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Mi hijo me hace su esclava (II)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

A la mañana siguiente me desperté con la cabeza hecha un torbellino. Mi propio hijo me había follado, pero lo peor no era eso, lo peor era que había sido la mejor follada que me habían metido nunca y quería más. Empecé a llorar, aquello no estaba bien, además yo había contribuido obedeciendo las órdenes de Manuel, dándole pie para que usara el cuerpo de su madre.

Mientras pensaba todo esto, mi cabeza repasaba el día anterior. La visión de la polla de mi hijo en mi mente hacía que mi coño se humedeciera, cerré los ojos intentando sentir su polla dentro de mi coño mientras me abofeteaba. Sin darme cuenta mi mano se dirigió a mi húmedo coño. Salí de la cama rápidamente, ¿qué había hecho mi hijo conmigo? Esto estaba muy mal, era mi hijo, no podía seguir comportándome así con él. Me dirigí al salón e instintivamente miré hacia la mesa buscando mi "uniforme" para ese día. La mesa estaba vacía. Suspiré aliviada. Quizás mi hijo había entrado en razón y había decidido que ya era suficiente, o tal vez se sentía mal por lo que había hecho con su madre. Estaba mal pero, joder, a la vez estaba tan bien. Cerré los ojos centrándome en el cuerpo de mi hijo, con esa suntuosa pija y ese abdomen duro. Me dije a mi misma que estábamos en Santiago, nadie nos conocía, nadie pensaría que somos algo más que un hombre y su mujer.

Al fin y al cabo, esto era lo que yo buscaba ¿no? Una nueva vida lejos del cabrón y aburrido de mi marido. Y si Manuel quería enseñarme a disfrutar de mi sexualidad como nadie lo había hecho ¿por qué iba a reprimirme? Lo único que me preocupaba era la violencia de mi hijo hacia mi, es cierto que lo disfrutaba, pero temía que pudiera hacerme daño de verdad. Además, hoy no me había dejado instrucciones, tal vez se hubiera cansado de mi. Basta de pensar, las putas no piensan, sólo obedecen. Me desnudé completamente, si no había "uniforme" encima de la mesa, trabajaría desnuda.

Cuando se escuchó el sonido de la puerta, ya estaba de pie en el pasillo, con los brazos cruzados tras mi espalda y mostrando orgullosa mis tetas.

Manuel entró y sonrió al verme. Se acercó a mí y empezó a besarme. Nuestras bocas se fundieron, nuestras lenguas empezaron a danzar en un delicioso beso, no era un beso de un amo a su puta, era un beso de amantes, un beso de un hombre a su mujer. Cuando el beso terminó, cogió mi mano y me llevó al sofá sentándose al lado mío.

-Maribel, tenemos que hablar-. Dios mío, mi hijo ya no era capaz de referirse a mi como "mamá".- He estado pensando en estos días- dijo mientras se levantaba y empezaba a deambular por la sala.- Siento mucho como empezó todo esto, aquel día estaba frustrado por la vida que llevo, con el trabajo, los estudios y la falta de dinero. Pensé que me dejarías y a la mañana siguiente te deseaba tanto que decidí dejar a tu elección seguir y por eso te dejé esa ropa. Pero hoy he estado pensando que tal vez esto ha continuado por mi miedo a que te echara de mi casa.

Volvió a sentarse a mi lado y me cogió las manos.

– Jamás te echaría de mi lado Maribel. Te quiero.- Dijo mirándome a los ojos.

Mi corazón se aceleró al escucharle.

– Yo también te quiero Manuel-. Respondí volviendo a comer su boca.

De repente, su mano agarró mi pelo con fuerza y me separó de su deliciosa boca. Solté un gemido de sorpresa.

– Te quiero pero ahora ya sabes como me gusta el sexo, así que este es el trato. Aquí, debido a que prácticamente no tengo tiempo libre, nadie conoce nada de mi vida y mucho menos te conocen a ti. Cuando salgamos en plan novios, seremos sólo un hombre y su mujer. Una mujer deliciosa a la que trataré con amor- Apretó más mi pelo.- Pero cuando oigas la palabra "puta", obedecerás todo lo que te diga y usaré tu cuerpo como la zorra que eres.

Se quedó mirándome esperando mi confirmación. Tras aquellas palabras, notaba mis fluidos resbalando por mis muslos. Estaba hecho, no podía resistir aquella oferta.

– Soy tu puta, amo.- Le dije apretando su pija por encima de su pantalón.

Manuel se puso de pie y sacó de un cajón el consolador negro.

– Muy bien, puta.- Mi coño se estremeció sólo con escuchar la palabra mágica.- Empieza a chupar esta pija mientras pido una pizza para comer.

Me lanzó el consolador mientras sacaba su teléfono móvil. Tan pronto agarré aquel aparato, separé mis piernas y empecé a lamerlo y a mamarlo sin apartar la mirada de los ojos de mi amo.

Cuando terminó el pedido, se aproximó a mi desabrochando sus vaqueros y sacando su estupenda pija.

– De rodillas, zorra.

Obedecí, agarré la polla y empecé a mamársela con frenesí.

– Vaya, parece que la puta estaba deseando su ración de rabo ¿no?- Me dijo mientras sacaba su polla de mi boca y empezaba a golpearme con ella en la cara.- Pon tus manos en tu espalda, puta.

Me incrustó su polla en la garganta y empezó a follarse violentamente mi boquita. Yo aguantaba como podía, notando como la saliva salía de boca e iba escurriéndose por mi cara hasta caer en mis tetas. Manuel, me agarró de la cabeza y empezó a meter su polla hasta el fondo y me sujetó mientras su miembro se alojaba en mi garganta mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Cuando no pude aguantar más empujé sus piernas con mis manos para liberarme. Apenas había aspirado una bocanada de aire, el guantazo me alcanzó de lleno en la mejilla izquierda y mi hijo volvió a follarme la boca. Joder, menudo placer estar allí humillada de rodillas, con la mejilla ardiendo, mi boca siendo violada por una suculenta polla, las tetas llenas de saliva y fluidos de la polla de mi hijo, y mi mano tocando mi húmedo coño. Tras varios minutos, Manuel se separó un poco mientras se masturbaba.

– Ofréceme tus tetas, puta. Quiero correrme sobre esas maravillas.

– Vamos cabrón. Lléname de leche. Dale a tu puta su premio.- Le contesté obedeciéndole.

Soltando un bufido, mi hijo empezó a la lanzar trallazos de semen contra mis tetas, los disfruté cada uno de ellos, era maravilloso notar esa leche caliente chocando contra mi cuerpo. Cuando terminó recogí un poco de lefa con un dedo y empecé a chupármelo.

– No te toques más, zorra. Ponte bien abierta en el sofá y fóllate con tu nuevo juguete. Quiero observarte bien.

Hice lo que me dijo y empecé a follarme aquella polla negra. Mi hijo me miraba extasiado mientras meneaba su maravillosa polla. Joder, tenía las tetas llenas de semen y ya estaba listo de nuevo.

Sonó el timbre. La pizza había llegado.

– No pares de follarte- Dijo mi hijo mientras fue a recoger el pedido.

Cuando volvió a entrar al salón me quedé paralizada. Detrás de él entró el repartidor que se quedó boquiabierto al verme.

– ¿Por qué paras, puta?- Reanudé la follada- ¿Te gusta mi mujer?

– Joder, colega, está buenísima.

Era un chico joven, bastante guapo y no apartaba sus ojos de mi.

– ¿Qué te parece si invitas a la pizza? A cambio mi zorra se masturbará para ti y puedes correrte es sus tetas. No puedes tocarla, eso si.

Era increíble, mi hijo estaba vendiendo a su propia madre por una pizza. Pero no, yo no era su madre, era su puta. Y era una puta complaciente.

– Trato hecho amigo-. Dijo el chico mientras se desabrochaba el pantalón y sacaba su pija.

Tenía una buena pija, aunque aún no estaba del todo dura. Debía de ser por los nervios porque el espectáculo no podía ser mejor. Una mujer con un cuerpazo estaba desnuda frente a él, follándose el coño encharcado con un consolador totalmente abierta de piernas para él, y mis magnificas tetas llenas de semen y saliva. Decidí ayudarlo un poco.

– ¿Qué pasa guapo? ¿no te gusta lo que ves?- Le dije mientras lo miraba poniendo mi mejor cara de zorra.- Vamos, quiero ver esa deliciosa pija bien dura.

Mis palabras surtieron efecto y el chico empezó a masajear una pija ya bien erecta.

– Vamos cabrón, machácatela bien, quiero tu leche sobre mis tetas.- Le dije jadeando.

– Eso está hecho guarra, pero aparta esa pija de goma y mastúrbate con tus dedos.

Miré a mi hijo buscando su aprobación y él asintió. Aparté el consolador y empecé a taladrar mi coño con mis dedos. Estaba deseando correrme, pero quería notar el semen de aquel chico mientras lo hacía.

– Venga, hijo de puta, lléname de leche, no puedo aguantar más viendo ese pedazo de pija-. Grité jadeando escandalosamente.

El chico empezó a acercarse y gimiendo empezó a llenar mis tetas con una nueva ración de leche. Al contacto de su semen caliente en mis pechos, empecé a gritar presa del orgasmo, mi mano estaba chorreando mientras miraba como mis tetas recibían los impactos del joven.

El chico se subió los pantalones y mi hijo lo acompañó a la puerta mientras yo cerré los ojos mientras seguía tocando mi coño, disfrutando los efectos del orgasmo mientras piernas temblaban de placer. Cuando abrí los ojos Manuel estaba enfrente de mi masturbándose y sin previo aviso empezó a correrse sobre mi cara. Joder menuda delicia notar la corrida de mi hijo en la cara mientras me duraban los efectos de mi propia corrida.

Manuel empezó a echar unos billetes en la mesa.

– Te has portado muy bien puta, come un poco, dúchate y ve a comprarte un vestido bonito. Hoy es mi día libre y vamos a tener nuestra primera cita. Yo voy adormir un rato.

Y dicho esto se fue a su habitación mientras yo iba hacía la ducha esperando aquella cita como no había esperado nunca ninguna.

Continuará…

Espero les haya gustado, espero sus comentarios a [email protected], que tengan buen fin de semana, besos.

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