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Maricela, la madura
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Ya les platiqué de Maricela la madura sexy que me cogí, pues aquí les traigo un nuevo encuentro sexual con ella.

Habían pasado unos meses desde que me la comí, nos escribíamos muy seguido.

Honestamente no pensé que eso se repitiera ya que con lo del pleito con Ivette y su distanciamiento creí que esa noche sería la única que pase con ella, pero algo ocurrió.

Ella se ponía celosa y me reclamaba cuando me veía con Ivette y con Estela, de hecho, Estela le contó lo que pasó entre nosotros y más me reclamaba, que como seguía saliendo con ellas y a ella solo la utilicé, yo aprovechaba eso ya que le sacaba fotos de su rico cuerpo.

Y es que, a pesar de ser tan odiosa, era muy mensa y caía en mis juegos, así que ella me invitó a su departamento a cenar, así que acepté.

Al llegar su puerta estaba abierta y me dijo que pasara, yo entré y de inmediato ella me dijo que entrara a su cuarto al entrar vaya sorpresita, ella estaba acostada con una lencería negra muy excitante.

M: ¡Ven aquí papi! te estaba esperando.

T: ¡Guau!! Oye pero que pasa aquí porque esta así??

M: ¿No te gusta? porque puedo quitarme lo que traigo si quieres!

T: Claro que me gusta, ¡pero no pensé que sería tan rápido esto!

M: ¡Pues ya te estas tardando papi!

Sin decir más me lancé sobre ella, comencé a besarla salvajemente mientras le acariciaba sus piernas, le mordía los labios y su cuello.

Ella me mordía a mí, mientras poco a poco me fui quitando la ropa, los besos eran muy intensos, comencé a jugar con sus pechos duritos y firmes, los apretaba suave y luego duro, jugaba con sus pezones mientras ella me acariciaba el pene.

Maricela andaba muy caliente, no sé por qué, pero que fortuna sentía el ser el elegido para desahogarla.

Yo seguí dándome gusto con sus pechos, se los comencé a chupar, lamía los pechos que sabían rico y mordía suave sus pezones.

T: ¡Que tetas!!

M: Si, pruébalas toditas.

Ella gemía y me acariciaba con sus pies, yo seguía comiéndome sus tetas mientras mi mano llegaba a su jugosa vagina.

Comencé a bajar mi lengua por en medio de sus pechos hasta llegar a su pelvis, la cual se estremecía cada vez que mi lengua la rozaba.

Le quité la tanga y comencé a comer de su tesoro, ella se convulsionaba de placer, tenía su conchita rasurada así que se sentía suave, comencé a jugar con su clítoris y mientras le metía un dedo con mi lengua la hacía seguir gimiendo de placer.

M: ¡Dios!!! ¡Qué rico, uhm!!

T: Que hermosa concha, ¡sabe delicioso!

Después de juguetear un rato con su jugosa vagina y lograr que tuviera un orgasmo, me puse de pie ya que era su turno.

Pese a que ella es de alta sociedad, eso no le quitaba lo puta y ramera que es, ella estaba si para que me alejara de las otras, pero no me importaban sus intenciones, solo disfrutaba sus mamadas.

Como desesperada comenzó a tragar mi verga que poco a poco se fue poniendo dura, yo observaba como comía mis 17 cm de carne venosa, me gustaba como su lengua jugaba con mi cabecita y con sus dientes raspaba desde la cabecita hasta mis bolas, era un oral riquísimo que admito logro que me viniera ya que andaba muy caliente.

T: ¡No mames!! uhm, Maricela!! Agh!!!

M: ¡Mmm! que rica leche, ¡uhm!!

Se tragó mi leche, mi verga explotaba como manguera y ella con su boquita abierta recibía mi blanca lluvia y también se metía la punta a su boca para tragarla directamente.

Jamás pensé que ella hiciera eso, pero que rico se sentía, mi orgasmo fue espectacular y eso que aún no al penetraba.

M: ¡Me encanto tu leche, uhm!!

T: ¡Eres una sucia nena! comete mi verga que esto apenas empieza!

Después de acomodarnos ambos en un rico 69 y estimularnos mutuamente, la puse en cuatro y con mi verga bien firme comencé a penetrarla, ella movía su cadera lo cual me hacía sentir muy rico, yo le acariciaba sus nalgas y sus ricas piernas.

Ella se movía más rápido lo cual me llevo a darle de golpes en las nalgas y jalarle su cabello.

T: ¡Ah!! Que rico, muévete, uhm, muévete, ¡devora mi verga!!

M: Que rico coges, uhm, ¡que rico!!!

Me acosté en su cama y ella invertidamente comenzó a cabalgarme, sus movimientos eran como una licuadora me hacía gritar de lo bien que devoraba mi verga con su coño, yo mientras le daba de nalgadas y agarraba sus manos para enterrarle mejor mi verga.

Admito que lo hacía mejor en esa pose que Ivette o Estela, ella movía más su cadera y me tenía viendo el cielo.

M: Tyson, que rico, así, ¡uhm!!

T: ¡Uf!! ¡Maricela, uhm!!

M: ¡Me vas hacer venir papi, uhm, agh!!

Ella comenzó a moverse como terremoto se dejaba caer en mi palo tan rápido y fuerte que incluso se escuchaba como nuestras partes chocaban de pronto un chorro salió de ella y sus convulsiones y gritos aumentaron.

M: Ah, que rico, ah, ¡por dios!!

T: ¡Así nena! mójame! Mójame todo!

Ella tuvo un orgasmo y quedó como inmóvil, pero yo aún no terminaba, la acosté boca arriba y le levanté las piernotas, agarrándola de sus pies comencé a darle tremendas penetradas mientras me comía sus tetas.

T: Tienes unas patotas, uhm, ¡que rico!!

M: ¡Ah, si!! ¿Ah, te gustan?

T: Estas bien buena, ¡cómo no me vas a gustar!

Gemía y trataba de mover sus caderas, pero el orgasmo la había dejado un poco débil, yo seguí penetrándola fuertemente, le levanté las piernas y me las puse en mis hombros, me levantaba y dejaba caer sobre ella, la velocidad de mis movimientos aumentaba.

Yo le mordía su cuellito y a veces le jalaba el cabello, su cama temblaba y el cuarto estaba lleno de gritos de ambos, que rico cogía esa mujer, no pensé que me las daría solo por envidia, pero ahí estaba yo disfrutando de su cuerpo.

¡Una embestida tras otra hasta que finalmente combinando nuestros movimientos me vine dentro de ella!

T: ¡Maricela!!! ¡Toma mi leche!!!

M: ¡Lléname de ti!! ¡Si, uhm!!!

T: Toma tu leche, ¿esto querías no?, ¡tómala!!

M: ¡Si!! Lléname, que rico, lléname!!!

Me vine como manguera, la llene toda de hecho al sacársela mis líquidos escurrían de ella, reposamos unos minutos y seguimos cogiendo toda la noche, la cena nunca llego, pero lo que si llego fue una confesión una confesión que tal vez esperaba con ansias.

M: ¿Oye te puedo confesar algo?

T: ¿Que paso nena?

M: ¿Quiero hacer un trio contigo?

T: ¡Me late!! Me parece bien y con quién más?

M: ¡Contigo y con Ivette!

Mi verga se endureció solo de escucharla, imagine tenerlas a las dos, así que buscamos la forma de convencerla, pero eso se los contare después.

Tyson.

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