Nuevos relatos publicados: 11

El culo de Celeste

  • 8
  • 23.852
  • 9,47 (30 Val.)
  • 0

Al sábado siguiente de la noche con Carina, nos volvimos a encontrar en la disco. Estaba solo acompañada por Celeste. La tercera amiga había decidido otros planes. Otra vez Carina estaba sola mientras su amiga bailaba. Rato después se acercó y me saludó.

—Él es Gerónimo —me presentó Carina…

—Ah, si… —respondió la otra y sonrió.

Intuí que algo sabía, que la amiga le había contado de nuestra noche de sexo.

Hablamos de tonteras y en un rato Carina se disculpó diciendo que iba hasta el tocador.

—Te acompaño —le dijo Celeste.

—No, está bien… quédate con nuestro amigo. Ya vuelvo… —y desapareció entre la concurrencia.

Imagino que estaba planeado. Apenas quedamos solos, Celeste habló de aquello…

—Gracias por acompañarla el sábado pasado. A veces nos vamos a bailar y nos separamos…

—Todo bien…

—Bien, bien… sé que contigo la pasó bien…

—Qué rápido corren los rumores…

—Rumores? Jaaa…! Noticias diría yo. Pero ha sido tema privado entre tú y ella. Solo me alegra que hayan coincidido!

—Realmente y en lo personal lo pasé bien. Y si ella también… mejor para ambos!

—Así fue. —Me contó.

Carina regresó y cambiamos de tema pero quedó ahí como flotando.

—Charlaban…

—Sí, cosas… de la vida!

Después de un rato hablando en voz alta para escucharnos bajo el sonido de la música, Carina comentó:

— No sé ustedes, pero ya quedo casi afónica de hablar como hablo… a los gritos!

—Es verdad. Mejor busquemos un sitio más silencioso… jajajaja!

—Salgamos a caminar. No sé, a una plaza… digo!

— O nos invitas a tu casa —respondió Celeste.

—Por mí no hay problema…

Yo ni opiné. Era mejor seguirlas. Salimos y nos tuvimos que re adaptar para no seguir hablándonos a los gritos. Volví a repetir con ambas, el camino que una semana antes había hecho con Carina. Celeste tenía aspecto de adolescente a pesar de sus veinte y alguno más. No solo por su cara aniñada, sino también por su físico más bien diminuto, que no impresionaba demasiado. Tetas más bien pequeñas y una colita de medidas apenas justas. Recordé lo que me confiara Carina y no pude evitar imaginarme a un tipo rompiéndole el culo… Y sentí un cosquilleo en la verga.

Llegamos, nos acomodamos y la charla continuó durante un buen rato. Temas variados hasta que, entre bromas y tonteras cuadró el tema sexo.

—Me alegra por mi amiga Carina, que haya cortado la “sequía”… No puedo hablar por nuestra amiga Brisa, pero yo vengo cortada…

—No será por falta de pretendientes…

—Bueno, siempre hay alguno… tal vez me he vuelto cautelosa —dijo Celeste.

—Con la cautela no irás a ligar nada, amiguita! Jajaaa!!!

—No… de verdad y lo sabes. Sabes Gerónimo que tuve alguna mala y dolorosa experiencia…

—Lo sé…

—Y ya soltemos el tema! Cuando Carina me contó me dio mucha envidia. No por ella. Envidia en el sentido de que tuviera la experiencia que tuvo contigo y que fuera placentera…

—Tuviste mala suerte… solo eso…

—Bueno, si… y tonta de no saber adivinar la calaña del que elegí como acompañante…

—Amiguita —dijo Carina—. Eso no podías tan siquiera adivinarlo ni saberlo.

— Tiene razón —le dije— La mujer se entrega y el hombre tiene que medir sus impulsos…

—Vaya si tú los mediste y ocultaste, maldito. Si cuando me di cuenta ya estabas dentro… —dijo Carina.

—Jaaaa!!!

—Carina, querida amiga… pregunto: Si a mí se me ocurriese reincidir… ¿me asesorarías?

—Yo por mi parte si… te asesoraría. Solo que otra cosa no puedo hacer… no tengo con qué! Jajaa!

—Jajajaaa!!! Tonta… Será cuestión de hurgar por los rincones, que algo aparecerá…

—Acaso parezco estar en algún rincón, comenté entre risas…

—Jajajaja! No te había visto!

—Ahora me ves… pero como sigas tan lejos sentada, no habrá manera…

Entonces se acercó para sentarse sobre mis piernas. Comprobé así que pesaba lo que una pluma. Se acurrucó en mi pecho, colgada a mi cuello.

—Por mí no se preocupen —dijo Carina— ya me voy

—Tú te quedas ahí, amiga… te nombré mi asesora y es lo que harás!

Después levantó el rostro y me besó. Nos besamos. Nos acariciamos. Fui magreando sus tetas por sobre la camiseta que tenía puesta. Se la levanté para besar y chupar esas pequeñas naranjas de duros pezones. Pequeñas pero hermosas tetitas. Ya se sentía la excitación en el ambiente. Miré de reojo a Carina y había comenzado a tocarse. La inquieta mano de Celeste bajó hasta mi bragueta y la abrió. Hurgó y encontró lo que buscaba, dejando mi verga afuera.

—Permiso, ya vuelvo… —Sonrió y bajó a chupar.

—Chicos —dijo Carina— ¿Por qué mejor no van a mi cama?

—¿Y tú, no vienes?

—Yo los dejo para que se diviertan. Después… si sobra algo lo tomo! Jijijijii!!!

—Acompáñame, amiguita… Y me pongo seria por un ratito. Yo estoy aquí porque trato de superar una cuestión traumática. Trato de probarme a mí misma. Gracias a que me contaste tu experiencia con Gerónimo, decidí que no por culpa de una bestia que me lastimó, deba renunciar a algunos placeres. Si tú, amiga, has podido gozar… ¿por qué no yo? Además… ya está medio trabajo hecho, ya me lo rompieron! Jajajaaa!

—Que alocada eres, amiga. Me haces reír. Pero tienes razón, es la mejor manera de sacarte la duda y re armarte… re componerte! ¿Tú qué crees, Gerónimo?

—Pues… ya lo dije. Lo último que haría sería lastimar. Si puedo ayudar, bienvenido sea… Será un placer!

—De eso no te quepa duda… jaaajaaa!!!

Fuimos a la habitación y a la cama que me eran familiares. Me acerqué a Celeste para abrazarla, acariciarla y empezar a desnudarla. Ya conocía sus tetitas y fui por el resto. Ya fuera de los pantalones, su físico no decía mucho aunque mal no estaba. Era de pequeña contextura y todo concordaba. Lindas y redondas nalgas también pequeñas. No esperé que ella lo hiciera y me quité mi propia vestimenta. Se acostó con las piernas colgando de la cama. También depilado su pubis, los labios vaginales aparecían apetecibles. Hasta ellos fui para brindarles una lenta y larga primera lamida, de abajo hacia arriba…

—Mmmm… que riiico —dijo ella.

Pronto los fluidos hicieron su trabajo de lubricación. Los de mi lengua y los que brotaron de su vagina. Después me subí a ella para penetrarla con sumo cuidado pero sin titubear. Simplemente entré y esperé su reacción. Me abrazó y movió la pelvis como invitando. Entonces la empecé a coger. Primero en vaivenes lentos. Luego en golpes cortos y manteniendo la profundidad. La manejaba a voluntad y su cuerpo pequeño era una delicia. Nos olvidamos de Carina que, sentada aparte y ya en pelotas, se masturbaba y amasaba sus tetas muy lentamente.

—Hazme tu perrita… ven por detrás! —Dijo Celeste.

La liberé y sola se acomodó en cuatro patas. La estocada fue lenta y profunda, llegando al fondo de su cuerpecito. Mi contextura no era exageradamente grande, pero así y todo me quedaba pequeña. Por supuesto, desde mi postura tenía vista a su ano. Apoyé la mano en una nalga y con el pulgar húmedo, entré a acariciarlo.

—Ya?

—Ja!… No, tranquila. Estamos en las previas de las previas…

La cogida y manoseos de clítoris desembocaron en un orgasmo anunciado por chillidos y jadeos. Me retiré para bajar a lamerle el culo y reforzar así sus sensaciones. Al sentir el contacto anal, Celeste vino a tocarse la concha y al cabo de minutos tuvo otra descarga.

Carina abandonó por un momento lo suyo. Se acercó y dejó cerca un gel lubricante.

—No sé por qué, pero imaginaba de cómo venía esto. Así que me pareció prudente…

—Gracias, amiga…Siempre en los detalles.

Tomé un poco en mis dedos y lo descargué en la entrada. Fui masajeando hasta que presioné, le metí la punta del dedo en el ojete.

—Tú flojita, amiga… tranquila y floja —dijo Carina— No solo te asesoraré… también voy a prepararte. Ya conozco tu cola y esto es para placer y no para curar heridas

Cargó también sus dedos con lubricante y vino a ayudarme. O mejor dicho tomó mi lugar y la dejé hacer. Sus dedos eran más finos que los míos y casi enseguida logró meter dos en el delicado agujero, ayudada por la excitación de Celeste.

—Si te molesta me avisas. Vamos despacio, si?

—Va de puta madre, amiga mía… se siente genial!

Yo simplemente miraba y me sobaba la verga para no perder dureza. Cuando sintió que la amiga estaba distendida y bien lubricada, me miró. Sacó los dedos, tomó mi verga para apuntarla a la entrada del culo. Dio dos palmaditas en la cola de Celeste y le dijo:

—Ahí vamos, amiga…

Simplemente empujé y entré sin casi esforzarme. Celeste apenas si suspiró hondo. La tomé por las angostas caderas en inicié el juego. Mi verga se escurrió entera en el diminuto culo y la recibió sin chistar. Carina no perdía detalle de la operación. Se la notaba también excitada y atenta.

—Estás bien, amiga?

—Genial… me siento genial… como ni me imaginaba!

—Ya te ayudo un poco más… —dijo y le metió mano en la concha para masturbarla…

—Mmmm… si, así, me encanta. Méteme los dedos, Carinita… quiero tener todo ocupado… Cójanme!

No solo la cogimos, sino que además la hicimos derramar en un copioso orgasmo. Y ya tampoco me contuve más: le brindé toda mi leche, inundando su tripa. Y como, de momento, no me quedaban energías para Carina, le dediqué una buena chupada y lamida de concha para hacerla acabar y quitarse la calentura!

Después reposamos atravesados en la cama, sonriendo satisfechos. Más tarde volvimos a hacer algunas travesuras, pero ya el paso principal estaba dado. Celeste hubo de tener sexo anal y ahora satisfactorio.

Geronimo 68

 

(9,47)