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Mi esposa sumisa

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Había sido solitario durante la mayor parte de mi vida y siempre había mantenido una distancia emocional de las relaciones románticas. Sin embargo, todo cambió cuando conocí a la mujer que se convertiría en mi esposa.

La conocí en un posgrado que dictaba la facultad de arquitectura sobre diseño de interiores. Ella se sentaba atrás de todo, muy retraída. Aunque con timidez y ya pasado los 30 años, me acerqué a hablar con esa muchacha voluptuosa que no mostraba nada de su cuerpo y usaba lentes.

Ella también había crecido en una familia conservadora que le había inculcado el miedo al amor y al sexo. Al principio, parecía reservada y no mostraba mucha cercanía emocional, pero cuando nos casamos, algo cambió en ella. Comenzó a ser cada vez más cariñosa y afectuosa conmigo.

Sandra es una mujer de tes muy blanca, algo rellenita, con cabello negro y algo ondulado. Su busto es muy generoso y ella es de altura mediana. Siempre se viste de manera muy prolija, sin dejar ver nada de su piel. Aunque el propio tamaño de sus tetas hacía que quiera o no, su escote apareciera en todo momento. Yo mido 1,89, no tengo un mal cuerpo pero no estoy tallado a mano. Voy al gimnasio tres veces por semana y me mantengo. Mi pija es normal para mi altura, de 21 cm pero es ancha, blanquita. Tengo pelo castaño oscuro, lo uso corto.

Sandra es una mujer muy trabajadora y dedicada a nuestro matrimonio. Siempre está arreglando la casa y las plantas, y manteniendo todo muy limpio. Le encanta mantener todo en orden y que todo esté en su lugar. Como decía, siempre se asegura de que esté cómodo y feliz, y me demuestra su amor con cada gesto.

Parecía como si el hecho de saberse mi esposa la hubiera hecho tan feliz y relajado tanto que tuviera esa imperiosa necesidad de agradecerlo con cada gesto. Me encantaba ver cómo tenía la casa limpia, preparaba la comida y se ocupaba de cada detalle de la vida doméstica. Siempre se aseguraba de que estuviera cómodo y feliz.

Juntos, descubrimos el amor verdadero y aprendimos a dejar atrás nuestros miedos para disfrutar de la vida como pareja.

Con el tiempo, nuestro amor se hizo más fuerte y nuestra relación se convirtió en un hermoso ejemplo de lo que significa amar y ser amado de verdad. Nos dimos cuenta de que el amor y el sexo no eran algo de lo que debíamos tener miedo, sino algo que debíamos disfrutar plenamente.

Con mi profesión de diseñador de interiores, me iba bien económicamente, y mi esposa algunas veces me hacía de secretaria. Por eso, decidió abandonar su trabajo de arquitecta y centrarse en nuestro hogar.

Sin embargo, sabíamos que necesitábamos soltarnos más afectiva y físicamente el uno con el otro para fortalecer aún más nuestra relación.

Aprendimos a superar nuestros miedos y a entregarnos el uno al otro sin reservas. Descubrimos que el amor verdadero no tiene límites y que juntos podíamos superar cualquier obstáculo.

Aunque nuestro amor era fuerte y nuestro matrimonio feliz, el sexo era a la vez hermoso y romántico pero, con el tiempo, se volvió monótono y aburrido. Ambos nos sentíamos insatisfechos y deseábamos algo más.

Hasta que hubo un día que lo cambió todo.

Todo comenzó una tarde cuando volví muy cansado a casa después de hacer un muy buen negocio para redecorar un pequeño hotel. Llegué y me di una ducha y me tiré rápido en la cama, solo con un bóxer. Ella se acostó al lado mío y me abrazó. Comenzó a excitarme, tocándome la pija.

Se acercó con movimientos suaves. Con las yemas de sus dedos comenzó a acariciar mi pene que se ponía cada vez más duro. Su rostro reflejaba una mezcla de ternura y admiración mientras contemplaba la belleza de mi miembro erguido. Se detuvo un instante para contemplarlo con atención y en sus ojos se veía una profunda emoción. Mientras me seguía acariciando, haciendo el típico movimiento de sube y baja se fundió en un momento único y especial. Es como si el tiempo se detuviera en ese instante y todo lo que importara fuera nuestra unión y el sentimiento de plenitud.

Sacó uno de sus pechos gigantes y lo puso en mi boca, mientras me acariciaba la frente. Luego me pajeó cada vez más rápido hasta que antes de acabar colocó su boca en mi miembro para que acabe allí. Y mientras yo explotaba de sexo y de amor ella me miró a los ojos y tragó toda mi leche. Nunca me había imaginado eso ni siquiera remotamente. Su imagen con las dos tetazas afuera, su boca llena de mi poja y ella tratando, era hermosa.

A partir de ese momento todos los días al volver del trabajo ella hacía eso. Cada vez había algo diferente. Una vez por ejemplo ella tenía una pollera sin nada abajo. Comenzó a masturbarme y puso su pierna sobre la mía, ella acostada a mi lado, como siempre. Su pollera se levantó y esa escena me volvió loco. También me hizo una paja, primero agarrando mis bolas que son bastante grandes y yo mantengo depiladas. Luego comenzó el sube y baja y me dijo que había visto a las chicas que seguía en Instagram y que le parecían muy lindas. Eso me hizo explotar de leche en su mano. Que me hablara tan libremente de otras mujeres me enloqueció. Yo tenía una cuenta oculta de Instagram donde seguía a mujeres tetonas y ella siempre lo supo y con una dulzura tremenda nunca me dijo nada.

Al otro día se repitió lo mismo. Su atuendo era también una pollera larga, sin nada abajo y también sin corpiño. Sacó una de sus tetas y la puso en mi boca mientras me decía cosas como "mi niño" o "mi bebito" y me daba la teta. "Toma la teta de mami mi bebé". Cada día ella era más sumisa a mi placer, que parecía que era lo único que le importaba. Y cada día me hablaba más como bebota.

Cada vez se ponía más y más puta hasta que comenzó a darme mucho morbo su carácter de sumisa. Yo ni sabía que era eso. Tan es así que un sábado por la tarde, luego de ir a hacer compras al supermercado, al llegar me senté en el sillón y le pedí que me sacara las zapatillas. Lo hizo. Le pedí que se se levantara la remera y se sacara el corpiño y deje sus tetas afuera, lo hizo. Le dije "ahora puta, chupale la pija a tu marido, y mirame a los ojos" y se arrodillo y así lo hizo.

Luego de acabar nos abrazamos mucho. Ella me dijo que le encantaba esta nueva relación y que había leído mucho. Se llama sumisión. Le dije que la amaba e hicimos el amor. Me gustaba cogerla con las piernas bien a abiertas mientras le digo cosas dulces y sucias a la vez. "Sandra te amo y me encanta que seas mi puta, sos muy trola sabes?" y ella responde: "si papito, cogeme cuando quieras". Cosas así.

Al otro día estuve en la oficina todo el día caliente esperando volver a casa. Apenas llegué le saque el pantalón con fuerza y la tiré en la cama boca abajo. Le empecé a acariciar su culo y le metí un dedo. Luego le coloque algo de crema y rápidamente la enculé. Ella gritaba de dolor. Al acabar me abrazó llorando y me dijo que quería estar casada conmigo para siempre. Eso me volvió a excitar y le pedí que me la chupe. Era la primera vez que teníamos sexo anal.

Otro día por ejemplo la encontré cortando verduras en la mesada y le levanté la pollera y la masturbé mientras le chupaba el cuello y la oreja. Y esa misma noche la desperté de madrugada poniendole la yema de mi dedo indice en su cola y presionando. Ella se despertó y me dijo que me amaba, abrió sus piernas y me subí sobre ella y la taladré. Así eran nuestros días, una explosión de sexo. Ahora además habíamos avanzado porque le había ordenado que mantenga siempre muy limpia su cola y en cualquier momento, de sorpresa, yo la exploraba con un dedo.

Pasaron unas semanas de sexo y abrazos y comenzo a venir a visitarla una amiga de ella, Natalia. Ella descubrió que el novio la engañaba y se sentia muy sola. Estaba triste.

Natalia se vestia siempre de manera sugerente mostrando sus pechos grandes aunque no tanto como los de Sandra. Nosotros varias veces habiamos visto su Instagram para excitarnos. Me encantaba mirar sus fotos en bikinis chiquitos, o las fotos en boliches siempre con poca ropa.

Sandra me chupaba la pija más de una vez mientras yo miraba esas fotos de su amiga. La relación con Natalia era cada vez de mayor confianza hasta que un fin de semana se quedo a dormir en uno de los cuartos. A los pocos meses era costumbre que se quede y esto que sucedio fue asi tal cual: una pata de su cama se rompió y yo lleve a mi esposa al baño, le dije que la invitara a dormir con nosotros. Verla a Natalia y a Sandra en la misma cama era mi sueño. Sandra hacía todo lo que yo le pedía como una verdadera puta sumisa de su marido.

Natalia aceptó y aparecio con un camisón verde suave, que no dejaba nada a la imaginación. Dormí al lado de mi esposa y le amase las tetas con su amiga al lado. Esa noche no paso más nada.

A la semana siguiente Natalia volvió y ya se dispuso a dormir con nosotros. Pero esa noche hablamos sobre la relación de sumisión que yo mantenía con mi esposa y ella nos hizo todo tipo de preguntas.

Se enteró de las pajas que me hacía en todo momento, de la manera en que se arrodillaba a chuparmela cuando se lo pedía, de como me gustaba que me mire a los ojos en ese momento. Y tambien se entero de que a veces mirabamos su Instagram para excitarnos. Pareció no importarle y divertirle.

Pero se detuvo en un detalle: no podia creer que yo le practique sexo anal a mi esposa aun cuando a ella le dolia. Sandra le explico que solo queria darme placer. Mientras hablabamos le toqué las tetas a mi esposa delante de su amiga.

Esa noche dormimos los 3 en la misma cama y en el medio de la noche Sandra se subio a mi pija y me cabalgó. Al lado Natalia vio todo. Al despertar vi como uno de los pechos de Natalia salia de su camisón. La vista fue hermosa.

En el momento del desayuno no pude creerlo. Tener a esas dos tetonas delante de mí. La lujuria me invadio. Sandra estaba en la mesada haciendo unas tostadas, con una remera blanca muy escotada. Estaba sola. Natalia entró en la habitación con pasos suaves y cuidadosos, sin hacer ruido y se detuvo un instante mirando. Natalia nunca habia mirando tanto a las tetas de una mujer. Sandra estaba expectante.

En ese momento llegué y me detuve detrás de Sandra. Frente a ella estaba Natalia, con sus pechos casi al aire. Me pare como decia detras de mi esposa estaba apoyada en la mesada y le empece a masajear las tetas. Se las saqué y ante la mirada de Natalia le puse cremita en la cola y se la meti por el culo. "¿Ves Nati? Queres saber como le hago la cola a mi mujer?" le dije.

Rapido. Furioso. De repente. Asi la penetraba. Ella gritaba de dolor y de placer. Natalia no podia creerlo. Asi estuvimos casi 10 minutos, Sandra gritando cada vez mas. Yo cada vez mas fuerte. Natalia con sus pechos al aire.

La tenia sostenida con mucha firmeza. Sus tetas colgaban y se balanceaban y Natalia se las miraba. Yo tenia los ojos fijos tambien en Natalia. Sandra disfrutaba como nunca. Me ponía a mi que se mire y se hablen. Natalia le preguntaba si le dolía mucho. Ella le decía que sí. Siempre jadeando.

Le pedi a Natalia que la bese para callarla y ella lo hizo. Me encanto ver sus lenguas juntas. Fue un beso de amor hermoso, se chuparon las lenguas y la cara. Natalia le agarró fuerte las tetas y Sandra hizo lo mismo.

En un momento se separaron y se quedaron mirándose fijamente, sin decir nada, mientras el corazón de mi mujer latía con fuerza en su pecho.

Al finalizar me fui a dar una ducha y las deje a las dos solas. Las encontre luego en la cama, abrazadas, Sandra llorando de felicidad, contandole cuanto me amaba. Natalia me dijo que algun dia queria probar ese placer.

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Pueden escribirme a mi mail [email protected] con sus comentarios.

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