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Sin poder describirlo

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Tirado en la cama, desnudo y recién bañado, a la espera que salga del baño y que venga conmigo.

Mi cuerpo caliente, recién me había duchado con agua bien caliente, mi piel estaba fresca y con olor a jabón, pero estaba ansioso, quería que saliera ya, que se acostara conmigo.

Hacía poco nos conocíamos, éramos jóvenes y llenos de energía, la primera cita había sido linda, pero en esta ocasión todo se desbordo, de salir y frenar en la esquina a besarnos a terminar en su casa.

Nos encontramos después de los trabajos, con toda la jornada encima, llegamos y era necesario un baño, limpiarnos un poco.

Ahí sale, se abre la puerta y solo tiene una toalla tapando sus partes, su pecho se ve claramente, su cuerpo también esta entregado a lo que tiene que suceder, se siente su olor, a perfume, una figura perfecta para mis ojos llenos de sed.

Se acerca y se saca la toalla, al caer lo primero que veo es su pene, grande, casi erecto, un pedazo de carne ancho que pedía besos y lengua.

Se queda parado mirándome, a mí, que estoy desnudo abierto de piernas y todo depilado, listo para que me haga su mujer.

Mi pene ya estaba erecto, quería que jugaran con él un poco, parado y duro, no tan grande como el de él, pero en una buena forma.

Se acerca a la cama y me dice “que hermoso que sos”, mi cuerpo se desato, todo se aflojo y solo quería que me penetrara, que me haga el amor.

De a poco su presencia se acercaba a mi lugar, con las manos apoyada en la cama y su cuerpo todavía en el aire, se fue acercando cada vez más, de pronto baja hacia mi cola, yo no dudo un instante y abro más las piernas, su lengua llega a mi agujero y pasa lentamente, arriba y abajo, entra un poco y sale, mi mente estaba explotando, su lengua me estaba penetrando como nunca, seguía saboreando mi puerta al compás de mis gemidos, la pasaba de arriba abajo, me probaba toda mi apertura, subió y abrió su boca para meterse mi pene, entero entre su lengua y paladar, saboreándolo y tragando todo lo que había, mi cerebro ya no podía más, le pedía que me cogiera, al terminar de chupármelo, me dio vuelta, boca abajo y con la cola entregada, siguió con su ritual de la lengua, chupando mi agujero, abriéndolo y dejándolo listo para lo que sea, sin antes usar un dedo y otro dedo, me fue penetrando de a poco, despacito y con cada vez más gemidos departe mía, me sentía suya, quería que me hiciera todo.

Mi saliva se había secado, no tenía respiración y mi corazón pedía que me hiciera el amor ya, pero su lengua no paraba, seguía penetrándome en el alma, de pronto sus dos dedos hicieron un trabajo más intenso, más velocidad y precisión, yo no podía más, íbamos 15 minutos sin parar, acabe todo, explote de néctar, nunca me había pasado, había tenido el orgasmo más intenso sin ser penetrado.

Todo tirado sobre el cubre cama, no habíamos visto ni las sabanas, todo el placer que me dio no lo pude aguantar, fue mucho.

Me limpio con una servilleta y me acuesto a relajar, el parado erecto y mirándome, yo sin aliento boca abajo, él se masturbaba y yo no tenía más aire, quería descansar un segundo, me doy vuelta para mirarlo y cuando giro mi cabeza tenía su enorme pene cerca de mi boca, que se acercó trayendo su olor a piel a mi nariz, mi boca se tentó y recupero la saliva, quería probarlo entero, quería sentirlo adentro por completo.

Se fue moviendo lentamente acompañado de mis labios que se fueron alejando y saliendo mi lengua para besarle la punta de su cabeza, lo saboreo con mi lengua y lo voy dejando entrar en mi boca, nunca había probado una carne tan rica, tan fresca y caliente, deliciosa comida, lo disfruto, lo chupo, la saco y la dejo entrar en mi boca las veces que quiera, me penetra con violencia como si fuera una vagina pero es mi boca, de un hombre entregado a otro hombre, de nuevo me voy abriendo de piernas, abriendo mi agujero despacio y al compás de mis dedos, uno y otro fueron entrando a medida que mi boca saboreaba tremenda carne, hasta que no pude más y le dije “cógeme ya” , así lo hizo.

Se tiró en la cama y me fue besando por el cuello, pechos, panza y piernas, se puso su preservativo y me abrió las piernas hasta que de pronto tenía su carne tocándome la puerta, sin mirar lo deje entrar, de a poco me fue penetrando, era grande su pene, 22 cm, enorme para mi colita que nunca había tenido algo tan grande, empezó a entrar, su cabeza me hizo gritar como una perra en celo, después fue su tronco, duro y firme, entro todo, me abrió por completo y nuevamente me hizo acabar, no pude aguantar semejante pene adentro mío, el placer fue extremo y nuevamente acabe, pero esta vez no quería relajar, le dije que me siguiera cogiendo, entraba y salía, mi cuerpo pedía más y más, me abría todo, me dilataba como nadie lo había hecho, estaba en una conexión única entre su cuerpo y el mío, todo era pasión y fuego, me seguía penetrando de la manera más fogosa y viva que podía pedir, era una fiera sexual con un pene enorme y lleno de miel.

Nunca había sentido tanto placer, me estaban abriendo como una hembra, me sentía mujer, me seguí cogiendo, yo lo miraba para ver su rostro transpirado y asesino.

Era un actor porno con vestimenta de Contador, nunca lo hubiera imaginado.

Mi ano estaba completamente dilatado y tierno apretando su carne, su pene enorme, el cual era lo más grande que había probado.

Íbamos una hora cabalgando, acostado, en cuatro, parados, de todas las maneras, mi cuerpo solo pedía más y más.

En cuatro y siendo penetrado de la manera más hermosa llego el primer aviso de su pene, estaba en proceso de acabar, sin dudarlo salgo y me doy vuelta, le saco el preservativo y lo masturbo, se la chupo hasta que saliera todo, llega la explosión de miel, toda mi cara y boca llenas de su néctar, todo para mi, nunca había sido bañado por tanta cantidad, me había llegado al cuello, todo para mí, lo trague disfrutándolo como nunca, el parado mirándome, no entendiendo como podía existir alguien tan entregado, lo trague todo y volví a saborearle el pene, a juntar los restos que habían quedado, a mirarlo a los ojos mientras se la chupaba dormida, dormida pero grande, hermosa muestra de carne, hermoso el, un macho de puro fuego que me había cogido como nadie.

Le dije que se acostara para mirarlo y masturbarme yo, me quería tocar de nuevo.

Mirándolo a los ojos y su enorme pene dormido me fui tocando, disfrutando de yo mismo, hasta que me dio vuelta y me metió dos dedos en mi cola todavía dilatada, mirándolo como me manoseaba y su pene ahí descansando, me masturbe hasta acabar como nunca.

(9,20)