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¡Profe, usted no me puede tocar!

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Terminó la clase y el profesor me pidió que me quedara, así que cuando se fue mi última compañera, sacó de una carpeta mi evaluación con nota 7.0, copió un ejercicio en la pizarra y me pidió que lo resolviera, como si fuese capaz de resolver esa ecuación jaja aun cuando ya iba en mi tercer año de universidad. Me pasó el plumón:

-Resuelva ese ejercicio. Es el mismo de la prueba.

Dejé mi bolso en su escritorio, tomé el plumón y puse cara de entender lo que hacía. Miré una y otra vez el ejercicio.

-Copiaste en la prueba, ¿verdad?

Realmente había copiado a mi compañero de puesto a cambio de algunos favores más adelante pero no pensé que el profesor se daría cuenta.

-¡No, profe!

-Entonces resuélvalo.

-Es que no recuerdo bien como se hace –dije mientras ponía carita de niña buena jaja

-Alisson, es el mismo de la evaluación de hace dos días.

-¡Ay profe! Si sé, pero es que no me acuerdo como se empieza, ¿me podría ayudar?

Lo miraba fijamente mientras jugaba con el plumón cerca de mi boca.

-Ok, comienza despejando la X –decía mientras tachaba unos números y escribía otros.

Me puse a su lado sin dejar de mirarlo fijamente.

-Es tu turno. Necesito cerciorarme de que sabes. Debes entender que es fundamental esta asignatura en la carrera porque…

-¡Hace calor aquí! ¿No cree? –dije mientras desabotonaba dos botones de mi blusa negra que había combinado con una mini falda azul de tablas y unos tacos negros.

-Si, eh, Alisson, presta atención acá. Mira, si ya resolvemos esta parte y nos da un número negativo, ¿qué hacemos ahora?

Volvió a pasarme el plumón. Lo tomé con una sonrisa pues ya notaba el nerviosismo de mi querido profesor. Llevé mis manos atrás y deje caer el plumón a mis espaldas. Me giré y sensualmente, me agaché a recogerlo dejando que viera un poco de mis atributos. Al pararme, vi como su cara había comenzado a enrojecerse. Me puse en el pizarrón, bien apegada, destapé el plumón y le dije:

-¿puede ayudarme? –con mi voz más sensual.

Se puso tras mío, tomó el plumón y mientras me explicaba y trabajaba en la ecuación, me restregué contra su pantalón. Ya podía sentir el bulto que hacía su pene. Dio un suspiro y sonreí.

-Alisson…

-¿Profesor?

-Qué estás haciendo…

-Poniendo atención, ¿por qué? ¿Qué más quiere que haga?

Ya lo sentía apegado a mí. Paraba un poco más mi trasero para que sintiera mis nalgas.

-No, esto no está bien.

-Lo siento profe. Le prometo que pondré más atención.

-No, Alisson. No te sigas moviendo, por favor. –decía mientras suspiraba en mi oreja y me tomaba de las caderas.

-Ya profe, lo siento. Sólo que se siente rico. ¿Está excitado?

Sus manos ya abrazaban mi cintura y yo gozaba de esa posición.

-Alisson… No entiendo que estás haciendo –Cada vez me tenía más presionada contra el pizarrón.

-Profe, no estoy haciendo nada pero parece que es verdad lo que algunas compañeras contaban.

Mi querido profesor tenía mala fama. O sea, no mala, para mí era muy buena jaja pero se había involucrado sexualmente con varias compañeras de carrera y hace unos meses habían puesto un ultimátum. No podía volver a ver a ninguna y mucho menos meterse con otra. A pesar de que todas eran mayores de edad, él tenía cierta jerarquía y debía respetarla.

-Profe, no se preocupe. Sé que no podemos involucrarnos.

-Entonces deja de restregarte en mi pene.

-Ajá. Eso haré… mmm –Mencioné pero en realidad respiraba más agitada y cargaba mi culo contra él y mi cabeza en su hombro– Solo que ya estoy un poco mojada y me cuenta controlarme.

-¿A caso crees que no me he dado cuenta?

-¿De qué habla profe?

-De que querías esto hace tiempo. Siempre estás seduciéndome. Mostrándome tus tetas. Jugando con el lápiz en la boca o en tu escote mientras me miras –Decía en mí oído mientras apretaba mi cintura– te encanta ponerme mal. Mostrarme tus calzones. Me tienes loco. Te sientas en mi escritorio antes que llegue y lo dejas mojado. Siempre debo interrumpir mis clases para ir a masturbarme al baño de profes pensando en ti. Ohhh… Tienes un culo muy rico.

-Sí, pero saque sus manos de él. No me puede tocar, ¿lo recuerda?

-Mmm… sí.

Comenzó a besar mi cuello y yo me calenté de sobre manera sobre todo después de esa rica confesión, por lo que comencé a tocar mi clítoris.

-¡¿Te estás tocando?!

-Si profe. Usted no me puede tocar, pero yo sí. Estoy muy mojadita. –saqué mi mano y la acerqué a su cara. Abrió la boca pero la alejé y metí mis dedos en la mía saboreando mis propios fluidos.– mmm que rico profe. Ojalá usted pudiera probarme. –decía entre pequeños gemidos.

-Sigue tocándote –me masajeaba el culo por encima de mi falda con una mano y con la otra, me sujetaba por debajo de mis grandes pechos levantándolos. Tenía una vista hermosa a mi escote.

Seguí tocándome y gimiendo. Él miraba mis tetas y me punteaba cada vez con más fuerza como si me estuviera penetrando.

-Escúpete las tetas. –lo hice– Ohhh, que rica eres.

-Profe, estoy choreando –literalmente, mis fluidos se escapaban de mi calzón y escurrían por mis muslos.- ¿Quiere comprobarlo? Mire, toque por sobre mi calzón.

Dicho esto, sentí su mano restregarse sobre mi ropa interior. Esto me sacó un gran gemido. Él se agachó y pasó su lengua por mi mojada tanga. Chupó parte de mis mulsos absorbiendo mis fluidos rebeldes.

-¡Ay profe! Recuerde no tocarme. No lo quiero meter en problemas.

-Me tienes loco.

Saqué mi calzón y se lo pasé. Estaba empapado. Se lo llevó directo a la cara y olfateó con lujuria.

-Quiero esto –dije mientras con las yemas de mis dedos, tocaba sus testículos. Avancé suavemente por su pene hasta llegar a su bolsillo y sacar el plumón que había guardado en él.– Disculpe. Es que necesito tener algo dentro de mí.

Saqué lentamente el plumón y me senté en su escritorio. Le pedí que se sentara en su silla. Puse un pie en cada apoyabrazos y comencé a meter suavemente su plumón en mi vagina. Realmente no me daba ningún placer pues era muy pequeño pero ver a mi profe a centímetros de mi mojada vagina viendo con cara de idiota como me penetraba su herramienta de trabajo, me excitaba de sobremanera. Pasaba el plumón por mi clítoris hasta mi ano. Lo metía suavemente a mi vagina y gemía llevando mi cabeza hacía atrás. Llevaba el plumón a mi boca y lo chupaba como si fuera su pene.

-¿Te puedo grabar?

-Jaja no, cómo cree. A ver, espere. –Saqué mi celular de mi bolso, que estaba en el otro lado del escritorio y se lo pasé– Ahora sí. Así puedo llegar a casa a masturbarme con esto.

Tomé otro plumón e inserté ambos en mi vagina. Hice lo mismo con un tercer plumón. Él estaba desesperado y se tocaba por encima del pantalón.

-¡Profe! No sabe lo rico que siente esto. –destapé otro plumón y abrí mi blusa– Escríbame algo –dejé mis tetas expuestas para él.

Dejó el teléfono de lado y escribió “te haré mía” en mi estómago. Era muy sexy sentir la punta del plumón húmedo en mi piel. Me di vuelta y levante mi falda.

-Escríbame algo en mis nalgas.

Sentía el plumón en mi piel y esta se erizaba. Rozó mi ano con la punta del plumón. Sentía su respiración agitada. Me dio una fuerte e inesperada nalgada por lo que solté un gritito.

-¡Profe! No me toqué.

-Es que mira cómo te pones –me respondió de forma lasciva.

-Sí, pero sabe que no me puede tocar. –le advertí– Abra mi cartera. Saqué la bolsita morado y me lo pasa, por favor.

Dije esto mientras me acostaba en su escritorio. Ahí me tenía el profesor: Tacos, faldita a la altura de mi estómago, sin calzones y con mi blusa abierta y mis tetas expuestas. El sostén lo tenía debajo de ellas. Me pasó el consolador que siempre cargaba para emergencias como esta ya que él no me podía tocar.

Acostada de espalda, con mis rodillas en el pecho, comencé a masturbarme con el dildo. Mi profe estaba todo sudado, rojo y podía notar su pantalón mojado, con líquido preseminal. Me miraba incrédulo sin perderse ningún detalle, mientras yo gemía suavemente. Quiso tocarme las tetas pero no lo dejé.

-Profe, pórtese bien ¡Ay! Si quiere puede pasar su lengüita por la carne de mis tetas, pero sin tocar mis pezones.

Y ahí estaba, chupando y lamiendo por todos lados pero siguiendo mi indicación. Gemía y lamía hasta mi cuello, por entremedio de mis tetas hasta mi ombligo. Rozaba su cara con mi duros pezones y más me mojaba.

-Puede lamer mis mulsos… ¡Oh que riiiico!

Pasaba su lengua muy cerca de mi vagina como un loco desesperado. Me chupaba y mordía por todos lados. Respiraba cerca mi culo y hasta sentí que paso su lengua por mi agujero pero sabía que eso estaba prohibido.

-¡Ay profe! ¿Lo está disfrutando? ¡Yo sí! ¿Ve que se puede portar bien y disfrutar? Tomé. Métamelo usted, por favor.

Le pasé mi gran y grueso dildo de 25 centímetros, todo mojado ya por mis fluidos y comenzó a penetrarme fuerte con él mientras besaba mi cuello. Yo tocaba frenéticamente mi clítoris con una mano y con la otra mis pezones y gemía ya sin importarme que estuviera en la sala de la universidad. En todo caso, era tarde. Mis clases eran vespertinas y no entrarían a asear hasta que profe saliera de ella. Estaba a punto de terminar.

-¡Diooos! Profe, que rico. ¡¡¡Siga así, no pare!!!

-Eres la mujer más rica que he tenido.

-Profe, voy a acabar, ¡¡¡no pare!!! –metía el dildo hasta la mitad una y otra vez muy fuerte, como si quiera partirme.

Estallé en un delicioso orgasmo. En ese momento sentí como entraban de golpe y sin salir, los 25 centímetros en mi vagina. Yo no lo había logrado antes pues ese dildo en particular era muy grueso. Me estaba desgarrando pero la sensación era exquisita. Seguía tocando mi clítoris con todo ese rozo de silicona dentro de mí pues mi profe no lo sacaba.

-¡Oh, por dios! –decía agitada y sudada.– fue magnifico. ¡Ay! Sáquelo con cuidado.

Se lo quité de las manos y comencé a chupar el dildo delante de él. Se tocaba su pene y me miraba con mucha lujuria. Lo dejé limpio y lo regresé a su bolsa. Me acomodé mi ropa y me paré frente de él.

-Venga profe.

Lo tomé de la mano y salimos de la sala de clases con dirección al baño de profe. Entramos y me arrodillé para él.

-Ya profe, cumple su fantasía, –decía mientras desabrochaba su cinturón, bajaba su cierre y sacaba su pene que estaba a punto de explotar– Aquí me tiene –mostraba mi lengua para él.

-Mierda. Te voy a llenar de leche. –tomó mi cara y acercó su pene a mi boca.

-¡Si, profe, que rico!

Comenzó a masturbarse frente a mí. Desabroché mi blusa y jugaba con mis tetas mientras lo miraba con una sonrisa. Las escupía y le preguntaba si le gustaban mientras esparcía mi saliva en ellas.

-Necesito metértelo, por favor –Estaba realmente mal.

Me voltee y me puse en cuatro. Él se agachó y metió sus dedos en mi vagina.

-Uffff… que mojada y abierta estas.

-¡Oh! Si profe. Toda para usted.

Comenzó a penetrarme con su pene mientras tiraba mi pelo.

-¿Tomas pastillas?

-¡Oh! ¡Oh! No profe, ¿Me lo quiere sacar? ¡Oh que rico!

-Me voy a ir y no lo puedo sacar ¡Mierda que rica eres!

-¡¡Métamelo en el culo!!

Sin poner objeción alguna, me penetró salvajemente en culo abriéndomelo de golpe, mientras me abrazaba de la cintura demostrando lo caliente que estaba. No necesitó penetrarme más de cinco veces y ya sentía su semen recorrer mi culo mientras yo tocaba mi clítoris. Ambos gemíamos como locos y caímos al suelo. Sacó su pene y me fui directo a él para saborearlo y quitar las últimas gotitas de semen. Él no lo podía creer.

Volvimos a la sala por nuestras cosas. Mi calzón estaba en su escritorio así que mientras recogía las carpetas que boté cuando me subí, abrí su bolso y lo dejé ahí como un regalo para que pudiera masturbarse en casa. Nos despedimos y salí de ahí.

Las próximas clases fueron muy excitantes. Seguía seduciéndolo y él seguía interrumpiendo la clase. Ya sabía por qué lo hacía y me calentaba mucho. En más de alguna ocasión lo seguí al baño o lo esperaba ahí.

Ese día me fui sin calzones a mi casa y como mi falda era corta, más de un hombre se deleitó con lo que veía. Incluso, uno me tocó en el metro mientras iba lleno gente. Fue muy excitante sentir como un desconocido me masturbaba pero eso lo contaré en otra historia.

Espero que hayas disfrutando tanto leyendo como yo viviéndolo.

Sabes que puedes escribirme a [email protected] si quieres saber más de esta u otra historia. Con gusto responderé para ti.

Un rico beso.

Ali Luna.

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