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Tapando la rajita de las gemelas
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Soy muy putita, lo sé.

Pero lo que no sabía que mi hermana gemela era tan puta o más que yo, nuestras vidas empezaron a cambiar cuando dejamos de ser vírgenes, un novio por aquí, un rollo de una tarde por allá, la verdad que somos inseparables menos cuando salimos, ya que cada una va por caminos diferentes eso si, a partir de ese fin de semana empezamos a ser inseparables incluso en eso.

Dormimos en la misma habitación y una tarde mi hermana se dio la vuelta en la cama, nada nuevo estaba estudiando para su examen de derecho no sé qué, os diré que en eso también somos diferentes ella va para abogada y yo para bióloga.

Muy bajo casi inapreciable, pero la oía jadear y la veía moverse de forma inusual, notaba que algo pasaba y notaba como estaba excitada sin venir a cuento, entonces comprendí que mi hermana se estaba masturbando allí delante de mí, al verla me excite aún más y mirándola empecé a pasar mis manos por mi cuerpo acariciando mis senos, me había masturbado muchas veces antes, pero aquella vez era diferente, mi excitación en poco tiempo hizo que mis bragas empezaran a empaparse y en esos momentos mi hermana se dio la vuelta, ya no se podía ocultar de mí.

A escasos metros de mí en su cama estaba mi hermana semidesnuda, la camiseta subida y sin el sujetador, su tanga a la mitad de sus muslos y sus dedos se movía vigorosamente en su clítoris, su mano derecha en sus pechos apretándolos una y otra vez acariciando con las yemas de sus dedos sus areolas y sus pezones enormemente hincados y duros.

De verla mi cuerpo se encendía cada vez más, mis manos ya buscaban mis bragas y mis dedos mi vagina, recorriendo mis labios vaginales humedecidos por tanta excitación, mi hermana se metía los dedos en su vagina haciéndolos entrar y salir gimiendo como una loca, era como verme en un espejo, la misma cara, el mismo pelo, el mismo cuerpo y nuestros movimientos, jadeos y gemidos eran todos iguales, nos metíamos los dedos en nuestra rajita y presionábamos nuestro clítoris rozando nuestros dedos de forma circular sobre él, de forma simétrica, si yo metía un dedo en mi vagina ella también, si ella metía dos y gemía yo también.

Las dos llegamos a un orgasmo casi simultáneo y en ese mismo momento en que nuestros cuerpos empezaban a convulsionar, en ese momento sin retorno nuestras miradas se dirigieron a la puerta donde nuestro hermano menor con su polla en la mano y mirándonos a las dos empezaba a correrse soltando por su capullo tres enormes chorros de su leche que cayeron al suelo.

Una escena surrealista hasta aquel mismo momento, los tres hermanos nos habíamos masturbado y no se nos ocurrió decir nada en ese momento, mi hermano se dio la vuelta y corrió por el pasillo asustado de nuestra reacción a la vez que mi hermana y yo nos miramos y empezamos a reír todavía con las manos sobre nuestros sexos.

Tres días habían pasado y no sé por qué aquello nos acercó aún más, incluso con mi hermano que a pesar de tener 19 años era todavía muy niño, ese día mi hermano entre risas nos preguntó si podríamos repetirlo algún día, a lo que mi hermana le contesto que quizás, que si se portaba bien y nos servía como un esclavo durante una semana quizás lo repetiríamos, yo me quede extrañada por la contestación, pero más cuando mi hermano sonrió y accedió.

Durante una semana nos sirvió y antes de que acabara no sé ni cómo ni porque mi hermana me convenció para asaltarle en plena noche en su habitación y hacerle una mamada.

Una noche en pleno agosto nos dirigimos a las dos de la mañana a la habitación de Jorge, entramos llevando solamente unos tangas minúsculos e íbamos descalzas para no despertar a nadie, Jorge dormía plácidamente sobre la cama con un bóxer de esos que tiene botones por delante, Lis a un lado y yo por el otro nos subimos en su cama y le empezamos a besar, a lamer su cuerpo hasta que poco a poco se iba despertando, al principio se asustó, pero Lis poniéndole un dedo en sus labios para que no dijera nada, le tranquilizo y le susurro.

-Hemos venido a pagar la deuda hermanito.

-Pero hemos pensado en darte un premio mayor por lo bien que nos has servido, ahora tú solo recuéstate.

En ese momento aproveché para sacarle su polla por la abertura del bóxer, la tenía pequeña, pero se iba poniendo dura a cada segundo, sin pensar en mi querida hermana me la metí en mi boca para sentir como se hacía cada vez más grande, cada vez más dura y eso a Lis no le gustó nada, había sido suya la idea y hubiera querido empezar ella, pero si hay algo que me excite es meterme una buena polla en la boca y que vaya aumentando su tamaño, sintiendo como poco a poco me va llenando.

Mi hermano no paraba de gemir, quien le iba a decir que a sus 19 años tendría a dos chicas chupándole la polla, mi hermana por un lado y yo por el otro recorríamos con nuestras lenguas el tronco de su pene, lamiendo su glande a la vez que nos besábamos y eso lo de besarnos uniendo nuestras lenguas no lo teníamos planeado ni Lis ni yo, pero nos empezó a gustar y a la vez que nuestras manos subían y bajaban por aquel enorme pene nos empezábamos a besar delante de él, agitando y calentando más el ambiente incluso le permitimos que nos tocara los pechos e incluso a la vez que le lamíamos el pene nos giramos las dos para mostrarle nuestras vulvas permitiéndole que apartara la tela de nuestros tangas y metiera sus dedos en unas vaginas tremendamente mojadas y ardientes que hervían por dentro.

Los gemidos eran ya de los tres, gemidos que intentábamos acallar porque nuestros padres dormían al final del pasillo, mi hermano con una mano metía sus dedos en mi vagina y con la otra acariciaba el clítoris de Lis, la temperatura estaba empezando a subir demasiado, yo metía su pene en mi boca, mis labios resbalaban subiendo y bajando por su tronco y sentía como sus dedos se introducían dentro de mi vagina moviéndolos, entonces me incorporaba extendiendo mi espalda y gimiendo agarraba mis pechos hasta que mi hermano los sacaba.

Aquello se nos había ido de las manos, solo le íbamos a hacer una mamada entre las dos y ahora las dos estábamos sintiendo lo mismo, nos mirábamos y sabíamos lo que queríamos, queríamos disfrutar de aquella polla dentro de nuestros cuerpos, metiéndose y saliendo de nuestra vagina, estábamos en esa situación que casi ya no hay retorno posible, estábamos las dos dispuestas a quitarnos el tanga cuando mi hermano teniendo su pene dentro de mi boca empezaba a gemir cada vez más, la saque para que Lis pudiera disfrutar también de la leche de nuestro hermano que empezó a expulsar su semen en nuestros labios y nuestra cara.

Le lamimos hasta que no quedara nada de su leche y Lis empezó a quitarse el tanga, mi hermano la miraba emocionado, excitado e ilusionado y como si algo me reseteara el cerebro, solo por un momento de cordura en aquella noche, cogí a Lis de la mano arrastrándola hasta la puerta.

-Y por qué no Ainara. –Susurrando me preguntaba Jorge cuando me levantaba de la cama arrastrando a Lis conmigo.

-Porque no Jorge. –Le contesté.

-Eso, porque no Ainara. -Me preguntaba ahora Lis.

-He dicho que no joder. –Les contesté enfadada y levantando algo la voz.

A pesar de que Lis y Jorge sabían que tenía razón estuvieron una semana sin hablarme prácticamente, era fin de semana y mis padres se habían ido con unos amigos de vacaciones, ese sábado por la mañana estaba con Lis nadando en la piscina y sin venir a cuento me empezó a decir que era una mandona y que siempre tenía que llevar razón, yo sabía que era su forma de pedirme perdón, así que nade hacia ella y la abrace, éramos nuevamente amigas, nuevamente volvíamos a ser una y nuevamente nuestros cuerpos se excitaban juntos cuando nos rozábamos, el agua nos llegaba por el pecho y los brazos rodeaban nuestros cuellos, tenía mi frente apoyada en la suya y despacio en silencio nos mirábamos y nos empezamos a besar.

Otra vez el mismo ardor, otra vez mi hermana gemela despertaba en mí un fuego interno difícil de apagar, otra vez mi lengua buscaba la suya, mis manos buscaban sus pechos, desabrochándole el top de su bikini, sus manos buscaron enseguida mi sexo, metiendo sus dedos por debajo de la braga del bikini, yo lamía sus pechos, ella metía sus dedos en mi rajita, tan excitadas, tan calientes que el propio agua parecía hervir a nuestro alrededor, cuando mi hermano Jorge apareció por el jardín junto a un amigo.

-Hola hermanitas, si os parece bien podemos participar nosotros en el juego también. –Nos decía mientras los dos se tocaba el bañador con sus penes aumentando de tamaño y volumen.

El chico que estaba a su lado era Raúl, un amigo de Alicante que solo venía el mes de agosto a casa de su tía, un chico alto, pelo corto, unos ojos azules muy bonitos, de cuerpo no estaba nada mal y tendría más o menos unos 22 años como nosotras, pero en lo que más nos fijamos Lis y yo fue en el enorme bulto que tenía debajo del bañador.

Las dos estábamos tremendamente excitadas y muy desinhibidas, Lis no paraba de besarme, me miraba y me susurraba “venga di que sí, di que si”.

-Todo depende. -Le contesté de forma muy lasciva.

-Si venís sin bañador, todo puede ser, probar a ver que pasa. –Sentencie mientras les miraba lascivamente mordiéndome el labio inferior.

-Bien, te quiero Ainara. –Me susurro Lis al oído

Ni un segundo paso cuando los dos tenían el bañador en el césped y sus penes como dos colosos apuntaban en nuestra dirección, yo miraba el pene de Raúl mordiéndome el labio, imaginándomelo dentro de mi vagina, entrando y saliendo de ella, mi hermano no estaba tampoco nada mal, ya la había probado y sabía de su resistencia.

Lis y yo nos separamos y apartándonos un poco esperábamos que llegaran a nosotras y mientras nos íbamos quitando la braga del bikini y nuestras vaginas se preparaban para ser penetradas, el ardor era máximo y la excitaron se podía cortar en el ambiente entre los cuatro.

No elegimos pareja o quizás sí, nosotras íbamos también a su encuentro, pero mis ojos no se apartaban de Raúl y los de Lis de nuestro hermano y como si ellos lo supieran así se dirigían hacia nosotras, el agua me llegaba por la cintura cuando Raúl llego a mí, mi corazón se había acelerado, una sonrisa y mi cuerpo se estremeció cuando sus manos se posaron en mis pechos, luego me estrecho entre sus brazos rodeándome con ellos por mi cintura y nos empezamos a besar.

Ninguno de los dos dijo nada, nuestros cuerpos ya estaban fundidos y mis pechos se aplastaban contra su cuerpo, podía sentir su enorme pene golpeando mi monte de venus y a la vez observaba como Lis y Jorge se empezaban a besar y como Jorge cogiéndola de la mano a Lis la sacaba del agua dirigiéndose a las tumbonas.

Raúl y yo por nuestra parte seguíamos abrazados, dando vueltas en el agua, mis piernas se habían enrollado a su cuerpo, me sujetaba con sus manos por el culo y sentía esa enorme polla darme en el vientre, lo llevé a las escaleras, subimos un par de escalones y sentándose con el pene saliendo del agua empecé a chuparle el glande despacio mientras le miraba, miraba sus gestos de placer y oía a mi hermana gemir, Lis estaba tumbada con las piernas abiertas y mi hermano metía su lengua en su vagina, aquella escena, ver a mis dos hermanos disfrutando juntos me excito y calentó aún más.

Mi boca resbalaba por su polla a la vez que mi mano subía y bajaba por aquel enorme tronco, Raúl gemía, me miraba y cogía mi cabeza siguiendo el ritmo, la sacaba y le lamía el glande pasando la punta de la legua por todo su contorno y como si fuera un helado bajaba por el tronco hasta sus huevos para volver a subir y volvérmela a meter en mi boca.

Raúl se levantó y sentándome casi al borde de la piscina me abrió las piernas para lamer mis labios vaginales, mordiéndolos con sus labios, se entretenía con mi clítoris y bajaba con su lengua hasta mi vagina, metiéndome la lengua, lamiéndome y secando mi ardor, parecía que no respiraba, tenía mis labios menores metidos prácticamente en su boca succionándolos al igual que el clítoris, estaba haciendo que gritara de placer y los gemidos de mi hermana se unían a los míos, cerraba los ojos y al poco los volvía abrir para ver como Jorge empezaba a meterle su pene a Lis, mis hermanos por fin estaban follando.

Raúl se levantó y cogiéndome de la cintura me echo un poco hacia atrás, mi vulva al borde del agua, el de pie entre mis piernas busco con su glande mi vagina y poco a poco me la iba metiendo dentro, sentía como su pene me iba abriendo lentamente mi rajita, metiéndose en mi vagina, abriéndose paso por ella, navegando por el mar de flujo de mi interior hasta el fondo y me empezaba a volver loca cada vez que la sacaba y la volvía a meter, sus penetraciones y empujones arrastraban el agua contra mí salpicando mi cuerpo, me miraba y yo no podía dejar de jadear, mis pechos subían y bajaban con cada empujón salpicados por el agua.

En la hamaca Lis estaba de rodillas con la cara sobre la colchoneta y Jorge se la metía detrás, le metía el pene una y otra vez como si fuera una perra, en esos parece que también estábamos sincronizadas porque las dos empezamos a gritar como poseídas cuando nos penetraban cada vez con más vigor, sus penes salían y entraban de nuestros cuerpos más y más rápido hasta que nos empezamos a correr las dos a la vez.

No pararon ni aflojaron la marcha en ningún momento, de mi hermana salían chorros de su corrida a la vez que mi hermano la sacaba para volverla a meter y aunque mi vagina estaba en parte sumergida notaba algo parecido, notaba como llenaba la piscina de mi flujo o quizás de los nuestros porque Raúl con unos gemidos cada vez más sonoros hacía presagiar que se iba a correr como así fue, pero antes de eso me puso a cuatro patas y agarrando bien por mis caderas empujaba su pene muy dentro de mí, dándome azotes en mis nalgas y llenándome con su enorme pene hasta que se empezó a correr en mi interior sin decirme nada.

Salimos de la piscina y nos sentamos en la hamaca junto a mis hermanos, Lis se metía los dedos en su vagina sacando el semen de Jorge que se había corrido dentro de ella, yo miraba los penes de nuestros amantes, las tenían envueltas en nuestros flujos, pero todavía las tenían duras, se habían recuperado prácticamente al momento así que me abrí de piernas mirando a mi hermano y sin hablar, sin hacerle ni un solo gesto, solo con la mirada le invitaba a que me llenara con su pene y que depositara en mí también su semilla.

Mi hermano me estaba follando ahora a mí y Raúl a mi hermana Lis, tenían los dos bastante aguante y eso nos volvía locas, los gemidos de los cuatro iba en aumento, los pequeños gritos de las dos les ponía cada vez más cachondos a los dos, les pedimos que se tumbaran en las hamacas y las dos nos sentamos a horcajadas, la una frente a la otra dándoles la espalda y empezamos a cabalgar sobre aquellos penes como queriéndoles domar.

Sus penes se metían en nuestras vaginas, deslizándose por ellas, veía como el pene de Raúl se metía hasta los huevos en la vagina de Lis y cuando la sacaba casi al completo solo el glande quedaba dentro de ella, cada vez más rápido y cada vez con más gritos incontrolados, estallamos nuevamente las dos en un delicioso orgasmo, me eche hacia atrás con espasmos en mi cuerpo, pequeños temblores en mis piernas y veía como el pene de mi hermano se metía en mi interior y al salir junto con él, pequeños chorros de mi flujo vaginal salían también al exterior.

Notaba su pene palpitar, notaba como Jorge estaba a punto y agarrándome fuerte de los pechos tumbándome hacia él, su pelvis se elevó y empezó a penetrarme con su pene como mucha velocidad haciendo que mi orgasmo se prolongara, el golpeteo de nuestros sexos, de nuestra carne en cada empujón, cuando su pene se metía hasta el fondo en mi vagina, sonaba tan altos en el jardín que junto a mis gritos lo envolvían entero, entonces Jorge estallo como un volcán llenándome la vagina con su esperma, navegando con mi flujo y con lo que podría quedar de Raúl.

Una mañana deliciosa follando con mi hermano y con Raúl, una mañana que se repitió por la tarde y días sucesivos, unos días que como decía Raúl tapamos las rajitas de las gemelas.

Ha pasado el tiempo y de vez en cuando nuestro hermano nos busca para seguir tapando esas rajitas, las rajitas de sus hermanas gemelas, las de sus putitas gemelas como nos llama cariñosamente.

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