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Marissa, la hija de mi amigo

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Era más joven y comenzaba mi carrera profesional,  trabajé en una empresa y uno de mis compañeros que era mayor que yo me ayudaba mucho, fue como un maestro y nos hicimos amigos rápidamente.

Él tenía esposa y dos hijos adolescentes en aquella época y algunas veces nos reuníamos en su casa luego del trabajo a tomar unas cervezas, sus hijos eran una joven de unos 16 años en esa época y un varón como de 13 o 14 en ese momento.

Cuando iba a su casa procuraba respetar mucho a su esposa y sus hijos así que evitaba mirarlos mucho o decir algo inapropiado.

Mi amigo tenía una pequeña granja en las afueras de la ciudad, en la que cultivaba algunas cosas y criaba algunos animales más que nada para consumo propio. Yo solía acompañarlo y con el tiempo nos asociamos en el negocio de criar aves de corral.

Con los años el negocio prosperó y nos ayudábamos mutuamente para atenderlo a la par de nuestros trabajos, algunas veces iba él y otras iba yo, llevábamos alimentos y medicamentos necesarios para la cría, algunos fines de semana nos reunimos allá y por la noche nos divertiremos con alguna que otra amiga que llevamos. En algunas ocasiones sus hijos me acompañaban porque él quería que aprendieran el valor del trabajo.

Así pasaron unos 5 años, un fin de semana tuve que ir a llevar alimentos que él había comprado así que pasé por su casa a buscar los sacos, su esposa me comentó que sus hijos me acompañarían así que los esperé, cuando llevaba un buen rato esperando salió Marissa la hija de mi amigo, dijo que su hermano no iría ya que no se sentía bien, la esposa de mi amigo lo confirmó así que nos fuimos sin él.

En el camino Marissa y yo conversábamos sobre sus estudios, ella iba ya a la universidad, es una morena delgada y con buen cuerpo, nunca la vi con deseo hasta ese día, a medida que transcurría el viaje ella se acercaba más hasta quedar bien pegada a mí y en algún momento noté que llevaba su mano puesta sobre mi muslo derecho... Ese gesto inició una reacción inmediata en mi, llevaba una gran erección pero no pensé que pasaría de eso.

Llegamos a la granja y saludamos a Ramón, él trabaja con nosotros cuidando y atendiendo el lugar, comenzamos a descargar los sacos y Marissa se fue a recolectar algunas frutas. Pasé el resto del día con Ramón atendiendo los animales y algunos asuntos pendientes por resolver, al finalizar la tarde fui a bañarme para regresar. En la granja hay un tanque grande que tiene una ducha por un lado, ahí me podía bañar tranquilamente pues el mismo tanque brinda algo de privacidad aunque está al aire libre.

Mientras tomaba mi baño sentí a alguien acercarse, era Marissa, traía una toalla en su hombro y me miró de arriba a abajo totalmente desnudo, procuré cubrir mi pene con mis manos, no pude decir nada, ella continuaba mirándome y preguntó:

-¿Te acompaño?

Seguía mudo, solo me encogí de hombros y asentí con la cabeza, ella comenzó a quitarse la ropa hasta quedar totalmente desnuda, tiene un cuerpo increíble, un par de tetas grandes y bien paradas, la cintura pequeña y unas nalgas bastante grandes. Se acercó a la ducha mirándome a los ojos sin decir nada, comenzó a mojarse y se puso de espaldas a mi, tomó el jabón y me lo pasó estando aún de espaldas a mi, cuando lo tuve en mi mano ella dijo: Ayúdame con esto...

Comencé a ponerle jabón en su espalda y sus nalgas bajando hasta sus piernas, volví a subir para ponerle jabón entre sus nalgas, puse una mano en su cadera y con la otra empujé su espalda hacia adelante, ella se inclinó y comencé a frotar jabón entre sus nalgas, lo hice descaradamente, llegando hasta su ano y presionándolo, ella abrió sus piernas para facilitar mi trabajo, la enjuague dejándola bien limpia especialmente su culo.

Ella volteó y me besó agarrando mi pene y masturbándome un poco, estuvimos unos momentos así y yo disfrutaba mucho la masturbación mientras le agarraba las tetas, la separé de mi para comerme esas tetas, comencé a mamar fuerte una mientras apretaba la otra, ella gemía y me decía: -así me gusta, hazme tuya- escuchando eso mi pene parecía que explotaría y le mamé las tetas con más desespero, de repente ella se separó de mí y se arrodilló, agarró mi pene y comenzó a lamerlo mientras levantaba su mirada como buscando mi aprobación, puse mi mano en su cabeza invitándola a abrir su boca y lo hizo, comenzó a mamar lentamente e iba aumentando su ritmo, se notaba que tenía bastante experiencia, lo hacía muy bien, sin pensarlo comencé a forzar mi pene empujando su cabeza contra él, le estaba cogiendo la boca.

Marissa aceptaba gustosa las embestidas de mi pene en su boca y yo ya quería venirme, ella pareció notarlo así que me detuvo, se puso de pie y me besó, mientras lo hacía comenzó a llevarme hacia el árbol donde estaban colgadas las toallas jalándomelo para conducirme, se puso de espaldas a mi incitándome a penetrarla, la incliné un poco y procuré metérselo pero ella se separó y dijo:

-Métemelo en el culo, no quiero embarazarme.

No dije nada, pero sabía que debía prepararla, me agaché y abriendo sus nalgas comencé a lamerle el culo, ella gemía y se inclinaba cada vez más, yo procuraba penetrar su culo con mi lengua, luego de un rato metí lentamente uno de mis dedos en su culito sintiendo como se dilataba poco a poco, quería penetrarla así que saqué mi dedo y escupí su culo para lubricarlo, me puse de pie y coloqué mi miembro en la entrada de su esfínter, cuando entró la cabeza ella exclamó; ahhh, ufff, que rico! Seguí empujando hasta que lo metí completamente, hacía movimientos lentos para permitirle a su ano acostumbrarse a mi miembro, ella gritó:

-¡Cógeme coño! ¿Qué esperas?

Comencé a bombearle el culo sin compasión, a cada embestida ella respondía acercando más sus nalgas a mi cuerpo yo estaba como loco, la agarré de su cintura y ella comenzó a menearse gimiendo de placer, así estuvimos un rato hasta que me vine en su culo, sentí como salieron varios chorros de leche que inundaron su culo, ella se detuvo y con mi pene aún en lo profundo de su culo giró su cabeza buscando besarme, nos besamos mientras le masajeaba las tetas hasta que mi pene salió por si solo de su ano.

Luego nos bañamos y jugamos un rato en la ducha, al salir, nos despedimos de Ramón quien nos deseó buen viaje sonriendo... La dejé en su casa y volví a la mía, en el camino compré preservativos para mantenerlos en la camioneta, había decidido que quería su vagina también.

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