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La humillación de Lucía (I)

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Todo había empezado hace una semana atrás, en Buenos Aires, Argentina los días están siendo bastantes lluviosos cosa que a Pablo, no le gustaba mucho y menos si su hija Lucía, salía a algún encuentro con su grupo de amigos. Era un martes donde el diluvio no cesaba y su hija, esperaba impaciente un taxi que la llevara a la casa de la amiga.

Lucía tenía 18 años, contaba con un cuerpo voluptuoso, tenía unas curvas completamente tentadoras, unas tetas grandes, y un culo de encanto. Que todo lo acompañaba con 1,67 de altura que le iba muy bien. Hoy para su salida, vestía un jean negro que se adaptaba a cada parte de sus piernas y le resaltaba el trasero, una camisa semi transparente blanca que hacía notar su soutien rojo fuego y unos tacos combinando con aquel corpiño.

Pablo se acercaba al living en el momento que vio a Lucía abriendo la puerta para irse.

- ¿Dónde vas con el día así? - Exclamó el padre un tanto enojado.

- Con unas amigas. -La chica cerró la puerta de golpe dejándolo a su padre con la palabra en la boca.

A pesar de la edad de su hija, Pablo era muy conservado y estructurado. El lema de él era que quien viva bajo su techo, sigue sus reglas. Y Lucía no era de seguir muchas reglas. Pablo quedó con un enojo interno por no haberla podido frenar, no le gustaba que salga con tanta tormenta y encima sin saber dónde estaría. Más bien, los celos se apoderaban de él cada vez que su niña salía vaya a saber con qué pendejo.

Para sus 50 años y su 1,90 de altura no estaba nada mal. Contaba con un cuerpo de un hombre qué pasó buena parte de su vida en el gimnasio, más después de haberse separado de la madre de su única hija. Tenía una barriga apenas marcada, tenía el pelo con un corte moderno y esos ojos marrones que tenía encantada a más de una amiga de su hija.

Pablo fue directo al sofá, se sentó con su computadora a hacer cosas del trabajo, pero entre enojos y truenos no logró concentrarse por pensar donde andaba su niña así que tomó el teléfono para llamarla pero fue en vano, no atendía. Intentando controlar el enojo y sabiendo que así no iba a poder trabajar, tomó la pequeña botella de cerveza que había traído anteriormente y le dio dos sorbos para prender la pc y buscar algún video porno que le calme la calentura que traía. Buscó pero no lograba sacarse a Lucía de la cabeza, no sabía si era él el problema o el alcohol que estaba haciendo estragos. Encontró una del verano pasado en la playa, ella estaba en su bikini rosa favorito, de espaldas a la cámara y con la vista hacia el mar. Observaba cada parte de su cuerpo mientras llevaba su mano a su pija imaginando que cosas le haría. No tardó tanto, su hija lo calentaba a más no poder y en no más de tres minutos, descargó una cantidad de semen que fue a parar a la alfombra.

Habían pasado unas tres horas, Pablo se había quedado dormido en el sofá y se sobresaltó al sentir la puerta que se abría despacio. Lucía en puntas de pie intentaba pasar, mojada por la tormenta que no cesaba. Se levantó del sillón de golpe atajando la puerta detrás de la chica y la cerró prácticamente de golpe.

- Papá, me asusté. Creí que estabas dormido. -El aliento de Lucía se mezclaba con alcohol y cigarrillo cosa que a Pablo le molestaba demasiado.

- ¿Cómo mierda pretendes que duerma si no me dices siquiera a dónde vas? ¿Cuántas veces dije que no sales con los días así? - Pablo sabía que las tres botellas de cerveza habían hecho estragos en él y de la única sensación que tenía hacia Lucia era de pura lujuria.

La tomó del brazo así como estaba y la llevó al sillón sentándola de golpe. - Esta vez no te liberas del castigo, me tenés cansado con que lo único que hagas es desobedecer todo lo que digo. - Lucía vio de reojo la computadora de su papá y vio que había un video porno pausado, temió un poco porque nunca lo había visto tan desorientado.

- ¡No fue para tanto, papá. Ya volví a casa y ni borracha estoy. - Atinó a decir Lucía al momento que su padre sin decir mucho más, se sentó a su lado y propinó un certero golpe en su rostro.

Lucía se tomó el rostro y al querer levantarse para salir corriendo de allí su padre la tomó de aquella camisa y por la fuerza la rasgó dejando ver el corpiño que llevaba. - Encima vas de provocativa, ¿Con qué clase de amiga te juntas que tienes que ir vestida así? -Exclamó Pablo sacándole los restos de camisa que quedaban. Lucía mientras lloraba intentaba cubrirse con las manos. - Papá, déjame. ¿Qué te pasa que estás así? Quiero ir a mi cuarto, me estás dando pena.

Esas últimas palabras fueron suficientes para que Pablo perdiera el control, propinándole otro manotazo en el rostro tomó a Lucía de las muñecas, al momento que se ponía encima de ella, comenzó a besar sus mejillas. Lucía sin saber qué hacer, movía su rostro para ambos lados queriendo no sentir nada. - ¡Dejáme papá, me quiero ir, soltame!

Pablo apretó aún más su cuerpo contra el de su hija y haciendo presión, llevó su lengua a su cuello tomando este con una mano mientras dejaba hilos de saliva por donde pasaba. Mientras Lucía cargaba con una mezcla de ira y pena que no la dejaban moverse, su padre continuó con el deleite y llegando a los ansiados senos de las hija comenzó a besarlos por encima del brasier, su lengua desesperada subía y bajaba al momento que, sin más soltó la otra mano de la chica para llevarla al botón del pantalón.

- Verás que aprenderás que acá se hace lo que yo digo, pendeja.

Lucía lo miró con bronca, mientras él tomaba su pantalón junto con sus bragas y sin dudarlo lo bajó cuanto pudo. La hija al notar esto, intento pararlo pero la fuerza de sus brazos sobre el cuerpo de él, hacía que fuera imposible. Pablo tomo ahora su pantalón junto con el bóxer, su pija salió erecta y triunfante de allí. Lucía que no dejaba de forcejear empezó a sentir el calor de los dedos de su padre acariciando su monte de Venus en busca del clítoris. Largó un par de gritos ahogados cuando lo encontró. Pablo apretaba este y lo tocaba con la yema del dedo haciendo presión, sigió bajando y logró meter un dedo dentro de la depilada vagina. Lucía sintió la presión de aquél cuando notó el segundo dedo comenzando un rápido mete y saca, veía como su padre disfrutaba con fervor la arremetida que le hacía en su vagina mientras que ya sin fuerzas se dejaba hacer deseando que todo parara.

Pablo tomó a Lucía y de un empujón la dejó boca abajo, tomó su cadera dejando su trasero parado lo más que pueda. Con su pija en la mano la acercó a la entrada de su hija, ella un poco aterrada por el tamaño atinó a tirarse para delante, su padre propinó dos fuertes nalgadas en su trasero y volviendo a acomodarla en medio de los gritos embistió de una sola estocada en la concha de Lucía, que a pesar de no querer saber nada, estaba pasando de la humedad a lo mojado ante tal trato. Pablo la cojía como si la vida se le fuera en ello, ya perdió la noción si era por el enojo, las cervezas o las ganas que le tenía hace rato a Lucía.

Lucía sollozaba a causa del trato de su padre, que este mientras la follaba llevaba sus manos a sus tetas para tironear y pellizcar sus pezones. Volvió aquella mano pero ahora hasta el agujero trasero empezando a acariciar este de manera circular. Ella aterrorizada porque jamás nadie llegó ahí, convirtió su sollozo en gritos de desesperación. - ¡No papá, por favor! Déjame, si me dejas ahora juro no decir nada pero por allí no, por favor. - Exclamó aterrada Lucía. Pablo haciendo oídos sordos, introdujo un dedo dentro de su culo al momento que empezó un vaivén desesperado sintiendo como iba a acabar. Sacó su pija de aquella vagina y volvió a dar vuelta a Lucía, está quedando de rodillas sobre el sillón miró a su padre con lágrimas en los ojos, sin darle lástima sino más morbo, tomó su cabello en forma de cola de caballo y con la otra mano libre se pajeó unos segundos hasta acabar en las tetas de su hija en medio de un fuerte jadeo.

Ella pensando que todo había acabado intentó moverse, Pablo le dio un nuevo certero golpe en su mejilla mientras que desde la cola de pelo la acomodó y forcejeando entre los dos, él llevó a la fuerza su pija semi flácida a la boca de ella. Lucía intentando correr la cara, se negaba cosa que no tuvo efecto. Abrió la boca y Pablo empezó el mete y saca. - Llegas a hacer algo más que chupar y no tendré piedad, compórtate como la putita que sos. -Dijo Pablo mirando a los ojos a Lucía mientras ella lamía con pocas ganas.

La pija de aquel morboso padre volvía a encontrarse erecta, no saciado todavía por lo que le había hecho a Lucía, decidió seguir. Tomó el rostro de su hija y dándole una leve bofetada, sacó su miembro. - ¡Date vuelta! -Exclamó mientras ella todavía fregaba su rostro por el manotazo. - ¡Déjame en paz, no quiero maldito! -Dijo Lucía ante tal humillación. Pablo sin ninguna molestia ante los dichos de la niña la dio vuelta desde el brazo y la tiró contra el sillón. Lucía quedo dándole la espalda, el padre tomó las piernas de Lucía y las dobló de manera que su culo quedara nuevamente en pompa, ante la dedeada anterior, el ano de Lucía había quedado un poco dilatado, esta que no dejaba de llorar, respiró profundo sabiendo lo que se avecinaba. Su padre no hizo más que escupir el agujero del culo haciendo lo mismo con su pija y sin más vueltas la metió de una sola estocada en el orto de su adorada niña. Lucia dio un grito de dolor ante tal hecho mientras le suplicaba que parara. El mete y saca continuó, Lucía convirtió su desesperación en gemidos, mientras su padre entre fuertes jadeos acabo dentro del culo de la niña dejando allí su polla reposar un rato.

Completamente adolorida, Lucía alejó el trasero de la polla de su padre y al hacer fuerza notó como salía un semen algo rojizo a causa del desgarro sufrido. Pablo al notar aquello pasó dos dedos por el culo de esta y tomando un poco de aquél liquido tomó el rostro de Lucía con una de sus manos y poso los dedos en su boca. - ¡Tómalo todo! -Exclamó, mientras su hija con asco abrió la boca y los metió hasta el fondo de su garganta. - Eres buena niña. -Dijo riéndose entre dientes mientras su hija no hizo más que agarrar lo que pudo de su ropa y se fue corriendo a su habitación.

Pasó un tiempo, Lucía se fue a vivir con su amiga desde aquel suceso. Pablo quedó solo en aquella gran casa, hasta que un día alguien tocó el timbre; Lucía esperaba detrás de aquella puerta con sus maletas no pudiendo haber superado lo de su padre, pero no con tristeza, sino que deseando aún más...

CONTINUARÁ...

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¡Hola! Como verán, es mi primer relato. Espero lo disfruten mucho. Quiero agradecer a un buen escritor que no hizo más que ayudarme y aconsejarme al entrar en este camino, el me incentivó a escribir. Búsquenlo como "GABRIEL B" y disfruten de uno de los mejores escritores de CR.  ¡Gracias!

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