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Cómo empezó todo con mi vecina

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Año 2015, un año después de habernos mudado al condominio donde nos hicimos propietarios de un departamento. Para ese entonces, la situación económica y de administración de la comunidad era un verdadero problema, deudas y servicios mediocres en todos los aspectos. Con la intención de aportar al menos ideas y tiempo para solventar la situación y que la inversión de vivienda no se transformara en un derroche de dinero, me incorporé al comité de administración. Fueron 3 años de bastante trabajo que se transformaron en buenos resultados y una aventura intensa con una de las vecinas integrantes de dicho equipo de trabajo.

Al principio la dinámica fue bien formal entre todos, sin embargo, con el tiempo y debido a la cantidad de trabajo que teníamos como comité, fuimos convirtiendo el grupo de trabajo en un grupo de amigos y un poco más en mi caso. La vecina (a quien llamaré así todo el tiempo) es una mujer de piel blanca, rostro muy simpático, cabello liso, delicada, súper femenina y una mirada de esas que no sabes si es una angelita o diablita encubierta. Desde el principio me llamó la atención tanto por su forma de ser, como toda ella. El tiempo transcurría, el trabajo avanzaba y ya, cumplidos un año y medio de trabajo en conjunto, había un trato más personal y cercano. Nos escribíamos regularmente, compartíamos comidas, conversas, etc. Entre la vecina y yo, siempre hubo atracción y lo dejábamos notar en nuestras conversaciones por mensajes o cuando quedábamos solos, pero no pasaba de coqueteo que cuando se acercaba a cierto punto, era cortado por un silencio de días, era como dejar enfriar las cosas para que no se salieran de control.

Ella para ese entonces, estaba en una relación que no funcionaba nada bien y yo tampoco andaba en las mejores con mi relación, sumando las ganas de ambos lados pero que ninguno quería expresar, llegaron los días en que todo se transformó…

Hablábamos mucho de relaciones, de fidelidad y cosas así, cuando en una conversación por mensajes me dice que ella se esconde debajo de un caparazón porque sabe que, si no lo hace, puede quedar muy vulnerable a las situaciones, interpreté esto como una señal muy sutil y continuamos conversando ese día hasta tarde y se abrieron un poco los espacios para que el coqueteo sutil pasara a señales más concretas. Además, me confesó que su relación había terminado ese mismo día y conmigo sentía peligrar su vulnerabilidad. Un par de días después, tuvimos una reunión del comité en su departamento y quedamos ubicados uno al lado del otro en la mesa de comedor, hacia el cierre de los compromisos, se fueron retirando los vecinos y al final quedamos la presidenta del comité (que en ese entonces eran muy cercanas) a un lado de la mesa y del otro lado quedamos mi vecina yo uno al lado del otro. Para ese momento el ambiente estaba muy distendido y es allí cuando dejó caer mi mano en su pierna, la cual estuve acariciando por un buen rato. Pasado cierto tiempo la presidenta se retira y quedamos solos, nos movemos al sofá y allí vuelve con el tema de su vulnerabilidad; no aguante, me acerque a ella para besarla y no opuso resistencia.

Nos estuvimos besando un largo rato y yo estaba bien excitado, tenía sus pechos al descubierto y los estaba chupando y apretando, también había metido una de mis manos por dentro de su pantalón y estaba jugando con mis dedos en su conchita; cuando le pregunto al oído si tiene preservativos, me responde que “eso no va a pasar” y seguimos besándonos. Nunca dejé de jugar con mis dedos en su conchita que estaba hecha un charco delicioso, tampoco de chupar sus chicos, pero deliciosos pechos, morder sus pezones y besar su cuello y boca, pero con la negativa de no pasar a más, me incomodé un poco y por instinto fui más intenso con mis dedos hasta hacerla acabar, sin dejar de besarnos y rozarnos. Justo antes de sacar mi mano de su pantalón, que estaba repleta de sus jugos, le dije al oído: ¡¡¡imagínate lo que podría hacerte con mi boca!!!

Le di un último beso, saqué mi mano y nos quedamos mirando por unos segundos, nos sonreímos y nos levantamos para limpiarnos un poco, yo tenía que volver a mi departamento. Ese fue el inicio de varios encuentros bien intensos con mi vecina, deliciosa y fogosa mujer que a veces, después de todo este tiempo, no dudaría en volver a coger con ella si se da el caso.

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