Nuevos relatos publicados: 13

La lasciva vida de una maestra de escuela (Parte 5 – Final)

  • 22
  • 12.898
  • 9,50 (14 Val.)
  • 0

Un negro en mi vida.

Con 66 años, viuda desde hacía cinco años y con mi Alberto sin entrar en mí por razones obvias, casado y lejos de casa, tomé una determinación categórica. Si una cosa me había enseñado la vida era que ‘La edad no importa para lograr tus objetivos’, por tanto no existe la edad para saber que es un orgasmo con un negro, porque dicen que… ‘Una mujer no está completa hasta que un negro te la meta’, y yo quería saber qué se siente al tener uno dentro de tu cuerpo.

Viuda de mi amado pero zafio e impotente Eduardo desde hace la friolera de doce años y a punto de la jubilación, me propuse llevar a cabo esa idea que me rondaba la cabeza desde hacía meses… No quería irme a la tumba sin cumplir dos de mis sueños más deseados… Uno era fumarme un porro, y el otro acostarme con un negro.

Pido disculpas si alguna persona de edad se siente avergonzada con mi lenguaje, pero soy una mujer directa que ha aprendido a luchar por lo que desea. Del mismo modo pido disculpas a todos aquellas personas de color que se pudieran sentir ofendidas pero no es mi intención faltarles, todo lo contrario, alabar las dotaciones que la naturaleza les ha otorgado en su anatomía.

Descubrí que acariciarme a mí misma en mi clítoris no me llevaba al goce de antaño, aunque lo combinase con el gran falo negro que me regaló mi esposo, el llamado Alex, esos orgasmos clitorianos no era ya suficiente. Desde que me abandonó casi totalmente mi hijo, a partir de ahí fue un no parar, casi podría decirse que era una yegua jovenzuela en busca de semental para que me cubriera y eso que estoy seca por dentro desde hace muchos años, lo que no significa que por el hecho de que haya nieve en lo alto del horno, no haya brasas en el interior y vaya si las había.

Gracias a los conocimientos de internet que mi chico me enseñó, me puse a buscar a ese morenazo que me quietase las telarañas del chocho, lo he hecho a través de una página de acompañantes… Las TIC’s me ha abrió mundo desconocido, ya no solo para conocer mi cuerpo sino también para estar al cabo de la calle de lo que pasa en el mundo y ampliar el círculo de personas conocidas. Una vez decidí llevar a cabo mi plan, busqué en muchas páginas de Internet de contactos sin saber si lo que encontraría sería lo que deseaba o no, como una ya es “abuela” y con el colmillo revenido, antes me di de alta en foros para saber cómo debía buscar y hallar lo que necesitaba, no fue complicado pero si laborioso, seleccionar un “semental” negro que me diera placer al principio fue una locura, de haber hecho caso a todo lo que decía en las fotos o anuncios hubiera sido de locas y al final me di de alta en un portal de citas de pago y busqué entre todos los candidatos.

Sobre una lista de cerca de cien seleccioné sólo a tres y rápidamente les envié un pequeño correo a modo de formulario, no era complicado…, les preguntaba si querrían fumarse un porro conmigo y si luego me querrían follar (a pelo preferiblemente, esto no siempre los atrae), como soy muy honrada les dije mi edad, les mandé una foto y les pregunté sus tarifas… esperé a sus respuestas ansiosa. Casi al borde de un colapso porque no sabía si responderían me preparé, reconozco que quería ser sincera, en mi foto podían ver a una mujer de 1.65, es decir alta para mi generación, de 58 kilos es decir que muy bien porque me cuido, no como a otras que le cuelgan las pieles de los brazos y sus muslos, yo lo luzco tersos y firmes aún.

Mis tetas son grandes y hermosas, caídas pero tersas en la medida que se lo permite el peso de la gravedad… no las tengo hecho un estropicio y no lucen demasiado mal. A primera vista, debía depilarme integra por primera vez en mi vida para esa ocasión, cosa que pensaba hacer porque había leído que se sentía más, a todo ello lo acompañaba con unos ojos color miel y un cabello teñido de castaño porque una es madura pero no quita que sea muy coqueta.

A los tres días recibí la primera de las respuestas y dos días más tarde la otras dos, una de ellas la desestimé o mejor dicho, me desestimaron a mí por ser demasiado mayor para ese formidable macho que había seleccionado, pero tampoco me importó porque de las dos que si me respondieron las dos me satisfacían, me propuse decidirme por cuál de los dos y tras pensarlo creo que no más de medio minuto opté por el más “Grande” de los dos pensando que sería una garantía de un mejor sexo, quizás equivocada pero mi Eduardo me dejó el bolsillo… el dinero no era un problema en mi vida, mi esposo me dejó la cuenta corriente bien cubierta y esta ocasión valía la pena… una alegría es una alegría, ¡Madre mía si mis hijos me vieran! Prefiero no pensar en ello, sobre todo en Alberto, aunque parte de la culpa la tiene él por abandonarme por Daniela y dejarme sin mis dos o tres orgasmos semanales.

El elegido era Barack, un morenazo de 1,80 y que en canal como un cochino en la matanza pesaría 85 kilos de hombre fibroso y musculoso, negro azabache casi azul dotado como nunca pensé que un hombre podría estarlo. No sabría decir cuánto le medía la verga, pues yo mido en palmos o con el metro de coser y en la foto puesta hacia arriaba a Barack le pasaba el ombligo, ¡Uys, perdonar a esta vieja que se sobresalta pensando en ese tremendo mostrenco de cipote!

Le di el visto bueno y le pedí el favor que accediera a traerme un porro para que me lo fumara con él, Barack no se extrañó de mi rara petición y me dio su dirección y su tarifa. No sé si sería su costumbre pero me dijo que él me invitaba a tan divertida sugerencia y a su vez yo le dije que me sentiría más cómoda y segura en mi casa…, le facilité mi número de teléfono y acordamos la fecha, el sábado siguiente a las 20:00 horas le esperaba en mi casa. ¡Vaya nervios, me temblaban las rodillas! En fin, ahora os cuento como fue mi cita… Unas horas antes en el día previsto, me di un baño relajante y procedí a usar crema depilatoria por las partes de mi cuerpo que pensé que debía usar, imprudentemente no la puse antes sobre mi piel para comprobar si me quemaba o no pero la fortuna me sonrió y no tuve sobresaltos, con la máquina de afeitar de mi difunto Eduardo apuré los pelillos que pude con un pequeño espejo y me puse lo más guapa que sabía… el resultado es que parecía al menos una muy atractiva mujer de cincuenta o menos, no recurrí a colores de mujer de mala vida porque me parecía demasiado atrevido pero si a un vestido de lino blanco que me resultaba coqueto y sensual a la vez.

Nerviosa como estaba, me senté a esperar y mi ansiado Barack llegó con algunos minutos de retraso… bueno, la espera valió la pena, muy atento Barack se disculpó y me trajo un clavel a modo de presente, nos dimos dos besos en la mejilla, casi me pareció tierno sabiendo que en unos minutos se iba a estar follando a esta señora, e incluso metiéndome la polla por mi boca, pero fue cortés según las reglas de una sociedad civilizada occidental. Sin más preámbulos le hice pasar al salón a la vez que le preguntaba si deseaba tomar algo.

-“Hola, soy Barack, ¿eres Ana?”

-“Si, pasa, Dios mío que hombretón, pasa no te quedes fuera”.

-“Que sorpresa, eres más guapa que en las fotos”, dijo de forma zalamera, ese truco era demasiado viejo pero me gustaba, me hacía sentir vanidosa.

-“Eso se lo dirá a todas”, dije coqueta. “Toma esto es lo que acordamos, comprueba que esté bien, ¿quieres tomar algo?” Dije mientras le daba el sobre con la cantidad acordada sin caer en que semejante hombre podía darme un golpazo, robarme la casa entera y violarme si le daba la gana.

-“Si tienes agua fría me viene bien, pero si quieres que compartamos juntos ese “encarguito” un poquito de ron solo nos vendría mucho mejor”, dijo con una sonrisa que dejaba ver unos dientes blancos como la nieve y unos labios carnosos que ansiaba que me besaran.

-“Ahora la traigo, siéntate y ponte cómodo corazón”.

Me fui a la cocina a la velocidad de un galgo y cuando volví con el ron, dos vasos y el hielo, Barack me esperaba con un par de cigarrillos liados sobre la mesita del salón. Me senté a su lado y poniendo su mano sobre mi rodilla, me dio un suave beso en los labios pillándome desprevenida pegando respingo… Ahora sí, eso estaba más dentro del orden de lo que significaba que ese negrazo estuviese allí. Me pilló por la sorpresa, una no está acostumbrada a eso eufóricos arrebatos masculinos de alguien desconocido hasta esos momentos.

-“¡Ay Barack, que sorpresa me has dado!”

-“¿Te he asustado? ¿No te gusto?”

-“Sí, sí, perdona, es que estoy muy nerviosa y nada acostumbrada a que un hombre se lance a por mí de esa manera a las primeras de cambio”.

-“Tranquila, no me como a nadie crudo…, pero me lo estoy pensando contigo…, lo haría muy despacito”, me dijo acercándose suavemente hasta ponerse frente a mí y volver a besarme de nuevo pero ahora de forma mucho más erótica.” ¡Vamos aprobar este porro que te traigo!, ¡¿no has fumado nunca antes?!”

-“Pues no, ni porros ni tabaco”.

-“Vale, pero no aspires muy profundo porque si no ahogaras, toserás y te dará un subidón que no te conviene” .Encendió el porro y dio una calada profunda y expulsando el aire al aire de una forma arrebatadoramente sexy y me lo pasó.

-“Recuerda, suave, no aspires demasiado fuerte”, y pasándome el porro dio un sorbo al vaso de ron que le había preparado. Di mi primera calada, un chorro de aire caliente me entró por los pulmones achicharrándome por dentro y me puse a toser como una tísica. “¡Cof, cof, cof!”

-“Ves, las prisas, no debes ser tan ansiosa”, dijo quitándome el porro de entre los dedos y acariciando mi espalda lo puso en un cenicero y me dio a beber de su vaso. Yo puse mis labios en la marca que él había dejado y bebí despacito, y ahora otro chorro ardiente me atravesó el gaznate.

-“¡Perdona a esta vieja!”, dije avergonzada

-“No te apures, mira yo creo que esto lo podemos dejar para luego, para cuando estés más relajada, ¿te parece? No es cuestión de edad… porque yo no veo ninguna vieja por aquí”.

-“Sí gracias por tu cumplido, me parece bien, estoy nerviosa como una niña el día de reyes, ¿necesitas algo antes de hacer…?”.

-“Casi nada, una toalla para darme un agua ligera… y acompañarte al dormitorio donde te veo en un abrir y cerrar de ojos”.

Nos levantamos y siguiéndome le llevé hasta el cuarto de baño donde le di una toalla limpia y me fui al dormitorio a esperarle. Sentí el ruido del agua caliente mientras abría el lecho donde había yacido con mi difunto Eduardo tantas veces dispuesta a ponerle unos cuernos en toda regla, donde mi hijo me folló tantas veces abandonando a su madre a azar de la aventura… Me desvestí pero quedándome en ropa interior y un pequeño camisón de noche porque me daba vergüenza mostrarme directamente en pelotas ante aquel adonis negro, siempre una mujer es más sexi por lo que no enseña que por lo que muestra. Dejé una luz de penumbra y cuando estaba retirando la colcha entró Barack en el dormitorio, con la toalla sobre los hombros y con su sexo al aire, ¡Uf que temblores, joder que genitales!, el estómago se me encogía como la primera vez que me atravesó mi primer novio… Aquella polla era más grande de lo que había imaginado.

-“Señora, está a tiempo de que me marche”. Debió de ver en mi cara algún gesto incoherente, de susto o desagrado, cuando en realidad era de encanto al ver tan esplendoroso ejemplar.

-“No Barack, quédate, eres un ser perfecto… solo que es la primera vez que lo hago después de enviudar… En verdad es la primera vez que lo hago con un negro de tamaña verga y quieras o no ese badajo impresiona sin estar en todo su esplendor”.

Y antes de que volviese a decir nada sus enormes y negras manos me atraparon llevándome hacia él y darme un beso en la boca en la que metió una cálida y húmeda lengua hasta lo más profundo de mi, su lengua roja me abrasaba tan cálidamente por dentro que casi me desmayo y sin percatarme que me cogía en volandas hasta colocarme sobre la cama aferrada a él como un perezoso a su rama.

– “No pienses en nada, déjate hacer, voy a tratarte como una reina, solo llegaremos hasta donde tú disfrutes”.

No dije nada y me dejé hacer, aquellas palabras me tranquilizaron mucho…, la polla de Ramón no alcanzaba los 20 cm y me pareció un falo tremendo, después descubrí el formidable monstruo ciclópeo de mi hijo Alberto de casi los 25 cm, pero Barack gastaba un mástil como verga que superba los 25 cm con rebose. Obnubilada por sus hábiles dedos me sacaron el camisón dejándome en bragas y sujetador, un conjunto negro que había comprado para la ocasión y que hacía un homenaje a ese cuerpo de atleta que me iba a poseer.

Su cuerpo desnudo se movía suavemente al lado del mío y colocado a mi lado me vi mirándome a sus ojos mientras sus manos me despojaban de toda la vergüenza que me quedaba… sin ropa interior. Mis manos seguían acariciando un palpitante pecho negro que parecía tallado en piedra y tomando mi mano derecha, la llevó hasta su fastuoso rabo negro zaíno, yo seguía nerviosa pero cada vez me movía con menos torpeza. Sentir su inmenso miembro viril en mi mano me dejó sin respiración, creo que Barack se dio cuenta y sonriendo maliciosamente besó mi cuello y empezó a acariciarme por todo mi cuerpo muy sensualmente… creo que hasta la sombra que hacía mi cuerpo en el lecho, porque me sentía llena de él. Sus carnosos labios me comían tanto por dentro como por fuera y ya solo podía guiarme por lo que sentía mi piel porque mis ojos estaban cerrados a ver pero completamente abiertos al placer. No sé si el poco alcohol que había bebido o la calada al porro que había dado pero me vi clavando mis dientes en el hombro de Barack como una leona. Se movía como todo un semental debe cautivar a una hembra, Barack parecía saber todo lo que yo quería, cuando lo quería y donde lo quería.

Sus dedos se movían con una delicadeza absoluta, acariciando mi piel que se erizaba de placer con solo imaginar que me iba a tocar, su lengua leía los poros de mi piel y su tranca aumentaba de tamaño preparándose para penetrarme hasta mi alma, sin remedio le dejaría llegase a lo más profundo de mi útero. Abrió con dulzura mis muslos con su mano izquierda y mientras lamía mis tetas lengüeteando los pezones, estos se irguieron para que él se los comiese a mordisquitos tirando de ellos con los labios, me mataba de gusto el cabronazo pechos.

Entre tanto fue colocándose entre mis piernas cada vez más abiertas, mi coño abstenido de macho por tanto tiempo empezó a sudar, o eso creí yo al contacto con el pecho y abdomen de Barack que bajaba lentamente recorriendo mi torso besando mis pezones, mi ombligo, mi pubis recién arreglado. Cerré mis piernas en torno a su cuerpo en un intento de que no se escapara pero su fuerza me hizo desistir, tenía esa necesidad vital de ser poseía… que ese semental me gozara, que me atravesara y sentirle dentro de mí donde nadie ha llegado a estar alojado…, pero Barack debía saber que era mejor esperar un poco más y posó sus labios sobre los labios de mi vagina, su lengua pasó suavemente entre ellos, y por primera vez en mi vida supe lo que era realmente un “beso negro”, me habían lamido el ano unas cuantas veces pero su sabrosa y enorme lengua trabaja de otra manera…

¡¡Cómo podía haber vivido tanto tiempo sin disfrutar de semejante experiencia!!Esa lengua fue abriéndose paso poco a poco levantando cada rincón de mi vulva repleta de pliegues formados por mis labios externos y los carnosos internos de mi vagina, mientras sus dedos exploraban mi conducto uterino doblándose y retorciéndose dentro de mí. Su largo dedo corazón tocó algo dentro de mis paredes internas, y una oleada de placer me inundó por dentro, no sé qué era, pero un espasmo me subió por la espalda desde el chumino hasta mi cabeza, en un latigazo de algo más de medio minuto que me afectaba hasta los dedos de mis pies que se crisparon como si me hubiese dado un tirón estando acostada.

Barack sintió mi espasmo y bajó la intensidad pero sin perder el contacto con mi coño ardiente, poco a poco mi respiración fue calmándose sin saber que me había pasado, dónde me había tocado… mi pecho se iba relajando y mis manos que se habían aferrado a mis tetas apretándolas como para sacar de mis yermas ubres la leche que quedase, fueron aflojando su presión hasta soltarse y llevarlos a la cabeza de mi oscuro amante.

Pocos minutos más tarde Barack encontró algo que nunca sospeché que se pudiera excitar de esa manera, escondido entre los labios de mi vagina tocó el botón directo al placer que me volvió a estremecer por dentro, de forma distinta, más ardiente y el contacto de su lengua sobre esa parte de mí me estaba volviendo loca y eso que todavía no me había penetrado. Jugó conmigo, primero la punta de su lengua, la parte suave de su lengua, la parte áspera de su lengua… su lengua era ese pedazo de carne de Barack, creado para dar delectación. Me aceleraba el pulso, el calor interior… oleadas de placer me volvían a arrebatar, no podía comprender que me estaba pasando y que era eso que me hacía gemir como una gata en celo.

Mis piernas parecían tomar vida propia temblando cada vez que me tocaba con sus labios o su lengua, no era capaz de poder focalizar el gozo en un solo lugar porque sus manos me acariciaban hasta la entrada de culo. Daba lo mismo, no dio tiempo a que pensara en nada más porque esa oleada de placer que me había invadido como una condenada a la hoguera me volvió a llevar a un estado de ceguera absoluta y abandono de mí…, apreté mis manos contra su cabeza llevando la boca de Barack hacia mi chocho ardiente, que no me abandonase y por segunda vez me sentí húmeda y llena de felicidad, las sábanas de mi cama estaban siendo testigos de un combate que nunca antes habían visto porque mis encuentros con mi difunto eran nada más que un mero trámite de fecundación, y Ramón e hijo no eran Barack y sus comidas de coño nunca pudieron ser comparable a lo que yo estaba disfrutando ahora.

Creo que no dije nada, solo sé que me faltaba el aire, el placer me desbordaba y hasta mis orejas estaban tan sensibles que podía haber tenido un orgasmo con solo decir mi nombre esa noche mi deseado Barack…, convulsionaba haciéndome recorrer un torrente eléctrico que me estremecía cada músculo de mi cuerpo, no era posible controlar los esténtores que me producía ese orgasmo sumo, mi cabeza no se mantenía lúcida cayendo en la “dulce muerte” copada de dopamina.

Mi amante paciente levantó su mirada para ver cómo me estremecía pero que no decía nada, porque creo que no había nada que decir. Se puso a mi lado y puso su pierna entre las mías y me besó calmando mis ansias de aire, me insufló energía de nuevo con sus caricias a medida que recobraba el sentido, la ubicación y el delirio de notar a aquel semental… Se colocó sobre mí y cogiéndome por la espalda me incorporó hasta colocarme sentada sobre él, su maza negra inhiesta estaba pegada en mi coño, subiendo entre el poco espacio que quedaba entre su cuerpo y el mío mientras yo le abrazaba pegándome a él todo lo que podía. Sentía en mi abdomen la dureza y grosor de su falo palpitante y esperaba ansiosa sentirlo dentro en lo más hondo de mis entrañas dividiéndola definitivamente, ya no tenía miedo si me rompía partiéndome en dos o no, le quería sentir plenamente y no pensé en protecciones, la necesitaba de notar al natural, sentir como su orondo glande me abría las carnes de mi vagina sin condones ni protecciones vanas, ¿quién iba a pensar que me dejasen preñada a mis años? ¿Y eso de las ETS ya no le iba a dar importancia tampoco ahora en las últimas de mi vida…?

Cuando me elevó lo suficiente como para colocar la punta de su cipote en la entrada de mi vagina no pensé en nada, mientras me besaba con dulzura dejó que mi propio peso fuera la fuerza que me hiciese sentirle dentro de mí, un instante eterno de placer percibí que me partía por dentro alzándome en un vuelo genial hasta llegar a sentarme sobre sus muslos con pequeños sentones, uno, dos y tres… todo su miembro estaba dentro de mí hasta las pelotas, solo podía gemir, gritar y gozar, en tanto me empalaba hasta el estómago, con mis ojos cerrados y mi cabeza echada hacia atrás en una imagen de abandono total ¡Eran todo un poema!

Trotaba sobre aquel macho sacando y metiéndome todo el mástil desde la cabeza hasta sus fastuosos huevazos de toro bravo. Al cabo de un rato, Barack me cogió en volandas y me echó sobre la cama, ahora descargaba todo su peso sobre mí en la posición del misionero. Sin dudarlo me despatarré todo lo que pude para facilitarle la entrada, al tener total acceso le sentía cada vez más dentro…, comenzó un lento movimiento de sus caderas saliendo de mí y volviendo a entrar deslizando el mostrenco fielmente lubricado de brillante aspecto, mis piernas se aferraban y cada vez que llegaba hasta mí fondo uterino con su bálano, sus muslos chocaban con el interior de los míos en un ruido seco y febril.

Le envolví con mis brazos por su fibrosa espalda y con mis piernas bajo su terso y rocoso culo, lo cercaban para que no saliese hasta acabar con todo dentro de mí. El macho realizaba círculos de su cadera me estimulaban toda la vagina mi interior, al estar repleta de carne dura deformada por las inflamadas venas. Sacaba del todo su estoque y volvía a meterlo de un golpe, era un repertorio de doctor del sexo, mi boca entre gemido y gemido se encontraba de vez en cuando con la boca de Barack y mis uñas se clavaban en su espalda como una gata salvaje deseosa de más y más rabo negro. Esta vez el placer se hizo esperar un poco más, no sé si porque me descubrió partes de mi cuerpo que desconocía o porque yo misma me contuve, da igual, recuerdo que cuando empecé a moverme en la web de contactos todas las experiencias hablaban del tamaño de la verga, pero yo estaba descubriendo que Barack me estaba follando y dando amor hasta con las pestañas, todo su cuerpo me estaba dando placer, ya fuese con su precioso y enorme pollón, con sus hábiles labios o sus diestras manos… olía a macho transpirando testosterona por cada poro de su piel zaina, una dermis que lucía hermosa con la tenue luz que se reflejaba en cada forma voluptuosa de su musculatura incrementada en las formas marcadas por los contrastes ofrecidos por su sudoración.

La última oleada de placer de mi encuentro con Barack me estaba inundando, era más contenida, menos juvenil que las anteriores, mis manos acariciaban ahora su espalda con dulzura y notaban como él mismo se crispaba, sus músculos se volvían cada vez más duros, y mi memoria se acordó del torpe de mi difunto esposo. Comenzó a arreciar sus acometidas, más fuertes, más rotundas, más profundas y de mayor cadencia… y de pronto sus jadeantes embates acabaron en un bufido animal, al mismo tiempo que recaudo un largo y potente chorro de semen que me inunda por dentro, la presión era pasmosa al notarla tan clara y tibia… produjo un escalofrío en todo mi cuerpo con un espasmo en mi vientre al percibirlo.

El semental envalentonado no lo dudó e hincó su daga atravesándome hasta el estómago largando otro lechazo y otro más a cada clavada seca y profunda en mi útero… y así se concatenaron otros cuatro chorros de leche blanca caliente que me llenaba irremediablemente todo mi cubículo vaginal, haciendo que su polla descargara la tensión acumulada dándome tanta delectación como esperaba recibir. El “maromo” la clavaba a fondo eyaculando una incontenible e ingente cantidad de lefa africana como para preñar a diez yeguas… esos largos chorros de lefa espesa atoraban mi más profunda vagina, allí donde nadie puso su leche… prácticamente en el mismo útero. ¡De ser fértil mi útero me hubiese preñado con seguridad!

Cuando sentí su último espasmo, Barack se quedó dentro de mi resoplando como un búfalo mientras empujaba con fuerza tratando de atravesar mi cuerpo…, ese Adonis negro musculoso, de labios carnosos y cálidos me estaba saciando de todo lo que no había conocido en toda mi puta vida sumisa y renegada, ¡El negocio de contratarle me pareció una ganga! Solo sentir sus arremetidas ensanchando mi cerrado coño, valía la pena lo pagado, máxime saber que su cipote exploró lugares inhóspitos dentro de mi vientre, sin llegar a nombrar la sensación de hacerme sentirme hembra al llenarme de su blanca y espesa leche salvaje africana.

Con movimientos dignos de un felino de la selva se separó de mi sin perder del todo el contacto con mi cuerpo y sin dejar de mirarme, que escalofríos sentía cuando esos ojos me penetraban. Sonriendo volvió a acariciarme y besándome puso la palma de su mano sobre mi ardiente y mojado coñito y empapando su mano me sonrió y me confirmó que realmente me había tenido varios orgasmos. Discretamente se levantó y se dirigió a la ducha, pensaba que me iba a dejar en la cama para que disfrutara de lo que habíamos hecho juntos pero me tomó de la mano y me llevó a horcajas hasta la ducha con él mientras su lengua volvía a meterse dentro de mí…

Nunca pensé que pudiera ser mancillada tan dulcemente por un gran falo digno de una admiración, con la destreza de los que saben meterla complaciendo a la fémina por el agujero más ceñito de mi cuerpo… Llegamos a la ducha quiero besar paso a paso cada centímetro de su piel, el sexo es un arte, un arte delicado y de respeto, debes aprender a respetar el cuerpo del otro, su templo. Me gusta el sabor de sus labios, el olor de su piel, me excita pensar en el hecho de contemplarle desnudo en mi cama. Muy a menudo, ni yo contemplo ni doy argumento a mi necesidad de sentirlo, de sentir su espalda mojada mientras la rasguño o simplemente le abrazo para apreciarlo más cerca de mí.

-“Pasa que hoy quiero conectarme contigo, quiero que te dejes llevar por el morbo que a los dos nos excita… tocarte, sentirte, morderte, escucharte, solo eso quiero pensar, te veo y me siento bien, verte desnudo, rozar nuestras piernas”. Le digo ida de mí.

Que musculatura de infinita perfección captan mis ojos al observar el cuerpo desnudo de un hombre tan vetusto, ver sus brazos fuertes, sentir su abdomen, contemplar su falo majestuoso con absoluta precisión y saber lo mucho que puede hacerme sentir, transportarme a otro tipo de realidad, hacerme llorar, gritar, reír, cambiar mis estados de ánimo a su antojo, pero hacerme sentir bien.

-“Solo sé tú mismo y bésame, desgarra mis carnes y excítame, dime porquerías al oído, dime que te gusta, que quieres que te toque, que quieres que te haga y en ese instante cerraremos los ojos para sentirnos mejor…”

Cerré la puerta del aseo… me toma de mi cintura arrinconándome hacia la pared, me besa como me gusta, mi cuello empapado de tu saliva, y el tuyo empapada de la mía, mis manos halando su cabello y nuestras narices juntas.

-“¡Hazme sentirme viva y joven, hazme vibrar y vibra conmigo esta noche! No es tan difícil pasar un buen rato juntos”.

Mientras me besa mis tetas con una sutil delicadeza de su lengua, con mis ojos cerrados me concentro en sentir, su lengua misteriosa que se encarniza en mis pezones, mi vagina lubrica y mi respiración aumenta, quiero complacerle y busco la forma de excítale cada vez más, toco tu verga fastuosamente erecta… está tan dura que tener sexo anal se nos facilita, lo masturbo y lentamente muerdo sus labios, abro mis ojos y miro los suyos algo sorprendidos, sonrió y juego con tu ombligo, mi lengua se desliza hasta tu rabo inhiesto para jugar también con él, rozo su punta y siento como lubrica, sumerjo todo su bálano en mi boca mientras mi lengua lo rodea lentamente lamiéndolo golosamente, entra y sale, entra, sale, mi garganta lo estera y me lo engullo haber hasta donde logra pasar, estoy excitada, respiro fuerte y lo escupo, besos tus testículos succionándoles y jugando con ellos en mi boca. Quiero contemplarlo follándome en el espejo, así que me pongo de pie en la ducha y abro la regadera esperando a que el agua se caliente, me siento sobre el mueble y con mis piernas le enredo, nos besamos desesperadamente y su polla vuelve a horadar mi vagina, respiro fuerte y de inmediato emprendo a amar el movimiento de su cadera, su intensidad en movimiento es perfecta, ni muy rápida, ni muy lenta, mientras, yo hago círculos con mi cadera para sentir mejor el mostrenco que me está apuñalando las entrañas.

El baño está lleno de vapor… me lleva hacia la ducha en volandas, mojo mi cabeza y mi cuerpo, luego él me abraza por detrás respingándole el culo, enfila el pollón y me penetra sin más… noto el orondo glande abrirme el ceñido aro pero es delicioso sentir como cae el agua sobre mi espalda al tiempo que su cipote me penetra cada vez con más fuerza, pongo mis manos mojadas en la pared para soportar los empujones y comienzo a imaginar lindezas.

Nos damos la vuelta y dejo que se moje su cuerpo, levanto una de mis piernas y él me vuelve a empujar contra la puerta sujetando mi pierna con uno de tus brazos, de nuevo me penetra y nos movemos enérgicos y rápidos, él respira afanoso y hace mil gestos sensuales, no aguanto y gimo con ímpetu, él sube mi otra pierna y con más pujanza penetra toda mi vagina hundiendo los más de 25 cm de rabo en mi útero, es escalofriante lo que me hace sentir, no me queda de otra que gritar con potencia, pedirle que me dé lo más fuerte que pueda y llegue lo más al fondo posible.

Muerdo sus labios con fuerza, mis tetas saltan alborozadas a su libre albedrío con mis pezones espigados y duros, tanto que hasta me duelen. Y suelta mis piernas, ahora le recuesto a él en la puerta y estando a cuatro patas, muevo mi culo lo más sincronizado que puedo con sus vaivenes, toma mi cintura y solo me comunica lo bien que se mueve mi culo empotrado por tan vasto cetro negro, y lo bien que se lo hago sentir. Mis nalgas saltan y él observa desde la raja abierta de mi culo como con toda facilidad su daga me perfora vilmente sumergiéndose en mi vagina… Saca su estaca muy impregnada por mis jugos y con ellos lubrica mi ano, seguidamente sumerge con delicadeza su polla en él otra vez, duele un poco, pero me siento tan excitada que el dolor se hace placentero y lentamente más de la mitad del tronco entra y sale, entra y sale sin cesar atorándome la cabeza de placer.

Al cabo de unos segundos de dilatación oportuna… grito, pero me muevo con todo mi cuerpo sobre tan genuino semental. Es delicioso lo que me hacer pensar, sentir, saborear, me penetra más fuerte cogiéndome de las tetas como si de las riendas de una yegua desbocada se tratase… mientras lo hace respira con más fuerza y más rápido, muevo mi cadera con más intensidad y rapidez, me gusta chocar duro con él percibiendo el golpeteo de sus orondos cojones azabaches. Nos movemos cada vez más rápido, más dinámico, más duro contra mí culo y por fin se corre dentro de mi ano, ¡Qué deliciosa sensación!, noto cada lechazo que su verga que eyacula atorándome el esfínter, dos, tres y hasta cinco largos chorros de lefa me suministra parando rendido, exhausto. Saca su barra carbón y tras de él un reguero de semen espeso inmaculado, algo caliente resbala hasta mi vagina. Tras la ducha, Barack se viste y se despide dejándome con el regusto de mis orificios anegados y el sabor de su masculinidad impregnando cada poro de mi piel, cada molécula de aire de aquella habitación.

Llamo a mi hijo Alberto recostada en la cama, para quedar a comer en mi casa al día siguiente con su esposa que ya está preñada de 24 semanas. ¡Me siento feliz y completa! Tal vez mi hijo me haga revivir nuestros momentos de gozo, lujuria y lasciva INCENTUOSIDAD, por falta de desfogue con su esposa.

FIN

(9,50)