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Quiero que me comas la concha hasta hacerme convulsionar

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Quiero que me hagas el amor,

quiero que me cojas,

quiero que me rompas toda.

Quiero que me acaricies,

quiero que me sacudas,

quiero que me castigues.

Quiero que me beses,

quiero que me muerdas,

quiero que me comas la concha hasta hacerme convulsionar de placer.

 

¿Es mucho para vos?

Para mí recién es el comienzo.

¿En qué pensás cuando me lees?

¿Crees que todo lo que escribo es real?

 

¿Sentís que estás preparado para hacer que todo se vuelva realidad?

A esta altura ya no sé que tanto es real,

que tanto es ficción.

¿Siento que estoy preparada para hacer que todo se vuelva realidad?

A esta altura ya no sé que tanto esperar,

que tanto desear.

 

Me preguntas que qué siento cuando escribo,

y no me sale mentir.

Pero miento,

porque en realidad no sé bien que es lo que me pasa.

Me caliento, sí,

pero no siento la concha húmeda y caliente.

Se me acelera el corazón, sí,

pero no se me ponen duras las tetas.

 

Pero la paja va más allá de mis órganos sexuales,

de mis tetas, de mis ganas de comerme una pija.

No estaría errada en usar el término “paja mental”,

o “paja ególatra”.

Pero siento que no te digo nada.

La mente siempre está presente en una buena paja.

Y es imposible masturbarse sin la compañía del ego.

¿O acaso no todos nos pajeamos pensando en nosotros mismos?

Bueno, no siempre, pero a veces…

 

Escribirte a veces me desespera. Siento que nunca podré superar al relato anterior. Pero para mi sorpresa, y para incomodidad de mi incomodidad, hay momentos de lucidez en los que siento que cada vez escribo mejor. Ahora, mientras escribo esto, siento que, de una extraña manera, me estoy auto superando. Y no porque crea que este texto es el mejor, sino que siento que puedo darme el lujo de escribirte cosas que no te calienten, pero que te hagan sonreír. Porque lo sé, ahora estas sonriendo. Porque soy yo, Martina, escribiéndote directamente, abriéndote mi corazón, demostrándote que detrás de la loca incestuosa y pajera, hay una persona real, que siente cosas, que tiene mucho más que decir, más allá de “pija, concha, tetas”. Y esto es lo que soy, lo que te atrae, lo que te llama la atención. Porque si quisieras solo porno, estarías en otro sitio. Pero estas acá, leyendo este extraño delirio escrito un miércoles a las nueve de la mañana, mientras Taylor Swift me hace compañía desde el televisor.

 

¿Quiero que me hagas el amor,

quiero que me cojas,

quiero que me rompas toda? No sé.

¿Quiero que me acaricies,

quiero que me sacudas,

quiero que me castigues? Quizás.

¿Quiero que me beses,

quiero que me muerdas,

quiero que me comas la concha hasta hacerme convulsionar de placer? Interesante, pero…

 

Por ahora,

con que me sigas leyendo,

soy feliz.

Después vemos lo demás.

Hoy, más que nunca,

gracias por leerme.

Gracias por estar.

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