido una fantasía inconfesable e incumplida…

Colocó al profesor de su hijo boca arriba en la cama. Ella se colocó a horcajadas sobre él y dirigió la polla a la entrada de su coño. Poco a poco fue descendiendo y clavándose cada centímetro. A medida que avanzaba en su interior no podía evitar dar gritos de placer. Cuando estuvo empalada resopló:

-Jodeeer… Me llega hasta la matriz, cabrón.

Luego se llevó dos dedos a su boca y los ensalivó antes de masajear su ano con ellos. Después miró al modelo que se pajeaba la polla detrás de ella:

– Métemela por el culo. Siempre he soñado con que me hagan una doble penetración.

José no se hizo de rogar y comenzó a penetrar el ano de aquella pureta viciosa. Con trabajo y algo de dolor, la resistencia del esfínter anal de María cedió a la presión. Un grito de placer cuando se sintió totalmente ocupada. Podía sentir como las pollas de aquellos desconocidos chocaban entre ellas en su interior, solamente separadas por una fina membrana en su interior:

-Sí estáis limpios no necesitamos gomas. Podéis correros dentro.

Los dos amigos comenzaron a moverse hasta acompasar sus movimientos. María gritaba sin miedo a ser oída en todo el edificio. El morbo la embargaba. Aquellos dos tipos desconocidos y jóvenes se la estaban follando al mismo tiempo.

Los tipos se esforzaban en meterle las pollas con ganas. Pedro desde abajo empujaba con fuerza. José, desde atrás la sodomizaba sin compasión. María estaba cumpliendo uno de sus deseos más oscuros.

José fue el primero que con un grito se corrió dentro del culo de María. Siguió percutiendo hasta que el semen comenzó a salir. Pedro sintió como la leche caliente de su amigo chorreaba hasta sus huevos y también comenzó a correrse dentro del coño de la madre de uno de sus alumnos.

María en un estado de excitación máxima alcanzó el orgasmo sintiendo como aquellos tíos le preñaban el coño y el culo con sus chorros de lefa.

María se despertó desconcertada. No sabía dónde estaba, ni quienes eran aquellos tíos que dormían con ella. Al verse desnuda junto a sus cuerpos empezó a recordar. Una sensación de malestar la embargó. Tenía muchas lagunas en sus recuerdos. Algunos flases de secuencias sexuales y un terrible dolor en el ano.

Sentada al borde de la cama se tapó la cara con las manos:

-¿Qué he hecho? Joder, ¿pero qué he hecho?

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