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Solo sé que nada sabía

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Después de despedirnos de esa supuesta última cita en el departamento de Nicolás, como siempre antes de volver a casa, íbamos a un bar a conversar de como nos sentíamos. La decisión de dar ese paso para integrar un tercero a nuestra intimidad, fue un tema conversado, producto de nuestra lujuria y placer que sentíamos al gozar los dos la fantasía de una doble penetración.

Mi esposa es atractiva, bonito físico, rubia de ojos claros con un rostro de niña inocente y mis amigos siempre me han comentado la suerte de tener una mujer tan linda. Todos esos comentarios me hacen pensar: Si supieran que es una puta sumisa y hembra ninfómana... nuestro primer paso al placer sexual, fue decirle lo que ella, como hembra despertaba en mi, que la amaba pero también me sentía mal conmigo mismo, por controlar los instintos básicos que todos los hombres tenemos, desahogar esa brutalidad, el camino más fácil es buscar fuera del hogar lo que no se encuentra en casa.

Uno como macho básico, goza del placer sexual de dominar, del egoísmo de la penetración violenta y acabar cuando la excitación se apodera de nosotros. Es el instinto animal oculto en nuestros genes.

En cambio una mujer se siente realizada cuando ha sido madre. El dolor, la dilatación de su cuerpo, sentir vivas sus entrañas, son sensaciones dormidas que uno deja pasar. Cuantos de Uds. se han dedicado a entender si su esposa le dice, muérdeme los pezones... piénsenlo... el placer anal y excitación nos llevó a integrar al negrito como parte de nuestra fantasía de un trio hmh, ese dildo de látex que ella le daba vida en sus manos para disfrutar de la penetración vaginal, mientras me pedía entre gemidos, que se lo metiera más fuerte por el culo inicio todo, el placer mutuo de fantasear con una doble penetración. "Así me gusta amor, párteme!! Métemelo todo." No hay nada más excitante que oír a tu esposa pedirte que le des duro. "No te controles, que rico es sentir al negrito y tu pene entero dentro de mi".

Cuando uno deja la satisfacción personal para complacer los placeres de su mujer, esta se sabe una dama para el entorno y asume su rol de puta en la cama. El primer placer de sádico de compartirla, fue al sentir que el roce del negrito cuando mi esposa lo movía en su vagina y descubría el placer se una doble penetración. Sin pensarlo, solo siguiendo ese instinto de violencia sexual, la abracé apretando uno de sus senos y presionado con mis dedos sus pezones duros y con mi otra mano busque su cabello para tirar de él, al tiempo que mi brazo apoyado en su espalda la inmovilizaba haciéndola doblarse hacia atrás sin que pudiese moverse. "Así me gusta, sigue, dame duro". Quiero violarte, abusar de ti le confesé sin pudor. "Hazlo, gózame, soy tu puta" me respondió.

Una esposa que se sabe amada, valorada como mujer, se transforma en una hembra madura para satisfacer a su macho, asume su rol de sumisa para hacer del abuso sexual la violación consentida y dejarse llevar para complacer los deseos sádicos del hombre que la ama. Para ser esa diosa que transforma ese sadismo en el acto de amor más puro que una mujer sabe que le regalara solo a un hombre.

Nuestro descontrol llegó a su clímax, cuando sentí el choque con el negrito y posterior roce producto de mi erección y largo de nuestro juguete al dejarnos llevar por ese juego erótico de un trío, por primera vez ese placer sádico de percibir como ese músculo que separa las entrañas vaginales del conducto anal, se dilataba en cada penetración.

"Que rico amor, me descontrola el placer de sentir el roce de otro pene en tu vagina" le confesé al oído. "me gusta lo que siento, párteme, quiero más, así, culéame, soy tuya" Un gemido que salió de su alma, como un grito ahogado, una súplica entre espasmos. "Dámelo todo. Acaba en mi culo" no me controlé y me apoderé del negrito y lo metí todo en su vagina, la apreté a mi pecho para mantener mi pene pegado al negrito, a ese otro pene que la había hecho gozar su primera doble penetración, en mi primera descarga de semen, sentí deslizarse mi leche tibia dentro de ella. Mi mano rozaba sus labios vaginales al sostener en la palma de mi mano, la base del negrito, sentir que se lo tragaba entero, todo fue un descontrol de placer, ella no controlaba sus orgasmos y dejando correr sus jugos vaginales, fue su primer squirting descontrolado al dejar libre su placer ninfómano de una doble penetración.

Adelante, hermosa como siempre y la saludo con un beso Nicolás, un abrazo agradeciéndome por la segunda invitación. Unos tragos, la seducción de una previa que siempre la prepara para saberse deseada, con el morbo femenino para provocar a dos machos y gozar del sadismo que percibía en nosotros que la hacían dejar en forma consciente todo prejuicio de lado.

"Me permites dejarte solo por unos minutos" adelante, pregúntale a ella. "Mi rubia lo tomo de la mano y se dejó llevar al dormitorio". Mientras los esperaba prendí un cigarrillo, interrumpí el trago al verla vestida con un traje largo, de color negro, un corte a un lado que mostraba una de sus piernas desde mitad de cadera. "Supe que habían acordado algo, cuando mi esposa me dijo, quiero que me mires, sé que te excita verme cuando me masturbo con el negrito". Nicolás la apoyo al pilar que dividía la cocina del living, la apoyo en el muro, levantando sus brazos para atarla en la parte superior. Tus deseos son órdenes para nosotros le dijo, él se desnudó y volviéndola de cara a la pared recorrió todo su cuerpo. Al doblar su cuerpo para sentir el pene duro posarse en sus nalgas sobre el vestido, me miraba con esa carita de niña inocente mientras me desnudaba sentado en el sillón, contemplar su ninfomanía reflejada en su rostro, noté su calentura al mirarme cuando me masturbaba al verla como se movía al sentir las manos de Nicolás recorrer su cuerpo debajo de ese vestido de gala.

Me calentó ver que solo llevaba ese vestido, porque mientras le besaba la espalda y cuello las caricias de ese amigo íntimo, me permitían ver la desnudez de sus senos, piernas, y nalgas que la hacían moverse apretando su cuerpo contra su pelvis y su rostro apegado a la pared.

Me levanté para apoyarme yo en el muro, frente a ella la besé y tomando en mis manos sus senos, pude sentir la dureza de sus pezones y la excitación de mi rubia al sentir en su vagina los dedos de él que acariciaban su clítoris. En un momento apoyo su cabeza en mi hombro, "Que rico es todo esto mi amor, gózame toda es para ti" su entrepierna estaba húmeda al percibir que Nicolás la tomaba de las caderas y apoyando mi mano en su vagina me dijo al oído.

"Dile que me duele, que lo meta despacito". Nunca me había atrevido a pedirle esa fantasía secreta que tenía oculta, el morbo sádico de verla gozar con otro hombre el dolor inicial del sexo anal.

Apoye sus codos sobre mi hombro y le dije a Nicolás "méteselo despacio" la levantamos tomándola yo de los muslos y el de las caderas. Cuando metí mi pene en su vagina me besó y sentí ese roce que me hacía gozar al percibir que se movía de placer al tener todo el pene de Nicolás en su culito y el mío también enterrado en su vagina. Fue una sensación especial de placer, la fantasía de una doble penetración nuestra realizada por deseo mutuo.

Cuando se dejó llevar por su ninfomanía descontrolada nos pidió que la liberásemos de las amarras. Los tres desnudos nos recostamos en la cama a conversar unos tragos y recuperar fuerzas.

Mi rubia nos pidió ser sus esclavos ya que le confesamos que era una diosa sexual. Nos hizo estar de pie al borde de la cama y por primera vez se hincó tomando nuestros penes para masturbarnos por turno mientras nos mamaba en forma alternada.

No terminaba de asombrarnos su calentura al juntar nuestros penes erectos uno sobre otro para masturbarnos mientras nos lamía, al notar que al verla excitada como nunca antes, me miró y me dijo gózame. Abrió sus labios, abriendo su boca se llevó ambos miembros a su boca, masturbándonos con cada mano, cuando noto que perdíamos el control, nos tendió sobre la cama. Se montó sobre Nicolás cabalgándolo hasta hacerlo acabar, siempre mirándome y besándome cuando le ordeno acabar y sentir el semen de él en su vagina. "Te quiero gozar a ti mi amor, me dijo poniéndose en cuatro al borde de la cama, separe sus nalgas para colocar mi pene en su botón anal, "despacito metelo" la tomé de más caderas y fui penetrándola para gozar esa dilatación a medida que sentía como un guante las paredes anales.

Sentí los dedos de Nicolás que los metía en su vagina y eso la volvió a descontrolar, "culéame con fuerzas, métemelo todo, así más adentro” me pedía entre gemidos de placer, dámelo me pidió cuando volvió a tener un doble orgasmo, vaginal con los dedos de Nicolás acariciando su punto G, al mismo tiempo que acababa rendida a un orgasmo anal al sentir mi semen tibio dentro de su culo.

Nos apartamos de ella, para contemplar sus espasmos descontrolados que le hacían temblar sobre la cama al no poder controlar sus orgasmos.

Antes de despedirnos, Nicolás nos preguntó si podía decirle a mi esposa una fantasía sexual que había despertado ella. Era algo que sabía podría ofendernos por ser algo íntimo, que si eso nos molestaba, que lo perdonarán y por favor lo olvidásemos.

Nos miramos y ella le comentó: “dime cuál es tu fantasía, eres nuestro amigo íntimo y sé que respetas tu rol de tercero como parte de nuestra fantasía”.

"El placer sexual que me haces gozar, ni siquiera mi esposa me lo ha dado. Quiero insistir que ojalá lo que te diré no te haga sentirte incómoda y a ti como su esposo te pido disculpas anticipadas".

-Cuentas con nuestra confianza para hablar.

-Mi fantasía es acabar en tu boca, le dijo y me miró. Sabes que mi condición es que ella es quien determina los limites le respondí.

Mi rubia le sonrió y le dijo:

-Déjame hablarlo con él, y te daré una respuesta cuando nos invites nuevamente.

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