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Mi respuesta a su infidelidad

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¿De dónde saqué la templanza?, no sé explicarlo a ciencia cierta; solo sé que en ese momento lo estaba disfrutando como nunca antes había hecho en cualquier otra situación, no por su traición, que me dolía donde no sabía que podía sentir dolor; sino por la venganza que tenía en mente…

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Sabía que algo no estaba bien, pequeños detalles me convencieron de ello.

El primero fue la confianza, por fuerte o desagradable que fuera siempre pedí decir las cosas para encontrar la solución, soy de la idea que las pequeñas cosas con el tiempo y la cantidad se convierten en losas que son muy difíciles de cargar; la pasó por alto al ocultármelo.

Otra fue el remordimiento, siempre al hablar nos veíamos de frente ya que, decíamos, la mirada es la entrada al alma; algo más que dejó de hacer al preguntarle si estaba bien o si quería decirme algo.

Una más fue el hecho de llegar a descuidar nuestro hogar, extraño ya que normalmente no se permitía más que el orden en nuestra casa.

Pero la más fácil de ver y difícil de explicar fue la intimidad, constantemente me rehuía con cualquier pretexto para evadir nuestros encuentros; esto, fue la gota que derramó el vaso.

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-¿En verdad quieres hacerlo? -dijo -no hay vuelta atrás si te decides.

-No hay nada que pensar -respondí.

-Atento a tu teléfono entonces.

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Viernes por la tarde, preparaba el resumen mensual cuando sonó mi teléfono; era él, había llegado la hora.

-Van a pasar por ti -mencionó sin más- espera al fondo del estacionamiento.

-Ahí estaré -fue mi única respuesta.

Salí sin informar, esperé y tomamos camino, en veinte minutos llegamos; mi corazón latía a un ritmo frenético. Pidieron las llaves de mi auto y mi teléfono, lo desbloqueé y lo entregué. Me hicieron pasar al departamento, dentro, dos mas custodiaban una puerta; la abrieron y entré, no creía lo que estaba viendo…

En la cama, dos cuerpos desnudos hacían lo que podían por ocultarse, uno de ellos, mi esposa. Frente a ellos se encontraba él, sentado, con un arma apuntando a la pareja.

-Sea breve -dijo entregándome un arma- aún tenemos que sacarlo sin levantar sospechas.

Me acerqué a la cama apuntando, pude ver en sus miradas el miedo cada vez que se veían en la mira; con furia, asesté un golpe directo a su rostro con la cacha provocando un corte en la nariz.

-Esto no lo hago por habértela cogido -dije tomando su cabello mientras apuntaba a su frente con el arma- lo hago por decir ser mi amigo y pagarme con esto.

Decir que desahogué mi furia con él sería poco, solo paré al sentirme sujeto para quitármelo de las manos.

-Llévenselo -les dijo señalándolo- que parezca un accidente.

-¿Y ella? -preguntó uno de ellos antes de salir.

-Yo me encargo -fue su respuesta.

Después de cerrarse la puerta, y con una frialdad que no admitía duda de su profesión, me dio las instrucciones.

-Su esposa ha recibido un par de llamadas y varios mensajes desde su teléfono y de su lugar de trabajo para el rastreo de su ubicación, le van a recoger y lo llevarán de vuelta, ahí le entregaran sus cosas; permanezca un rato, hágase ver y después vaya a su casa. Su esposa se queda con nosotros, no la reporte como desaparecida, en su auto encontrará boletos en viaje redondo y una reservación de hotel; úsela, pero no se deje ver ya que la misma es para dos personas. El lunes su esposa estará de vuelta en su casa.

Di la vuelta con dirección a la salida, antes de cruzar la puerta escuché por primera vez la voz de mi mujer.

-¡No me dejes aquí!, ¡perdóname por favor!

-Salga -escuché decirme- no debe ver esto.

Salí, al hacerlo escuché un grito ahogado, golpes y después… ¡un disparo!

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Un disparo que resonaba en mi cabeza hizo levantarme de cama, asustado y con la respiración agitada.

-¿De nuevo con pesadillas? -preguntó mi esposa- ¿aún no puedes recordar lo que sueñas?

La miré a los ojos, ella miró los míos sosteniendo la mirada; esbocé una sonrisa mientras la tomaba del cuello para darle un beso.

-Ahora lo recuerdo -respondí- te cuento mañana.

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