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Antes del café (Capítulo 8): Mañas de mujeres

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Intervención de la narradora:

La noticia de Braulio desató un profundo silencio. Azucena estaba perpleja mirando fijamente su taza de café. Angustiadamente, dio rienda suelta a su interrogatorio.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Cuándo te vas a mudar? ¿A dónde? ¿Aquí mismo o fuera de Puerto Vallarta? ¡Dime por favor que no te irás lejos!

-Tranquila, Azu -serenó Braulio-. Es aquí mismo, un poco más cerca de la playa. El día previo a tu boda daré el enganche y a partir de ese momento podré ocupar el departamento. No te lo anticipé porque ayer cerré el trato con el dueño del edificio. Prometo que cuando llegue ese día te llevaré a conocerlo a ti y a nuestros papás.

Azucena agachó la cabeza, evidentemente triste. Pensó que no había más tiempo para tener el placer de llevar a la cama a su hermano antes de casarse, solamente tenía ese mismo día o el siguiente fin de semana. Así que, con el miedo en el fondo de su ser, se camufló bajo la apariencia de una hermana amorosa y arrastrada por sus impulsos carnales, se lanzó a los brazos de su hermano arrimando todo su cuerpo a él y lo felicitó.

-Estoy orgullosa de ti, mi lindo hermanito. Has logrado muchísimo en tan poco tiempo.

Braulio, gustoso, sonrió y sintió demasiada tranquilidad. El abrazo ya había durado mucho cuando de pronto, Braulio deslizó una de sus manos por la espalda de su hermana hasta el resorte de la prenda inferior del pijama y metió uno de sus dedos.

Al sentir eso, Azucena apretujó más fuerte a su hermano y él introdujo un poco más su mano, alcanzando a masajear ligeramente la parte superior de sus glúteos.

- ¡Tss, ah! -susurró Azucena, quien comenzó a pasear delicadamente sus manos por detrás de su hermano, seguidamente de caricias en el cuello y levantando la playera para manosear su espalda.

Braulio se quedó estático al presentar tales sensaciones y escuchar aquel conjunto de gemidos. Parecía estar reprimiendo su excitación, pero fue inminente que su miembro tuviera principios de una erección. Su próxima acción sería atreverse a llegar más hondo con sus manos en el trasero de su hermana, inclusive Azucena ya se había preparado para alzar una pierna, pero, desafortunadamente, sus padres salieron de su habitación y los cachondos hermanos tuvieron que separarse deprisa.

Los padres les preguntaron porqué estaban levantados tan temprano y Braulio aprovechó para darles la noticia de su nueva adquisición. De esta manera, procedieron a congratularlo y todos hicieron un brindis con tazas de café mezclado con tequila. En dos semanas estaban programadas dos fiestas y eso era motivo de felicidad para la familia, primero la inauguración de la nueva vivienda de Braulio y al siguiente día la boda de Azucena.

Interrumpiendo la pequeña celebración, Braulio anunció que saldría a la costa para divertirse con sus amigos de la universidad que tanto extrañaba y negociar la compra de un automóvil. Azucena hizo el intento de convencerlo de ir con él, pero se negó, ya que argumentó que era algo personal.

Braulio salió de casa y tomó un taxi, mientras que Azucena, algo decaída, quiso alistarse para ir a ver a su prometido, sin embargo y para colmo, le llegó la advertencia del comienzo de su ciclo menstrual y prefirió permanecer en su recámara.

La historia continúa relatada por los protagonistas.

Versión de Azucena:

Me hallé en mi cama, encogida, padeciendo los dolores de cada mes y al mismo tiempo pensando tanto en lo que acababa de acontecer. Ahora sí, sin mentir, era un mar de emociones.

No paraba de pensar en el consentimiento mutuo con que mi hermano y yo estábamos escribiendo el principio de un capítulo inusual en nuestras vidas. En mi mente comenzaron a fluir ideas fascinantes.

-Esta vez parece que va en serio. Mi fetiche puede hacerse realidad. Se nos atraviesa una semana que se me hará como una eternidad, pero el fin de semana siguiente me desquitaré y no dejaré que me ponga una excusa, antes yo le pondré una bubi en su boca y lo callaré. Tendré la iniciativa. Voy a hacerlo solo por mi bien, por no quedarme con la curiosidad.

Mis fantasías fueron pausadas por una llamada telefónica. Se trataba de Erick. Después de saludarlo y preguntar cómo está, la discusión comenzó.

-Ya me siento mejor -expresó-, solo tuve una crisis emocional pero ya está solucionada. No debí permitir que llegáramos a esos extremos antes de casarnos, por eso te pido disculpas y te prometo que nuestra vida sexual será única y extraordinaria.

-Eso no te exime de lo idiota que te comportaste después -me sinceré-. Ignorarme, dejarme de hablar y negarte a salir conmigo ¿cuándo te lo he hecho yo a ti?

-Pero, mi amor, de verdad estoy arrepentido por eso y no volverá a suceder -aseguró él.

-Pues más te vale -amenacé-, porque en vez de preguntarte si cumples con mis expectativas en el sexo deberías cuestionarte si eres maduro para el matrimonio. No tengo ganas de hablar.

-Pésimo día para pedirme perdón -me dije a mí misma después de colgar el teléfono.

Era increíble que a exactamente dos semanas de casarnos tuviéramos discusiones como nunca las habíamos tenido. Presentía que sería una probadita de lo que nos esperaba cuando fuéramos marido y mujer. Me llevaba las manos a la cara en señal de frustración.

Reanudé el momento de sueños eróticos que estaba teniendo con mi hermano, pero la inquietud me envolvió al ver que mi prometido me llama al teléfono repetidas veces.

-Si sucede y me gusta demasiado coger con mi hermano, tanto como para volver a hacerlo ¿seré capaz de engañar a Erick? ¡Pero qué tonta! De por sí ya le sería infiel a nuestro noviazgo. Incluso le estoy siendo infiel con la imaginación. Definitivamente no estoy lista para el matrimonio. Ahora ¿cómo se lo planteo?

El resto del día me la pasé meditando sobre cómo renunciar por la paz al compromiso de contraer nupcias con Erick o cómo sobrellevar mis impulsos. Para ayudarme un poco, busqué en internet foros de mujeres donde expresé mi situación en espera de algún comentario, pero fue una novela extranjera, cuyo nombre no recuerdo, la que me dio la respuesta.

Al siguiente día me presenté a trabajar luego de mi incapacidad y terminando el horario laboral acudí con mi super amiga Ingrid. Ella ya sabía de mi problema, pero fui franca y le confesé lo que sentía, incluyendo mi deseo sexual por mi hermano, Después de informarme que adquirió un nuevo departamento, le pedí un favor del tamaño de su trasero.

-Tengo un plan y tú estás involucrada en él. No me quiero sentir mal por ponerle el cuerno a Erick, así que te pido amablemente y por favor que consigas follar con él antes de nuestra boda. Y si puedes adiestrarlo en el sexo estaría bastante mejor.

- ¿Estás loca? Yo con un impotente, nunca -se indignó Ingrid.

-Ahora resulta que la más zorra de las zorras no quiere darse el lujo con un treintañero y sus 17 centímetros de chorizo -repliqué enfadada.

-Suena bien, pero ¿qué me darás a cambio, querida? -insinuó ella.

-Todo lo que deseas los hombres te lo dan, ¿por qué me pides algo a cambio? -pregunté.

-Calma, amiga, lo que quiero es sencillo -explicó Ingrid-: Me gustaría que a fin de año, en vísperas de mi cumpleaños, solicites tus vacaciones de ley y viajes solo conmigo a Europa. Además de que cooperes con la mitad de los gastos. No creo que para entonces tu marido se haga el macho y te lo prohíba. ¿Qué dices?

-¡Por eso te quiero mucho amiga! -exclamé alegremente-. Pero tienes que filmar tu cogida con Erick. Prométemelo, es para tener evidencia.

-De acuerdo -aceptó-. Al fin que ya se me hizo costumbre con Braulio.

- ¡¿Qué!? -grité atónita.

- ¡No me digas que no te ha contado nada! -dijo llevando sus manos a la cara.

- ¡¿Contarme qué?! -pregunté exaltada.

-Nada, espera a que él te cuente -me dejó con la duda-. Yo te estaré enviando el video de mí garchando con tu novio el viernes por la noche. Bye.

Tomó sus cosas y se marchó. Obviamente fingí que no sabía lo que hay entre mi hermano y ella, pero por lo que mencionó, me hizo pensar que Braulio me lo debió haber confesado desde hace tiempo. Además de que mi amiga es una cínica de primera.

El resto de esa semana no coincidí con mi hermano en ningún momento, como era de esperarse. Asimismo, seguí ignorando a Erick con la finalidad de que fuera más fácil para él acceder a follar con Ingrid debido a mi desprecio.

Llegó el viernes, eran las 8 de la noche. Yo ya me encontraba en casa e Ingrid me iba poniendo al tanto sobre su cachonda encomienda. Me explicó que citó a mi novio en un bar para ayudarle supuestamente a reconquistarme porque él sentía que me había perdido.

El tonto cayó en la trampa, fue a verla y después de varios tragos se embriagó mientras que Ingrid permaneció sobria. Ella lo llevó a un hotel y después de un rato recibí por whatsapp sus videos echando palo. Me asombró lo masculino y guarro que se vio Erick bajo los efectos del alcohol.

A la medianoche, Ingrid me avisó que mandó a mi novio en un taxi a la casa de sus padres (porque seguía viviendo con ellos) y que ella se encontraba en su apartamento. "Misión cumplida", le dije agradeciéndole.

Escuché el azote de la puerta principal y después alguien llamó a la puerta de mi habitación. Supuse que era Braulio, así que traté de arreglarme rápido, le abrí y lo invité a sentarse junto a mí en mi cama. Me dijo que tenía dos cosas que contarme y pidió mi atención. La segunda me haría ruinas el alma.

-Primero, te confieso que he estado teniendo relaciones sexuales con Ingrid desde hace un año, espero que no lo tomes a mal. Y segundo, mañana temprano viajaré a Cancún a una conferencia de trabajo y regresaré hasta el lunes.

Versión de Braulio:

Arribé en poco tiempo al departamento de Ingrid. Era mentira que vería a unos amigos en la playa, pero tampoco iba a con la intención de hacer cosas malas con Ingrid, aunque sí se dieron, pero no fueron nunca mi intención.

Ingrid me invitó por medio de whatsapp a disfrutar el domingo con pizza y cerveza mientras nos dedicábamos a pintar las paredes y acomodar los muebles en su nueva vivienda.

Ella vestía un sexy short de cintura alta y cuero negro y un crop top de malla transparente color fucsia que me permitía admirar su brasier de encaje negro, lo cual me sedujo un poco, aunque me pareció raro que estuviera dispuesta a mancharse de pintura así, pero ella me explicó que era ropa vieja. Vaya lujitos.

Terminando de pintar todo, ella me sugirió que empezáramos por acomodar los muebles de la habitación. Apenas había acomodado la cama y ella me emboscó acostándome boca arriba, me ató de manos a las esquinas, me bailó sensualmente y desenfundó mi espada. Enseguida, ajustó su cámara en la pared detrás de la cama y filmó el sometimiento sexual.

Inició masturbándome y haciéndome un oral exquisito, en el que todo el tiempo me vio a los ojos con su pícara mirada. Luego se deshizo de su crop top, puso mi pito entre sus pechos dentro de su brasier y me hizo una rusa fenomenal. Amaba cuando frotaba mi verga con sus tetas mientras mi glande le llegaba a la boca y lo relamía paseando su lengua en círculos.

Instantes después, ella me dio la espalda, se bajó el cierre de su short (no tenía prenda interior), lo dejó a la altura de sus rodillas y de esta manera se enterró mi pija en su coño. Yo quería no ser el único en el mundo que gozara de ver a una mujer dándose sentones aún con su vestimenta inferior puesta para que alguien entendiera el placer visual que se sentía. Es decir, el brillo del cuero de su short mientras que sus nalgas rebotaran contra mis muslos me causaba gran excitación.

Ingrid no pensaba en cambiar de posición ni en desatarme, solo quería disfrutar de mi miembro clavándose en lo profundo de su cavidad vaginal una y otra vez a diferentes velocidades que ella controlaba, mientras frotaba arduamente su clítoris.

Transcurrieron varios minutos y ella se corrió pero también se cansó, así que se hincó echando el trasero hacia atrás y yo movía mi pelvis de manera que le entrara y saliera mi verga.

Después de un rato me cansé y ella continuó con los sentones. Tanta fue mi excitación visual y de mi pene siendo follado que le avisé que estaba cerca de venirme. Entonces, ella se quitó y volvió a meter mi vara en su brasier con la punta en su boca y después de masturbarme con sus senos le eché mi semen en su boca y le escurría hacia sus tetas. Fue una imagen impresionante que quedó grabada para el recuerdo.

Luego del delicioso momento ella me desató, se recargó en mi pecho, recogía con sus dedos la leche que le quedó en los pechos para llevarla a su boca y me halagó suspirando entretanto yo le acariciaba el cabello.

-No quería involucrar mi corazón pero estoy enamorada de tu vergón. Lo quiero por unos años más ¿te agrada la idea?

-¿No has encontrado a alguien que te satisfaga más que yo? -pregunté.

-Ni siquiera lo he buscado -contestó-. Ni siquiera creo que exista.

-Pero algún día te aburrirás de mí -comenté.

-Mientras te disfrutaré y sacaré el mayor provecho posible -dijo al mismo tiempo que besaba mis clavículas y mi pecho.

-Si vamos a seguir así creo que lo mejor sería decirle a Azucena de lo nuestro -opiné.

- ¿Estás seguro? -me cuestionó.

-Sí. Ella ha sido insistente en hablar de sexo -expliqué-. Además, hoy tuvimos leve contacto piel con piel. ¿Quién se lo dice? ¿Tú o yo?

-Mira, tú cuéntale hoy en la noche y yo le cuento mañana en el trabajo -propuso-. Así no tendremos mayores problemas con ella.

-De acuerdo -cerré y nos levantamos para seguir con el quehacer.

Fue hasta la noche que acabamos de darle el toque al departamento y regresé a casa. Agotado y adolorido, me cubrí con mis sábanas y dormí, pensando que algo se me estaba olvidando.

Al siguiente día desperté listo para mis actividades cotidianas. Eran las 9:30 cuando llegó a mi casa la muy puntual y guapa de mi alumna Lizbeth, quien seguía en sus días, pero eso no fue estorbo para darnos unos besos cachondos. Ella no pudo evitar revelarme su gran apetito sexual.

-Me quedé con ganas de su anaconda este fin de semana, profesor, pero el próximo será toda mía.

Me sentía cautivado por sus encantos, no obstante, yo deseaba tener al menos el sábado disponible para estar en casa y que se diera la maravillosa oportunidad de coger con mi hermana. Así que se lo aclaré.

-Me parece perfecto, pero tendrá que ser hasta el domingo.

-El sábado también -respondió-. Ya verá, profesor.

-Estaré ocupado el sábado, baby -comenté.

-Si usted lo dice -insinuó dejándome en suspenso.

El resto de la semana, Lizbeth insistía que ambos días del fin de semana se la pasaría echando polvo conmigo. Llegado el viernes, me sorprendió verla en la oficina, en lugar de que se presentara a la universidad. Todo el tiempo me observaba y me seguía como una adolescente enamorada. Luego de un rato desapareció de mi vista y lo agradecí, pues no quería que el jefe me viera con ella.

A las 7 de la noche tuve junta con el jefe y demás compañeros. Entre otras cosas, mi superior eligió a quienes lo habrían de acompañar a un congreso de conferencias en Cancún y me seleccionó a mí. Por tanto, pensé que mis planes de coger, sea con Azucena o con Lizbeth, se habían arruinado.

En camino a casa, siendo casi la medianoche, recordé que desde el domingo en la noche debía haberle contado a Azucena sobre mi relación sexosa con Ingrid. Me di manotazos en la frente, pensando que ya se habría enterado por cuenta de Ingrid, pero decidí armarme de valor para hacérselo saber en cuanto llegará a casa.

Estando en casa, sin hacer escalas, toqué a la puerta de la habitación de Azucena. Ella me invitó amablemente a pasar y sentarme con ella en la cama, pero le pedí de su atención para comentarle aquellas dos situaciones.

-Primero, te confieso que he estado teniendo relaciones sexuales con Ingrid desde hace un año, espero que no lo tomes a mal. Y segundo, mañana temprano viajaré a Cancún a una conferencia de trabajo y regresaré hasta el lunes.

CONTINUARÁ...

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