Nuevos relatos publicados: 18

Un viejo gordo y yo

  • 5
  • 23.919
  • 9,43 (7 Val.)
  • 9

Hace muchos años tomé el gusto de andar desnuda por casa, lo hacía siempre que no estaba mi familia, yo notaba que algunos de mis vecinos me veían, pero luego cuando me los encontraba por la calle no pasaba nada más que un saludo.

Cuando comencé a vivir sola, las cosas fueron incrementando hasta el punto de salir por las noches a caminar, sin nada más que un abrigo largo, negro, de estos abrigos que tienen cinturón y amolda la cintura, y unos tacones a juego. Primero fue a la tienda, luego a la parada del transporte, así hasta llegar a un parque.

Esta es la historia de una noche en la que un viejo ebrio descubrió mi juego.

Era una noche cálida, perfecta para salir a caminar. Aún era temprano, así que tendría que esperar una o dos horas, las cuales pase leyendo relatos, estaba ansiosa de salir. Cuando llegó la hora, me note más caliente de lo normal.

Salí primero sin rumbo fijo, di algunas vueltas por mi manzana, cuidando que no hubiera algún vecino. Me fui en dirección hacia el parque, para lo cual hay que atravesar una avenida, cuando estuve a unos 3 minutos del parque comienzo a escuchar pasos, volteo y veo la silueta de un hombre gordo, se tambaleaba más que caminar.

Pronto comencé a escuchar los balbuceos del hombre en los que solo podía distinguir un "mamita", "buenota", "bombón", que solo hacían que me calentara más.

Llegué a mi banco preferido, cerca de una fuente de agua y me senté. El hombre detrás de mí hizo lo mismo.

-Hola mami-

Su manera de hablar y el olor decían claramente que este hombre estaba borracho, era gordo pero no tanto, tenía la famosa panza chelera. Calculo su edad entre unos 50 a 55 años.

-Buenas noches

-¿Qué haces por aquí solita?

-Vine a fumar

-No estarás esperando a tu novio o ¿si?

-No tengo novio

-¿y eso?

-Aún no llega el indicado supongo

-Pues con lo buena que te ves y lo bonita que eres, me sorprende que no tengas pretendientes

-¿Y quién dijo que no los tengo?

-Bueno si, aquí tienes a uno

Yo solo solté un ¡ja! despectivo mientras el hombre se acercaba a mi. Aunque si iba caliente en ese momento me dio un poco de miedo, una cosa era ir casi desnuda, y otra ponerme a coger con un desconocido, al menos en esos años.

-Bueno, creo que ya me voy, se hace tarde, buenas noches señor

Mientras me levantaba, el señor tomo mi antebrazo y lo jalo con la suficiente fuerza como para que yo me girara bruscamente. En ese movimiento, el abrigo imito un escotazo, cosa que el señor hizo notar.

-Pero mira nada más, no será que no traes nada debajo, o ¿si?

-N… no

-¿Por qué no me dejas ver un poco? anda, imagino que te gusta que te miren ¿cierto?

-Su... suélteme… por favor

-Si me dejas mirar un poco lo haré

Viendo que me tenía bien agarrada, e influenciada un poco por la calentura pensé "es solo un borrachito que quiere ver, no va a pasar nada más". Gire hacia los lados buscando a alguien, pero no había nadie. Con la mano que tenía libre, abrí un poco mi abrigo para dejar ver mis pechos.

-Que bonitas tetas tienes, todo mundo se te debe quedar mirando, imaginan como se ven, desean tratarlas, pellizcarlas un poco, y a ti te debe gustar enseñar escote, quizá alguna vez has hecho toples para un amigo o un novio

Esas palabras movieron mi imaginación y mis recuerdos. me puso aún más caliente.

-Gracias, ahora por favor, suélteme

-Está bien, te soltare, pero no te vayas, quédate un rato más

Yo no sabía muy bien que hacer, no quería armar un escándalo poniéndome a gritar, y sabía que no podía correr, aunque él estuviera medio borracho es seguro que me alcanzaría.

-Es... está bien

-Bien, ven siéntate de nuevo. No me has respondido, ¿te gusta que te miren? se sincera

-a veces

-Y por eso has venido así. Desabróchate más el abrigo, a eso has venido ¿no?

Quizá fue la calentura, o el morbo de ver hasta donde llegaría ese señor, pero lo obedecí. Abrí mi abrigo dejando ver hasta mi ombligo, lo cual al señor le gusto y no paraba de hacerme halagos. Y a mi cada vez me iba gustando más. Poco a poco mis defensas se fueron bajando.

Ahí estábamos una chica haciendo topless y un viejo borracho, platicando lo más natural. El hombre ya se tomaba la libertad de acariciar mis pechos, masajeaba mis pezones, los estiraba. Yo sabía que si no lo detenía íbamos a terminar cogiendo y en ese tiempo, a mi me daba miedo coger con desconocidos.

Le dije al señor que buscará un lugar más oscuro, mientras yo iba a dar una vuelta para ver que no hubiera nadie. Sorprendentemente el hombre me hizo caso, yo me arregle el abrigo, note mi entrepierna mojada, algo de líquido en el banquito. Y me fui a mi casa, sin que el señor me hubiera seguido... Cuando llegue no puede hacer otra cosa que masturbarme, imágenes se me vinieron a mi cabeza, ese hombre cogiendo como a una puta, quizá algún vecino cerca mirando.

Llegué a un orgasmo tan placentero que no calmo mi ganas de salir desnuda, es más las incremento, y me prometí tener el valor para coger con un desconocido algún día. Pero bueno, esa es historia de otra ocasión.

Por favor, déjenme en sus comentarios que les pareció mi experiencia, y si les gustaría que siguiera contando más.

(9,43)