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Regalo de bodas

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No era mi propósito en la vida casarme, pero aquí estaba a unos días de llegar al altar, lista para la fiesta de recepción antes del compromiso formal, vestida con un hermoso vestido floreado color durazno corte en diagonal enmarcado mis piernas tonificadas, zapatillas y mi cabello chocolate acaramelado levemente ondulado.

Durante el almuerzo y la presentación siento las miradas sobre mí, no miento cuando digo que me tiemblan las piernas y siento como se forma un nudo en el estómago al ver el anillo que se encuentra en mi dedo anular de la mano izquierda. He perdido mi libertad pero intento sonreír, animarme.

Durante la recepción intento socializar con los demás invitados, aunque en su mayoría son desconocidos para mí, los abrazos y felicitaciones llegan a mi como un bombardeo hasta que siento unas manos sobre mi cintura, volteo desconcertada y logro reconocer ese rostro masculino familiar. Christopher, mi amigo de la preparatoria. Lo recibo con un efusivo abrazo y él corresponde, mis fosas nasales se inundan de su colonia, que bien siente estar entre sus brazos y pasamos a la barra donde comenzamos a platicar un rato hasta que llega mi futuro marido a presentarse y me lleva del brazo a continuar con el recorrido para seguir atendiendo a los demás invitados, hasta que logro tomar un respiro y salir de la casa, es un terreno muy grande, una construcción clásica hasta que llego a los establos y entro, desde pequeña siempre me han gustado los animales.

Me quedo sentada un rato viendo a los caballos, específicamente a uno color negro, me imagino como sería mi vida si huyera en ese caballo, como se sentiría el viento en mi rostro, mi sangre correr mi cuerpo, me sentiría viva, libre hasta que escucho el ruido de la paja quebrándose, volteo y de nuevo veo a Christopher.

-No te traje algún regalo. -Hace una pausa- me sorprendió la noticia. -me confiesa sentándose a mi lado.

-Ni yo misma lo sabía, cuando menos lo esperaba ya estaba aquí. -me recargo en su hombro.- Por lo menos me dejaron elegir mi vestido y estos. -levanto una pierna para mostrarle mi zapatilla. Ambos nos reímos.- Me alegra que estés aquí.- Confieso.

-Apenas si encontré un vuelo, pero me alegra que te alegre que este aquí. -me voltea a ver y sonríe.- ¿Irán de luna de miel? -me cuestiona a lo que yo asiento con la cabeza.- ¿A dónde? –Suspiro y muevo los hombros en señal de desconocimiento.- ¿Y estás lista para la noche de bodas? -escucho como pasa saliva.

-No, aun no. -respondo en seco. Y es que en mis 25 años de vida, no había iniciado mi vida sexual y el hecho de pensar que en unas horas tendría que estar a solas con un hombre me ponía nerviosa. Me invadió el arrepentimiento de todas esas veces que tuve la oportunidad de coger o tener por lo menos un poco de experiencia.

-No debí preguntar eso, disculpa. –Se disculpa y nos quedamos un momento en silencio. Hasta que la desesperación me hace pensar en una idea descabellada.

-Chris -Lo llamo y el voltea a verme.- Necesito que me ayudes con algo. -El asiente.- Como tu bien sabes, yo no he tenido relaciones con nadie ¿Podrías ser el primer hombre en acostarse contigo? -hago una pausa para liberar el aire que tenía contenido, todos los colores se le suben al rostro de Christopher al escuchar mi proposición, se ve sobresaltado.- no quiero llegar a la noche sin saber qué hacer. -agrego desesperada y muerdo mis uñas. Por un momento él se niega completamente y se levanta para dar vueltas y después de varias suplicas de mi parte él termina aceptando.

-Vamos a comenzar con esto. -me hace sentir que lo estoy presionando y por un momento me hace dudar.- te juro que haré todo lo posible. -dice quitándose el saco y aflojándose la corbata.

Es un momento incomodo hasta que él toma la iniciativa y comienza a besarme poniendo sus manos en mi cintura, es un beso bastante forzado hasta que después de unos segundos comienza a ser más placentero, más húmedo y profundo, siento como su lengua va explorando mi boca, nuestras respiraciones comienzan a acelerarse y él se separa para dirigir sus labios a mi cuello, lo cual me produce cosquillas y hace que suelte un pequeño gemido.

Él se ríe y continúa su recorrido de besos hasta mis clavículas y mis hombros. Entramos a un establo vacío y al calor de los besos comienza estorbar la ropa comenzando por recorrer los tirantes del vestido, al sentir sus manos tocar mi busto sobre el escote, me hace sentir realmente bien e incluso mi piel se eriza al tacto de sus yemas, lo vuelvo a besar y él se encarga de bajar el cierre del vestido y lo desliza instantáneamente sobre mi cuerpo hasta llegar al suelo, por inercia cubro mis senos desnudos con mis brazos.

Veo a Christopher recorrer mi cuerpo con la mirada y me toma nuevamente por la cintura para acercarme su cuerpo y volver a besarme, su mano comienza a bajar hasta mi trasero el cual aprieta de manera descarada, al tomar confianza paso mis brazos alrededor de su cuello y mis pezones se endurecen al rose con su camisa, estar así frente a Chris desnuda me hace sentir excitada hasta el grado del desaparecer el pudor. Él baja la mirada para observar mi busto desnudo, mis pezones color café duros apuntando hacia su cuerpo, sopla sobre ellos y la piel se me eriza.

-No te pongas nerviosa, contigo voy a ser muy cuidadoso. -llevo sus labios sobre mis pechos para besarlos lentamente, acariciarlos con el roce suave de sus labios mientras mi respiración va aumentando, aprovechamos para recostarnos sobre la suave paja y su mano derecha recorre lentamente desde mi cintura hasta la tela de mi ropa interior, la cual es invadida con sus dedos con el fin de comenzar a acariciar mi entrada.- Estas tan mojada. Esas palabras hacen que todos los colores se me suban al rostro.- Pero aún falta que te dilates más. -y quita mi ropa interior.- Esto te va a gustar. -me voltea a ver y veo como abre mis piernas para separarlas y comenzar a dar besitos en mis labios inferiores a lo que instantáneamente disfruto y comienzo a moverme al estremecerme por el placer y las cosquillas, algunos gemidos salen de mi boca, y siento como poco a poco su lengua va explorando cada parte de mi cavidad y como me voy humedeciendo, la respiración del él va acelerándose y lleva su mano a mi boca para introducir su dedo índice, el cual succiono de manera apresurada y saca para rosarlo sobre mi entrada, con pequeños golpeteos se va introduciendo y sacando, al principio me duele un poco pero su movimiento es lento aunque ya a este punto me siento desesperada y comienzo a sujetarme de su espalda suplicando que se introduzca en mí.

Chris me mira y sus ojos se ven más profundos con su cara enrojecida al igual que los labios hinchados, le ayudo a desabrochar el pantalón y a bajarle el bóxer permitiéndome ver su erección, la observo asombrada aunque con un poco de náuseas.

-Ahora sí, necesito que abras más tus piernas. -Dice acariciando mis muslos.- Voy a ser muy cuidadoso aunque podemos parar cuando tú digas. -Anexa y me da un beso. No le respondo y únicamente asiento con la cabeza.

Siento como en el recorrido roza mis muslos y como es que lentamente va ingresando, como si tuviera miedo de lastimarme. Es una sensación fría y me da un poco de escalofríos pero poco a poco mi cuerpo se va acostumbrando y doy algunos brinquitos mientras él se mueve sobre mí. Los movimientos comienzan a ser más rápidos y sus manos toquetean todo mi cuerpo mientras yo me dedico a cerrar los ojos y reprimir los gemidos que salían de mi boca, cada roce era más placentero, nuestros cuerpos arder, el sonido de nuestros cuerpos sudados chocando.

Sólo sentía el placer inundar mi cuerpo hasta que un cosquilleo se hizo presente en mi vientre así que subí mis piernas para enrollarlo y que fueran más profundas sus penetraciones mientras que le pedida al oído, que fuera más rápido y que no parara, hasta que los espasmos se hicieron presentes, vi mis piernas tensarse para retorcerme de placer hasta sentir un líquido tibio correr por mi piernas y luego sobre ellas, Chris estaba ya fuera de mi.

Me quedé rendida en el piso para disfrutar del momento vivido mientras intentaba regulaba mi ritmo cardíaco, Chris se recostó a mi lado. No dijimos nada por un momento, nos limitamos a escuchar nuestras respiraciones hasta que me di la vuelta para quedar cara a cara con él.

-Gracias. -Le di un beso.- Es el mejor regalo de bodas que pudiste darme.

El acarició mi cabeza y me pego a su cuerpo.

-Fue un placer.

Nos quedamos descansábamos tumbados en el piso.

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