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Don Lito el portero y Marilina

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Don Lito es portero en un edificio desde hace más de veinte años. Conoce a cada uno de los residentes en el edificio y con algunos tiene más familiaridad que con otros. Hace cuatro años una familia vino al tercer piso, un matrimonio y su hija que en ese entonces tenía quince años. La chiquilla, rubia, muy bonita a esa edad ya se adivinaba que cuando creciera sería una belleza. Marfilina, que así se llamaba, ahora a sus 19 años era más que una belleza, era un espectáculo verla con su larga cabellera, su carita todavía aniñada y su cuerpo esbelto de piernas largas que llamaban la atención de hombres jóvenes y también no tan jóvenes. Incluso una vez, mientras Don Lito estaba en la puerta del edificio, Doña Margot una vecina, le comento viendo pasar a la chica cuando salía del edificio vestida con minifalda y una ligera blusa, "Que preciosura esa chica, lo que ha ser verla desnuda". Don Lito pensaba lo mismo, cada vez que la veía se excitaba, sabiendo que era un manjar que nunca probaría. Cuando la chica subía la escalera en shorts o en cortas polleras, dejando a la vista sus muslos y piernas, Don Lito no podía reprimir una erección. Se aliviaba masturbándose en su vivienda en el subsuelo del edificio, pensando como seria pasar sus manos por esos suaves muslos y comerse a lengüetazos esa conchita.

Una noche algo extraño ocurrió. Estando Don Lito de guardia, vio llegar a Marfilina, vestida tan sensual como siempre con una minifalda y una remera. Venia acompañada de un señor mayor, canoso y alto que Don Lito no reconoció. La chica al pasar le dijo "Hola Don Lito" a lo que el portero respondió "Hola nena" y subieron por la escalera. Sintió una punzada de celos, no le conocía ningún novio a la chica y además ese hombre era muy mayor para Marfilina. Debería de tener como 45 o 50 años, debería de ser algún pariente, un tío quizás, pensó para consolarse.

Pasado un buen rato, cuando ya estaba para retirarse a su vivienda, Don Lito sintió unos extraños susurros y vagos gemidos en el descanso de la escalera. No reprimiendo su curiosidad, subió sigilosamente los escalones hasta el primer descanso y en la penumbra quedo sorprendido por lo que vio: Marfilina estaba apoyada contra la pared, su minifalda estaba subida hasta la cintura y el hombre canoso la estaba manoseando mientras la besaba ardorosamente a lo que la chica respondía.

Al principio no supo que hacer, pero luego decidió, guiando su mano hacia el interruptor de luz del palier, encenderlo. La luz se hizo de golpe en el lugar y el hombre canoso, sorprendido, dejo de manosear las piernas de la chica, se volvió, miro al portero y sin decir nada emprendió la huida por las escaleras hacia la planta baja. Don Lito miraba a la chica que se arreglaba como podía la pollera, miraba hacia el suelo y también, sin decir nada, se dirigió presurosa escaleras arriba hacia su apartamento.

Luego de este episodio, varios días pasaron sin que el portero viera a la chica, pero su retorcida mente empezó a tramar un plan para tratar de conseguir los favores de Marfilina, después de todo si un viejo la había manoseado porque no podría hacer lo mismo, la chiquilla no era ninguna santita y quizás su plan le diera éxito, con probar no perdía nada.

Esa tarde, casi de noche, la chica entro al edificio, como apresurada y sin saludar a Don Lito. El portero la llamo, le dijo "Marfilina, tengo que hablar contigo". La joven se detuvo, sorprendida y le pregunto sobre que quería hablarle. "Sobre lo que paso el otro día, estabas en el primer piso con un desconocido a los apretones". "No era un desconocido, era un profe que me trajo a casa y a Ud. no le importa" dijo desafiante.

Don Lito le contesto, calmadamente "Todo lo que pasa en el edificio me importa, si algún vecino te hubiera visto, me podrían echar, por culpa tuya me estoy jugando el trabajo. Le voy a decir a tus padres" al escuchar esto, la chica quedo desarmada, su aire desafiante se borró y dijo quedamente "No, por favor, no le diga nada a mis padres" "Se lo pido por favor" insistió la chica casi llorando.

El viejo portero se dio cuenta que su treta estaba funcionando. "No sé, te conozco desde chiquita, pero no me puedo jugar el empleo".

Marfilina volvió a decir, "No le diga nada a mis padres, por favor, sea bueno Don Lito".

"La verdad que no se, ahora tengo que trabajar, mejor vení a mi apartamento más tarde y lo hablamos" dijo el caliente viejo mirando con intensidad a la pendeja.

Marfilina percibió la intención del portero, pensó "Que querrá este viejón verde" se mordió los labios y termino diciendo "Bueno, Don Lito, más tarde lo hablamos, pero por favor no diga nada" Se dio vuelta y se fue, dejando al portero extasiándose con la vista de sus piernas y nalgas sabiendo que la estaba mirando.

Don Lito esperaba en su vivienda, en el subsuelo del edificio. Se había puesto una vieja bata y nada debajo y estaba seguro que la chica vendría. Se había tomado un par de tragos y estaba bien excitado, deseando tener en sus manos a tan espectacular pendeja.

Sintió unos leves golpecitos en la puerta y una vocecita diciendo "Don Lito, soy yo, Marfilina" el viejo abrió la puerta y allí estaba, la nena por la que tantas pajas se había hecho y no pudo evitar una erección. Pasa, nena, le dijo. La chica estaba con una minifalda blanca y una remera también blanca, deslumbrante como siempre.

La llevo al interior, donde había una sala pequeña y le dijo si quería tomar algo, la chica le dijo que no y le pregunto" Don Lito, ya se decidió sobre lo que hablamos hoy?" Estaban parados frente a frente, el viejo no podía creer que tenía esa belleza al alcance de la mano pero no quiso apresures y le dijo "Mira, yo no quiero decirles a tus padres pero me estoy jugando el empleo"

Marfilina le dijo "Por favor sea bueno" y entonces el viejo no se aguantó y le dijo "Si yo soy bueno y no digo nada vos también tendrías que ser buena conmigo"

La chica dijo "Y en que puedo ser buena con Ud.?" pregunto aunque ya lo presentía.

"Solo quiero sacarte la pollerita y tocarte las piernas un rato" dijo el caliente viejo y mientras lo decía se le llenaba la boca de saliva.

La chica se mostró sorprendida "Don Lito, porque me quiere hacer eso, y como sé que después no va a querer hacerme más cosas?"

"Solo quiero tocarte las piernas, si sos buena yo también soy bueno" dijo el portero que ya sentía su verga querer salir de la bata.

"Está bien, pero solo eso, me promete Don Lito?"

Si, nena dijo el portero y tomándola de un brazo la hizo seguirle hasta el dormitorio. La chica se resistió al principio, "Para que me quiere llevar al dormitorio" "Para estar más cómodos aquí, nena". En el fondo del cuarto había una cama, el viejo llevo a Marfilina hasta el borde de la cama, la chica veía el tremendo desorden que allí había, ropas tiradas por todos lados y latas de cerveza por doquier.

Le dijo "Quédate aquí parada mientras te saco la pollerita" y se sentó en la cama con la chica parada frente a él. Con sus manos temblando por la excitación busco desabotonar la pequeña falda y luego bajo el cierre para bajarle la prenda, la chica ayudaba moviendo alternativamente sus piernas hasta que la pequeña pollerita llego hasta el suelo. Las manos del portero se apoderaron de cada muslo y empezaron a acariciarlos, sintiendo la suavidad increíble, subía y bajaba sus manos con la cara desencajada por el deseo. Marfilina empezó a sentirse contagiada por tanta calentura y manoseos, levanto apenas una pierna y puso un muslo a la altura de la cara del pervertido viejo. Le dijo "Le gustan mis piernitas, Don Lito, son lindas?" Don Lito acerco su cara a la pierna que se ofrecía y empezó a lamer el muslo de la chiquilla mientras sus manos seguían apretando y sobando, una mano se deslizo por la parte trasera del muslo y llego hasta la nalga carnosa de la chica. El viejo chupaba con frenesí la suave carne de sus muslos mientras afiebrada mente veía que la chica tenía una pequeña tanga blanca cubriéndole la conchita de la que sobresalían algunos vellos rubios. Llevo su cara hacia el encuentro de las dos piernas y la chica empezó a estremecerse cuando sintió una lengua pasar por encima de su tanguita y buscarle la conchita.

"No Don Lito, me dijo que solo quería tocarme las piernas" y quiso retirarse pero las manos fuertes del portero la retuvieron y con la boca chupeteo por encima de la tanga la deliciosa conchita que estaba empezando a mojarse El viejo verde estaba fuera de sí, tomo a la chica por las muñecas y la obligo a acostarse en la cama. Le levanto la blusa y busco las tetas, las apretó enloquecido por lo duras y redondas, se echó sobre la chica que ahora gemía por la brutalidad del viejo-

Le subió hasta el cuello la blusa y empezó a chuparle un pezón, Marfilina se quejaba pero a la vez la brutalidad del viejo la excitaba, sentía el duro bulto del viejo frotándose contra sus piernas mientras la tocaba y chupaba por todos lados. El portero en el clímax de la calentura, se desprendió de la bata, le quito de un tirón la minúscula tanga y se puso a chupar como un obsesionado la encharcada conchita de esa pendeja, que tantas veces había querido chupar.

Marfilina disfrutaba y gemía de placer, separaba sus piernas para facilitar los lamidos del portero, se mojaba toda y la calentura del viejo la contagiaba, estaba por tener un orgasmo y se movía sin control, lo único que quería era que esa lengua entre sus piernas no se fuera nunca.

Don Lito se dio cuenta que no podía demorar más en cogerse esa pendeja, se levantó y con un a mano guio su dura verga hacia la encharcada conchita de Marfilina, con la otra mana tomo de la cadera a la chica para levantarla apenas de la cama y favorecer su penetración. Con una embestida la penetro y siguió penetrándola mientras resoplaba hasta sentir que se la había metido toda adentro. Empezó a moverse suavemente y luego más enérgicamente y se dio cuenta que estaba cogiéndose a la pendeja más rica del barrio, la que todos quisieran cogerse y la chica disfrutaba gimiendo y resoplando bajo el, siguiendo sus embestidas los dos acompasados en sus movimientos. Llego un momento en que ya no pudo contenerse más y eyaculo dentro de la chica emitiendo un gutural resoplido. Siguió montándolo hasta que sintió totalmente fláccido su miembro. Se retiró a un costado, vio a la chica todavía gimiendo agitada y se metió entre sus piernas recomenzando a chuparle la concha, ahora totalmente mojada y siguió por largos minutos hasta que vio a la chica exhalar un suspiro mientras se arqueaba en la cama y supo que había tenido un orgasmo.

Después de unos minutos, tanto Don Lito como Marfilina se habían repuesto. La chica, como avergonzada, busco sus ropas y se vistió. Don Lito la miraba incapaz de creer todavía que se había cogido esa monumental pendeja. Antes de salir del cuarto, la chica dijo "Acuérdese, Don Lito, me prometió que no le iba a contar a nadie "No te preocupes, no le voy a contar a nadie" dijo el portero" mientras la veía salir del cuarto.

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