Nuevos relatos publicados: 0

Los gemidos de las lesbianas (3) Cap. 2: Extraña situación

  • 3
  • 8.279
  • 9,50 (2 Val.)
  • 0

Durante varios días no vi ni escuche a ninguna de las dos, pensé que ambas se habían marchado; aunque fuera cada una por su lado, me alegré por ellas. Si salían de esta comunidad en la que no eran bien recibidas serían más felices, aunque no niego; que las echaré de menos, supongo que no será mutuo.

Para ellas como mucho he podido ser el único vecino amable supongo, pero para mí ellas han sido mucho más; hemos sido una pareja de tres o al menos hacíamos el amor juntos indirectamente a veces, sin duda ellas han sido mi válvula de escape.

Una noche, veo a la lesbiana macho en un bar con otra chica tomándose algo, sonrió; me alegro por ella, solo quiero que sea feliz. Al llegar a casa la otra está subiendo con una chica rubia con cara de mala ostia, a fin de cuentas no me sorprende; la saludo a ella, y ella contesta bajito, pero su ‘amiga’ no. Seguramente le habrá hablado de sus vecinos, pero de mi no abra dicho nada; porque a fin de cuentas ¿que soy? ¡Nada! Nada para ella al menos.

Subo cabizbajo en el ascensor con ellas, pero ninguno decimos nada; yo pienso en los momentos que pasamos juntos y separados al mismo tiempo, mientras huelo sus perfumes. Cruzo los dedos para que una tipa como esa, que aunque esta tan buena; es muy saboria y no me gustaría que fuera su siguiente pareja.

De repente de reojo veo que ambas se miran a los ojos, asienten; me miran de reojo y se miran a los ojos, mientras se lanzan la una contra la otra a besarse con pasión. Me quedo tan estupefacto que no me puedo mover, solo mis ojos recorren la escena para grabarla en mi memoria; mi boca se abre más de lo que acostumbra y trago con dificultad, mi miembro empieza a reaccionar ante la escena y me ruborizo inevitablemente. Pongo las manos delante para disimularlo, evitar roces en algo erecto porque el ascensor es algo estrecho y un poco incómodo; para hacer algo así, delante de mí.

Se besan cómo si llevarán años deseándolo, se tocan cómo si estuvieran explorándose por completo; meten sus piernas entre las piernas de la otra para rozarse y sentirse, mis ojos han seguido el camino de la boca y se abren de par en par. Cuando el abrupto parón del ascensor y el pitido de final de trayecto hacen su entrada en escena, el ambiente ya huele a flujo de dos mujeres distintas; sus jadeos son audibles y ellas se separan cómo si estuvieran pegadas con pegamento, costándole trabajo y muy despacito.

- ¿follamos? - pregunta la rubia

- si, por favor - pienso tan excitado, que en cuanto me la saque y me la toque; me voy a correr.

- sí, claro; adiós vecino. - dice con retintín mi vecina lesbiana y una mirada con disimulo se le escapa, a lo que yo ya sin éxito alguno consigo tapar; sonríe y entran en su casa entre risitas.

Entro en mi casa cuando el temblor de las manos me lo permite, dejo todo a un lado de cualquier manera; me saco el miembro mientras ya escucho los gemidos de ambas, empiezo a tocarme lentamente sabiendo que esta vez no durare mucho... pues estoy demasiado caliente, cierro los ojos; imaginando la escena del ascensor y boom, me voy con un gemido tosco ahogado. Ellas siguen con su polvo, pero ya no me importa; igual que se ha ido mi estrés y mi semen; se ha ido mi excitación, tras recoger eso voy a relajarme un poco.

Esta vez si lo hubiéramos hecho realmente las hubiera dejado insatisfechas a ambas, aunque bueno; creo que aún me quedan balas en la recamara y más después de un espectáculo entre dos jóvenes y atractivas mujeres.

Preferiría que tuviera otra pareja, pero no soy nadie; para interferir en su relación, porque creo que simplemente les pone provocar.

(9,50)