Mi amigo Andrés llevaba unos seis meses de relación con Camila. No podría decir la razón pero Andrés le resultaba atractivo a todas las mujeres que lo conocían, incluyendo a mi esposa. Siempre que nos juntábamos ella posaba su mirada en él de manera analítica y profunda y cuando yo le preguntaba al respecto lo negaba todo. “Estas imaginando cosas, como se te ocurre que me va a gustar Andrés, nada que ver”.
La esposa de Andrés, Camila, era una morena delgada con pechos medianos y un culito parado. Era una chica muy amable. De conocer a Andrés tiempo atrás, sabía que Camila debía ser abierta a múltiples cosas a la hora del sexo porque Andrés priorizaba ese aspecto de la relación a la hora de escoger pareja. Yo los visitaba, arrojaba algunas miradas sobre el culo perfecto de ella, tomábamos unos tragos para charlar y me iba para mi casa a verme con Ceci, mi esposa.
Tras varios meses de rutina sexual la cosa se estaba apagando entre Ceci y yo. Era delicioso, no lo niego, pero uno termina aburriendose de hacer las mismas cosas, en el mismo lugar, con la misma persona.
Un día llegué a casa, Ceci me recibió con un disfraz de mucama. Respondía a todo “Si señor” y aquello me encendía. Cerré la puerta y Ceci se puso a limpiar las paredes con un trapo. Se inclinaba y dejaba a la vista su par de nalgotas redondas adornadas por un hilo negro. Tomó una escoba y empezó a barrer, estaba completamente metida en el papel.
Señorita, la señora de la casa aún demora en llegar – le dije siguiendo el juego.
Ay señor, tengo mucho por limpiar- Respondió.
Me acerqué por detrás y estrujé mi falo sobre sus nalgas.
¿Señor que hace? – dijo.
Será nuestro secreto – respondí.
Me puse de rodillas frente a sus nalgas, las separé y empecé a mamarle el culo. Pronto el personaje quedó atrás. Subimos a nuestra habitación, inhalamos unas líneas de coca y empezamos a tirar como locos. Me encantaba poner a Ceci en cuatro y golpear mi cuerpo contra sus nalgas, mi esposa tenía un culo de concurso y en cuatro era un espectáculo memorable. Tiramos por un par de horas.
No me vine, ella se vino varias veces. Nos tendimos en la casa. Aún con la excitación a flor de piel le empecé a hablar de hacer cosas diferentes para saber su opinión. Yo quería hacer un trío con otra chica o tirar frente a otra pareja, sonaban como cosas muy excitantes. Ella decía que le gustaba la idea pero ya en muchas ocasiones habíamos hablado de cosas que nunca terminaban ocurriendo. En el fragor de la calentura se dicen de todo.
Qué te parece hacer un intercambio con Andrés y Camila – le dije.
UY nooo, jamás! – me dijo.
Yo sabía cómo ella miraba a Andrés y Camila era una chica bastante atractiva, parecía un intercambio muy provechoso para todos. No me di por vencido tras la negativa de Ceci, seguí con mi plan.
Un jueves estaba en la casa de Andrés. Tomábamos unos whiskys y charlabamos de todo. Ya un poco entrado en tragos me decidí a preguntarle.
Oye, ¿qué tal hacer un intercambio? Ceci por Camila – Dije tajante.
Andrés se quedó serio mirándome y duró unos segundos pensando. Después sonrió.
¿Me estás hablando en serio? – me dijo.
Sí! He estado buscando nuevas cosas que hacer con Ceci y un intercambio me parece algo genial. No solo realizar mi fantasia de ver como otro hombre penetra a mi esposa sino que además logro tirar con otra mujer. Por supuesto que habrían reglas. Nada de compartir telefonos de manera independiente, nada de encuentros después y las mujeres son las que deciden que quieren hacer y que no – le dije.
En la cara de mi amigo había un dejo de duda pero también un dejo de emoción. Me pidió unos días para hablar con Camila del tema.
Era jueves, como a las 8 pm cuando recibí un mensaje de Andrés.
Camila dice que sí – decía.
Ceci se negó rotundamente al principio, pero después mientras le hundía mi falo con sus piernas arriba me dijo que lo haría por mi, me dijo que haría todo por mi.
Me daba celos pensar que detrás de su negativa en realidad mi esposa escondiera un deseo de estar con aquel hombre al que miraba tanto cuando estaba presente. Pero yo había sido el ingeniero de todo aquello así que debía mantener la mente fría, era un paso importante, algo que nunca habíamos hecho, una prueba de confianza, todo un reto. Siempre me había resultado excitante pensar que a Ceci la penetrara alguien más, pero no sabía si estaba preparado para verlo en vivo y en directo, también era una prueba para mi.
Definimos que sería un sábado. Iríamos al apartamento de Andrés y Camila. Compré una botella de buen whisky y otra de vino para ellas. Subí a la habitación principal a ver como iba Ceci en su preparación. Se estaba echando perfume. Llevaba un vestido negro con cuello de tortuga ceñido al cuerpo resaltando sus cualidades latinas, anchas caderas, culo voluptuoso, tacones altos. Me acerqué y la besé. No pude evitarlo, mi verga se endureció de pensar en toda aquella situación. Tomé la falda de Ceci y la levanté para encontrarme con su culo pelado sin ropa interior, la llevé a una pared y la penetré allí mismo.
Yo me iba emocionando y aceleraba.
Espera, calma, no quiero estar allá oliendo a semen…
Me retiré, me guardé la verga, tomé su mano y salimos de allí. El transcurso hasta donde Andrés y Camila fue raro, había una energía de emoción y expectativa pero también algo de miedo por caminar caminos desconocidos, ¿cómo iba a resultar todo? ¿Seríamos capaces de sobrellevar las consecuencias de aquella locura? Ceci no hablaba, solo miraba por la ventana del taxi.
Al llegar Camila nos abrió la puerta. Su energía positiva contagió a Ceci y las tensiones se disiparon. Había que subir cuatro pisos de escaleras. Camila iba primera, Ceci después y yo de último. Mis ojos se posaban sobre la falda blanca de Camila, le llegaba hasta la mitad de unos duros muslos morenos y se dibujaban con total claridad un par de nalgas paraditas. Estaba hipnotizado.
Al llegar a la puerta del apartamento Camila se detuvo para darle paso a Ceci. Mis ojos aún sobre los muslos de aquella belleza morena no se dieron cuenta que Camila me miraba a la cara. Al subir la vista me encontré una sonrisa, me miró y se mordió el labio inferior. Entramos.
Ceci no disimuló, desde que llegamos desbordó toda su atención en Andrés, reía de sus chistes malos, respondía a cada comentario y movía coquetamente su pelo rubio. Me daban celos pero se me quitaban cuando miraba a Camila que me recibía con la misma sonrisa y el excitante mordisco al labio inferior.
Bebimos, charlamos. Pasadas un par de horas y ya con buen alcohol en la cabeza tomé la decisión de empezar por lo que estábamos allí.
Amigos ha sido una noche muy agradable pero es hora del plato fuerte, si todos están de acuerdo – Dije.
Me levanté y caminé en línea recta hacia Camila. Tomé sus manos, la puse de pie y me abalancé sobre sus labios gruesos. La actitud de todos era más de sorpresa que otra cosa, nadie estaba preparado para hacer el primer movimiento. Lo siguiente fue que puse mi mano debajo de la falda de Camila y apreté su coño. Despidió un suspiro y así empezó aquello.
Ceci miró por un momento mi movimiento sobre Camila y pronto tomó acción. Se dio media vuelta y fue directo hacia Andrés que estaba de pie sirviendo un Whisky. Se arrodilló y rápidamente desató correa, botón y cierre. Extrajo una verga flácida y se la tragó de un tirón. La verga de Andrés no tardó en endurecerse y pude ver como mi esposa ensalivaba con los ojos cerrados y lanzando gemidos un falo grueso y venoso. La muy puta disfrutaba la verga de amigo con ambas manos a pesar de todas las veces que negó desearlo.
Los celos se incrementaron en mi, pero decidí enfocarme en lo positivo. En frente mío estaba esa morena esbelta y jugosa. Metí mis manos dentro de su falda y tomé una delgada tanga roja que lancé hacia Andrés. La prenda aterrizó en su cara pero apenas si dio para retirar la mirada de la cabeza de mi esposa que se balanceaba hacia todos lados haciendo un masaje con la boca sobre su glande.
Llevé a Camila hacia un sofá, le indiqué que se pusiera en cuatro, subí su falda para descubrir ese par de nalgas preciosas. Eran mejor de lo que me había imaginado, duras, brillantes, de tamaño perfecto. Me arrodillé para mamarle el culo. Camila empezó a gemir. Cuando levantaba la mirada podía ver como Camila miraba fijamente a Ceci y la tremenda mamada que le estaba dando a su novio. Me puse de pie, agarré mi verga y la posé suavemente sobre los labios vaginales de Camila. Me recibió un chocho húmedo y suave que se abrió de par en par ante el primer empujón. Hundí todo mi pedazo en el chocho de Camila y un sonoro grito se esparció por la sala de aquel apartamento.
El grito hizo que Ceci y Andres voltearan a ver. Cuando sus miradas estuvieron fijas en mí empecé a taladrar duro a Camila. Un dejo de incomodidad surgió de la cara de Andrés que tomó a Ceci bruscamente por el pelo y la ubicó justo al lado de Camila en la misma posición. A manera de venganza empezó a penetrar a mi esposa con sevicia. Ambas chicas, aún con sus elegantes vestidos subidos hasta la cintura dejando al aire un par de culos de película gemían y gritaban. Camila, siempre muy amable, tomó la mano de Ceci y empezó a acariciarla. Se acercó a ella y sus labios se juntaron en un apasionado beso.
Hicimos una pausa. Andrés y yo fuimos a la cocina a servir un trago. Al volver, ambas chicas estaban desnudas, acostadas boca arriba en el sofá, una le acariciaba el coño a la otra mientras se fundían en un beso. Sin perder tiempo levantamos en el aire las piernas de la esposa del otro e introdujimos nuestras vergas en sus coños.
Uff que rico papi, dame así, mira como me clava bebé – dijo Ceci.
Que delicia ver como te culean mi amor – le respondí.
¿Te gusta esto lindo? ¿dime que quieres que me hagan?- le dijo Camila a Andrés.
Sin dejar de metérsela a mi esposa, Andrés miró a Camila, después me miró a mi.
Quiero que te rompan el culo – dijo.
Camila se levantó como quien ha recibido una orden, fue a un cuarto y volvió con un tarro de crema lubricante. Se acostó en el sofá pero esta vez de lado, agarró la nalga que asomaba hacia arriba, la levantó y esparció abundante lubricante sobre su ano. A mi me pareció una invitación y posé mi glande sobre su ano observando cuidadosamente. Empujé y sin mucho complique mi verga encajó hasta la mitad en el culito moreno de Camila. Aquello me indicó que el sexo anal era practica recurrente entre ellos y no demoré en hundir mi verga hasta la base.
Yo también quiero culo – le dijo Andrés a Ceci.
A diferencia de nuestros amigos, el sexo anal para nosotros era algo que ocurria esporadicamente. Pude ver algo de susto en la cara de mi esposa, pero sabía que no iba a negarse porque no querría ser menos que Camila. Tomó el tarro de lubricante y se lo untó entre las nalgas. Rápidamente se metió un dedo también con la esperanza de dilatar su ano. No funcionó. Ceci gritaba de dolor ante cada intento de Andrés por introducir su falo.
Finalmente Ceci se levantó, tomó a Andrés de la mano y se lo llevó a un cuarto. Decidí olvidar los celos, ya me estaba dando un banquete VIP con esa hermosa jovencita. Cuando saqué mi verga algo de mierda se alojaba en mi glande. Camila vio aquello y me llevó de la mano a un baño. Camino a allí pude ver a Ceci sobre una cama en cuatro con su cara sobre el colchón mientras Andrés le mamaba el culo.
Me quité la ropa que llevaba encima y entré a la ducha con Camila. Me lavó la verga y mientras tanto pude detallar todo su cuerpo desnudo por primera vez. Su cuello delgado al final adornado por un par de tetas medianas con unos pezones café oscuro pequeños y puntiagudos, una cintura pequeña y unas caderas menudas, un coño depilado y unas piernas duras. Se dio la vuelta para mojarse en la ducha y dejó ante mí su par de divinas nalgas. Me arrodillé y las separé para chuparle el culo. Follamos un rato en la ducha hasta que unos gritos provenientes del cuarto nos llamaron la atención y salimos.
Era la garganta de mi esposa estallando en alaridos. Estaba con las piernas arriba a todo dar y Andrés azotaba su culo. Nunca me había dejado hacer eso así de fuerte. Volteé a ver a Camila, su cara reflejaba enojo, me tomó de la mano. Nos vestimos y salimos de aquel apartamento. Caminamos un par de cuadras besándonos hasta llegar a un club nocturno. Entramos, pedimos unas cervezas y empezamos a bailar.
Me gustas mucho, quiero que esta noche pienses que yo soy tu esposa – Me dijo Camila mientras bailábamos pegados.
Nos embriagamos. A eso de las 12 de la noche tomamos un taxi con dirección a un motel cercano. Pedimos la suite presidencial. El lugar contaba con dos camas, un jacuzzi, múltiples sillones, espejos y un arnés que colgaba del techo. Camila se desnudó y recorrió todo el lugar con distinguida elegancia. Yo solo la observé. Por un momento pensé en mi esposa, en qué estaría haciendo en ese momento, por cual orificio la estaría Andrés ultrajando. Sentí celos. Tomé mi celular.
Espero que te estés divirtiendo – le escribí. No hubo respuesta.
Fui hasta Camila, la monté en el arnés y sus nalgas quedaron abiertas y a disposición. Se la metí por el culo. Después fuimos a la cama y tras el necesario lavado de verga me acosté boca arriba con el palo apuntando al cielo. Camila se acercó a gatas y de rodillas con su culo arriba empezó a mamarmelo. No lo había hecho en toda la noche y fue una grata sorpresa, técnica impecable y delicada, una delicia. Cuando sentí que me venía apreté mi cuerpo y ella lo notó.
Espera, ven echamelo en la cara – me dijo apurada.
Se puso de rodillas y me invitó a acercarme. Despaché todo mi cargamento sobre ella. Algo cayó en su cara, algo en sus tetas, algo en el suelo del cuarto. Se levantó y fue directo a donde estaba su ropa. Sacó su celular y empezó a tomarse selfies con la cara toda chorreada. Se las estaba mandando a Andrés.
¿Quieres dormir conmigo esta noche? – Me preguntó Camila.
Por supuesto, eres mi esposa – Le dije y sonrió.
Dormimos un rato en cucharita pero pronto mi falo se activó ante el roce delicado de esas nalgas. La puse boca abajo y me subí sobre ella para penetrarla por la vagina esta vez. Vimos el amanecer en aquella posición con la sinfonía de sus gemidos. Cuando tuve ganas de venirme me pidió que se lo echara sobre el culo, y así lo hice. Nuevamente se tomó fotos y se las envió a su esposo.
Pedimos un taxi y llegamos hasta el apartamento de Andrés. Mi amigo estaba dormido en la misma cama en la que había visto como le reventaba el culo a mi esposa pero Ceci no estaba ahí. Saqué mi celular y encontré un mensaje de las 3 am.
Estoy en casa – era Ceci.
Tomé otro taxi para llegar a mi casa. Entré.
¿Dónde estabas? – Me preguntó. Aún llevaba su vestido negro, se veía cansada.
En un motel tirando con Camila. ¿Te gustó esto? – Le dije.
Estuvo bien – Respondió acercándose.
Agarró mi verga por sobre el pantalón. Se arrodilló, me bajó todo y empezó a mamarmela.
¿Ella te lo chupó mejor que yo? – Preguntó.
Lo chupa bien, pero no mejor que tú – le mentí.
¿Qué fue lo que más te gustó de ella?
Sus nalgas son muy bonitas
¿Son mejores que las mías?
Son distintas, me gustan más las tuyas. ¿Qué fue lo que más te gustó a ti?
Tú estabas en el baño, él me había chupado el culo un rato para abrirlo, me dijo que me lo iba a meter como se lo metía a su esposa, fue muy brusco, eso me gustó
A mi me dieron celos ¿Te gusta más su verga que la mía?
No, me gusta más la tuya. ¿Te acostarías de nuevo con Camila?
Si tú me dejas y Andrés y Camila están de acuerdo, sí. ¿Te acostarías de nuevo con él?
Sí, me gustó
Ahora reconoces que él te gusta
Sí, me gusta, y a ti te gusta Camila. No solo su cuerpo, vi como la mirabas
Sí, me gusta Camila
¿Saldrías con ella?
¿Cómo, cenar o ir al cine o algo así?
Sí
No sé, no tuvimos mucho tiempo para hablar, casi siempre mi lengua estaba en su culo
Imbécil
Nunca me has dejado darte por el culo así de duro y lo dejaste a él
No sé, me sentía presionada a satisfacerlo, Camila lo hizo muy bien contigo. Él me pidió mi número
Eso no se podía
Lo sé, pero se lo di ¿Ella te dio su número?
Sí
¿Te verás con ella?
Sí
¿Cuándo?
Aún no sé. ¿Cuándo te verás con él?
Mañana. ¿Está bien?
Sí
Al día siguiente le escribí a Camila.
Andrés y Ceci se van a ver mañana
¡¿ah?!
¿Él no te dijo?
No. ¿Sabes dónde se van a encontrar?
No lo sé pero puedo averiguarlo
Le pregunté a mi esposa y muy descomplicada me dijo el nombre del motel en el que se encontraría con mi amigo y la hora de la cita. Le di la información a Camila y me dijo que quería ver qué hacían.
Recogí a Camila media hora antes de la hora acordada por nuestras parejas. Estacionamos en un punto donde podíamos ver la puerta del motel y además estábamos adecuadamente ocultos. Vimos llegar el auto de Andrés. Le dimos el tiempo justo para seguirlos sin que nos vieran. Pudimos ver como se cerraba la puerta de un parqueadero en el que habían entrado. Pedimos la habitación de al lado.
Entramos y nos pegamos a la pared que daba a la habitación donde estaban Andrés y Ceci, siéndonos infieles, rompiendo las reglas. Las paredes eran delgadas, se oía todo.
Extrañé mucho tu culo estos días – le dijo Andrés a Ceci.
¿De verdad? ¿Por qué?
Porque es grande, me gusta como se mueve cuando te doy en cuatro
A tu amigo le gusta mucho el culo de tu esposa
Él tuyo es mejor
Volteé a ver a Camila y vi como el enojo se apoderaba de ella.
Me encantó como me partiste el culo el otro día, ¿me lo vas a partir hoy también?
Uff claro que sí mami… ¿de quien es ese culo?
Es tuyo Andrés, solo tuyo
Ahora el enojado era yo. Por un momento hubo silencio, supongo que Ceci le estaba chupando la verga a Andres. Después los gemidos empezaron a llenar el ambiente.
¿Te gusta mi culo mi amor? – Le dijo Ceci.
Me encanta tu culo, siempre me ha gustado
¿Te gusta más que el de tu esposa?
Sí, mucho más
¿Quién tira más rico, ella o yo?
Tú mi amor
Camila empezó a llorar.
¿Él sabe que estás aquí? – Dijo Andrés.
Sí, sabe que estoy acá en este momento y sabe lo que estoy haciendo
Que idiota, te está regalando
No importa, lo que importa es que estamos acá, dame duro
¿Nos vamos a seguir viendo?
Siempre que quieras mi amor, soy tuya
Camila lloraba sentada en la cama. Yo estaba un poco contrariado, yo había accedido a aquel encuentro, pero presenciar la situación no me gustaba para nada, mucho menos lo que ella decía.
Para hacer más raro todo, tenía la verga dura de oír gemir a mi esposa. Me acerqué a Camila, la abracé y la besé. Me correspondió. Nos acostamos en la cama oyendo los gritos del otro cuarto. Empecé a tocarla hasta que su coño se humedeció. La penetré despacio primero, estaba vulnerable, tenía que ir cambiando el mood de a poco. La puse en cuatro, me puse a chuparle el culo… mientras en el otro cuarto…
Me encanta tu verga Andres
¿Más que la de tu marido?
¡Mucho más! Metemela duro por el culo como el otro día, llenamelo de leche para acordarme de ti toda la semana, que me duela amor
Ellos terminaron y se fueron. Nosotros nos quedamos allí tirando. Recibí una llamada de Ceci.
Hola mi amor ¿cómo estás?
Bien ¿y tú, cómo te fue con Andrés?
Bien, normal, nada espectacular
¿Lo seguirás viendo?
Depronto, no lo sé ¿Qué haces tú?
Quiero que vuelvas al motel en el que estabas con él, pero pide entrar a la habitación 10
¿Por qué?
Solo hazlo
La puerta se abrió después de un rato. Ceci entró. Yo me encontraba acostado boca arriba y Camila trabajaba sobre mi verga magistralmente.
¿Qué es esto? – Dijo Ceci.
Esto, mi amor, es la mejor mamada que me han dado en la vida
Tomé la cabeza de Camila para ayudarla con el movimiento. Camila miró a Ceci.
Sientate perra y aprende como se chupa una verga – Le dijo Camila a Ceci.
No se sentó pero se quedó congelada allí.
Oí todo, que su verga te gusta más que la mía, que tu culo es de él – le dije a Ceci.
Me puse de pie y Camila se acomodó en cuatro en la cama. Se la metí por el culo.
Esto sí es sexo anal mi amor, no como la quejadera tuya siempre – le dije a Ceci.
Camila se movía frenéticamente en círculos.
Camila mi amor, me encanta el color de tu piel, me encanta tu cintura pequeña, me encantan tus nalgas paraditas y duras, podría chuparlas por días sin parar, me encanta como gimes cuando la chupas y por dios! Me encanta como la chupas, la chupas mucho mejor que mi esposa.
Para entonces Ceci se había sentado y estaba en silencio viendo como Camila y yo nos echabamos un polvo épico.
Me voy a venir – dije.
Camila tomó mi verga con una mano y cubrió mi glande con su boca. Descargué toda mi leche en ella, la guardó, se levantó, caminó hacia mi esposa y le escupió toda mi leche en la cara.
Puta atrevida – le dijo y le dio una cachetada que resonó en todo el cuarto.
Camila se vistió, se acercó a mí y me dio un beso tierno en los labios.
Adiós cariño, tiras muy rico – me dijo y salió de allí.
Ceci me miraba con su cara llena de leche y saliva, en completo silencio.
No lo vas a volver a ver ¿Está claro?- le dije.
Sí amor
Dices amor con mucha ligereza, perra. Quítate la ropa, ponte en cuatro. Te voy a dar por el culo como nunca te han dado
Escupí su culo, escupí mi verga. Posé la punta de mi falo en su ano que aún estaba abierto por la faena que había tenido minutos antes con Andrés en el otro cuarto y se la hundí toda hasta las bolas. Gritó de dolor y trató de quitarse. La sujeté con fuerza.
¡Para por favor! Te prometo que no lo vuelvo a ver – Decía llorando.
Eso ya lo sé, pero tienes que pagar por lo que hiciste
Como me acababa de venir con Camila duré mucho. Ultrajé a mi esposa por el ano sin piedad.
¡Ya para por favor! ¡no lo vuelvo a hacer!
¡Con que este culo es de Andrés!
¡No mi amor perdoname! ¡Es tuyo, tú eres el único que quiero!
¡Eso no era lo que decías hace un rato!
¡Perdón! ¡aaah!
Le solté dentro del culo lo que me dejó Camila. Ceci cayó tendida en la cama y un hilo de semen enrojecido con sangre corría por una de sus nalgas. Tomé una foto y se la mandé a Camila.
Venganza cumplida bebé – Le escribí.
Me alegra… pero no es suficiente, ¿qué tal si nos vemos mañana y me das un poco más de esa leche? Aún tengo el sabor en la lengua.
Dale, claro que sí.
Camila dejó a Andrés. Ceci y yo seguimos juntos a pesar de todo, aprendimos de mala manera las consecuencias de jugar con fuego. Aún me veo con Andrés y hablamos de aquello, las cosas han quedado claras. Camila es mi amante, nos vemos una vez por semana.