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Mi puto compañero de cuarto
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Me llamo Pablo, tengo 18 años y cuatro meses. Soy gay y vicioso del sexo, me gusta el pornogay, tengo una polla decente de 17 cm., me gusta usarla para el placer y me alegro más si es con alguien. Voy a gimnasio cuatro días a la semana, tengo buen cuerpo y una estatura de 1.71 m. Como soy de un pueblo a 90 km de la ciudad, para estudiar en la universidad he alquilado junto con mi amigo de toda la vida una habitación. Mi amigo es Antonio, un chico guapo, discreto, delgado de naturaleza y muy silencioso, justo lo mejor para que dos personas nos apliquemos a nuestro estudio y así estamos bien. Nuestros padres son también amigos y se han puesto de acuerdo para pagar el alquiler. Antonio, mi compañero de cuarto, como dicen todos, es de esos amigos que no se buscan, como si hubiéramos nacido amigos, lo fuimos en la infancia, en el colegio y en todo. Incluso él sabe que soy gay, pero nunca hemos tenido nada íntimo entre nosotros ni nunca he estado con otros chicos frente a él ni con él. Mi compañero Antonio y yo estudiamos diferentes carreras, motivo por el cual unas veces él está en clase y yo en casa.

Un día que sabía que no estaría Antonio, pedí a un amigo, Fernando, con quien me había juntado algunas veces en su casa, que viniera a mi habitación porque sabía que Antonio no estaría. Fernando es amigo de la universidad, se llama Fernando León, es más simpático que guapo, tiene un cuerpo regular y una polla enorme, como de unos 20 cm., nos conocimos en un pub gay de la ciudad, intercambiamos números de teléfono y me invitaba a su casa para tener sexo. La verdad es que me gusta tener esa polla metida en mi culo. Resultó que sus abuelos viven en mi pueblo y él va a verlos y esto hizo que nuestra amistad se incrementara relativamente, porque dijo que tenía un novio que no estudiaba en la universidad y vivía en su pueblo trabajando en las tierras de su padre:

— Yo aguanto como puedo y cuando no puedo le doy al manubrio, —decía en su inocencia.

Esta vez me decidí a invitarlo a mi cuarto porque quería que me follara sin prisas ya que siempre tiene prisa cuando lo hacemos en su casa donde vive más gente. Varias veces lo hicimos y mi compañero Antonio no descubrió nada. Y es que disimuladamente le pregunto cuántas clases tiene y sus horas, solo para encontrar la oportunidad de follar con Fernando sin molestarlo y sin que me moleste.

Una vez, Fernando y yo estábamos bien atrapados por la lascivia y estando ferozmente follando en la cama, se abrió de repente la puerta. Era el momento en que me encontraba abrazado a Fernando, desnudos los dos, él sentado sobre la cama y yo sentado sobre su pubis y las piernas abrazando su cintura, los pies a la espalda y mis brazos rodeando su cuello. Su polla la tenía metida en mi culo para que entrara profundamente. Ya había pasado el momento del dolor y todo era puro placer, me sentía lleno con la polla negruzca de Fernando dentro de mi culo y besándonos abrazados a punto de entrar en el clímax que nos llevaría al orgasmo; me movía con impulsos corporales arriba y abajo para no acostumbrarme y sentirla presionando en lo profundo para ponerme lascivamente más cachondo. ¡Una sombra! ¡Dios mío, a mi lado había una sombra! Me di la vuelta y entonces vi que se trataba de mi compañero Antonio, ¡había vuelto, joder, putamadre! Me quedé muy avergonzado. Fernando vio a Antonio solo durante unos segundos.

Antonio nos vio a los dos afanándonos follando para conseguir más penetración y mejor orgasmo. Se sonrojó, salió y cerró la puerta avergonzado. Fernando me preguntó:

— ¿Ese es tu compañero de cuarto?

— Sí, debiera estar en clase.

— Tu compañero de cuarto es muy dulce, no te lo tomará en cuenta.

Continuó metiéndose en mi culo y seguimos follando a nuestra marcha. Fernando y yo terminamos nuestro apareamiento hasta el orgasmo. Me llenó el culo de su semen y yo su abdomen con el mío. Nos limpiamos con una toalla, donde también dejé caer el semen de Fernando que fluía por mi ano y salimos de la habitación para vestirnos en el baño. Después de despedir a mi amigo Fernando, miré a mi compañero y amigo Antonio incómodamente riendo. Intenté disculparme con él, diciéndole que no esperaba que volviera tan temprano. Resultó que su clase fue cancelada ese día y lo supo cuando llegó al aula y vio el aviso, por eso regresó a casa tan pronto y nos sorprendió follando. Yo estaba avergonzado de muerte, pero a Antonio no parecía importarle mucho.

— La próxima vez, si me avisas, no vendré a molestar y evitaremos sorpresas, —me dijo suavemente Antonio.

— Lo haré, gracias, aunque no me importa que tú me veas.

— No me imaginaba que los gays follaran tan intensamente como lo hacíais vosotros.

Ese mismo día algo más tarde, Fernando me preguntó:

— ¿Qué pasó con tu compañero de cuarto? ¿Se ha incomodado?

Le dije que Antonio estaba tranquilo y que no parecía que le repugnaran los gays como asquerosos o algo así.

— Igual tu compañero de cuarto también es gay, puede que sí, después de todo, él parece que es un otaku, tiene toda la traza, mira si tiene revistas de manga o algo así o alguna prenda de colección y entonces lo tienes claro, — dijo Fernando intencionadamente mal.

Pocos días después, tentaba deliberadamente a Antonio para ver una película pornogay, después de todo, mi relación con él era bastante buena desde siempre. No le importunó; me dijo que quería verla. Antonio y yo nos sentamos frente a mi ordenador y no mostramos entusiasmo ni él ni yo en todo el transcurso de la película. Parecía que no nos excitaba en ese momento. Nos fuimos a dormir y, acostados cada uno en su cama como siempre, conversamos largo y tendido. Deliberadamente le dije:

— Acabas de ver una película de porno gay en la que unos tíos tenían sexo entre ellos y estabas tan tranquilo, ¿es que eres gay o te gusta ver cosas de los gays?

Antonio no lo negó, solo dijo:

— Quizá yo no soy un chico tan guapo como desearías, pero no me preocupa eso, porque lo que tengo claro es que no me voy a casar, me quedaré para siempre soltero.

— Mi amigo Fernando y yo hemos tenido sexo algunas veces, siempre he pensado que era muy amable y guapo y que me gustaba, —le dije a Antonio.

Entonces se quedó un momento largo en silencio, se puso como tímido tapándose la mitad de la cara con la sábana y tímidamente preguntó:

— ¿Duele mucho cuando lo haces?

No esperaba que me preguntara si duele mucho, entonces le dije:

— Tengo lubricante.

— Vale, voy a dormir ya.

Así es como evitó entrar en más profundidades a propósito.

Dos días después le dije a Fernando que viniera otra vez a mi cuarto para follar. Esta vez, Fernando y yo esperamos intencionadamente que Antonio regresara. En efecto, cuando vino abrió la puerta y nos vio a mí y a Fernando, parecía un poco tímido y pensó que ya íbamos a eyacular de inmediato. Antonio sonrió y quiso irse sin molestar mis relaciones sexuales con Fernando, pero el sinvergüenza de Fernando con solo su ropa interior puesta se apresuró a abrazar al Antonio que se quedó estupefacto. El travieso Fernando le dijo a Antonio:

— Te amo mucho, eres muy guapo y lindo.

¡Antonio se sonrojó al instante! Fernando lo abrazó deliberadamente poniendo su entrepierna contra las nalgas de Antonio, —¡el panorama se veía que se estaba poniendo caliente!—. Fernando le dijo:

— Vuelve tu rostro y mírame, guapo.

Los dos se miraron con afecto. Fernando hizo una caricia a Antonio en su rostro, luego puso sus labios sobre los labios de Antonio. ¡No esperaba que mi amigo Antonio fuera seducido! Antonio tomó la iniciativa de besar en serio a Fernando y este se agachó para tocar las nalgas de Antonio; los dos estaban realmente excitados. Yo los miraba y veía el paquete de ambos que aumentaba por el empuje de sus pollas.

Fernando enseguida ayudó a Antonio a quitarse la ropa y los pantalones, quedándose en paños menores como defensa con un bulto descomunal. Luego pidió a Antonio que descansara tranquilo:

— No dolerá, y solo haré lo que tú me permitas.

¡Antonio fue seducido por Fernando y se quitó la ropa interior!

Fernando llevó a Antonio a la cama y me ordenó que llevara una toalla para que se acostara. Fernando tiró vigorosamente de las piernas de Antonio y levantó su culo. Fernando lamió el trasero de Antonio con fruición e ininterrumpidamente, para que Antonio gimiera sin parar. Yo pensaba «este Fernando se las sabe todas, ¿cuantas veces y con cuánta gente lo habrá intentado?, va a lamer el culo hasta que el otro solo sienta placer», yo estaba admirado y boquiabierto. Y así fue, pues Fernando, al cabo de un rato, dijo en voz baja: «Ni los heterosexuales se resisten».

—Ah…, aah…, aaah…, —susurró Antonio.

— ¡Este sí que es un amigo de verdad como nunca lo había visto! —exclamó repentinamente Antonio y siguió gimiendo una y otra y otra vez…

Fernando le dijo a Antonio:

—¿Es la primera vez que alguien te ha comido el culo?

Antonio asintió tímidamente, indicando que era virgen.

— Ahora espera tranquilamente hasta relajarte, y no te dolerá lo que te vamos a hacer.

Fernando me pidió el aceite lubricante, le embadurnó el culo a Antonio y luego le insertó los dedos suavemente uno tras otro. Antonio inevitablemente se sintió un poco incómodo, pero, para que se fuera adaptando, Fernando acarició la polla de Antonio al mismo tiempo que le insertaba los dedos, de modo que Antonio se hallaba distraído.

— Lentamente, estoy insertando mi segundo dedo ahora, —explicó Fernando.

Cuando el culo de Antonio se puso suave, sacó los dos dedos del agujero. Se puso al frente de Antonio y le pidió que le ayudara a ponerle la polla dura con una buena mamada. Antonio se puso a chupar la gran polla de Fernando y, efectivamente, entonces sí, iba recordando la película que había visto conmigo e iba poniendo en práctica lo que recordaba, lo iba haciendo cada vez mejor y lo perfeccionaba por momentos rápidamente. La gran polla de Fernando se mantuvo profundamente en la boca de Antonio durante varios minutos antes de que estuviera a punto para bombear su culo. ¡Toda la polla se levantó a tope con las azules venas bien pronunciadas! Fernando frotó los labios de Antonio lentamente durante unos segundos para permitir que este pudiera ver lo grande que la había puesto con su mamada. Antonio estaba entusiasmado y abría la boca para volvérsela a meter dentro quería volver a comerse la polla, pero Fernando la retiró. Fernando sacó un condón del bolsillo de su pantalón que estaba en la silla junto a ellos, rompió el sobre y se lo puso en su gordo pene. Atrapó su gran polla entre sus manos frente al agujero bien preparado de Antonio y exclamó al primer empuje:

— ¡¡Juro por lo putas que son nuestras madres que me voy a quedar con tu virginidad, maricón de mierda!!

Fernando comenzó a presionar suave pero decididamente apuntalando su polla en el culo de Antonio, mientras este se había puesto nervioso con el grito y juramento y a la vez más excitado. Me puse delante de Antonio:

— Relájate, relájate tanto cuanto puedas, no hagas fuerza, relájate, deja que pase.

Cuando Fernando se apretó con el glande contra el culo de Antonio, la cara de mi compañero obviamente parecía algo incómoda, pero no quería detener a Fernando y no voceó en ese momento. Antonio no deseaba parar aquello y Fernando tampoco, yo besaba y acariciaba a mi amigo para consolarlo en estos primeros segundos. Fernando siguió adentrándose en el culo de Antonio. Me puse cachondo y chupé la polla de Antonio para estimularlo. Fernando me vio tan sensual, que extendió la mano y me tocó el pelo, mientras insertaba su polla en el culo de Antonio. Para que Antonio pudiera liberar la presión, agarré su mano y se la apreté con fuerza.

Durante esos diez minutos, Antonio fue ayudado por mí y por la delicadeza de Fernando. Yo seguía agarrado a su mano y le chupaba su polla.

Fernando tocó mi cabeza con su mano y lo miré. Sus ojos, alegres y triunfantes, me comunicaron que ya había penetrado con éxito y se hallaba en el recto de Antonio. Entonces, Fernando mantuvo su polla quieta dentro de Antonio, la había metido profundamente. ¡Mi amigo Antonio es muy divertido! Siempre tan serio y ahora tan feliz, gimiendo sin parar y echando suspiros de felicidad por su boca. Fernando se la iba metiendo y sacando, follándole con ganas, sus manos todavía aferradas a la ropa de cama y permitiendo que el cabrón de Fernando majestuosamente le quitara su virginidad, se lo folló rabiosamente y él con lagrimas en los ojos de emoción más no de dolor, se puso gritando como una puta en celo. Ahí estaba Fernando cometiendo un adulterio contra mí que soy el amigo de Antonio de toda la vida y siempre durmiendo los dos en la misma habitación sin mostrarme ni un dedo de sus pies. ¡Hay que ver que en solo unos minutos, mi compañero de cuarto, el amigo de toda la vida, mi Antonio cambió de una buena imagen de casta virgen que yo conocía a ser otra persona llena de lascivia y erotismo! Se había convertido en un chico malo que timoratamente me había visto follando con Fernando y ahora me decía:

— Dale mi teléfono también para que me llame cuando tú estés en clase.

Antonio miró a Fernando y sacó la lengua, porque Fernando le había parecido muy agradable. Fernando dejó sobre la mesita su número de móvil y se inclinó para besar al cabrón de Antonio. ¡Los dos delante de mí se dijeron maravillas uno al otro! Antonio tragó el sopapo de saliva y baba que Fernando escupió en su boca y lo miró cariñosamente. Antonio mismo estaba lleno de semen pegado a su polla y Fernando se la chupó para tragar todo hasta dejar reluciente su pene y luego Antonio lamió los dos huevos grandes de Fernando poniéndoselos en la boca. Antonio volvió a tragar la polla entera de Fernando hasta su garganta y la atravesó hasta atragantarse, tanto la engulló que le faltaba respiración, ¡parecía que iba a morir! Observé ese par de animales adultos durante más de media hora antes de que Fernando se detuviera lentamente. Toda su gran polla se puso erecta y de nuevo la metió en el culo de Antonio profundamente, y esperó allí hasta que Antonio jadeara. En ese momento, Antonio deseó abrazar cálidamente al magnífico Fernando, pero yo intenté calmarlo. Fernando sacó su polla del culo de Antonio para descargar su semen en la toalla. Al mismo tiempo, Fernando ayudó a Antonio a desahogarse, sosteniendo la polla para masturbarlo hasta que descargó con furia.

Desde ese momento ya dormíamos Antonio y yo en una cama y follábamos. Cuatro días después Antonio y yo tuvimos necesidad dela fuerza de Fernando para follar. Deseábamos, ambos ansiosos, que viniera Fernando y, como ya no podíamos aguantar, lo llamamos para tener ambos sexo con él o si lo prefería hacer un trío. En este momento, estando yo llamando a Fernando, vi a mi amigo y compañero de cuarto con sus piernas extendidas, todo desnudo encima de la cama descaradamente y no pude hacer otra cosa que acercarme y follarlo hasta que viniera Fernando. Nos metimos los dos en la ducha para lavarnos mientras venía y luego de secarnos subimos a la cama hasta que llamó Fernando a la puerta. En cuanto llegó lo recibimos los dos desnudos abriéndole la puerta y apenas lo vimos ya nos pusimos calientes a tope y dejamos que Fernando nos turnara a su antojo para que nos penetrara el culo y nos diera placer, mientras tanto Antonio y yo nos acariciábamos y besábamos, pero necesitábamos el macho. No sé si mi amigo Antonio se hizo adicto a comer las frutas prohibidas, pero si no fue así, al menos se fue degradando, y no pasaba día que tenía que chupar mi polla y mis huevos dos o tres veces. Fernando también estaba atrapado en el juego sexual. Ese día nos hizo tres rondas. Pero ya se acostumbró a venir dos o tres veces a la semana y nunca era para ninguno de los tres suficiente. Antonio y yo nos consolábamos, el mamando mi polla y yo perforando su culo.

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