El placer de ser seducida y que te conviertan en una princesa (2)
Me tomó de la mano y paseamos desnudos por su apartamento. Su miembro, enorme, se columpiaba como trompa de elefante de un lado a otro de sus piernas. El mío, como siempre, era apenas una miseria que se escondía. A cada paso, me vi y sentí más hermosa, más mujer. Imaginé mis muslos y pantorrillas depiladas y torneadas, mis nalgas...