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Tiempo de lectura: 4 minutos

Simplemente, una relación indebida.

A veces me doy asco, vergüenza, me dan ganas de matarme y hacerme daño. Y es que tío, me has corrompido y de la peor manera posible.

Cuando empezaste, con caricias sobre mis piernas, abrazos desprevenidos, yo quedaba helada. ¿Pero qué podía hacer? Un día mostré mi inquietud a mi abuela, en la que confiaba más en todo el mundo, y ella solo me dijo: ay amor, tú lo ves raro porque no has crecido con tu papá, pero así es el amor de padre e hija, tu tío te quiere como a su hija.

Claro, yo estaba mal y encima loca malinterpretando tu forma de darme querer. Así que cada vez que lo hacías, yo te dejaba hacerlo.

Comencé a sentir cositas, lo que me hacías me generaba algo… amor? satisfacción? placer? Lo que fuera, me hacía sentir bien y me descubrí buscándote a ti y tus caricias. Hasta que un día dejaste de hacerlo. Hice algo mal? Estabas bien?

En un viaje familiar, decidimos quedarnos unos días fuera de la cuidad. Éramos muchos y un carro pequeño, me senté a tu costado, estábamos tapados con una frazada y, nuestras piernas estaban muy cerca, podía sentir tu calor, tus vellos sobre mi piernita. Maliciosa y algo caliente acaricié a escondidas tu pierna, como lo hacías tú conmigo, me miraste fijamente y extrañado como diciendo: ¿qué haces? Comencé a acercar lentamente mi mano a tu entrepierna, y tú a mover tu pierna, en cuanto me sacaste de una la mano.

Me sentí mal. ¿Qué hacía? Era obvio que había confundido las cosas. Solo me veías cómo tu sobrina querida, avergonzada y con la moralidad puesta, quería que me tragara la tierra.

Cuando llegamos al lugar, hacía un frío tremendo. Aún así, mis primos me insistían para ir a una fiesta, de uno de sus amigos allí. Accedí, quería olvidarme de ti por un momento.

Me puse un lindo vestido crema corto, con unas tiritas minúsculas que cubrían mis hombros, un labial rosa. Y unos tacones que no necesitaba ya que era alta, debido a mi herencia familiar. Era hermosa y resaltaba. Si bien no tenía grandes pechos, ni un cuerpo voluminoso, mi rostro era muy bello y encantaba. Cuando bajé, me miraban orgullosos y atónitos: “qué linda mi prima!”

-Mariam a qué hora llegará? -pregunté ya finalizando la reunión.

-No vendrá ella, sino el tío Pablo, ya debe de estar llegando.

-¿No iba a venir Mariam? -pregunté curiosa.

-Sí, pero el tío quiso venir, mejor, quizás nos lleve a comer que tengo un hambre voraz.

Al ir a comer y luego volver a la casa de campo alquilada, y ya muy tarde. Todos un poco ebrios menos mi tío, fuimos uno a uno a nuestra habitación, yo compartía habitación con mi hermana pequeña, estaba a punto de entrar cuando escuché un susurro a mis espadas.

-Alexa… podemos conversar? -eras tú, tan guapo, perfecto e ideal (o eran los efectos del alcohol jaja).

No lo dude, y acerté con la cabeza. Te seguí al tercer piso, en la zona de la azotea-jardín.

-Bonita la casa, verdad? -me dijo.

-Es bellísima.

-Hoy te divertiste mucho?

-La verdad no, me sentí un poco aburrida…

-Por qué? Si había varios chicos de tu edad.

-Pero no los conocía.

-Y con alguno paso algo más?

-Algo más? No, ni uno me interesaba. -le miré y me aventuré a decir- hay alguien, pero parece que no le importo.

Me miraste fijamente y te acercaste a mí, mi valentía se evaporó, sentí como me sonrojaba y me presión se aceleraba.

-Imposible –dijiste.

Me diste un beso, uno que nunca podré olvidar, me volviste a besar y besar tiernamente, cerré los ojos, me abrazaste acercándome a ti, cogiste mi trasero pegándolo a ti ahora me besabas el cuello, me lo mordías levemente, me gustaba, no quería que pararás. “Tócame”, dijiste. Lo hice, tiernamente y con algo de torpeza, pasé mi mano por tu espalda, te abracé.

-Quiero hacerte el amor Alexa.

Me echaste sobre las flores del balcón, pobrecitas pensé. Ya echada me abriste las piernas, pensé (soy virgen pero no te lo dije), pasabas tu lengua sobre mi sexo (¿dios, qué es esto?), llegaste a un punto al parecer mi clítoris, donde sentí desfallecer, me sentía en el cielo, en las nubes me encantabas quería más y más, en cuanto un líquido salió de mi sexo, tenía dieciocho, pero nunca había tenía relaciones, había tenido enamorados, pero lo católico pesaba mucho más. Y qué curioso tío, tú que me dabas charlas sobre la castidad, ¿qué me estabas haciendo ahora?

Seguiste dándome oral y los líquidos no dejaban de salir, estaba mojada y las lindas flores, ahora marchitas también. Cuando vi tu verga, me atemoricé un poco. Te percataste y me acariciaste el rostro: “tranquila, te voy a dar con mucho amor”.

Pusiste tu puntita sobre mi sexo, sobándolo en círculos y dándole presión. Agarraste mis senos, mis tetillas erectas, jugando con ellas. Como me encantaba todo eso, sentía que podía llorar de la felicidad.

Hasta que comenzaste a meterlo… lentamente, me dolía demasiado, luego empezaste a bombearme con más ritmo, una mezcla de dolor y ahora placer me invadía, DIOS una sensación de éxtasis me invadió, había tenido un orgasmo, gemía y gemía como una perrita encantada. No tenía donde agarrarme, me sostenía de las flores que se rompían sin más, la tierra sobre nuestro cuerpo, quería gritar, gemir. Pero me tapabas la boca con tus besos y tus manos.

Estaba a punto de llegar a otra sensación rica, que en ese tiempo no sabía que era el famoso orgasmo, cuando sentimos unos pasitos atrás de la puerta.

Nos reincorporamos lo más rápido posible, cuando entro la persona incógnita, era mi hermanita, de seguro había tenido una pesadilla y me estaba buscando.

Nos ocultamos detrás de una cabina, esperando que se fuera. Ella miró alrededor por un momento y fue al balcón, observando el paisaje que nos rodeaba.

Cuando sentí tus besos en mi desnuda espalda, querías terminar, pusiste tu mano nuevamente en mi sexo dándome placer.

Te fuiste hermanita, y el malvado tío me cargó y tiernamente nos dirigimos a la hamaca recién visualizada, se tiró en tal, y amablemente me dijo: “siéntate sobre mí querida sobrina por favor -me metió nuevamente su pija- ahora muévete hermosa sobrina”, torpemente lo hice, el placer era increíble, en cuanto sentí una presión y una sensación más caliente dentro de mí, me gustó, voté unos cuantos gemidos más fuertes al igual que tú. Inexperta me di cuenta tarde que te habías venido dentro de mí.

___

Desperté, eran la 1 de la tarde, mi hermanita me llamaba: “dice mamá que te levantes ya”.

Recuperando la conciencia, y recordando el episodio anterior, rogué y deseé con toda mi alma, que aquellos recuerdos solo hubieran sido sueños. Intenté pararme y sentí dolor en mi sexo, en shock, me lavé y subí a la azotea, donde todos almorzaríamos.

Vi el hermoso vivero destrozado, con tierra en todos lados.

-Parece que unos animales se metieron -dijo mi madre al verme.

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