Nuevos relatos publicados: 0

Mi hija me presenta a mi amante

  • 9
  • 48.475
  • 9,89 (9 Val.)
  • 0

Todo empezó por casualidad, como muchas cosas, y cambian la vida por completo. Con Sandra (38 años como yo), mi mujer, fuimos padres muy jóvenes. Los dos hijos de familias acomodadas, pudimos terminar nuestros estudios, y en mi caso, hacerme cargo de la empresa de mi padre. Sandra, por su parte, se recibió de odontóloga.

En febrero pasado mi mujer viajó a un congreso en Uruguay y tuvo que viajar un viernes. Esa noche, con un par de amigos fuimos a cenar y a tomar algo a un bar muy bohemio. Estábamos en la barra cuando vi a mi hija con varias de sus amigas entrando.

Kika tiene 20 años, estudia y es totalmente desinhibida. Es una hermosa joven que siempre anda rodeada de otras amigas tan hermosas como ella. Esa noche no fue la excepción.

-Ups… Miren chicas a quien me encuentro…

-Hola hija. Dije sonriendo.

-Parece que el buitre está buscando algo. Me parece bien…

-No es lo que parece. Estás equivocada. Estoy con mis amigos charlando y tomando whisky.

-Y si estás buscando algo, no es un problema mío. No me meto en problemas de pareja, menos en la tuya. Chau.

-Chau.

Ella y sus amigas buscaron un lugar para sentarse y lo encontraron a unos metros de nosotros. Nosotros seguíamos charlando y no podía evitar encontrar cada vez que miraba donde estaban la mirada de una de sus amigas que estaba sentada junto a mi hija. Una joven de pelo negro, piel bronceada, ojos verdes y un cuerpo increíble. Tenía puesto un vestido mini super entallado que permitía apreciar los pechos y la cola que tenía.

En un momento cruzamos miradas y ella se sonrió y me guiño un ojo, para luego decirle algo a mi hija que me miró sonriendo.

Yo estaba por irme, pero eso hizo que pida otro whisky y me quedé con solo uno de mis amigos, ya que el otro se fue. No podía dejar de mirar a esa mujer, tenía un imán. Mi amigo fue al baño y mi hija se me acercó.

-Escuchame, lo que te dije es así. Me hago la boluda, no soy. Sé que estas para la mierda con mamá, y tengo opinión formada. No tengo que ser muy inteligente para saber que Silvia, mi amiga te gusta, y a ella le gustas vos. Nada más. ¿Le digo que se siente al lado tuyo?

-Kika…

Mi hija le hizo una seña y la amiga se acercó.

-Silvia, te presento a Mariano. Pasen linda noche. Chau. Dijo mi hija y volvió con sus otras amigas.

-Así es tu hija, brutal. Hola.

-Hola. No termino de acostumbrarme.

-Mariano, sé que sos casado, y según Kika, con problemas con tu mujer, pero también me dijo que sos un gran tipo. Si queres, vuelvo con las chicas, no hay problema. Lo voy a entender.

Me dejo sin palabras, totalmente sin palabras. No esperaba escuchar eso. Me quedé mirándola unos segundos y le dije:

-Sos muy frontal, me descolocaste por completo. Quizás te parezca fuera de época, no estoy habituado.

-Perdoname. Kika también me descolocó, me entrego como cordero al lobo. Y algunas cosas de tu generación eran mejores, distintas, a las de la mía.

-Jajaja. Tampoco soy un lobo Silvia. ¿Queres tomar algo y charlar?

-Me encantaría.

-¿Qué te pido?

-Un jugo.

-Ups… el que se fue a Sevilla… Saliste ganando con el cambio Mariano. Dijo Juan mi amigo que volvía del baño.

-Silvia, te presento a Juan, un amigo.

-Hola Juan, perdoname…

-Hola Silvia, tranquila. Mariano, me voy. Hablamos en la semana.

-Dale, gracias.

-Pórtense muy mal y disfruten la noche. Dijo Juan marchándose.

Pedí su jugo y nos quedamos mirando los dos.

-A ver, ¿cuál de los dos hace la primera pregunta tonta y de circunstancia? Dije

-Yo… ¿Qué hace el padre de mi amiga tomando un whisky conmigo?

-Supongo porque mi hija es una caradura, y cuando vos le dijiste algo al oído vino a decirme que no sea tonto y que charlemos.

Mi turno: ¿Cuántos años tenes?

-28 años.

-Silvia… no tenes más de 21 años.

Me miro sonriendo y saco su documento. Tenía 28 años.

-Te voy a acortar el camino. 28 años, abogada, divorciada sin hijos, vivo sola, bisexual, no me gustan los pendejos, si los hombres maduros, soy frontal, y me gustan las cosas claras, no las mentiras.

-¿Qué hace la amiga de mi hija tomando un jugo conmigo? Te devuelvo la pregunta.

-Voy a ser más honesta que vos. Porque me gustas, sos atractivo, sé que sos un tipo inteligente y culto por lo que me conto Kika en otro momento.

Descubrí que era una joven inteligente, y nos quedamos charlando un largo rato, hasta que nuevamente se acercó Kika.

-¿Y Silvia, que opinas, es tu tipo?

-Demasiado…

-¿Y eso cómo se entiende?

-Chau Kika. Dijo Silvia mirándome a los ojos y sonriendo.

-Bueno, por lo menos la abogada para el divorcio te va a hacer precio. ¿O por ser causal del divorcio no cobra?

-Chau Kika.

-Si escuchas ruidos y esas cosas, no abras la puerta de mi dormitorio. Chau. Dijo y se fue tomada de la mano de otra de las chicas.

-Es tiempo de tomar un whisky. Me dijo Silvia mirándome a los ojos.

Los dos tomamos un whisky y seguimos charlando. Hasta que ella me dijo:

-Si vamos a mi departamento, yo preparo el desayuno. Si vamos a tu casa, vos lo preparas.

-¿Te molesta si vamos a tu departamento? Mi casa no es solo mía y…

-Me cagaste con esa respuesta… aunque debí esperarla. Por supuesto que no me molesta, pero te enseño donde está la cocina.

-Dale.

Ella había ido sin su auto, por lo que subimos al mío y fuimos a su departamento. Era un semipiso hermoso. Ni bien entramos, nos empezamos a besar y a quitarnos la ropa, cosa que terminamos de hacer camino a su habitación. Nos dejamos caer en la cama y de los besos pasamos a las caricias, besos cargados de pasión en segundos.

Besar sus pechos hermosos era un placer, sentir como su cuerpo respondía a mis succiones, caricias en los pezones, juegos con mi lengua en ellos, pequeños mordiscos, y más succiones mientras mi mano comenzó a bajar buscando su clítoris era genial.

Silvia gemía y me acariciaba la cabeza sin parar. Estuve varios minutos disfrutando esos pechos mientras jugaba con su clítoris.

-Desgraciado, estas disfrutándome con todo, y al mismo tiempo, me estas volviendo loca.

-Silvia, sos hermosa, y vos sos una mujer para disfrutar con todo.

Bajé con mi boca y me puse a besar y succionar su clítoris. Cuando lo apreté con mis labios y lo golpeé con mi legua ella estalló de placer. Baje a su concha y ella separo con todos sus piernas. El sabor de sus jugos era delicioso, y mi lengua entraba y salía de su concha mientras yo apretaba sus pechos. Con esos juegos llego al segundo orgasmo y me dijo:

-Quiero chuparte.

-Hagamos un 69.

-Me queres hacer mierda… yo abajo. Dijo.

-Bueno, pero no te vas a salvar.

Hicimos un 69 y yo levante sus piernas trabándolas con mis brazos. Ella me chupaba con todo, yo no paraba de jugar con su concha con mi lengua. Introduje un par de dedos y busqué su punto G.

-No Mariano, no por favor. Grito cuando sintió como lo estimulaba.

Por supuesto que no me detuve, y ella chupaba desesperada y gemía y gritaba de placer. Cada tanto se sacaba mi pija de su boca para insultarme. Era cuando llegaba a otro orgasmo. Saque los dedos y tire bien hacia ella de sus piernas. Su orto quedo bajo mi boca y comencé a chuparlo.

-No podes estar haciendo eso hijo de puta, para…

Yo mientras lo hacía, me comencé a mover como cogiéndole suavemente la boca. Mi lengua jugaba en su orto a placer, y lo fue dilatando lentamente. Hice un poco de presión con mi lengua y lo fui penetrando. Los gritos de Silvia eran ahogados por mi pija que entraba y salía de su boca como mi lengua de su culo. Quité mi lengua e introduje la primera falange de mi dedo índice y mi boca volvió a su clítoris. No me moví más y ella pudo sacar mi pija de su boca y gritar de placer. Cambié el índice por el anular y metí dos dedos en su concha buscando el punto G, mientras el anular entraba en su culo, siempre sin dejar de chupar, lamer y succionar su clítoris.

-No doy más Mariano, por favor, ten piedad.

-¿Qué queres?

-Cogeme en cuatro.

-Aburrido, tu espalda no me dice nada. Dije y me acosté boca arriba.

-Hijo de puta…

Ella me monto y se metió la pija en su concha. Yo puse mis manos detrás de mi cabeza y la miraba como subía y bajaba.

-No poder ser tan puto. Estoy prendida fuego y vos con las manos en la cabeza, disfrutando.

-Justamente, estoy disfrutándote.

-Por lo menos apretame las tetas.

-No… hace lo vos.

-La puta madre… Dijo y se empezó a apretar las tetas con todo mientras era una furia subiendo y bajando.

Se mojaba los dedos en la concha y acariciaba sus pezones, los apretaba y los retorcía. Luego de un tremendo orgasmo se dejó caer en mi pija y dio un grito tremendo.

-Por favor, no doy más, en serio. Esto es una tortura maravillosa.

La hice poner en cuatro patas y me coloqué detrás.

-Estira los brazos y apoya los hombros en la cama. Dije.

Ella lo hizo y la penetre por la concha. Ella dio un grito de placer tremendo y yo me empecé a mover con todo. Los orgasmos de Silvia no paraban, estuve varios minutos bombeando hasta que sentí que iba a acabar. Dejé caer saliva en su otro expuesto y tome una de sus manos para que ella misma se meta un dedo.

Cuando lo hizo lo enterró hasta el fondo y gritaba de placer, yo le daba con todo y ella metía y sacaba su dedo casi a la misma velocidad que yo mi pija de su concha.

Ella tuvo un orgasmo anal y yo acabe en su concha, enterrando mi pija hasta el fondo, lo que le provocó un tremendo orgasmo vaginal. Me quede quieto, lo mismo que ella con su dedo enterrado en su culo.

Me separé de ella y me acosté. Ella saco su dedo del culo y se acostó en mi pecho.

-Desgraciado… por favor, me destruiste. Estoy segura que nunca goce así. Ah, y mi culo era virgen, inclusive de dedos… Sí que sabes hacer gozar a una mujer.

-Cuando una mujer está dispuesta a gozar, es fácil, hay que saber escucharla.

-Y vos lo haces de maravilla.

-No me mostraste la cocina, vas a tener que hacer el desayuno.

-Hijo de puta…

Nos dormimos abrazados. Nos despertó el llamado de Kika.

-Hola. Dijo Silvia entre dormida.

-Hola Sil ¿Dormías?

-Si Kika. ¿Qué pasa?

-Estoy preocupada, son las 11 y mi viejo no está en casa.

-El hijo de puta se está despertando ahora. Está en mi cama.

-Ah… ¿Todo bien?

-Chau Kika, otro año te cuento. Dijo Silvia y cortó.

-Buen día. Dije.

-Sos un hijo de puta. En serio lo digo. Estoy destruida.

Nos dimos un tremendo beso y una ducha. Ella preparó el desayuno.

(9,89)