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Domando a la yegua de mi hijastra

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Eran las 4 pm, ya sabía que el vuelo había arribado por lo que pronto volvería a ver a mi hijastra, la Monita, como llamaba de cariño, quien venía a terminar su último año de secundaria. Hacia algunos meses no la veía porque se encontraba con su familia materna mientras nos organizábamos con la mamá, pero había llegado el momento oportuno de vivir todos juntos. Sin embargo dudé ese mismo día al verla, pues la Monita ya con 19 años, estaba hecha toda una mujer muy alta ella 1.76 cm., de pelo largo de color castaño claro rizado, también observé así por encima que contaba con un muy bonito cuerpo y su cara bonita que siempre había tenido, pero mi duda era porque sería difícil de pronto cuidar a una chica tan bonita, pues tenía pinta de reina modestia aparte!

Pasaron los días y la verdad yo no pasaba mucho en casa por estar trabajando por lo que mi señora se encargaba de todo de la casa y hasta el momento mi relación con mi hijastra no era cercana pero cordial pero un día fueron unos amigos a casa para jugar un poco de póker y conocieron a la Monita por unos segundos que paso a llevarnos unas cervezas a la sala pero esos segundos basto para que mis amigos me hicieran el comentario; “Tremendo percherón” refiriéndose al tamaño de la Monita pero también comentaron; “Mucha hembrononon” “Va tocar regalarle la silla y los estribos” lo cual causo gracia a todos comenzando reír.

Lo cual realmente me molestó un poco, pero no le presté mucha atención y seguimos jugando como si nada, para la noche ya cuando mis amigos se habían ido mi señora me pidió el favor de subirle la comida a la Monita al cuarto lo cual hice inocentemente y al entrar a su cuarto ella estaba en piyama corta sentada encima de la cama con las piernas recogidas las cuales fue inevitable detallar pues veían unos muslos grandes carnosos como dos jamones que provocaba echarle muela, pero pude controlarme de tal forma que no me viera morboseando sus muslos la Monita.

Salí entonces del cuarto, pero ya con mi cabeza trastornada no solo con lo que había visto sino con los comentarios de mis amigos y reconocí que tenía razón diciéndome mentalmente; “Que patotas de yegua”. Pero comenzaron mis problemas, esa noche no dormí, ya sentía la necesidad de verla por lo que al día siguiente llegue más temprano valiendo la pena porque la vi llegar del colegio con su uniforme de camisa, chaqueta y medias blancas acompañada de una falda azul oscura que dejaba ver ya sus encantadoras piernotas y que no había disfrutado hasta entonces.

Pero lo mejor estaba por venir pues verla sentada en el comedor fue nuevamente antojarme de sus muslos enormes mientras mi señora nos servía la comida, luego se me hizo agua la boca cuando la veo recostada en el mesón de la cocina mientras conversaba con su mama pues esa pose me calentó por ver esa cola paradita ahí apenas para levantarle la falda para un gozo, pero por respeto a mi señora di media vuelta y un duchazo de agua fría me quito la calentura por un rato porque en la noche daba vueltas fantaseando con la Monita.

Y cada día que pasaba era más las ganas, ganas que solo alimentaba mirándola morbosamente pues ya no me provocaba estar con mi señora, hasta el punto de que un día me levanté después de media noche cuando mi señora estaba completamente dormida al cuarto de la Monita el cual entre sigilosamente y con mucho morbo le fui quitando las cobijas que la cubrían para con mi linterna alumbrar y deleitarme con su piernas un rato pero eso hizo que por primera vez me fuera al baño no a ducharme sino a masturbarme a nombre de la Monita lo cual me hizo bien por esa noche.

Así lo repetí un par de ocasiones más mis acciones como también mis pajas, lo que era evidente que no calmaba mi deseo por la Monita, al contrario cada día era más soñando ya con penetrarla siendo solo cuestión de oportunidad para que como felino asechara la su presa, y esa oportunidad se dio, mi señora había salido y yo había quedado solo en casa preparando las riendas para domar mi yegua, entonces escuche la puerta la Monita yo estaba esperándola en el comedor sentado esperándola en pantaloneta ella me saludo y siguió a la cocina para prepararse algo de comer mientras tanto prendí el equipo coloque la canción; “La Gasolina” a un alto nivel me dirigí entonces a la cocina con un par de esposas espere que se acercara al mesón y desprevenidamente me le abalance sobre la Monita para esposarla al mesón y a pesar que forcejeo en segundos logre que quedara con los brazos esposados hacia el mesón boca abajo dándome la pose que tanto deseaba doblada y con la cola parada lista para ser clavada, la Monita por su parte se alteró comenzó a gritar pero la música obviamente no servía de nada por el contrario me excitaba más por el hecho de domarla, para ese momento su falda azul me separaba de ver por completo sus piernas, sus mulos y sus caderas pero igual me doy gusto manoseándola deteniéndome en sus muslos para agárraselos con intensidad y deseo mordiéndolos saboreándolos solo provocándome más.

La Monita comenzó a pedirme; “Andrés por favor, no lo hagas. Suéltame!”. Pero yo poseído por el deseo y la lujuria que me despertaba verla allí amarrada como potra den el establo apunta de ser montada y no haciendo caso a sus suplicas me quite la pantaloneta ya mi verga estaba lista firme como vara de hierro, le quite sus pantis mas no la falda solo se la levante y se lo mande su primer envionazo accediendo a la Monita con todo mi vigor sacándole un grito a la Monita tal vez igual de profundo como mi verga entro en ella; ”Andrés nooo auch!!!”. Y empecé a enérgico a pujar, y pujar mi verga dentro de ella mientras la Monita decía: “Para Andrés, basta! Bastaa...!” pero yo estaba dichoso montado en ella, le arranque su blusa desesperado manoseaba sus pechos mientras literalmente la perforaba a placer dándome el gusto de seguir el ritmo de la música, poco a poco observo que ella estaba sometiéndose decido entonces soltarla pero aprovecha la Monita para zafarse haciendo que la corretearla por la cocina, la sala hasta llegar a mi cuarto donde nuevamente la agarro la Monita como potra desbocada y algo de bravía me golpea y forcejea conmigo pero yo la someto con fuerza y la logro dominar poniéndola en cuatro patas para montarla como se debe y salvajemente vuelvo a introducir mi verga en la Monita y nuevamente empiezo a pujar una y otra vez con el fin de dejarle claro quién sería su jinete por lo que le decía; “Monita soo! Quieta yegua, quieta yegua!” y seguía castigándola sin piedad hundiéndole y enterrándole mi verga en ella hasta que como jinete la tome de su cabello con mi mano derecha y con potencia empiezo a soltarle chorros de mi semen asegurándome no solo mi gozo sino que mi eyaculación llegue a lo profundo de ella y lo sienta que fue evidente porque su rostro que se reflejaba en el espejo del tocador observaba que de su boca abierta salían sonidos que parecía gemidos de orgasmos, pero para mí era como le decía a la Monita; “Relincha, relincha yegua que ya eres mía” y veo con asombro que los ojos exorbitados ya de la Monita se blanquean había sido DOMADA sumisa dejo que terminara desgastado recostándome en su espalda o lomo mientras lentamente le sacaba mi verga de dentro de ella.

La monita estaba domada.

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