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Vi a mi esposa con otro

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Por más que he insistido nunca he logrado que mi esposa acepte estar con otro hombre. Yo moría por ver a alguien más dándole por esa cuquita, disfrutando sus deliciosas y redondas nalgas que tanto llaman la atención y además poder oír los gemidos que siempre da mientras se viene pero producidos por una persona que no fuera yo, pero no he tenido éxito. Sólo logré que aceptara le tomara algunas fotos desnuda para poder mirarlas cuando estuviera de viaje fuera de casa.

Formé un pequeño álbum con varias fotos. Hace unas semanas en un viaje de trabajo con Rogelio mi mejor amigo, y ya entrados en copas salió el tema de las fantasías sexuales. Rogelio es muy caliente, se ha divorciado dos veces y se acuesta todo el tiempo con mujeres nuevas y yo le dije, te aseguro que ninguna de tus viejas tiene unas nalgas como las de mi mujer. Rogelio aprovechando la confianza me dijo, que era cierto, que la verdad mi mujer estaba muy buena, y que se veía que tenía unas nalgas bastante buenas. Yo le dije que sin ropa eran aún más lindas y envalentonado saque mi portátil y busque mi álbum y se lo enseñe.

Me gustó mucho ver el brillo en sus ojos mientras veía las diferentes fotos de mi rica esposa desnuda. ‘¿Te gusta?’ le pregunte, y él dijo que claro, que estaba riquísima. Yo le conté mi fantasía y le propuse intentar hacerla realidad e hicimos un plan para el siguiente sábado. Yo arreglé que mis hijos no estuvieran y le propuse a mi esposa tener una cena íntima en casa. Preparó algunos pasabocas y yo abrí una de roncito (que siempre se le sube a la cabeza y la desinhibe bastante), después de varias copas y conversación un poco morbosa y caricias por todas partes y ya cuando estaba un poco mareada le dije que se fuera a acostar y que me esperará en la cama que yo ya iba en un momentico.

Mientras ella se fue a acostar y después de que paso como media hora llame al celular de Rogelio que ya esperaba afuera de la casa y le dije que entrará. Subimos en silencio y dejé a Rogelio afuerita de la habitación esperando. Yo bien caliente entre al cuarto y encontré a mi esposa adormilada y vestida solo con la tanguita que se le metía victoriosa por medio de sus lindas nalgas entonces me subí a la cama y empecé a acariciarla y besarla ella respondió a las caricias con bastante calentura y riéndose de lo borrachita que estaba, yo le metí los dedos en la vagina para irla preparando y saber si estaba bien lubricada, después le bese su cuquita por largo rato, como a ella le gusta y vi cómo se retorcía de placer, hasta que me dijo ven, métemelo.

Le dije que tenía que ir al baño y que esperara, apague la luz y salí. Entonces entro Rogelio, con una erección que me dejo sorprendido pues nunca le había visto la polla, que ciertamente era más grande y gruesa que la mía, yo me senté en una silla que tenemos para poder oír y espiar desde ahí. Rogelio se subió a la cama y todo el tiempo sin hablar se acercó a mi mujer que estaba todavía bocabajo y que ya estaba más que lista. Le abrió las piernas y comenzó a meter la cabeza de su enorme pene en la cuquita de mi esposa, en la penumbra vi como ella lo jaló de las nalgas para clavarse todo el pene de un tirón y al hacerlo dio un gritito de sorpresa, ayyy, no sé qué hiciste pero esta riquísima decía ella, mientras Rogelio empezaba a moverse en círculos dejándole la polla bien adentro, ella en medio de su borrachera empezó a pedir: métemela más duro, métemela más duro papito y Rogelio ni corto ni perezoso comenzó a metérsela y sacársela a toda velocidad, yo podía oír el sonido de la cuca bien mojada que recibía ese tronco con gran entusiasmo.

Ella empezó a apretar las nalgas con la fuerza que tantas veces he sentido cuando está a punto de venirse y la oí comenzar a quejarse y después a gritar ahhh, ahhhhh, mmmmm que rico, la tienes muy rica, mientras se venía. Cuando terminó, Rogelio la levanto para ponerla en cuatro y volvió a metérsela toda, ella enterró la cabeza en la almohada y siguió recibiendo el poderoso miembro de mí amigo que le daba palmadas que me parecieron muy fuertes en las ya coloradas nalgas de mi esposa. Yo me animé a acercarme más para ver más de cerca y puede sentir el delicioso olor de sexo que emanaban los dos. Rogelio volteo a verme y levanto el pulgar como diciéndome que estaba riquísima. Para hacer completo el engaño abrí la boca y dije te amo mi amor, mi voz me sonó aguda y temblorosa pues estaba súper caliente aunque con una sensación de celos que no había esperado tener, mi polla parecía estar a punto de reventar.

Rogelio me hizo señas de que ya estaba por acabar y le metió los dedos por delante para tocar su clítoris y ella se vino con unos gritos muy fuertes que yo le haya oído jamás. Mientras lo hacía vi como Rogelio se aferró más fuerte a sus deliciosas caderas y pude intuir que él también se estaba viniendo largamente. Después salió de ella y con un movimiento rápido se bajó de la cama y salió del cuarto. Angélica tumbada en la cama dijo con voz aguardientosa ¿a dónde vas? ven y dame un beso y yo le contesté que quería un vaso de agua y que ahorita regresaba, temblando espere a que Rogelio se vistiera y saliera, él estaba feliz y me dijo que luego hablábamos.

Yo fui otra vez temblando al cuarto y encontré a Angélica dormitando. Me desnudé y comencé a besar y acariciar sus nalgas metí mis dedos en su entrepierna y encontré que de su cuquita escurría el viscoso jugo de Rogelio, no sé qué me impulso pero no pude resistir la tentación de acercar mi boca y primero con dudas y después con avidez metí mi lengua a su vagina y me atraganté con la leche de mi mejor amigo. Angélica medio despertó y me dijo ¿sigues caliente? y yo le dije que sí, ella perezosamente se volteó y abrió las piernas, yo enloquecido me metí en su vagina que me pareció más rica y mojada que nunca, no ´pasó ni un minuto antes de que mi leche fuera a unirse con la que después de mi mamada había quedado de la de Rogelio dentro de mi mujer.

Después dormimos abrazados toda la noche. Al día siguiente Angélica me despertó con un beso y diciéndome que la noche anterior había sido maravillosa, que yo había estado mejor que nunca y que aunque las nalgas aún le dolían le había encantado que 'yo' le hubiera dado palmadas. Yo me sentí muy apenado pero tuve que aceptar lo sucedido.

Aún no sé cómo voy a ver a Rogelio de ahora en adelante pero cuando recuerdo como se cogió a mi mujer no dejo de excitarme, escríbanme, comentando este relato.

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