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Por una foto

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Relato que me confesó Valeska de cuando a un par de días de la celebración de una de las fiestas religiosas más importante del país, con la ciudad casi abandonada, seis tipos desconocidos se aprovecharon de ella en una playa cercana al centro de la urbe.

I

Con el esposo y los niños en la capital durante todas las vacaciones de invierno, Vali, prácticamente se mudó a vivir a mi casa desde el instante siguiente a la partida de su familia, dos días atrás.

Follábamos con la misma frecuencia de siempre (todo el rato si estábamos dentro de la casa), pero en el fondo, sentía que no se entregaba con el lujurioso abandono de siempre. Al principio no le di importancia, pero cuando la noche era joven, sentados en el sofá simulando ambos que nos interesaba la película. Vali, de pronto se paró y partió rumbo al baño.

Pasaron varios minutos. Estaba a punto de ir a ver si algo sucedía, cuando sentí pasos de pies descalzos sobre el porcelanato. Era ella. En cuanto se acomodó estiró su mano con una foto en ella. Era un hermoso coño… en realidad al momento de ver la imagen, reconocí el gozador y caliente coño de Valeska.

Yo: reconocería este coño donde fuere… cuándo te la sacaste… dónde estabas y a quien se la enviaste…

Valeska: quien te dijo que es mi coño?

Yo: qué sentido tendría que me mostraras la foto de un coño, primero si no fuera el tuyo y segundo, si no hubiera una historia detrás… ya me mentiste… ahora quiero al menos la mitad de la verdad…

Valeska: o qué???

Yo: o sencillamente no te seguiré ayudando con tu venganza…

Valeska: en serio?

Yo: por supuesto que es en serio…

Valeska: y te arriesgarías a perderme???

Yo: si… porque sé que los dos perderíamos…

Valeska: de acuerdo… pasó hace dos años casi exactos, pues fue el 14 de julio. Estábamos separados con mi esposo y…

A partir de ahora, será Valeska quien relatará los sucesos tal y como a ella le dé la gana…

En dos días más se cumplen dos años exactos de lo que me pasó por sacarme esta fotografía. Llevaba dos meses separada de mi esposo. Fue la primera y hasta el momento, la única vez que se ha ido de la casa sin que lo eche.

Estaba muy triste, apagada, pero empeñada en reconquistarlo. Recuerdo que esa tarde, tomé las llaves de la van para salir sin rumbo. Una vez en el auto recién noté que llevaba un vestido que uso como salida de playa de color blanco largo hasta medio muslo, sin sostenes. Pensé en devolverme, pero al mirar la hora sentí que era en ese momento o nunca que tenía que salir y lo hice.

La tarde estaba agradable y la ciudad tranquila. Sin pensarlo, el manejo me llevó hasta una playa relativamente alejada del bullicio, pero aún dentro de la ciudad, saliendo hacia el sur de la urbe. Una vez detuve el carro y durante la bajada, noté lo sola que estaba la playa. Dado que de todos modos me sentí perseguida, dejé el motor encendido, subí los vidrios, silencié la música y mantuve el A/C en 22º Celsius.

Llevaba un rato ahí y justo cuando pensaba en mi esposo, de pronto llegó a mi celular un mensaje de él… La charla fue amena y cordial por lo que conversamos, vía escrita, por largo rato. Cerca de cumplir la hora mensajeándonos llegamos a los temas calientes. Así, no tardó en pedirme una foto desnuda, pues él pensaba que yo estaba en la casa.

Miré a mi alrededor y las personas más cercanas retozaban en la orilla a más de 100 metros de mí. Entonces, para complacerlo, me cambié al asiento del copiloto, saqué los calzones, levanté mi corto vestido y tomé varias fotos del coño.

Al revisarlas noté que una gota de líquido vaginal se asomaba por la cueva. Llevé mi mano a mi entre pierna, pasándola solo una vez. Estaba empapada. Nuevamente levanté la vista para observar a mi alrededor. La playa seguía prácticamente desierta.

Entonces pensé en enviarle la mejor de las fotos que había sacado, pero un calor que emanaba de mi coño comenzaba a reclamar atención por lo que sin darme cuenta, la mano solita llegó hasta el clítoris solo para comenzar suavemente a frotarlo.

Tras volver a echar apenas un vistazo, me dije, -y si aprovecho que estoy sin sostén y le saco fotos a mis senos ya excitados-. Sin pensarlo dos veces me despojé del vestido sacándomelo por la cabeza en un rápido movimiento.

Lo último que recuerdo de los instantes previos a tocarme fue mirar y sin haber visto nada, bajar el vidrio de la ventana donde me encontraba, pues el ambiente dentro del carro se había tornado muy caliente y, detener el motor. Luego de eso, a los pocos segundos de iniciar una caliente masturbación, perdí completamente el sentido de la realidad.

El tiempo perdió sentido para mí, por lo que no estoy segura de cuánto rato estuve. Calculo unos 5 o 7 minutos porque poco era lo que me faltaba para alcanzar el orgasmo. Mi concentración estaba tan enfocada que no lo sentí llegar, sino hasta cuando, de improviso, la puerta se abrió.

Ejecutivo banco: siempre quise, pero nunca imaginé encontrarla en estos menesteres, sra. Valeska.

Yo: -tapándome con las manos todo lo que podía y con la mirada buscando el vestido, en el tono más amenazador que logré reunir, espeté- que derecho tiene de hacer lo que acaba de hacer, don Jorge...

Don Jorge: calladita te ves más bonita... en vez de hablar mejor venga... –dijo estirando la mano.

Yo: -con rápidas miradas, seguía tratando de detectar el paradero del vestido. En un momento lo miré y con todo el odio y asco que logré juntar, casi le escupí,- ni lo sueñe, viejo asqueroso…

Don Jorge: -aún parado fuera del auto con la mano estirada- insisto… no hay nadie excepto nosotros y quiero verla bien… solo eso… es mucho pedir…

Yo: pues viniendo de usted, si, es mucho pedir.

Durante todo el rato desde que fui sorprendida la calentura que tenía no bajó ni un poco, por el contrario, la mirada lasciva del viejo me tenía totalmente prendida. Quería verga y mis pezones eran una elocuente prueba de ello, pero... no la de él. Mi campo de visión estaba totalmente acaparado por la obesa figura del ejecutivo del banco.

Me sentía atrapada por las circunstancias y por la confusa ambivalencia en mis sentimientos respecto al viejo. Por un lado, lo despreciaba y hacía sufrir, usando minis muy cortas y poleras con atrevidos escotes en cada visita. Tenía un escritorio de vidrio por lo que podía ver mis piernas con perfecta nitidez.

Por el otro, su deseo era tan evidente, tan fulminante que mi cuerpo reaccionaba por si mismo, sin obedecer las instrucciones de una razón cada vez más aturdida por la ya aplastante necesidad satisfacer a todo evento el incontestable y caprichoso cosquilleo de mi clítoris, en ese instante, el único dueño de lo que quedaba de mi voluntad.

Don Jorge: no sea mala conmigo… mire que yo la puedo ayudar como el mes pasado… lo recuerda??? Siiii, lo recuerda… y siempre, sin nunca pedirle nada, siempre la ayudo cuando me lo solicita. Déjeme de mentiroso, señora Valeska.

Yo: y qué quieres de mi sí no es dinero, viejo pervertido???

Don Jorge: que siga en lo que estaba, pero en la arena sobre unas toallas gigantes que tengo para que pueda verla. A cambio, la espero el lunes para que veamos cómo condonar al menos parte de su, ambos sabemos, considerable deuda… qué le parece... -al notar que trataba de mirar más allá de su persona, él mismo giró la cabeza y con tono meloso, afirmó,- son dos tipos que a la distancia parecen pareja. no hay nada de qué preocuparse, están muy lejos para alcanzar a ver... ya pues, señora... qué me dice...

Yo: sin tocarme, escuchó… y atento de todas maneras, mire que alguien, en cualquier momento puede llegar… estamos?

Don Jorge: es usted una perla de señora… estamos… voy por las toallas, pero antes bájese por favor.

II

Tuve que seguirlo desnuda en una playa desierta, es cierto, pero pública de todos modos, hasta su carro estacionado detrás de mí a unos 10 metros. El contacto con su mano gatilló una fugaz pero intensa punzada en mi ya húmedo coño. El apretón era firme, pero no asfixiante, seguro, varonil. Su mano era grande y tibia.

Al soltarme para sacar las toallas, volví a sentir la misma repugnancia de antes mezclada con cierta dosis de vergüenza por excitarme con un tipo así y con algo tan ingenuo como tomarse de las manos. Me debatía en mi mente con eso cuando nuevamente tomó mi mano e inmediatamente comenzamos a caminar. Nos adentramos unos 5 metros en la arena, estiramos las toallas, apoyé mi espalda mirando al cielo, separé las piernas, cerré los ojos y recomencé con la masturbación.

Don Jorge: -segundos después de comenzar a tocarme- Te ofrezco una mano, querida?

Yo: no gracias… ya te lo advertí…

Don Jorge: yo solo decía no más… pero por si acaso, si de verdad la necesita, solo me la pide…

En cuanto me toqué, pude ver que la calentura solo había aumentado. Con los ojos cerrados pude olvidarme, por unos momentos, del viejo. Un último fugaz pensamiento coherente pasó por mi cabeza. Estaba así de caliente porque llevaba ya dos meses de abstinencia. Mi período de tiempo sin sexo más prolongado desde que lo conocí cuando aún no dejaba del todo la adolescencia. El coño me latía con fuerza. Quería el orgasmo, pero éste no llegaba.

Muy por el contrario, por cada minuto que pasaba mi cuerpo solo acumulaba cada vez más excitación y deseo. El viejo no apartaba los ojos de mí. Noté una, dos veces que alargó una insegura mano como para tocar mi pierna, retirándola en el último instante. El deseo que el tipo expresaba por mí, me gustó aún más por lo que cuando apoyó débilmente su mano sobre mi rodilla solo para retirarla casi al tiro, emití un sonoro gemido en medio, que no volví a emitir.

Luego de posar dos veces más la mano y retirarla de inmediato y en ambas volvió a escucharse el mismo sonoro gemido, en la siguiente la dejó ahí, inmóvil, solo sentía en mi rodilla la presión de sus dedos y un calor que me volvió loca. No pude acallar los gemidos. El hombre lo notó, pues comenzó con caricias suaves en el muslo, justo donde termina la rodilla. Un suspiro clandestino de mi boca le dio el valor para comenzar el asalto final a mi coño, pero no se lo soltaría a ese viejo asqueroso, a menos que...

Don Jorge: tiene una piel muy bella y suave, señora Valeska, al menos en su rodilla y muslo… Es usted una excitante mujer… se lo habían dicho??? Por supuesto que debe escuchar eso y más, todos los días… me deja tocarla un poco más, señora Valeska???

Yo: -con la voz ronca- y que ganaría yo si lo dejo...

Don Jorge: mmmmm... podríamos ver ese préstamo rechazado... y hacer que ya no lo esté... qué le parece???

Yo: -con la voz ronca- solo un poco, escuchó?

Don Jorge: veo que le molesta aún el sol… déjeme cubrirle los ojos con esto para que no tenga que ver a este viejo feo.

Yo: está bien… me parece una buena idea... el no verle la cara, digo…

En silencio recibió mis palabras cargadas, a pesar de la calentura, de un rencor fulminante en contra de ese viejo pelado y panzón que era mi ejecutivo de cuentas del banco. Un tipo desaseado y mal vestido que hasta ese momento, y sobre todo en ese momento, solo me producía asco.

Una vez a oscuras me di cuenta que durante todo ese tiempo mis piernas se mantuvieron separadas. Una cálida, grande, poderosa, suave y conocida mano en el interior del muslo interrumpió el hilo de mis pensamientos, generando en mi cuerpo un espontáneo temblor.

Poco fue lo que se demoró la otra mano en aparecer en escena. Empero ésta se hizo notar, pues de sopetón cubrió por completo mi seno derecho, apretándolo con la fuerza precisa como para causarme un exquisito placer que terminó por derribar mi, hacía rato ya, carcomida voluntad.

El otrora asco que sentía por aquel hombre poco a poco fue aplastado por el creciente deseo. Exacerbado desde el momento en que mis ojos fueron cegados con una de esas vendas para dormir en el avión, tan negra que efectivamente no veía nada.

El viejo cada vez que me tocaba el interior del muslo, pasaba rozando el borde de mi coño que a esas alturas no podía estar más deseoso de verga. Con la otra mano en tanto, apretaba y soltaba mis senos en una caricia que me tenía al borde del orgasmo.

Don Jorge: señora Valeska… quiere chuparme el pito???

Yo: no… sólo sigue tocándome así como lo estás haciendo…

Don Jorge: como lo estoy haciendo no más, señora Valeska... o... le puedo chupar los senos, también???

Yo: está bien, pero solo un poco...

Comenzó con tímidos besos abarcando solo la punta del pezón, lo que no me agradó en lo más mínimo. Espontáneamente, le dije, -o te la metes toda en la boca o mejor no haces nada...- Tras esa poco gentil instrucción, el viejo me chupó los senos por algunos minutos volviéndome a dejar cerca del clímax...

Don Jorge: y ahora, señora Valeska, me lo chuparía???

Yo: no… tú sólo sigue…

Don Jorge y tocarle el coño???

Yo: mmmm… está bien… solo un poco…

Faltaba eso, pues el orgasmo me inundó en el momento que posó su palma por primera vez en mi ingle, tocando al mismo tiempo, clítoris, coño y ano. Al notarlo, introdujo lentamente dos dedos en mi coño y al tiempo que iniciaba un movimiento de sube y baja algo brusco y veloz, continuó chupando con esmero cada uno de mis dos senos. Con su boca abarcaba casi todo el pecho, tal y como ya lo sabía, me gustaba.

III

Por varios minutos el viejo se dedicó con afán a darme placer con sus dedos y boca, momentos durante los cuales alcancé a sentir tres intensos orgasmos más. Comenzaba a dejar atrás el último clímax cuando caí en la cuenta que otro par de manos, no sabía desde cuándo, tocaba hábilmente mi cuerpo.

Quise sacarme la venda de los ojos, pero el placer que volvía a sentir debido al movimiento de una mano quizás la del viejo, nunca lo supe, le impidió a mis manos moverse. Gemía como una puta en celo. Mi cuerpo ya no era mi cuerpo desde hacía rato por lo que solo pude escuchar, como debajo del agua, dos voces que conversaban bajo.

Don Jorge: Está lista, cabrito… podemos hacer con ella lo que queramos… cómo dijiste que te llamabas???

Julio: Julio, señor… usted cree que nos permitirá follarla, señor???

Don Jorge: -dirigiéndose a Julio- observa… -luego cambió el tono para hablarme- Señora Valeska… me permite follarla???

Yo: bueno, pero solo un poco…

Don Jorge: -a Julio, mientras se desvestía- chúpale las tetas para mantener caliente a la putita… eso… en cuanto puedas te sacas la ropa… dame permiso…

El viejo se puso sobre mí enterrándome su gruesa verga hasta el fondo de una sola vez para comenzar una follada brusca y veloz que no alcanzó a durar 3 minutos, pero en la que ambos acabamos al mismo tiempo.

Julio tomó su lugar de inmediato. Folló mi coño como poseso con excesiva fuerza por un buen rato, pero tras acabar en mi estómago, aún tenía ganas de verga, pues el universitario solo me dejó a medio camino del orgasmo.

Iba a reclamar cuando sentí que volvieron a ubicarse en medio de mis piernas con el fin de seguir follándome, por lo que no dije nada y me preparé para volver a gozar. Sin embargo, no fue así, al menos de entrada, pues después de follarme por poco más de un minuto, el desconocido eyaculó profusamente en mis senos e inmediatamente fue reemplazado por otro y luego otro para finalmente contar a, al menos, 4 tipos distintos más.

En un breve momento en el que no tuve a nadie sobre mí, intenté levantarme, pero un par de manos sujetando con firmeza cada una de mis extremidades superiores, extendiéndolas por sobre mi cabeza, me lo impidió.

Otros dos pares, atenazaron mis tobillos, manteniendo mis rodillas por completo separadas. Sentí un poco de miedo, pero aún estaba muy caliente como para dejarme llevar por él. Forcejeé solo un poco, pero al final cedí y me entregué a mi suerte.

Extraño 1: esto aún no termina, belleza… ahora te vamos a reventar los cachetes y usaremos tanto tu coño que entrará un camión en él… mmmm… parece que le gusta…

Extraño 2: si… le gusta… es una putita… le sacamos la venda???

Extraño 1: déjala así mejor... que no vea nada...

Extraño 3: saquémonos la ropa, cabros… es nuestro día de suerte…

Don Jorge: sin lastimarla…

Extraño 4: no se preocupe abuelo… le dolerá, pero menos de lo que le gustará… mírala, es una perra en celo que quiere su verga… venga para acá, mijita… yo le daré lo que quiere…

Menos de un minuto más tarde me encontraba a cuatro patas con una verga entrando y saliendo de mi boca y otra haciendo lo mismo con el coño como solo una puta barata follaría para satisfacerse. Las ásperas embestidas y los constantes insultos solo contribuían a que deseara más y más verga y en un momento de calentura lo expresé, recibiendo como respuesta y por un buen rato, de a dos, incluso de a tres gordos y largos pitos al mismo tiempo.

Fueron tan seguidas y continuas las folladas que en un momento comencé a sentir un permanente orgasmo el que después de un buen rato, terminó por aturdirme. Perdí la conciencia mientras estaba siendo penetrada por el coño y el culo a la vez y por ello por primera vez, deposité todo mi peso en el extraño que me penetraba por el coño y sobre el cual me encontraba.

Extraño: 2: esta putita se quedó dormida, comensales...

Extraño 3: -tomándome del pelo para levantar mi cabeza y tras darme de cachetadas hasta despertar, riéndose dijo- jajaja... aún no nos abandones perra... solo llevamos aquí una hora... mejor cómete esto, -dijo metiendo su flácido miembro en mi boca y causando estruendosas risotadas de los presentes.

Varias horas más tarde y desde la caída de la noche sin venda, desperté con las estrellas como techo, sentí frío. Estaba oscuro y tal cual me habían dejado esos 6 tipos mal vividores: desnuda, con algunos moretones en los brazos y piernas y cubierta en semen después de recibir la más brutal, pero excitante follada que me han dado y todo por querer sacarme unas fotos para mi esposo, en una playa que pensaba vacía.

Vali: en qué piensas?

Yo: En dos cosas... Me dejas tomarte una foto para mí, Vali?

Vali: bueno… tómala… pero luego quiero que me hagas el amor… y la segunda cosa...

Yo: no me mal entiendas, chica, pero...

Vali: pero qué...

Yo: -mirando la foto del coño de Vali- me habría encantado estar allí... en esa playa... en esos momentos...

Vali: para cuidarme?

Yo: bueno... sí... también...

Vali: jajaja... tonto...

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