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Año nuevo, culo nuevo

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Este fin de año pasado, volvimos a reactivar la fiesta que mi hermana siempre ha dado para sus empleados y que debido a la pandemia en el 2020 tuvimos que cancelar. Siempre he esperado esta fiesta, pues la mayoría de los empleados de mi hermana son mujeres y la mayoría son mujeres muy guapas, aunque al igual, la mayoría son mujeres casadas.

En esta ocasión conocí a Bonnie, una chica de 27 años y quien ya entrada la medianoche se le subieron los tragos y resultó ser una puta. No sabía mucho de ella, solo que lleva un par de años en la compañía, que tiene un bonito rostro, apetecibles tetas y un redondo y bonito trasero el cual se antojaba vistiendo esos pantalones leggings de color blanco que llevaba y donde se translucía su pequeño bikini. Definitivamente tiene bonitas piernas, alargadas y con su altura de un metro setenta, se mira imponente con sus zapatos de tacón que la elevan unos ocho centímetros más. Creo que era una de las que llamaban más la atención y esta fiesta era una vitrina para ella. Compartí unos minutos con Bonnie al principio y luego me desaparecí en mi cuarto, pues tuve que atender algunas llamadas de mis familiares.

Ya para la medianoche la mayoría estaba entonado, unos más que otros y fue cuando aparecí que Bonnie me invitó a bailar. Desde un principio sentí que teníamos química, pero al principio ella se mostró un tanto reservada, pero ya con los tragos Bonnie se vuelve una mujer diferente, se vuelve una puta. La verdad que me sorprendió con lo que me decía cuando me tomó de las manos y me invitaba a bailar:

-¡Pensé que te me habías escapado! Quería bailar contigo… bueno, quiero hacer otras cosas más que solo bailar. – me dijo con una sonrisa muy coqueta.

-Estaba atendiendo unas llamadas en mi cuarto. – le dije, sorprendiéndome de lo que había escuchado.

-Sr. Zena… ¿no me invita a conocer su cuarto?

-¿Segura que quieres subir?

-Si… lo que no estoy segura de que después no quiera bajar. – me contestaba nuevamente con un sonrisa muy coqueta.

-Vamos. -le respondí.

La tomé de la mano y subimos del lado de la terraza y tan pronto entramos a mi habitación se me lanzó a comerme a besos apasionados los cuales correspondí con sorpresa, pero también con ganas. Esta chica tiene cabello rubio el cual es ondulado y lo usa corto. Su cuello es alargado y usa una cadena de oro con diferentes medallas. Al besarnos, le tomé de su cintura y acaricié ese precioso trasero que con los pantalones leggins se le sienten firmes. Con esos besos aligerados, de la misma manera me comenzó a bajar los pantalones y me dijo: -¡Te la quiero mamar! ¿Puedo?

A esta chica le gusta mamar y se sorprendió cuando ante sus ojos mi verga se erguía en una potente erección. Me dijo mientras me tomaba el falo dirigiéndolo hacia su boca: -¡Tienes lo tuyo… larga y gruesa! – Comenzó a hacerme un delicioso oral y solo miraba cómo esta linda mujer intentaba tragarse lo que más podía de mi verga que muchas veces daba esa sensación de arcada. La sostenía en su garganta y luego respiraba mientras me pajeaba la verga con sus dos pequeñas manos.

En la fiesta yo le había echado el ojo a una chica que sé que quiere conmigo, aunque sé que es casada, pero ya hemos hecho plática algunas veces y pensé que esta noche se podía dar algo, pues su marido no la acompañaba. Bonnie era mi segunda opción y pensé en un principio que me tomaría algo de tiempo en llevármela a la cama y resulta que era ella quien quería cogerme. Me dio una rica mamada de puta profesional y no me hizo acabar pues a mediados de mi quinta década tengo un control absoluto de cuando me quiero correr.

Mientras yo le bajaba los leggings blancos ella se removía un suéter y camisa roja. Tiene un tatuaje de un sol en una de sus piernas y otro en su brazo cerca del hombro. Su cuerpo es espectacular, típico de una chica atlética que cuida de lo que come y que uno se puede dar cuenta que se ejercita lo suficiente para lograr una tonalidad sensual en sus muslos. Veo su bikini blanco y pensé verlo mojado, pero al removérselo me di cuenta de que Bonnie usa de esas toallas femeninas previo o después de su periodo. La toalla si estaba húmeda y había absorbido la mayoría de sus jugos vaginales. Pusimos su ropa y la mía en un sofá cerca de la cama y me dispuse a corresponderle con un oral, lo cual me fascina hacerle a una mujer.

La concha de Bonnie estaba rasurada completamente, y tenía unos labios gruesos, igual de gruesos como los labios rojizos de su linda boca y su clítoris era una pepa que le sobresalía y aunque no es la más grande que he visto en mi vida, es una bastante grande. La llevé a la cama y comencé con chuparle esos pezones alargados que tiene y le mamé esas dos tetas las cuales podía unir y chupar sus dos pezones a la vez. Solo miraba como sus pelos finos color oro se elevaban cuando se erizaba su piel. Ella intuyó que iba hacia abajo buscando su conchita y me dijo: -Estoy a punto de correrme, pero quiero correrme con ese pedazo de carne que tienes entre tus piernas. -dijo. Luego me dijo que era muy sensible de su concha, que se correría fácilmente haciéndole un oral.

La verdad que se la quería probar y esta se miraba apetecible especialmente que su clítoris se podía morder y sentir como pulsaba. Le dije que solo sería por unos segundos, que solo quería probarla y hundirle mi lengua en su hueco por breves segundos. De esa manera me fui y comencé chupando sus labios y aquella mujer solo gemía de placer. Vi como tomó sus dos hermosos pechos con sus manos y ella misma se apretaba los pezones. Le hundí mi lengua en su hueco y solo exclamó: -¡Por Dios Tony, me vas hacer acabar! Vente aquí… quiero sentir ese pedazo de carne entrar y salir de mi conchita. -Terminó diciendo.

Me puse de rodillas ante sus piernas abiertas por sobre la cama y le he puesto mi glande en su clítoris. Con mi mano se lo muevo por sobre su clítoris y paseo la punta de mi verga por todo ese hueco sin penetrarla. Ella volvió a exclamar: ¡Que rico y que malo eres! Métela… cógeme, húndeme esa tu verga que estoy a punto de acabar. Tomé la posición del misionero y centímetro a centímetro se la fui metiendo mientras ella jadeaba de excitación y podía sentir que su vagina era tan caliente como un volcán que en cualquier segundo haría erupción. Pensaba hacerle penetración lenta mientras le mamaba una de sus tetas, pero Bonnie tomó un ritmo endemoniado y solo se oía la cama crujir y sus gemidos elevarse. Supe que se estaba corriendo, pues ese vibrar de una vagina viviendo un orgasmo es una sensación divina y lo más rico que hay en este mundo. Esta chica vivió un intenso orgasmo mientras yo le taladraba con tremendo ímpetu su concha que solo se escuchaba ese chasquido de ese mete y saca. Como sabía que estaba bajo los efectos del alcohol fui directo a preguntárselo:

-¿Tu trasero está disponible?

-¿Quieres follarte mi culo?

-Se me antoja… tienes un bonito culo. -le dije.

-Esta bien… solo que ve despacio. Tienes un pollón que si me da miedo.

Bonnie se dio vuelta y automáticamente se puso en cuatro sobre la cama. Lo paró con un ángulo que yo preferí abrírselo parándome sobre la cama. Cómo se miraba de rico ese precioso culo rosadito de esta linda chica rubia de raza blanca. Comencé escupiéndole el culo y sobándoselo con uno de mis dedos. Luego proseguí asomándole mi glande y empujándolo con algo de fuerza. Eventualmente se lo abrí, no sin el quejido de dolor de esta preciosa rubia: ¡Uff… ve despacio que lo tuyo es un buen pollón. -Vi como mi verga se hundió en ese hueco y poco a poco se lo fui abriendo hasta tomar un ritmo constante donde mi verga entraba y salía fácilmente. Luego me di vuelta en la misma posición y ahora quedábamos como dos perros enganchados topando nuestras nalgas y mi verga bien sumida en ese culo tan rico de esta mujer. En esa posición podía ver su concha como escurría jugos y comencé a masturbarla. Ella me lo aprobó diciendo: ¡Tú si sabes lo que haces! No en balde dicen que el diablo sabe más por viejo que por diablo. -me dijo. Bonnie gritaba cosas que me encendían sexualmente. Cosas como: córrete en mi culo… quiero sentir esa leche caliente en mi trasero…. – cosas que me guiaban a tocar el cielo.

En esa posición no me podía mover mucho, pero la sensación de cómo me tenía apretada la verga ese culo era fascinante y solo me concentré en masturbar su concha y ese tremendo clítoris… me concentré en su clítoris. No me tomó ni cinco minutos para volver a oír a esta chica explotar con un segundo y excitante orgasmo. Me movía las nalgas como pidiéndome que le penetrara más el culo y luego que se corría, ella siguió masturbándose la concha mientras yo le daba un embate incesante hasta que acabé en su culo. Le saqué la verga y vi cómo mi corrida se escurría por ese culo tan precioso pero también le provoqué un sangrado que no sé si ella se dio cuenta. Ella se fu directa a mi ducha y solo se bañó el cuerpo.

Había pasado exactamente un hora y solo podía escuchar la música desde el sótano. Por eso no me importaba que gimiera tan fuerte, en la música se perdían sus jadeos. Bonnie se vistió con rapidez, igualmente se maquilló y le ayudé a ponerse ese diminuto bikini y sus leggins blanco. Salimos por el mismo lugar que nos conduce al jardín y ella me preguntó qué cuando lo repetíamos y quedamos que esa misma noche después de la fiesta nos iríamos a encerrar para seguir cogiendo toda la madrugada. Esa misma noche me volvió a dar otra rica mamada, le comí ese pronunciado clítoris a morir, le taladré a placer esa rica conchita y le abrí ese rico culo dos veces más. Desde entonces hemos cogido cinco veces más.

Cuando me uní a la fiesta, mi amiga Diana me lo preguntó. Esta chica me conoce tan bien y tiene mucha confianza conmigo pues ella ha sido una de las que ha pasado por mi cama, aunque con ella lo hacemos con mucha más discreción pues está casada, aunque no tiene hijos. Me dijo en español para que Bonnie ni nadie alrededor entendiera:

-¿Vienen de coger verdad?

-¿Cómo lo sabes? -le dije.

-Pues esa carita que trae es niña de felicidad que hasta la borrachera se le quitó. ¿Al menos coge rico?

-Como una diosa. -le dije.

-No te lo reprocho. Año nuevo, culo nuevo… (Se ríe y continúa). -Ella es una mujer muy linda y vos un viejo tan rico como un vino tinto. Uno de estos días me le escapo a mi marido y quiero que me lo hagas rico a mí también.

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