El regalo: Un antes y un después (Vigésima quinta parte)
—Y entonces Rocky… ¿Tu suegra te quiere? —Si claro, a su manera. Le respondí. —Lejos y preferiblemente… ¡Muerto! Jajaja–. Y nos echamos los dos a reír, hasta que se nos cansaron las mandíbulas, nuestros lagrimales secretaron tan vasta humedad, que concluimos enroscado...