Las relaciones sexuales entre Marco y yo siempre han sido buenas, es decir normales. Desde que éramos novios, antes de decidir casarnos formalmente, ya teníamos relaciones y lo disfrutábamos. Notábamos que todo iba bien, pero cada vez el sexo nos aburría más y no entendíamos porque siempre nos habíamos gustado uno al otro. Este sentimiento era de los dos y comentamos que algo pasaba o algo faltaba.
Un sábado noche que salimos de discoteca, fuimos a una que nos gustaba mucho porque tenía strippers que en un momento dado se solían desnudar del todo y era grato y divertido ver, además, desde nuestra mesa cómo un montón de gente estaba intentando tocar sus pollas pero no había manera. Si algún espectador escalaba y conseguía subir, los perros —así llamábamos a los guardianes en lugar de gorilas—les echaban mano y los devolvían a su puesto.
Al rato de estar viendo esta parte del espectáculo con cinco tíos totalmente desnudos, enormes pollas, fornidos por un cuerpo espectacular con poderosos pectorales y unos glúteos en su culo como para comérselos en crudo, guapos, brillantes por los ungüentos y los sudores, manejando sin parar sus pollas de mil maneras sin llegar a eyacular, mi esposo descubrió un conocido entre ellos, uno que habían presentado por el altavoz como Jaccopo.
Entonces Marco se puso a gritar:
—¡Jaccopo, Jaccopo! ¡Jaccopo, Jaccopo!
Ignoraba lo que iba a ocurrir y lo que ocurrió es que todo el mundo comenzó a gritar ¡Jaccopo!, sin saber por qué. Como era costumbre en esta disco, si se vitoreaba a uno de los stripper, este se adelantaba, bailaba a su aire se masturbaba y cuando lo creía conveniente, se acercaba a la delantera y eyaculaba al público. Mi esposo se quedó sorprendido y a la vez apenado por lo que había ocurrido. Al rato se nos presentó Jaccopo vestido con un short de cuero muy ceñido con las nalgas visibles y el paquete pronunciado; no llevaba nada para cubre el torso, solo un collar dorado. Iba acompañado de dos perros que, en todo el rato que estuvo con nosotros, no se movieron de detrás de él y no dejaron acercarse a nadie. Besó a Marco y él me presentó y Jaccopo me besó. Se sentó con nosotros, conversaron ellos dos de su tiempo, del tiempo de su amistad. Resulta que ambos fueron amigos desde la infancia hasta que Jaccopo, que en realidad se llamaba Juan Martínez, se fue del pueblo para trabajar. Ya no se habían visto. Agradeció a Marco el vitoreo porque tenía una prima económica de compensación y nos pidió que esperáramos hasta que él regresara porque le faltaba poco. Lo hicimos con mucho gusto. Nos trajeron sendas copas con coctel muy especial y unas gominolas muy sensuales por sus atrevidas formas.
Jaccopo se sentía muy cansado pero no tenía ganas de ir al hotel, quería conversar con nosotros y nos fuimos a donde vivíamos. Al rato y con un par de copas más, quedamos con ganas y Jaccopo se nos obsequió para hacer un trio y aprendimos muchos modos de hacer el sexo y de manera más sensual.
Desde nuestro encuentro con Jaccopo, el stripper, Marco me estaba follando más que nunca, y cuando lo veía me daba cuenta que se estaba superando a sí mismo e incluso a Jaccopo, la verdad es que me follaba mejor y más fuerte. En resumen, que nuestra primera incursión en agregar más hombres a nuestra cama extraordinariamente mejoró nuestra vida sexual. Sentí que el sexo que ya estábamos teniendo era súper bueno.
Aproximadamente un mes después de esa experiencia, viajamos desde Berlín que es donde vivíamos entonces al norte de España para visitar a los familiares y a unos amigos comunes. Marco y yo nos conocimos juntos en la misma empresa, y él siempre me animaba cada vez que yo estaba desanimado o disgustado por algo con muchas carantoñas y me enamoró. Íbamos a ver a nuestros padres que vivían en aquella ciudad donde nos conocimos y donde yo nací. Siendo nosotros novios, los padres de Marco se vinieron del pueblo para vivir en la ciudad y atender a Marco que es hijo único de ellos. Habíamos recibido también una invitación a una fiesta que había organizado nuestra anterior empresa. Nosotros trabajamos en montaje de películas porno y seguimos bien relacionados con nuestra anterior empresa porque les resolvemos algún problema técnico y también de distribución, también ellos colaboran con la actual empresa nuestra. Acudimos cuando ya había comenzado la reproducción de una película que, siendo porno, contaba una historia real y dramática precisamente de un actor porno.
Luego de ver la película seguía la fiesta a la que se nos había invitado. Conocíamos a casi todas las personas que íbamos viendo, pero había otros totalmente desconocidos. Todo era en una finca propiedad del jefe que era uno de los directores; la finca tenía una casa enorme con una lujosa fachada, allí en esa casa se filmaban algunas tomas de películas de la empresa. La piscina era espectacular. Solo se encontraban el director y su esposa, los hijos estarían en otra parte, hay que reconocer que este matrimonio se lleva muy bien aunque tanto él como ella tienen sus respectivos amantes.
Había como unas 50 personas invitadas, lo que indica que los anfitriones habían invitado a mucho más gente que los implicados en la película. Rápidamente saludamos a cuantas personas conocíamos y alguna que otra desconocida y nos fuimos donde estaba la mesa preparada con las bebidas. Nos preparamos unos cocteles en base de vodka y nos mezclamos con las personas que conocíamos. La gente se acercaba a nosotros y nos preguntaba qué tal nuestra nueva vida de casados. Me sorprendió ver a un tipo llamado Alfonso acercarse a nosotros. Alfonso es el epítome de un jovencito. Es bajo, en forma y adorable. Él tiene rasgos oscuros y su enorme sonrisa ilumina una habitación entera. Alfonso es a la vez divertido y dulce. Aunque tiene 20 años, se ve mucho más joven. Tiene la costumbre de peinarse con sus dedos hacia atrás su pelo flojo, grueso y marrón para sacárselo de su frente. Es uno de los tipos más hermosos que he visto en mi vida. Alfonso y yo hicimos un concierto juntos justo cuando cumplió 19 años y se pasaba el tiempo mirando mi trasero redondo. La semana de su cumpleaños, él y yo coqueteamos algo por Whatsapp incluso intercambiamos algunas imágenes de nuestras pollas. También me escribió su parecer respecto a que Marco era un tipo que siempre estaba caliente y con ganas. Lo conocía bien, porque coquetearon casualmente bastante al mismo tiempo que él y yo, así que sabía que mi esposo estaba interesado por mí y que a él se le hacía de noche.
Al encontrarnos, conversó conmigo y con Marco sobre nuestro común trabajo, y vi a Marco y a Alfonso observándose mutuamente en diferentes puntos del cuerpo durante la conversación. En un momento, Marco fue a traer alguna bebida para los tres y Alfonso se quedó conmigo para hablar.
—¿Recuerdas esa vez que conversamos y salimos juntos online?, —le pregunté.
Mi mente estaba corriendo por cómo podría funcionar esta tarde, así que no perdí el tiempo.
—¡Oh, sí! Eso fue divertido; tienes una polla muy gruesa, —respondió Alfonso.
Su sonrisa era verdaderamente agradable.
—Tú y Marco coqueteasteis un poco también… ¿verdad?, —presioné para sacarle los colores de la cara.
Tímidamente sonrió y admitió que, sí, él y Marco coquetearon e intercambiaron algunas fotos.
—¿Todavía crees que está tan caliente?, —pregunté.
Alfonso hizo una inclinación de cabeza y un volteo a diestro y siniestro hasta ver a Marco, quedo fijo mirando en dirección a Marco y rápidamente me miró.
—¿Estás bromeando? Él está más caliente ahora. ¿Sus brazos se hicieron más formados y poderosos?, —dijo Alfonso.
—Entonces…, ¿estás insinuando que todavía querrías ponerte los pantalones?, —ahora presioné más incisivamente.
—Que sepas que estaría dispuesto para un trío, —dijo.
—No pregunté si estabas dispuesto para un trío, te pregunté si querrías ponerte los pantalones, —le dije tratando de acercarme más al punto en cuestión.
A veces es difícil dejarse entender sin escapatoria. Volvió a mirar a Marco y luego a mí con una sonrisa cómplice.
—Estaría dispuesto a ponerme de rodillas por él. ¿Cuándo quieres que haga esto?, —preguntó.
Todo su estado de ánimo cambió. Pude escuchar la emoción en su voz. Me incliné más cerca, casi susurrándole al oído.
—Nadie va arriba. Encuentra un dormitorio y chúpale su polla, —le dije como una instrucción, y caminé lentamente hacia Marco.
Marco estaba camino de regreso para continuar nuestra conversación, pero tardo por los mil saludos que tenía que dar a cada uno que se encontraba en el corto trayecto. Le arrebaté mi copa rellena de su mano. Le dije que iba a salir y hablar con algunas personas, y me dio un rápido beso en los labios. Regresó a Alfonso y continuaron hablando. Me obligué a mantenerme alejado de esa habitación, porque no quería ver la interacción al principio. Tampoco quería poner nervioso a Alfonso. Quería que Marco pensara que fue idea de Alfonso porque deseaba que Marco tomara la decisión de escabullirse con este adorable jovencito cuando yo no estaba presente. Me di 20 minutos y volví al salón donde estábamos hablando. Se habían ido.
Ya estaba yo poniéndome duro dentro de mis jeans. No pude verlos por ningún lado en ese lugar. Divisé una larga y sinuosa escalera de madera cerca del gran salón de la casa y me dirigí al segundo piso. Encontré un largo pasillo ancho con pesadas puertas de madera en ambos lados. Esta vieja casa es enorme, así que tenía que haber por lo menos diez dormitorios, sin contar el tercer piso. Seguí caminando por el pasillo entre volandas para no hacer ruidos y puse mis oídos a cada una de las puertas para escuchar cualquier cuchicheo. En mi cuarto intento, pude escuchar gemidos amortiguados, pero no sonaba como Marco. Lentamente abrí la puerta y me encontré en un pequeño cubículo con otra puerta de madera en la pared opuesta. Era una pieza de un metro cuadrado como máximo, una pequeña habitación cuadrada que tenía abrigos y un pequeño banco para sentarse y quitarse los zapatos. Pero el gemido fue más pronunciado desde aquí porque la puerta estaba rajada muy levemente. Cuando miré, no vi a Alfonso chupar a Marco. Alfonso estaba de espaldas sobre una gran cama con dosel, con los tobillos en las manos de Marco. Marco estaba de rodillas, bombeando lentamente en el culo de Alfonso. Alfonso estaba desnudo, pero Marco solo desabotonó su camisa de vestir.
—Eres el chico con la polla más grande que he tenido, —dijo Alfonso con una sonrisa que no evitaba el fuerte gemido que soltó cuando Marco se deslizó profundamente dentro de él otra vez.
—Mayor, ¿eh? Bueno, estás jodidamente apretado, —díjole devolviendo la sonrisa.
Alfonso todavía se estaba acostumbrando al tamaño de Marco, porque de vez en cuando gemía más fuerte cuando Marco empujaba profundamente. Marco murmuraba por lo bajo:
—¿Te gusta eso, eh…? ¿Cuánto tiempo has querido esta gran polla en tu culo que es tan puto y tan bueno?
En poco tiempo, mis jeans estaban desabotonados, y yo estaba acariciando mi polla. A pesar de que estaban jodiendo en una cama enorme, aún se podía oír el colchón golpeando la gran cabecera de madera a medida que cada empuje se hacía más intenso. Los gemidos de Alfonso crecían en volumen, y Marco le recordaba que se callara. Después de unos minutos, Marco colocó a Alfonso en su regazo, y Alfonso instintivamente envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Marco.
—Necesitas montar esta polla, —dijo Marco mientras besaba a Alfonso.
Fue un beso largo y lento, lo que habitualmente reserva para mí, por eso yo estaba seguro que Marco estaba disfrutando reclamando el culo de este jovencito. Alfonso envolvió sus brazos alrededor del cuello de Marco y respondió besándolo. Fue entonces cuando se transformó de follar duro a sexo lento, deliberado, haciendo el amor en el límite. Las manos grandes de Marco ahuecaron fácilmente el culo de Alfonso mientras se balanceaba hacia adelante y hacia atrás en la gran polla de Marco. Alfonso de vez en cuando echaba la cabeza hacia atrás y soltaba un gemido antes de reanudar el profundo beso con mi esposo. Marco respondió empujando lentamente el hermoso trasero de la burbuja de Alfonso. Me di cuenta de que se estaban tomando su tiempo porque lo estaban disfrutando mucho. Mi esposo alfa tomando este jovencito para un recuerdo inolvidable.
—Quiero ver tu bonito y sensual cuerpo, —gimió Alfonso, y le quitó la camisa de vestir a Marco.
Los pectorales de Marco se veían impresionantes ya que últimamente estaba dándose verdaderas palizas con las máquinas del gimnasio de un modo brutal. Yo me encargaba de masajear sus pezones y sigo haciéndolo para que sean duros, grandes y salientes, están bellos. Su pelambrera oscura en el pecho, que exigí que siempre guardara sin rasurar, estaba empapada de sudor. Marco se inclinó y comenzó a masturbar a Alfonso. La gruesa polla de Alfonso se curvó hacia arriba, y pude ver que era líquido eyaculado de pre semen efusivamente derrochado. Cuanto más rápido Marco acariciaba, más duro Alfonso se ponía y comenzó a rebotar en la polla de Marco y sus gemidos eran mucho más fuertes. De momento Alfonso estaba haciendo la mayor parte del trabajo y Marco estaba disfrutando de su placentero paseo por la vida, dándole al culo de ese muchacho. Alfonso estaba cada vez más borracho y deseoso de la polla de Marco.
—Llegas tan jodidamente a lo profundo, —gimió Alfonso.
—¿Alguna vez has tenido un hombre tan profundo en ti? —preguntó Marco.
—¡Uh, uh!, eres tan…, eres el puto… jodido y grande… ¡joder, joder, joder…!» —gruñó Alfonso que ya no podía hilvanar las frases.
Marco había vuelto a follar duro de nuevo ese joven culo de Alfonso.
—¿Necesitas correrte, cariño, o quieres que me corra yo?, —le preguntó Marco.
—¡Uh huh!, manda a mi mierda tu semen, cabrón; alcanza mi mierda con esa gran polla, —respondió Alfonso medio alocado como estaba.
Marco empujó suavemente a Alfonso fuera de él, lo agarró por los tobillos y lo giró sobre su estómago.
Ahora, mi pene estaba dolorido y resbaladizo con tanto líquido preseminal que goteaba hasta el piso alfombrado.
Marco se levantó de la cama y se paró en el borde y jaló a Alfonso hacia su polla con un movimiento constante. Alfonso soltó un profundo "ohhhh" cuando Marco estuvo completamente dentro de él. Ahora que estaba de pie, Marco podría ejercer más fuerza en el culo de Alfonso. Sus manos se veían enormes cuando tiró de Alfonso hacia él, y realmente pude ver lo grueso que era el trasero de Alfonso. Siempre supe que tenía un cuerpo de bailarina tonificado, pero su culo era redondo y regordete. Cada vez que las caderas de Marco hacían colisión con él, se ondulaba con mucha fuerza. De vez en cuando, le daba una suave cachetada al trasero de Alfonso y murmuraba «¡¡joder!!» o «¡¡maldito, cabrón!!», en voz baja y suave de placer.
Era el turno de Marco de emborracharse en el culo de Alfonso. Cuando Alfonso arqueó la espalda, se encontró con cada una de las embestidas de Marco moviéndose de un lado a otro. Se encontraron el uno al otro a mitad de empuje. La cabeza de Marco estaba inclinada hacia atrás, su boca ligeramente abierta, y sus bíceps estaban constantemente flexionados. Parecía un hombre real tomando el culo de este tipo por lo que valía.
—Debería haberte jodido contigo hace mucho tiempo, —gruñó Marco mientras se adentraba más, agarrando los hombros de Alfonso.
—¡Fucckkk!, puedes mandar más verga…, desde que te conocí deseé que me follaras así, —admitió Alfonso con su sonrisa de marca registrada que se extendió por su cara mientras miraba a mi esposo.
Era obvio que ninguno de los dos deseaba que aquello acabara. Siguieron disminuyendo y luego aceleraron el paso hacia lo que parecía ser el punto de no retorno. Pensé que terminarían en unos 5 ó 6 golpes más.
Marco volteó a Alfonso sobre su espalda otra vez, y pude ver que ambos estaban cerca ya de acabar. Marco abrió las piernas de Alfonso y Alfonso acarició febrilmente la gruesa polla de Marco, mientras este lo bombeaba aún más fuerte.
—Dámelo, papi… quiero ese esperma tuyo… quiero bajar donde todos con toda tu esperma dentro de mí… por favor, papi…, —Así gemía Alfonso.
Marco estaba cerca. Estaba lamiendo el labio inferior y el pecho de Alfonso y brazos parecían musculosamente enormes.
—Tienes que llevar esta descarga mía dentro de ti toda la noche, ¿está bien, bebé? Vete a casa con ella dentro de ti. ¡Ahí va, ahí va, mi bebé…! Me voy a correr, dentro de ti, mi querido mariconcito…
Golpeó el agujero de Alfonso y le disparó todo su esperma dentro de él. Se desplomó sobre el muchacho por unos segundos y pude ver su cuerpo convulsionarse mientras descargaba lo último de su semen en el culo de Alfonso. Después de unos segundos, se inclinó hacia atrás, agarró los tobillos de Alfonso y los extendió una vez más.
Tengo que hacer que ahora eyacules todo tu esperma, mariconcete, —dijo Marco sonriendo.
Continuó con su duro empuje mientras Alfonso gemía como un loco.
—Eres tan grande… eres tan puto y tan fuerte… fóllame, papi… sí, dame, dame esa enorme polla…, —gimió.
Marco lo miraba con su grata sonrisa. Sabía que estaba pensando que Alfonso se veía adorable mientras continuaba empujando sus pelotas en profundidad y chocaban contra las nalgas de Alfonso. Siguió susurrando cosas como "vamos, bebé" y "veamos si aguantas una nueva descarga», mientras su polla lo golpeaba hasta el fondo sin cesar. Mi esposo es una maldita máquina de joder culos. Después de unos momentos más, Alfonso gimió y dejó salir esta gran descarga, si lo sabré yo. El primer disparo lo soltó dentro, luego sacó rápida su polla y el disparo pasó por encima de su cabeza, luego golpeó su mejilla, y algunos disparos subieron a su pecho y abdominales. Nunca estoy seguro de si siempre encontramos tipos que disparan grandes cargas o si la polla de Marco hace que los huevos acumulen mayor cantidad de semen. Fue entonces cuando al mismo tiempo disparé mi eyaculación por toda la alfombra. Sé que soy un gran tirador, pero esa corrida se me de las manos y se extendió fue por todas partes. Recuerdo haber pensado por un instante que esperaba que se secara antes de que nuestros anfitriones se dieran cuenta.
Salí sigilosamente por la puerta y bajé rápidamente las escaleras mientras los dejaba vestirse. Inmediatamente fui a la cocina, porque me di cuenta que tenía una sed de cualquier mierda después de haber visto todo eso. Tomé un par de tragos y luego me hice una bebida mixta antes de volver a la fiesta. Como había tanta gente, dudo que alguien notara la ausencia de un invitado fuera de la confluencia. Salí al porche trasero para tomar un poco de aire fresco. Había algunas personas afuera fumando, pero nadie realmente se acercó a mí. Mi mente todavía estaba corriendo por lo que acababa de presenciar. Siempre le dije a Marco que me excitaba la idea de verlo cuando se estuviera follando a otros muchachos, pero me sorprendió lo rápido que decidió ejercitarlo. No de mala manera, no me malinterprete nadie, eso lo deseaba yo y deseaba verlo sorpresivamente; así es mi morbo, ¿qué le voy a hacer? Me enamora mi Marco follando a otros, a veces lo imagino, hoy lo hice realidad. Aunque hace como 7 minutos que me he corrido, aún zumbaba mi polla. Era como si estuviese drogado o borracho, pero solo por la idea de que mi esposo se folle a otro hombre a mis espaldas. Aunque me vine con una potente corrida, mi pene todavía estaba duro.
Estaba a punto de volver a entrar para tomar otro trago, pero Alfonso salió al porche con esa grandiosa sonrisa de su rostro. Él también lucía un poco de pelo recién adornado con un largo grumo de semen.
—Eso fue una mamada larga, —le dije.
—¿Cómo diablos manejas eso?, —dijo de inmediato.
No se hizo para nada el tonto. Ni siquiera estaba fingiendo que no hacían nada más. Me dijo con cara de pavo:
—Su polla es enorme…
—¿Qué pudiste hacer con ella?, —pregunté.
—Me jodió en todas las direcciones; es un jodido martillo perforador, —me susurró, tratando de no llamar más la atención de los fumadores sobre nosotros mismos.
Estaba emocionado de hablar sobre eso.
—¿Cuál te pareció la mejor parte?, —pregunté mientras que, con mi mano libre que estaba en mi bolsillo, me frotaba mi polla aún dolorida.
—Es súper fuerte. Nunca me han follado tanto por tanto tiempo y tan intensamente, —dijo Alfonso feliz.
—¿Había un condón en el dormitorio?, —pregunté, aunque había visto que follaban sin protección.
—Encontramos algunos condones en la mesita de noche, pero obviamente, Marco necesita un Magnum. Dejé que me follara sin condón, —admitió.
Esa maldita sonrisa había vuelto…, pero yo insistí:
—¿Dónde se ha corrido dentro o fuera?, porque Marco se corre mucho, así que a veces le gusta salir y ver cuánto dispara, —le dije.
Alfonso miró a los fumadores inmersos en su propia conversación y respondió en voz muy baja:
—Dentro de mí; se sentía tan bien, —respondió.
—¿Puedo ver y tocar?, —pregunté sin pensar.
Tomó un trago de su cerveza y asintió. Salimos del porche trasero y entramos al patio. Giramos a la izquierda hacia el costado de la casa y llegamos a una pasarela oscura. Caminamos alrededor de la mitad de esta enorme casa y nos detuvimos en el lugar más oscuro debajo de un ventanal que sobresalía. Había una alta valla de madera que separaba el patio de nuestros anfitriones del de sus vecinos.
Alfonso se desabrochó el pantalón y se bajó los pantalones hasta las rodillas. Se dio la vuelta y me vino a la memoria su pequeño escroto y su corta pollita. Era completamente suave, pero su culo era peludo. Aunque estaba oscuro, pude ver que estaba resbaladizo con el semen de Marco. Literalmente brillaba en la oscuridad. Me incliné y dejé que mi pulgar rozara suavemente su agujero. Estaba repleto de semen. Lentamente froté mi pulgar en pequeños círculos alrededor de su agujero e irradiaba calor. Aún estaba caliente por la polla de Marco. Estaba pegajoso, cálido y húmedo. Mi mano buscó mi polla de mis jeans y la acaricié con fuerza mientras movía mis dedos de la otra mano alrededor de su trasero.
—¿Lo disfrutaste, eh?, —pregunté.
Levanté la vista y vi que se había preparado apoyando sus manos contra la casa y que tenía los ojos cerrados.
—Mmmm…, gimió al sacar mi dedo de su culo.
—¿Quieres que te folle ahora yo? ¿No tienes suficiente?, —le pregunté.
Mi corazón latía en mi pecho. Me sorprende que no pudiera escucharlo.
—Ohhh, sí, —dijo suspirando—, quiero tu polla ahora; nunca es suficiente.
Abrió un poco los ojos y vio lo duro que yo estaba.
—¡Joder!, ¡tú también eres un tanto espeso! —exclamó— empuja con esa polla gorda hacia mí… piensa en lo duro que me clavó, —me animó Alfonso.
Ahora estaba lleno con mis dedos. Él había recibido muy bien uno de mis dedos, y yo estaba jugando para meter el segundo. Movía su culo cada vez más cerca de mí, y seguía empapado con el semen de mi esposo. Estaba claro hacia dónde iba todo esto, así que me coloqué detrás de él, dejé caer mis jean a los pies, deslicé mi polla profundamente dentro de él y cubrí su boca con mi mano. Dejó escapar un profundo "ohhh" cuando finalmente estaba dentro de él, pero sabía que no iba a durar mucho. Su agujero todavía estaba un poco apretado, pero el interior estaba muy caliente. Descubrí su boca y comenzó a retroceder sobre mi polla. Tuve que agarrarme de sus caderas para estabilizarme y él y yo comenzamos a trabajar entre nosotros en silencio. Gimotearía mientras me adentraba más en él y se separaba con gusto para que volviera a embestir.
—Córrete dentro de mí, quiero ir a casa con vuestras dos descargas, —jadeó.
Alfonso estaba con una mano apoyada y la otra acariciando con ganas por debajo de mis huevos. Empecé a correrme casi de inmediato. Pude sentir que le disparé una gran corrida, así que ahora su agujero estaba realmente húmedo y desordenado. Salí de su culo, y en ese momento una gran parte de mi corrida golpeó fuerte en la pasarela de piedra que había debajo de nosotros.
—Pon tu polla de nuevo en mi culo, querido, —gimió.
Y yo volví a embestir y lo penetré de nuevo hasta lo más profundo que se puede. Movió su culo contra mi polla para que llegara al tope. Entonces él descargó su corrida al costado de la casa.
Nos besamos durante unos minutos, saqué mi polla dura de su culo, me la lamió para limpiarla y nos subimos los pantalones. Antes de regresar a la casa, me mostró que Marco ya le envió un mensaje de texto. El mensaje decía:
«De nuevo estoy necesitando ese ano que llevas detrás de ti. Tal vez podamos escabullirnos antes de irnos de la ciudad mañana».
Regresamos a la casa y tomamos más tragos. Encontramos a Marco en una sala de estar y nos sonrió a los dos cuando nos acercamos a él y le dije:
—Aquí lo tienes. Te he estado buscando.
Su bulto en sus pantalones vaqueros todavía parecía pesado y fuerte. ¿Ya estaba a punto y deseoso otra vez con solo ver a Alfonso? Sí y yo también. Cuando llegamos a la habitación de nuestro hotel, Marco se metió inmediatamente en la ducha. Tal vez para borrar la evidencia del lubricante de su pene. Me uní a él y él cargó contra mí una embestida tan profundamente encorvada en la ducha que llegó al tope. Descargó toda su lefa y le pregunté:
—¿Pensabas en el culo de Alfonso mientras me follabas ahora?
Nos lo contamos todo y, aunque deseábamos la oportunidad, no tuvimos ocasión para encontrarnos de nuevo con Alfonso antes de que nos fuéramos de la ciudad.
Marco y Alfonso se envían mensajes por Whatsapp; todas las noches me los lee para calentarnos y nuestro sexo mejora día a día. Una vez, estando yo en casa, conversaron y se calentaban. Alfonso le iba diciendo lo que quería que me hiciera y mientras me follaba al dictado de Alfonso le iba dictando la satisfacción de lo que hacíamos. Definitivamente hemos decidido reunirnos de nuevo cuando volvamos de visita a ver nuestros familiares. De nuevo ellos follarán, yo los veré sin que lo sepan desde un lugar escondido. Luego me follaré a Alfonso. Porque también yo hablo con Alfonso por Telegram y me los organizo a los dos a mi gusto. A falta de Alfonso, también en Berlín metemos algún muchacho entre nosotros. Sinceramente, el sexo entre mi esposo y yo está mejorando considerablemente.