Descubrí a mi hermana
Para que se callase le morreaba los labios y le metía la lengua. Mis sobeteos parecían estar funcionando, pues mi hermana gemía cada vez más. En una de estas me levanté y me quité la camisa. Luego me desabroché el pantalón y los bajé. Fuera el calzón rápidamente. Vi cómo la mirada de mi hermana se salía de sus órbitas...