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Una perra a su servicio

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Digan lo que digan y hagan los estudios que hagan, los maricones siempre queremos verga. Sin enculada no hay placer.

La primera vez que me dieron por el culo no estaba preparado pero sí muy arrecho. Dolió no lo voy a negar pero la verdad, me enloqueció. Tenía 18 años, sabía perfectamente que me iban los hombres y me dejé coger por uno de 34, me doblaba en edad y lógicamente en rabo, el suyo era un tremendo mástil, venoso y de capullo súper gordo que el simple roce en mi entrada me hacía temblar.

Hay hombres que sencillamente te fascinan con solo verlos, los hay que su olor te hipnotiza, sus gestos, su sonrisa, su mirada. A mi me gustan mayores, maduritos descomplicados que lo único que buscan es usarte, echarte uno o varios polvos y satisfacernos mutuamente, nada de compromisos ni cosas raras, aunque si de rarezas hablamos...

Mi nombre es Marcos, tengo actualmente 29 años, trabajo en una empresa hotelera y soy un jefe intermedio, sobre mi hay superiores y claro, a mi cargo llevo subalternos y tanto en los de arriba como en los de abajo hay homosexuales como yo. He ligado en ambos bandos, me han follado bien y duro, he comido de todo hasta hartarme. Allí conocí al que es mi macho oficial y con quien mantengo una relación poco usual.

Tengo una fijación por el travestismo un poquito enfermiza. Me encanta vestir de mujer y tener sexo como una mujer, cuido mucho los detalles, suelo maquillarme muy bien, tengo pelucas variadas, uñas y pestañas postizas, ropita muy sexy, en fin, lo que toda cross o sissy debe tener en su armario para transformarse en una bella muñequita con el fin de ofrecerse a su hombre para la labor "conyugal". Mi "marido" es bastante liberal (nos pertenecemos exclusivamente cuando estamos amarrados) y por lo general ligamos con otros chicos juntos o por separado obviamente con las debidas precauciones, pero abiertamente tenemos sexo con quien nos apetece tenerlo.

Hace un mes llegó un huésped con el que tuvimos ciertos problemas y tuve que hacerme cargo yo. Finalmente lo llevé hasta su suite y una vez dentro muy educadamente me pidió algún contacto de amantes de compañía. Con cortesía le pregunté el tipo de persona que deseaba y me soltó que buscaba un chico como yo, que era gay activo y dominante y que estaba dispuesto a pagar muy bien por el servicio. En mis ojos se dibujaron los signos de dólares y sin pensarlo me ofrecí. El señor sonrió con sorna y dando un paseíllo a mi alrededor me dio una cachetada en todo el culo a la vez que medía mi masa glútea con su grandiosa mano. Frente a mi me tomó de la barbilla y clavó sus negros ojos inyectados en sangre en los míos, con su mano libre bajó su cremallera y sacó por el agujero de sus pantalones un tarugo descomunal que me lo hizo agarrar pero no verlo. Al tacto aquello tenía un grosor imposible, lo calculé con el diámetro de una lata de refresco. "Eso" fue creciendo en mi mano y mi ansia de ver lo que tocaba me estaba matando. Su olor me encantó, todo él olía a miel quemada, mi perfume preferido. Se la masturbé suavemente sin dejar de mirarlo. Amo la verga de mi marido pero ésta bien podía adorarla por el resto de mis días.

Su virilidad creció lo suyo y ya empapadito como estaba le pedí -supliqué creo yo- dejármela chupar, quería mamar esa belleza, pero él, seco y firme me la retiró y se la guardó. Entonces soltó mi barbilla, se dirigió hasta su maletín y sacó un fajo de billetes y un sobre. Tomó la mitad de ello y me lo extendió junto a dicho sobre.

-Esto -dijo con seriedad- es apenas una parte. Si te comportas como una buena putita esta noche, me satisfaces como debes y te comportas bien, lo que te espera es una buena propina. Me invitó a salir citándome a las diez no sin antes recordarme que cumpliera al pie de la letra lo que estaba dentro del sobre...

No me gustó para nada su prepotencia y menos que me impidiera mamar su verga pero tenía en mi mano un montón de pasta que guardé celosamente en mi bolsillo junto con el sobre y tomando el ascensor me dirigí hasta mi oficina. Sin cámaras ni curiosos descansé la excitación y metí mano al "pago adelantado" y al sobre.

750 dólares. Uff!, estaba helado y tembloroso. Toda esa pasta como anticipo? Este tío estaba forrado o muy necesitado de culo. Abrí el sobre. Saqué el papel y acomodándome empecé a leer:

"Mi nombre es Laureano, tengo 54 años y soy colombiano. Mis gustos son bastante controvertidos y a muchos les resulta aberrantes, me gustan los chicos, me gustan pasivos y que sean muy sumisos. Estoy en viaje de negocios y necesito distracciones propias de alguien como yo, es por eso que lo que voy a "ordenarte" lo acates al pie de la letra, no me gusta perder el tiempo, no me gustan los reprimidos y si estás leyendo esto es porque aceptas de antemano mis condiciones. Valoro mucho los servicios que chicos como tú prestan a hombres como yo y sabré recompensarte como te mereces. Ante todo exijo discreción, es fundamental que seas muy discreto. Me gusta estar en intimidad con travestidos, es por eso que tu obligación será presentarte ante mi vestido de chica. Soy muy dominante por lo que debes obedecerme en todo momento y nunca hacer nada por tu cuenta, los detalles te los daré en cuanto estés postrada ante mi como debes estar a no ser que te ordene lo contrario.

Harás lo que yo te mande hacer. Consientes ser mi esclava y consientes que te haga lo que yo disponga. No hay vuelta atrás. A partir del momento en que estés a mi pies te referirás a mi exclusivamente como AMO. Te espero con puntualidad. Nadie puede enterarse de que eres un hombre y que vienes aquí”.

No pude reaccionar. Aquello me supuso enorme -como su verga- y complicado para llegarme hasta su habitación sin levantar sospechas y peor vestido de mujer. Era un reto que acepté a ciegas por el solo hecho de haber tocado algo que no sabía y de haber recibido dinero. Eran las tres de la tarde y empezaba a nublarse...

Continuará...

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