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Me entregué al vecino

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Soy Nichole una chica de veinticinco años, estudié nutrición recién graduada y por el momento trabajo desde casa dando consultas mientras puedo darme el lujo de pagar un consultorio, soy trabajadora y empedernida, con novio pero independiente, mi uno setenta de estatura y mis largas piernas son las causantes de que muchos chicos y chicas volteen a verme, mi piel canela es un extra que tampoco pasa desapercibido y esta es mi historia...

Aunque más que mía es la de Héctor, mi vecino de enfrente quien me enseñó que también soy voyerista y me encanta espiar desde mi casa.

La primera vez que me di cuenta fue un accidente, el calor hacía casi insoportable estar dentro de casa así que buscando cómo mitigar el calor moví mi sofá favorito hasta la ventana que da al frente de la calle, la suave brisa pronto me dio un leve respiro en medio de la bochornosa tarde noche que estaba ya por llegar.

Ajuste la televisión para poder verla desde el nuevo ángulo, lleve el tazón de palomitas y estire mis pies sobre el pequeño taburete de terciopelo azul junto a mi sillón.

Un movimiento en mi vista perimetral me hizo voltear a la casa de Héctor, mi vecino, desde aquí podía ver directamente a la ventana de su habitación cosa que es casi imposible ver de cualquier otro lugar de mi casa por el denso follaje de los árboles que tienen en el jardín delantero de su propiedad.

Puse atención a lo que ocurría allá, cuando comprendí lo que pasaba sentí que el calor invadía mi cuerpo, una vergüenza que no conocía me obligó a cerrar las cortinas, pero ya era tarde aunque cerrará los ojos y la cortina de la ventana la imagen estaba en mi mente; mi vecino y buen amigo Héctor estaba desnudo y detrás de una mujer que tampoco tenía ropa; fue alucinante, quise borrar esa imagen de mi cabeza y concentrarme de nuevo en la película que pasaban en la televisión "por siempre mía" fue casi es una ironía porque luego como una niña que intenta espiar el momento en que llegue Santa abrí de nuevo las cortinas no pude contener mi morbo y observe con más detenimiento lo que ocurría en la habitación al otro lado de la acera, fue un error porque desde ese instante buscaba el momento en que mi vecino fuera con la chica en turno y me dieran la función ahora yo y mi morbo era de ellos.

Ese primer día no me di cuenta a qué hora mi mano dejó el tazón de palomitas y bajó a mi entrepierna para acariciar con sutileza por encima de mis pijamas, unos minutos más tarde conforme la escena me hacía suponer como gemía la rubia cada vez más fuerte mis dedos frotaban a su ritmo, entraban y salían de mi con desespero buscando acallar el fuego contenido en mi cuerpo...

Ahora estoy sentada en mi sillón favorito, en su nueva ubicación; ahora su lugar fijo es junto a la ventana.

Llevo un pequeño short que cubre solo lo necesario, hoy quiero libertad para poder explorarme, así que deje descubierto la mayor parte de mis piernas color canela, las tenía recogidas sobre mi cuerpo abrazándome con mis brazos de forma que también se podía ver el un poco de mis nalgas firmes por la juventud y las duras rutinas en el gimnasio. Los pezones se marcaban en la vieja blusa de algodón que uso para dormir por lo regular en casa me gusta estar cómoda y el sostén no es mi prioridad al estar sola. Un nuevo juguete me hace compañía, lo tengo listo y completamente cargado a un lado del sillón para cuando sea el momento adecuado, cuando mis manos sean insuficientes y necesite más y si no me equivoco hoy lo necesito.

Las primeras veces que hice esto me ponía nerviosa y eso a la vez me gustaba y no, alguien podría pasar frente a mi casa tal vez no se darían cuenta de lo que estoy haciendo o tal vez sí, no me importa la excitación de ser descubierta es fabulosa.

Ahora lo espió por y para mi placer, espero el momento en que suban a la habitación y me den un espectáculo.

Los he visto hacer de todo, disfraces, cuerdas, juguetes, antifaces, en la mayoría de ocasiones él lleva el mando pero en otras pocas ellas son las que mandan.

Cada que Héctor tiene visita puedo ver desde mi ventana pero solo desde ese rincón de mi casa, si algún vecino pasa por enfrente de su casa no puede ver la recámara a no ser que se pare frente a mi ventana y se quede ahí viendo.

Aunque no es una norma por lo regular cada tercer día él recibe una mujer diferente en la puerta de su casa las había de todo tipo, rubias, castañas, morenas, pelirrojas; jóvenes y maduras no hacía distinción la mayoría parecen ser señoras sexis en la mejor etapa de su vida, otras en cambio parecía que iban a aprender de la vida y del placer.

He visto algunas vecinas entrar en su casa y salir hasta la mañana siguiente en particular Norma a quien no soportó tal vez por la envidia de no estar en su lugar junto a Héctor, siempre las recibe en la puerta de su departamento vestido elegante y pulcramente, luego de saludar y hacerla reír con lo que me imagino era el mismo chiste que les cuenta a todas las hace pasar y cocina para ellas, lo sé por los aromas que llegan hasta mi sala y por qué es un chef en un elegante restaurante, luego me imagino que las lleva a su dormitorio; las desnuda lentamente para luego tomar y hacer vibrar a su amante en turno…

Aunque la mayoría son chicas distintas tiene algunas que lo visitan seguido, la morena de él sábado pasado es la más habitual y a la cual reserva sus fines de semana, en comparación con la mujer que llegó hoy.

Algunas veces vienen acompañadas de lo que parece su pareja, algunas ocasiones solo las dejan, en otras también ellos se pasan pero nunca participan más que yo, somos unos observadores calientes de la escena.

Él sabe que yo los observo frecuentemente pero, eso parece no importarle, por eso deja las persianas abiertas, no sé si ellas también lo saben y si lo saben parece no importarles porque nunca han hecho nada por cerrar las cortinas ni las persianas.

A los pocos días de verlo por primera vez e incluso en ocasiones llegar escuchar lo que puede provocar en las mujeres y esa forma tan placentera de brindar felicidad comencé a fantasear con él, con pasar mi dedo por los tatuajes de sus antebrazos son raros y misteriosos la mayoría parece que fueran un tipo de electrocardiograma o más bien una nota de voz de esas que envías por el teléfono, tenía ganas de pasar mi mano por cada uno de esos tatuajes por la firmeza de sus pectorales, por sentir ese enorme trozo de carne entre mis piernas.

Héctor es un chico simpático es soltero tiene treinta y cinco años y es muy alegre, mide casi uno ochenta de estatura y sus ojos color almendra son transparentes como la agua en calma de un lago, nadie podría pensar que es una especie de maestro del placer, cuando hablas con él siempre te hace sentir en confianza y en seguridad de un buen amigo, no usa bigote pero si lleva una barba bien cuidada y su cabello rizado es un poco más largo de lo común en un hombre lo cual es perfecto para enredar los dedos en su cabeza.

Aunque su cita llegó casi a la misma hora que siempre llegan todas parece que hoy no tendremos suerte ninguno pues un auto llego más temprano de lo normal y la guapa chica en turno salió sin despedirse como lo hacen por regular todas las demás

La frustración que siento porque ella se fue no es normal, deseaba verlos para poder saciar mis instintos ya casi lo podía imaginar detrás de ella bombeando hasta dejarla plenamente satisfecha como suele ocurrir.

Al final me resigne a que este día no podré ver nada ni usar el juguete que está completamente listo junto a mis piernas, así que sin más remedio fui al cuarto para ponerme mallas deportivas, tenis y una playera más nueva con que salir a correr; debo quemar energía de alguna manera y salir a correr parece una buena opción.

En cuanto salí de casa me puse los audífonos y comencé a trotar sin rumbo fijo, la comunidad está llena de calles anchas y árboles frondosos así que correr por aquí es como ir por un pequeño y muy relajante bosque urbano, no me detuve hasta que las piernas no podían más y el aire faltaba en mis pulmones, puse mis manos en uno de los árboles y me apoyé en su tronco haciendo estiramientos en mis piernas mientras el aliento volvía a mi cuerpo.

—¿Estás bien? Parece que te fueras a desmayar

No necesité darme vuelta para reconocer la voz de Héctor en mi espalda.

Gire sorprendida para poder estar de frente a él. Su sonrisa es encantadora lo cual hace mis ojos se concentren en sus labios, unos labios que no tendría ningún problema en besar y recorrer con mi lengua.

—Sí, estoy bien sólo salí a trotar un poco pero parece que necesito más condición física.

—Parece que a ninguno de los dos nos resultaron nuestros planes

—Queee!?

—Bueno por lo menos a mí no me salió como lo tenía planeado y salí a correr para poder calmarme.

—Jajaja!!! ¿y que te hace pensar que tengo el mismo motivo?

—Bueno en realidad ninguno, planeaba divertirme y dar un excelente show creí que mi público ya estaba en su lugar favorito.

Siento que el calor sube a mi rostro nunca lo hemos hablado abiertamente. Yo sé que él sabe que los observó cuando mi cuerpo me pide un desahogo, él sabe que los miro por eso deja sus cortinas abiertas y le gusta darme un show privado. Pero aunque somos algún tipo de amigos y buenos vecinos nunca hemos hablado de este tema. Solo aceptamos el hecho de observar y ser observado.

—Y qué show das?

No sabía que eras algún tipo de mago.

—Jajaja!!! sí, soy un tipo de mago ya deberías saberlo.

De nuevo el calor subió por mi cuerpo y siento que estoy roja como un tómate. Él lo nota y se acerca un par de pasos en mi dirección con sus ojos puestos en mí, su vista recorre mi cuerpo disfrutando de la vista mientras yo bajo la mirada ahora su mirada no es calma tiene hambre y lo puedo notar en sus pupilas.

—Perdón Nichole no quería que te sintieras incómoda.

Puedo sentir su aroma, es una fragancia dulce pero fresca sin llegar a ser empalagosa. El sudor mezclado con el perfume hace que mi corazón se acelere y quiera lanzarse a tocar cada uno de sus tatuajes para dibujar con mis dedos sobre su piel.

Me alejo un paso y lo miró.

—Yo no soy una de tus conquistas Héctor.

—Me encantaría que lo fueras y estar contigo, deseo tenerte y reclamarte como mía.

No te sales de mi cabeza.

Vaya que hoy está directo, tanto tiempo de vecinos y nunca ha dicho nada. Aunque yo también lo deseo no sé si sea una buena idea. Desde que lo conocí se me hizo atractivo pero cuando descubrí todo lo que puede provocar en una mujer casi se ha convertido en una obsesión para mí. Claro que él no sabe nada de esto, no puedo ser tan transparente con él. Ahora las piernas me fallan pero no es por haber corrido.

—Mira quién lo dice, el tipo que tiene a cuanta mujer quiere. Creo que solo lo dices por que hoy te dejaron caliente y buscas con quien poder desfogar las ganas que ya tenías de probar hoy una mujer.

¿Qué sucedió? ¿Encontró las bragas de la anterior en tu cama?

—Jajaja

—Qué es tan gracioso?

—Ella simplemente se arrepintió no estaba segura y así no tuve más remedio que invitarla a volver cuando ella y su esposo estuvieran seguros.

—Su esposo!? ¿Qué eres una especie de prostituto?

—jamás he cobrado un centavo, pero me divierto con las esposas de otros hombres con su permiso y consentimiento, también hay ocasiones en que alguna chica sola quiere experimentar y con todo gusto la atiendo.

Me quede con los ojos muy abiertos, nunca hubiera pensado que eso pasaba, que alguien por voluntad propia le llevará su pareja a alguien más para que la satisfaga.

—Mira Nichole no quiero arruinar nuestra amistad pero si te interesa la oferta está en pie te aseguro que nos divertiremos. Solo sexo sin compromiso.

La verdad es que sentí una curiosidad insana con sus palabras -pero más con mis pensamientos- sentía palpitaciones en mi entrepierna. Claro que deseaba estar con él. Es un joven apuesto y sabe tratar a una mujer, me encantaría ser yo la que se retuerce de placer bajo su cuerpo al ritmo que él imponga.

—¿Dime cómo es la dinámica? ¿Debo apartar fecha?

—Jajaja!!! pues claro, tengo una agenda muy apretada.

—Ja! que gracioso.

—Qué esperas de esto?

—Pues gozar ¿no es lo que prometiste?

—Perfecto! -Tenía una sonrisa sádica.

Una cosa más, me encanta grabar y sacar fotos de los encuentros. ¿Estás dispuesta a ser grabada?

—Qué!? Y todas aceptan?

—Encantadas es parte del morbo y hasta llevan copia para sus parejas algunas incluso están en vivo mientras su pareja las ve desde algún lugar lejano. Es parte de la fantasía de este tipo de parejas. Claro que nunca las publicó sin su consentimiento son principalmente para ellos y yo, algunas se ponen antifaz, tapamos el rostro y señas particulares como tatuajes y marcas de nacimiento con edición. Algunas no quieren que lo publique y sólo queda entre nosotros.

—¿Tienes aquí los videos?

—En el teléfono? Estás loca? Claro que no, sólo los que ya están en la red.

—Puedo ver?

—Claro

Rápidamente sacó su celular abrió su cuenta de inmediato salió su perfil lleno de escenas con mujeres hermosas disfrutando con ese enorme trozo de carne no sentí celos, sentí envidia y deseos de ser yo la protagonista en su próximo video.

Yo sabía lo que pasaba dentro de esa habitación pero una cosa era verlo desde mi ventana sin nada más que la distancia y los vidrios y otra diferente era ver con lujo de detalle, escuchar los encuentros sus gemidos, sus improperios, las vulgaridades que encienden el encuentro.

En el primer video se podía observar una joven mujer mostrando su anillo de casada mientras su mano sostenía con firmeza la erección para poder llevarlo a su boca.

Héctor me indicó que era la primera vez que estaba con ella, pero que también era la primera vez que ellos como pareja hacían algo así; fue su padrino.

—Lo has hecho muchas veces?

—Qué? Iniciar parejas en este estilo? Sí, tengo la fortuna de que ellas me elijan.

Él sábado estoy libre.

Creo que abrí mucho la boca porque él soltó una carcajada pero estaba decidida así que quedamos para el sábado a las dos.

Mi entrepierna sufrió al sentir el deseo anticipado y no poder calmarlo. Tuve que despedirme de él y regresar corriendo a casa para calmar mis pensamientos y el deseo en aumento.

Los siguientes días comencé a ver los pequeños videos que tenía en su perfil conforme miraba mis ganas de ser la protagonista aumentaban. Todas las chicas sin importar su edad o rasgos físicos tenían algo en común; todas estaban seguras de sí mismas empoderadas y sabían lo que querían… sentí esa sensación de libertad y comencé a volar, las dudas aún estaban en mí pero ahora sabía lo que quería y por lo pronto quería disfrutar de ese encuentro con mi vecino. Así que deje de lado los complejos y solo me mentalice en gozar el encuentro. Tal vez pareciera que él tenía el control pero la realidad era que yo sería quien lo llevaría.

Ese día estaba nerviosa y ansiosa quería verme bien así que pasé buena parte de la mañana arreglándome para la cita, cuidando mi apariencia en todo detalle, las uñas, la fragancia, los accesorios, mi pelo, mis gestos, la mirada, eligiendo mi outfit algo elegante, sensual, sencillo…

Un vestido de un solo hombro fue el ganador, unos pendientes plateados y unos huaraches de tacón que mostraban mis uñas rojas y que esperaba poder poner de aretes a Héctor.

Elegí seda para la ropa interior, era suave como mi piel un color grosella oscura que me fascina como se ve con mi color de piel.

Toqué la puerta y él abrió enseguida, una camisa blanca impoluta con las mangas dobladas hasta los codos mostrando sus tatuajes, un chaleco azul oscuro y unos pantalones que se ajustaban a la perfección a su cuerpo me hicieron abrir la boca y sonreír por la anticipación.

Mis manos fueron directo a sus tatuajes, los recorrí uno a uno, raya a raya.

—Qué significan?

—Son tatuajes especiales, me recuerdan algunos encuentros, de hecho son grabaciones en mi piel.

—Grabaciones!?

—Sí, son frases que han surgido durante los encuentros y decidí grabarlas en mi piel como un homenaje.

—Parece ego

—Podría ser pero me gusta

¿Quieres escuchar?

—Sí

Tomó su celular, abrió una aplicación y acercó su celular a la primera raya.

La voz de una mujer se escuchó en el celular gemidos entrecortados pidiendo más, otra le decía que era su puta, otra mencionaba que ni su marido había disfrutado esa parte de su cuerpo, no tendrás una vista como esta.

Mensajes llenos de erotismo, lujuria y placer dichos en la intimidad e intensidad del encuentro.

Nunca esperé eso, ni me imaginé que mi cuerpo reaccionaría ante algo así pero lo hizo, sentí como la humedad se adueñó de mi entrepierna.

— Bien graba esto para tu próximo tatuaje: "Eres mi fantasía

Tengo tantas ganas de ti

De que me pongas en cuatro, me tomes de la cintura y me des hasta que grite de placer como tantas veces te he visto hacerlo".

Ahora fue él el que abrió mucho los ojos, pasó la mano por sus labios y se abalanzó sobre mí, fue la primera vez que lo vi perder el control, salir de su papel…

Dejamos de lado la cena, me condujo al centro de la sala, me dejó ahí de pie mientras él iba a buscar algo en un cajón.

Regresó con una bufanda se puso detrás de mí, luego puso la bufanda en mis ojos, olía a él a su perfume la anudo debajo de mi pelo.

Me privó la vista y mis sentidos se alertaron buscaban cualquier indicio que el quisiera darme, era la primera vez que estaríamos juntos y lo quería ver pero la sensación de solo sentir era mágica así que me deje los ojos tapados, mis manos tocaban su piel ardiente o tal vez mis manos eran las que ardían.

Nos desnudamos uno al otro al ritmo de "bailar pegados es bailar" primero él comenzó por besar cuello expuesto, mordía un poco el lóbulo y bajaba de nuevo hasta donde la tela del vestido le permitía tocar mi piel, mis manos se movían debajo de su saco por su espalda sintiendo cada músculo por arriba de la camisa, luego bajó mi vestido un poco dejando al descubierto mis senos, los tocó acariciando suavemente, palpando conociendo como reconociendo un nuevo territorio virgen listo para ser reclamado.

—Tienes unos senos hermosos!!!

Hipnotizada con su voz sonreí mientras sentía como sus manos seguían irguiendo y endureciendo mis pezones, mientras él provocaba un mar embravecido en lo más profundo de mí.

Deslizó el vestido por mis piernas, me ayudó a levantar un pie y luego el otro quedé solo con mis bragas y los tacones frente a él. Retiro la bufanda de mis ojos y pude ver la forma en que me devoraba con la mirada.

Eso me dio valor ahora era mi turno, quite su chaleco fácilmente, pero mis manos temblaban al desabotonar su camisa, no era la primera vez frente a un hombre sin ropa pero sin duda era la primera vez que yo le quitaba la ropa.

Su camisa quedó tirada en el suelo, ahora fue mi turno de observar su dorso desnudo de tocar y besar cada parte de su piel expuesta.

Mi lengua saboreo y disfruto de su cuerpo, mis manos ansiosas desabrocharon el botón de su pantalón que cayó fácilmente con un tirón de mis manos.

Quedé hincada con su erección justo en mi rostro, sujetar sus nalgas y empujar de ellas hacia mí fue un instinto.

Lamí su grueso tronco desde la base hasta la punta exploré totalmente cada vena con mi lengua antes de meterlo en mi boca, por más que abrí mi boca y trate de que entrará todo no pude lograrlo su largo y grosor me limitaron.

Héctor volvió a tomar el control sacó su verga de mi boca y la dejó caer sobre mi cara, sus testículos pegaban en mi mentón mientras la punta de su verga llegaba hasta mi frente, sonreí cuando tomaba una foto con su celular luego abrí mi boca para besar su escroto.

Me dio un par de cachetadas con su pene y luego me levanto en peso para dejarme sobre un ancho sofá.

Me relajé y disfruté al tiempo que deslizaba mis bragas por mis piernas las retiro y las llevó a su rostro; las olió y las tocó.

—Están húmedas, huelen y saben a ti.

—Tú lo has provocado cabrón.

Su lengua por la parte baja de mi cuerpo me hizo callar.

Lo anhelaba y deseaba desde la primera vez que lo vi y comencé a imaginar, me sentía lista para él pero él tenía otros planes… Fue un delicioso martirio sentir sus manos en mi piel, su boca reconociendo cada rincón de mi anatomía.

A pesar de que yo lo deseaba, no fue brusco (por lo menos hasta que fue necesario), se tomó su tiempo para disponerme aún más de lo que yo lo estaba, hasta que casi se lo suplique. Me acarició por completo, me besó y lamió lugares que yo no sabía que eran tan eróticos.

Mientras estaba hincado levantó mis piernas fácilmente eso le dio acceso a mi trasero que también besó y acarició.

Fue una sorpresa para mi sentir ese placer cuando su lengua lamia mi ano brinque un poco al sentir por primera vez su lengua en esa parte pero le permití hacerlo estaba en modo salvaje y nada me importaba el decoro.

Luego de unos momentos de esa nueva sensación para mí se puso en pie.

—¿Estás lista para mí?

Que cabrón él sabía que estaba lista y ansiosa desde el instante que cruce su puerta.

Frotaba y presionaba su erección contra mi palpitante vulva sin llegar a meterse solo me daba a desear, se movía lentamente acariciando cada milímetro.

Sé separó un momento de mi para ponerse un preservativo cuando volvió a mi lado mis manos tomaron el control y sujetaron firmemente la base de su verga para dirigirla a mi sexo húmedo y caliente mis caderas se movían solas buscando atraparlo dentro de mí.

Por fin sentí como entraba en mí lentamente y como mi cuerpo lo recibía ansioso, como iba abriendo cada centímetro de mi interior… Sentí su emoción cuando iba entrando en mí, él lo disfrutaba tanto como yo, el placer que le causaba disfrutar completamente de mí, mis piernas estaban sobre sus hombros así que la penetración era lenta y profunda fue fácil tocar el cielo por primera vez, clavé mis uñas en su espalda cuando la cúspide del placer llegó, es un excelente amante frotaba su erección sobre mi vulva en cada movimiento causando un placer descomunal que aumentaba con cada movimiento y me dejaba sin aliento.

Besaba y lamía mis senos cada que su rostro y el mío se encontraban.

No conté las veces que logró que me corriera pero cuando fue su turno de vaciarse salió de mí, rápidamente quitó el preservativo y derramó su caliente magma blanco sobre mis senos, abdomen y hasta mi cara

La calma tras la tormenta fue fantástica recargado uno sobre el otro sintiendo los corazones acelerados tranquilizarse.

Puso una trufa de un excelente chocolate semi amargo que inundó mi boca de un placer que pocos aprecian, permitió que disfrutará y paladeara su sabor antes de besarme, antes de adueñarse de nuevo de mi boca.

Caminamos desnudos hasta su habitación desde donde pude ver mi casa, sonreí al ver la vista que Héctor tenía desde ahí cada que yo me masturbaba mientras él follaba con alguien.

Luego lo lance sobre el colchón, ahora era su turno de ser obediente…

(9,60)