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Sexo en el hospital

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Me encontraba realizando mis practicas hospitalarias después de dos años de pandemia, así que ahí estaba yo en el servicio de urgencias, todo el personal se movía de un lado a otro para atender nuevos ingresos, así que sin dudar comencé mi trabajo correspondiente.

Era tanto el trabajo que no me había dado cuenta de que había un enfermero con un aspecto particular, sobresalía de los demás hombres, de hecho, opacaba a los médicos guapos; este enfermero tenía unos músculos enormes, se veía su increíble trabajo en el gym, sus brazos tatuados, su cara trasmitía que era de carácter fuerte, sin embargo, cuando se acercaba a una mujer adulta, su rostro se volvía suave y su voz se hacía más dulce, era un espectáculo verlo.

Todos los días, al entrar a mi habitación me masturbaba pensando en él, imaginando como sería sus brazos alrededor de mi cintura, penetrándome una y otra vez, sentir su verga romperme, sus labios besándome, sus dientes mordiéndome los pezones, las palmas de sus manos marcadas en mis nalgas, quería cumplir todas mis fantasías con él, pero sabía que eso era imposible.

Un día, el servicio de urgencias estaba completamente tranquilo, mi enfermera me encargo realizar un poco de limpieza en los almacenes, así que me dirigí ahí y me encontré con él:

-Hola, perdón, me mandaron aquí para arreglar esto -Dije algo nerviosa

-Oh si, no te preocupes, un par de manos más hacen que el trabajo termine más rápido, ¿no crees?

-Sí, supongo que sí

Así fue como realizamos la limpieza, el hacia chistes o bromas, como si fuéramos amigos, yo poco a poco agarre confianza, el era una persona increíble y sobre todo muy atenta, una vez terminado nuestro trabajo, nos sentamos cansados por el esfuerzo que hicimos, todo estaba tranquilo, hasta que se me ocurrió decirle un comentario:

-Dios, no te sientes raro por traer esa filipina así de apretada, otro poco y siento que un botón saldrá volando.

-Me gusta traer la ropa así, siento que algunas mujeres caen rendidas ante mi si ven lo que cargo

-Pues estoy segura de que a más de una las traes babeando y bueno, con justa razón, se ve una buena vista -Pensaba que eso último lo había dicho en mis pensamientos

-¿Qué dijiste?

-Nada

-No lo niegues pequeña estudiante, he notado tus miradas sobre mí todos los días -se va acercando un poco más -Dime, ¿has pensado en cosas sucias?

-Claro que no, eso lo tengo prohibido y si te veo es porque haces un buen trabajo atendiendo a las personas.

-Vamos pequeña, tu has imaginado como meto mi verga en ti y te lleno completa -pone sus dedos en mis labios y los acaricia, su otra mano se pone en mi cintura y baja hasta llegar a mis nalgas -este pequeño culo lo he estado deseando desde que lo vi entrar, ¿me lo darás preciosa?

10 minutos después de aquella pregunta no pude resistirme, él me había cargado hasta una mesa cercana y me sentó ahí, en menos de 5 segundos ya no tenía ropa y el solo se había quitado la filipina y se había bajado los pantalones, su verga por encima de su bóxer rozaba mi húmeda vagina, gemía como una gata en celo, lo quería dentro de mí y a él, eso le daba risa.

-¿Vamos preciosa, tan deseosa estabas de mí que no puedes dejar de gemir? Me lo pudiste haber pedido y yo gustoso te lo daría las veces que quisieras.

Me hizo que chupara dos de sus dedos, y los metió rápidamente en mí, solté un grito que hasta tuvo que tapar mi boca, mi éxtasis era tan grande, sus dedos eran gruesos, largos, justo como los había imaginado.

-Veo que te esta gustando mi amor, así me gustan, que sean tiernas y que supliquen para que les metan la verga y las llenen completamente.

Sus dedos se metían violentamente dentro de mí, su otra mano estaba ocupada acariciando mi clítoris, era una sensación tan increíble que podría desmayarme ahora mismo, pero sabia que tenia que durar, estaba a punto de correrme hasta que saco sus dedos, los llevo a su boca y los chupo, al sentir el sabor de mis fluidos sonrió:

-Sabes tan bien, si fuera por mi te haría disfrutar por más tiempo, pero no quiero que nos descubran.

Saco su verga del bóxer, del bolsillo saco un condón y rápidamente se lo puso y sin más, me penetro, era tan grande, no tuve la oportunidad de gritar, me había quedado sin voz, sus estocadas eran lentas pero profundas, lo único que podía hacer era rasguñarlo de la espalda, mis pechos se movían de un lado a otro, el me besaba el cuello, gemía en mi oído, ambos teníamos sudor en nuestro cuerpo:

-Me aprietas tan bien la verga, eres increíble pequeña, tu cuerpo es tan delicioso, dios, estoy por terminar

Ambos gemíamos lo más bajo que podíamos, pero sus embestidas eran tan fuertes que era imposible hacerlo, el sonido de las nalgadas que me daba, de como sus huevos me golpeaban era un sonido tan increíble.

De pronto se escuchó como venían personas hacia donde estábamos y esa fue la gota que derramo el vaso para que él y yo tuviéramos el increíble orgasmo, no sentía mis piernas, todo mi cuerpo temblaba, él se aferraba en mi cuerpo, supongo que sentía lo mismo que yo.

-Estuviste increíble, deberíamos repetirlo, ¿no?

-Pero en otro lugar

-¿Qué, no te gusto la idea de que nos pudieran encontrar?

-Estaríamos en problemas los dos

-Pero el placer nadie no los quitaría.

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Hola, mi nombre es Daniela

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