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Un trío en la montaña

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Mi novia y yo caminábamos por aquella vereda acompañados de varios de sus amigos. Ese fin de semana decidieron pasarlo de campamento, casi a manera de despedida, pues estaba a punto de graduarse de la universidad.

Yo aunque ya llevaba un par de años egresado me llevo muy bien con la mayoría, suelo acompañarla a fiestas y reuniones, en esta ocasión, acudimos 3 parejas, además de 2 chicos que toda la vida fueron exploradores y se ofrecieron a ser nuestros guías.

Llevábamos un par de horas de caminata, la idea era llegar a un acampado intermedio antes del anochecer para partir muy temprano hacia la cima de la montaña. Los varones íbamos cargados con mochilas, casas de campaña y todo el menester, en tanto las 3 chicas iban delante de nosotros.

Mi novia es muy bella, no muy alta, con unas bonitas nalgas, piernas bien torneadas, y unos senos firmes que se complementan con unos grandes y expresivos ojos. Sin embargo, yo no podía apartar la vista de su amiga Laura. Desde que iniciamos la caminata me hipnotizaba con su caminar, su gran y firme trasero en un ajustadísimo short permitía observar sus largas piernas, además venía usando un top de manta amarrado al centro que parecía que en cada paso desbordaban sus senos, grandes, redondos.

Trataba de ser discreto ya que su novio Carlos venía a mi lado, y aunque ella y él eran como de la onda hippie liberal, tampoco tenía planeado meterme en problemas con mi novia. Aunque el cansancio nos comenzaba a pesar y comenzaba a anochecer, todos estábamos entusiasmados por llegar acampar y comenzar la fiesta ya que además íbamos equipados con mucha cerveza, brandy, tequila y mucha comida.

Desde que salimos de la ciudad, Carlos parecía no traer buen semblante, se le notaba algo resfriado, sin embargo estaba seguro que en el transcurso del día se sentiría mejor, situación que no sucedió, ya que después de varias horas de caminata, se le veía exhausto, sofocado y mucho más resfriado.

Al llegar a la zona donde acamparíamos, nuestros amigos Beto e Isaac nos sugirieron varios lugares para recolectar troncos y varas secas para encender el fuego, por lo que organizados en parejas recorrimos la zona en búsqueda del encargo. Mi novia y yo caminamos campo abajo a una zona arbolada que nos habían señalado y comenzamos a recolectar todo lo que consideramos útil para la fogata. En tanto jugueteábamos, nos besábamos y tocábamos. Yo estaba muy encendido después de varias horas de estar viendo el culo de Laura, por lo que en algún momento tomé de la cintura a mi novia, la aparté hacía un árbol y comencé a acariciar su trasero, sus piernas y a besarla compulsivamente. Ella se calentó de inmediato, pero cuando quise meter mano en su entre pierna, me detuvo en seco.

-No, tienes las manos sucias, espera a más al rato- Me dijo mientras retiraba mi mano, soltaba las varas y troncos y se arrodillaba frente a mi.

Me desabotonó con buena agilidad mis pantalones, los bajó junto a mi ropa interior, tomando con la boca mi miembro erecto.

-A que te la chupo sin tocarte.

Me decía mientras llevaba sus manos a su espalda y me brindaba una exquisita mamada que podía observar con la tenue luz de la luna que iluminaba la noche.

Yo estaba muy excitado, ella recorría su lengua por todo mi glande, alternaba succiones con unas pequeñas mordiditas que me tenían en órbita, estaba seguro que explotaría en su boca; sin embargo, escuchamos pasos de alguien entre las hojas secas, lo que hizo que mi novia se incorporara de un brinco, mientras yo por instinto me acomodé a toda velocidad los pantalones.

-Hola, chicos, ¿no han visto a Carlos?

Nos gritaba a la distancia Laura quien parecía intuir lo que pasaba ahí y decidió tomar distancia para no incomodar.

Tomamos la leña, nos reunimos con ella y comenzamos a caminar de regreso al campamento. Pude notar una sonrisa pícara en ella, mientras yo caminaba con algo de dificultades por la erección. Al parecer Laura y su novio en algún momento se separaron y tomaron rumbos diferentes. Al regresar al campamento pudimos ver a Carlos sentado sobre su mochila, sonriente al ver a Laura, pero inmóvil y poco entusiasta. Laura se acercó a él a abrazarlo y preguntarle dónde se había metido.

-Oye estás ardiendo, creo que ya te enfermaste de verdad.

Le decía Laura algo preocupada. Carlos lagrimeaba, temblaba y sonaba su nariz continuamente.

Después de encender la fogata, comenzamos a instalar la casa de campaña. La otra pareja que nos acompañaba decidió montarla lo más retirado posible del campamento, estaba claro que traían planes para la montaña y requerían privacidad, por nuestra cuenta mi novia y yo también quisimos separarnos un poco, ya que tras la escena de hace unos minutos estaba claro que también ocuparíamos privacidad.

Por su parte Carlos y Laura se instalaron cerca del fuego ya que Carlos no estaba en condiciones más que para estar acurrucado al fuego. En tanto que Isaac y Beto, se instalaron cada uno cerca del fuego. Este último sacó de su mochila un botiquín del cual tomó unas pastillas antigripales que extendió a Carlos quien ya estaba resignado a no pasarla bien aquella noche.

Una vez que nos instalamos y preparamos la comida, todos devoramos la carne, salchichas, papas y demás cosas que llevamos para azar al fuego además de variedades de botanas. Una vez comidos y más relajados comenzamos a beber, algunos cerveza, otros tequila y demás bebidas.

Ante los escalofríos y malestar de Carlos, mi novia le preparó un té caliente al que agregó algo de tequila. Carlos relajado, tomaba a sorbos la infusión mientras observaba a todos desde la entrada de su tienda.

-Laura, diviértete, cuando me recupere nos reponemos creo que sólo me queda dormir a ver si amanezco mejor para subir el resto de montaña.

Minutos después lo perdimos de vista, cerró su tienda y cayó noqueado después de la caminata, la gripe, la infusión y los antigripales. Estaba claro que Laura no contaría con él en toda la noche.

Laura también se resignó y como ella estaba dispuesta a divertirse aquella noche, se volvió el alma de la fiesta, tomando, bailando, gritando y riendo. Yo seguía hipnotizado por ella a pesar de estar con mi novia al lado, varias veces me sorprendió observándola.

Con ayuda de una bocina portátil, rompimos el silencio de aquella montaña y mientras la música sonaba yo bailaba con mi novia, mientras el resto también seguía tomando y se divertía. Luego de un par de horas y ya algo mareados, la otra pareja que nos acompañaba decidió retirarse, seguirían la fiesta en su propia tienda.

Los 5 restantes seguimos tomando por un rato, sin embargo la última botella de alcohol que quedaba estaba acaparada por Isaac y Beto quienes apartados estaban también ebrios platicando de política y aventuras.

Laura y mi novia en toda la noche tuvieron una gran química, bailaban juntas, se abrazaban, se restregaban lo que a mi me tenía aún más pendiente de ambas, podía ver como jugueteaban una agarraba el trasero de la otra en tanto de vez en cuanto mi novia me agarraba de cuello y me besaba frenéticamente.

Ambas parecían estar de acuerdo en seguir la fiesta, pero todo el alcohol del campamento se había acabado, nuestros amigos al acabarse la botella a tumbos se metieron en sus respectivas campañas a roncar. Yo estaba seguro que ahí terminaría la cosa y ya me estaba impacientando por llevar a mi novia a la tienda de campaña.

-¡Ya se!, tengo una idea, esperen no se vayan.

Nos dijo Laura mientras se metía a su casa de campaña. Después de unos minutos salió con un pequeño envoltorio entre las manos y mientras buscaba una manzana de entre las provisiones, nos decía:

-Carlos está totalmente noqueado, no hay modo de que despierte.

Nos advertía mientras nos mostraba el contenido del envoltorio. Una cajita de metal con mucha hierba y un par de encendedores, al tiempo que comenzaba con un cuchillo a realizar unos orificios a la manzana la cual a manera de pipa la retacó de mariguana.

Ella quería seguir la fiesta y parecía tener en mi novia a la cómplice perfecta, ya que no puso resistencia en cuanto le ofreció la primera fumada. Mientras fumábamos alternadamente del fruto, la música seguía, sin embargo, Laura cambió a ritmos más cadenciosos en los que los 3 comenzábamos a bailar al unísono.

Sin darme cuanta ambas bailaban a mi alrededor, mi novia frente a mi, mientras Laura a mi espalda me repegaba todo su cuerpo, la hierba del fruto comenzaba a hacer efecto. Sentí el cuerpo de ambas pegarse al mío ya me tenía muy excitado y aunque sentía una especie de aletargamiento, mi pene ya hacía un bulto inocultable bajo mis shorts, lo que mi novia pudo constatar al pegarme su entrepierna, bajar la vista, morderse los labios y abrazarme para besarme, mientras Laura continuaba bailando detrás mío.

Pude sentir como las manos de Laura tocaban mi trasero, mi espalda y como de pronto llevó una de ellas a mi entrepierna agarrando sin pudor mi pene sin que esto pareciera importarle a mi novia. Incluso en un reflejo para evitar problemas retiré la mano de Laura mientras veía la reacción de mi novia quien sólo reía.

-¿Te importa?, sólo quiero ver si es tan grande como se veía mientras se la chupabas.

Soltó Laura la pregunta a mi novia dejándome helado y confundido.

Ambas pudieron ver mi sorpresa, se miraron mutuamente y rieron, A mi novia parecía no importarle lo que pasaba, al contrario parecía disfrutarlo. Mientras la música cadenciosa seguía, Laura se puso en medio de ambos, se volteó de espaldas hacia mi, y me restregó sus hermosas nalgas en mi paquete; llevé mis manos a su cadera mientras él tomaba del cuello a mi novia a quien le plantaba un beso en los labios tan sensual que pude ver como se erizaba todo su cuerpo.

No daba crédito a lo que mis ojos veían, mi novia también confundida por aquel beso y el efecto de la mariguana estaba frente a mi, con las sensaciones a flor de piel, absorta tan bien.

De pronto Laura apagó la música, nos tomó a mi novia y a mi de las manos y nos jaló hacia nuestra tienda de campaña

-Nos terminamos la manzana ahí.

Señalando la tienda de campaña. Ambos estábamos sabíamos lo que iba a suceder y sin embargo sin decir palabra alguna nos dejamos llevar. Nos metimos en la tienda de campaña, sacamos algo de ropa y cobijas de las mochilas y logramos acomodar una especie de cama.

Mi novia y yo tumbados frente a Laura observamos como ella mordía la manzana con restos de mariguana y nos ofrecía de su boca. Primero la de mi novia, luego la mía. Tras comer el fruto comenzó a besar alternadamente a ambos, lo cual sólo nos encendía más y más.

A partir de ese momento en medio del mareo todo fue una volcadura de sensaciones, besos, manos y piel de un lado al otro, por un momento no pude identificar quién me besaba o quien me acariciaba, en medio de ese frenesí las ropas fueron desapareciendo, podía sentir perfectamente en mi espalda desnuda unos senos firmes, mientras otra boca me besaba.

Tumbado en el suelo y con algo de torpeza pude deshacerme de mis shorts y ropa interior lo que me dio una sensación de alivio al liberar mi miembro erecto que inmediatamente fue tomado por una mano. Pude ver que era mi novia quien lo sostenía mientras me besaba, entonces pude identificar a Laura quien ahora bajaba poco a poco besando mi torso, mi ombligo, hasta llegar a mi miembro, el cual si dudar se metió a su boca.

Mi novia retira sus labios de mi boca y me ofrece sus senos para chupar, mientras Laura continúa una felación sumamente excitante acariciando mis testículos con una mano mientras termina de despojarse de sus últimas prendas.

Entre mareos y sensaciones a flor de piel, llevo mi mano al sexo húmedo de mi novia que en cuando siente mis dedos tocar sus labios, lanza un pequeño y excitante quejido que la hace poner los ojos en blanco mientras desesperadamente se mueve cabalgando sobre mi mano. Al ver la escena Laura suspende la felación, se coloca de espaldas a ella y comienza a besar su cuello, apretar sus pechos y a acariciar la vagina de mi novia que a esas alturas ya chorrea sobre la improvisada sábana.

Laura toma una de las manos de mi novia y la lleva a la entrada de su propia vagina, agitando su respiración. Yo me alejo un poco para contemplar el gran espectáculo que ambas me están brindando. Mi novia está fuera de si, sintiendo en cada centímetro de su cuerpo las caricias y besos de Laura. En tanto yo no puedo resistir y comienzo a masturbarme.

Laura voltea a mi novia, la pone frente a ella mientras comienzan a besarse frenéticamente y a tocarse mutuamente sus senos, nalgas y vaginas. Ya no puedo más, y aunque sé que es un momento de ambas quiero seguir participando, así que me incorporo y coloco mi pene entre ambas bocas interrumpiendo su profundo beso.

A Laura parece agradarle aún más y se las arregla para alternar mamadas con mi novia, sus bocas y lenguas recorren cada milímetro de mi miembro y testículos mientras se tocan mutuamente la entrepierna. Es quizá el efecto de la droga, pero aunque las sensaciones cada momento aumentan más, no hay señales de que me pueda venir.

Mi novia vuelve a sacar otro quejido que enciende más a Laura, quien retira mi miembro de su boca, y la empuja para acostarla en el suelo, abre sus piernas e hincada frente a ella comienza a realizarle un cunnilingus que la hace chorrear y gemir incontrolablemente. Al ver a Laura hincada sobre mi novia, no puedo más que abalanzarme sobre su enorme trasero, besarlo y acariciarlo, ella parece intuir mis pretensiones, para aún más sus nalgas y abre sus piernas como invitándome en silencio a penetrarla. No lo dudo un segundo, pongo la punta de mi pene en la entrada de su vagina, sólo que antes de entrar lo sacudo y tallo sobre su clítoris, haciéndola también gemir y chorrear.

Introduzco con cuidado mi miembro en su cavidad, que se siente húmeda, tibia y estrecha mientras la tomo de las caderas y comienzo a bombear cada vez más rápido. Deduzco que ella lame y muerde el coño de mi novia al ritmo de la cogida que está recibiendo porque también aumentan los gemimos de mi novia que para estas alturas puedo suponer que se escuchan en todo el bosque.

De pronto mi novia abre los ojos, parece por un instante darse cuenta de la realidad que está pasado en medio de ese viaje placentero, aun gimiendo aferra con sus manos la cabeza de Laura entre sus piernas, mientras me observa a mi detrás de Laura agarrado de sus caderas, sudoroso, extasiado. Cuando sus ojos y los míos se encuentran, me sonríe, me tiende una mano sobre Laura a lo que yo correspondo. Nuestro amor parece intacto, hay una suerte de complicidad y descubrimiento en ese momento. Yo comienzo a sentir los espasmos de la eyaculación, y mientras mi mano y su mano se aferran exploto en el interior de Laura, sin contener un grito que estoy también seguro rompió la calma nocturna del bosque.

Rendido, me separo del cuerpo de Laura, mientras veo como parte de mi semen, sale de su coño y se va embarrando en su vello púbico.

Mi novia aún sigue en pleno orgasmo, aún aferrada a Laura quien después de recibir mi eyaculación deja de chupar la vagina para colocarse frente a ella y besarla apasionadamente.

Ambas paulatinamente comienzan a dejar de besarse mientras yo voy colocándome al lado de mi novia para abrazarle.

Me acurruco detrás de mi novia desnuda quien aún tiembla de placer, ella se gira dando la espalda a Laura, me mira a los ojos y me planta un tierno beso, sonríe con malicia y me comienza a decir palabras dulces al oído.

Aún mareado descansamos un poco los tres. Mi pene se ha emblandecido un poco y los 3 vamos recuperando la respiración. Laura no ha dejado de besar la espalda de mi novia, le pregunta al oído si le gustó mientras con una mano sigue acariciando la entrepierna de mi novia.

Minutos más tarde luego de arrumacos entre ellas, la cosa parece volver a tomar calor. Laura se gira de tal forma que su cara quede frente al coño de mi novia mientras nos muestra ambos el suyo, invita a mi novia a chuparlo, mientras alza una pierna y se masturba, dejando salir un poco de fluido. Mi novia algo incrédula lo dudó un poco -parece que nunca había chupado la vagina de otra mujer- pero motivada por el momento, el mareo de la mariguana y la excitación que le provocaba la mamada que le estaban haciendo, llevó la lengua al coño de Laura.

Tímidamente lamía los labios, la entrada y el clítoris de Laura, y poco a poco se fue acoplando al ritmo de tal suerte que ambas empezaban a gemir y retorcerse de placer, vibrando y chorreando. Era momento de ellas y mientras yo me iba recuperando sentí como mi miembro se iba levantando de nuevo, comencé a acariciarlo y masturbarme mientras observaba a ambas perdidas en su juego de placer.

Mientras contemplo ese maravilloso 69, mi novia queda encima del coño de Laura dejando ver su hermoso trasero, no aguanto más y me acerco a penetrarle, al poner mi pene en la entrada de su vagina, Laura quien no deja de chupar su clítoris lo toma con su mano y se lo lleva a la boca, parece quererlo lubricar, luego después de llenarlo de saliva lo pone la entrada y lo empuja al interior, escucho un grito de placer de mi novia quien al mismo tiempo de recibir mi embestida sigue teniendo la lengua de Laura estimulando su clítoris.

Le agarro de las caderas mientras doy penetraciones acompasadas a un ritmo cadencioso en el que pareceos entrar los 3, mi novia ha introducido 2 dedos en el coño de Laura quien totalmente abierta de piernas gime y chorrea. Beso la espalda de mi novia y siento las caricias de Laura en mis testículos que algunas veces pasa a lamer y chupar.

La intensidad sube, los gritos parecen inundar todo el bosque, los 3 estamos llegando a un clímax, de pronto no aguanto más, empiezo a gritar previniendo mi eyaculación, Laura saca mi miembro de la vagina de mi novia, dejando salir un chorro tibio de entre sus entrañas, lo pone en su boca, saca la lengua y recibe mi semen que se va mesclando con los jugos de mi novia. Ambas gritan.

Aún con el semen en su lengua, Laura sigue lamiendo el coño de mi novia que tiene su cara enterrada entre sus piernas. Ambas gritan, vibran y se tensan mientras yo exhausto me derrumbo al lado de ellas.

He perdido la conciencia del tiempo que ha pasado, pero tras la faena el frio comienza a sentirse dentro de la tienda por lo que con una pequeña frazada trato de taparme y tapar a Laura y mi novia quienes aún entrelazadas se recuperan de sus orgasmos.

En algún momento de la noche abro los ojos y sorprendo a Laura vistiéndose. Mi novia duerme.

-Voy a mi tienda, veré como sigue Carlos, nos vemos al rato.

Mientras me da un beso en la mejilla y escapa colocándose una chamarra de camino a su tienda.

Regreso, me acurruco a mi novia, la envuelvo con toda la ropa posible y caigo en profundo sueño.

La luz inunda mi tienda, mi novia aún desnuda se agarra de mi brazo, mientras escuchamos la voz de Beto gritarnos.

-Hey, despierten, ya hay que seguir camino a la cima.

Despierto a mi novia, que con una pícara sonrisa, me da un beso y me pregunta.

-¿Lo soñé?

-Entonces soñamos lo mismo-, le dije.

Ambos nos vestimos, levantamos la tienda de campaña y nos acercamos al centro del campamento. Al poco rato vemos llegar a Laura, quien trae jalando de la mano a Carlos que aunque parece más recuperado aún parece somnoliento y ajeno a todo lo que pasó en la noche.

Al poco rato se incorpora la otra pareja, desayunamos lo poco que encontramos aún de comida y emprendemos el camino.

Mientras mi novia y yo caminamos, cuesta arriba, Laura se acerca a nosotros.

-Hey chicos, ¿Se divirtieron?

Asentimos en silencio.

-Carlos ya está mejor. La otra semana los quiero invitar a mi departamento, creo que Carlos se perdió de algo.

Dijo mientras giñaba un ojo, pellizcaba el trasero de mi novia y le daba un rápido beso en la boca.

Ambos nos quedamos viendo sorprendidos, mi novia rio nerviosa.

Y así, seguimos el viaje a la montaña.

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